Analizando el estudio internacional "Nivel lector en la era de la Información" (OECD, Statistics Canada)*
Nuestro país, por sí solo, está muy mal: más de un 80% de los chilenos entre 16 y 65 años no tiene el nivel de lectura mínimo para funcionar en el mundo de hoy. Al compararnos con los otros participantes del estudio, la situación objetivamente no podría calificarse de menos que desastrosa.
Estamos tan mal como Portugal y Polonia. Sin embargo, en los textos que requieren conocimientos matemáticos básicos para ser comprendidos, los chilenos obtenemos puntajes significativamente peores que los de los portugueses o polacos y que los de todos los demás países evaluados. 3 de cada 5 chilenos entienden con dificultad la fórmula para preparar una mamadera impresa en un tarro de leche en polvo.
La educación superior no logra mejorar esta situación. La capacidad de comprender lo que se lee de los chilenos con un título en ella es similar a la de los norteamericanos que solamente finalizaron el colegio y a la de los suecos con enseñanza media incompleta.
Tampoco nuestros ejecutivos con cargos de alto nivel y exigencia pueden enorgullecernos. Analizando las ocupaciones superiores, la sorpresa es grande. Menos del 10% de los profesionales y gerentes de nuestro país tienen un buen nivel lector y más del 50% están bajo el mínimo adecuado para funcionar en la era de la información. A la hora de leer, nuestra elite se parece a los operadores de máquinas y ensambladores de Alemania y Estados Unidos y es peor que los mismos operadores de máquinas y ensambladores de los países nórdicos. Con una fuerza laboral semejante es difícil lograr las metas de desarrollo propuestas.
Si bien las nuevas generaciones leen mejor que las anteriores, esto es atribuible a mayores grados de cobertura: hoy más gente asiste a la escuela y por más años. No es atribuible directamente a un aumento de la calidad ya que al comparar individuos de distintas generaciones con enseñanza media completa, no hay avances. Entonces, es muy posible que la calidad educacional no haya mejorado en el país durante los últimos 40 años.
Los otros países que comparten con Chile la pobreza de los niveles lectores de su población -Polonia, Hungría y Eslovenia- cuentan con una gran ventaja respecto a nosotros. Ellos están mejorando la calidad de su educación escolar: las nuevas generaciones, con igual nivel educacional que las mayores, leen mejor que éstas.
El nivel lector alcanzado por un individuo determina poderosamente su calidad de vida. Lo mismo ocurre con los países: el nivel lector de su población influye de manera decisiva en la economía y los índices de bienestar.
El grado de alfabetismo ya no contribuye a entender el desarrollo de una nación, es una medida demasiado gruesa. La pregunta fundamental hoy dejó de ser cuántas personas pueden leer en un país, transformándose en cuán bien pueden leer. La vida moderna exige una comprensión lectora más sofisticada que el mero deletreo. El movimiento mundial hacia sociedades basadas cada vez más en el conocimiento, donde el uso de computadores e Internet, la apertura a mercados globales y otros fenómenos que se extienden progresivamente, exige a sus miembros un nivel lector creciente. Y esta demanda por una mayor comprensión lectora, sin lugar a dudas, sólo tiene posibilidades de continuar aumentando en el futuro.
Los países de la OECD (Organización para el Desarrollo y Cooperación Económico)1, conscientes de este desafío de la modernidad, realizan desde hace seis años una Encuesta Internacional del Nivel Lector Adulto, evaluando la capacidad lectora de cada país y recopilando información anexa sobre variables de contexto que permiten explicar los resultados. Algunas de estas variables son nivel educacional, experiencia laboral, ocupación, nivel de ingresos, producto geográfico del país, origen de la población (nacionales o extranjeros residentes), educación de los padres, etc.
A partir de 1994 se han llevado a cabo tres estudios internacionales: "Nivel Lector, Economía y Sociedad"; "Destrezas Lectoras para la Sociedad del Conocimiento" y el último, recién publicado el 14 de junio de 2000, sobre "Nivel Lector en la Era de la Información". Este tercer estudio incluyó, por primera vez, a Chile. Los participantes son 20 países, todos miembros de la OECD, excepto Eslovenia y el nuestro. Esta evaluación partió en 1998, seleccionándose una muestra representativa de la población de cada nación entre los 16 y 65 años.
¿Qué es comprender lo que se lee?
El estudio sobre "Nivel Lector en la Era de la lnformación" evalúa la capacidad de los adultos para comprender y emplear información escrita -que se encuentra presente en actividades cotidianas del hogar, trabajo o comunidad- necesaria para alcanzar metas personales y desarrollar el potencial natural que cada cual posee.
Para ello el estudio distingue tres tipos de lectura:
* Lectura de Prosa: implica el conocimiento y habilidades necesarias para entender y usar información contenida en textos como editoriales, noticias, folletos y manuales de instrucción.
* Lectura de Documentos: implica el conocimiento y habilidades necesarias para ubicar y usar información contenida en diversos formatos como aplicaciones de trabajo, formularios de pagos, programaciones de televisión, mapas, tablas y gráficos.
* Lectura de Datos Cuantitativos: implica el conocimiento y habilidades necesarias para aplicar las operaciones aritméticas que se requieren para comprender y/o inferir información en textos impresos como, por ejemplo, calcular una propina o determinar el interés de una hipoteca aparecido en un aviso publicitario.
Dentro de cada área o tipo de lectura el estudio distingue cinco niveles:
* Nivel 1: Aquellas personas con habilidades muy pobres, incapaces, por ejemplo, de determinar, a partir de la información impresa en el envase, la dosis correcta de medicamento a ingerir de acuerdo a la edad.
* Nivel 2: Están un poco mejor que los del Nivel 1. Son aquellas personas sólo capaces de manejar material simple, claramente expuesto, en donde las tareas requeridas son poco complejas. Son los que pueden leer, pero tienen muy bajos logros. Si bien han desarrollado capacidades lectoras necesarias para manejarse en la vida cotidiana, su bajo desempeño les hace difícil enfrentar nuevas demandas, así como aprender nuevas habilidades exigidas en su trabajo.
* Nivel 3: Son aquellas personas que cuentan el mínimo adecuado, en una sociedad compleja y avanzada, para enfrentar las exigencias de la vida diaria y del trabajo. Están justo en el nivel de habilidades requeridas para completar exitosamente la educación secundaria y la entrada a la educación superior. Son capaces de integrar distintas fuentes de información y de resolver problemas más complejos.
* Niveles 4 y 5: Son aquellas personas que demuestran un dominio de habilidades de alto nivel necesarias para procesar informaci6n (Véase Ejemplo 2).
La prueba consiste en una serie de lecturas de nivel creciente de dificultad. Si el examinado no tiene éxito en un primer conjunto de ellas, su participación termina allí. Si, por el contrario, lo logra, se le presentan otros textos más complejos con el fin de determinar su techo o límite superior. Siempre se permite emplear todo el tiempo que la persona estime necesario para leer los textos.
Cada lectura bien respondida otorga un puntaje diferenciado acorde a su nivel de dificultad, variando la escala entre 0 y 500 puntos. El puntaje obtenido implica que esa persona tiene determinada probabilidad de comprender eficientemente las lecturas incluidas en ese preciso nivel de dificultad. Por ejemplo, si obtiene entre 226 a 275 puntos, quiere decir que tiene un 80% de probabilidad de comprender un texto de Nivel 2, una mayor probabilidad de comprender un texto del Nivel 1 y probabilidades decrecientes para los niveles superiores2.
¿Cómo leemos los chilenos?
Chile tiene un bajo nivel lector. Si dividimos a la población de cada país en dos grupos -el de aquellos que no alcanzan el nivel mínimo para desempeñarse en la era de la información y el de aquellos que sí lo hacen- nos encontramos con que Chile tiene más de un 80% de la población entre 16 y 65 años ubicada bajo el nivel de lectura mínimo para funcionar en el mundo de hoy (logra únicamente comprender los textos de los niveles 1 y 2) y sólo un 2% en niveles 4 y 5. Estos dos últimos niveles no son nada extraordinario, es decir para responder las preguntas referidas a ellos no es necesario haber completado educaci6n superior ni menos haber realizado un doctorado. Los que se ubican en ellos son sólo buenos lectores. Que nuestro país tenga un escuálido 2% de su población en ellos, sorprende. Se trata de una cifra muy inferior a la esperable, dada la existencia de un 13% con educación superior (universitaria o técnica) completa.
Los chilenos comprendemos mal lo que leemos, pero lo hacemos aún peor cuando tenemos que interpretar datos numéricos incluidos en los textos. Casi un 60% se encuentra en el nivel 1, lo que significa, por ejemplo, que 3 de cada 5 chilenos entienden con dificultad la fórmula para preparar una mamadera impresa en un tarro de leche en polvo.
¡Cómo leemos los chilenos en comparación con los otros países!
Este apartado en realidad podría haberse titulado "Chile, el peor de todos", pues con relación al resto de los participantes, ocupamos el último lugar en las tres áreas evaluadas. La distribución del nivel lector de nuestro país es exactamente inversa la de Suecia, que es la nación mejor evaluada (Véase Gráfico 2).
Analizando los resultados se distingue tres tipos de países:
* Los que tienen un mayor porcentaje de su población ubicada sobre el nivel lector mínimo (Suecia, Noruega, Dinamarca).
* Los que tienen un porcentaje semejante de su población ubicada sobre el nivel mínimo y bajo él (Inglaterra, Estados Unidos, Nueva Zelandia).
* Los que tienen la mayor parte de su población ubicada bajo el nivel mínimo (Portugal, Polonia y Chile).
En Chile estamos tan mal como lo están en Portugal y Polonia. Sin embargo, cuando es necesario tener conocimientos matemáticos básicos para comprender un texto, los chilenos les "ganamos" a nuestros compañeros del grupo menos aventajado, obteniendo puntajes significativamente peores que los de los portugueses o polacos y que los de todos los demás países evaluados.
Carencias educacionales
En general se observa que en los países con buena comprensión lectora existen pocas diferencias en ella entre grupos con distintos niveles educacionales (véase Gráfico 1).
Es decir, individuos con educación media incompleta comprenden lo que leen en la misma medida que aquellos que sí la finalizaron o incluso que los que tienen un título en educación superior. Esto quiere decir que la habilidad medida en esta evaluación lectora fue adquirida durante los primeros años de enseñanza escolar. 0, lo que es lo mismo, que la calidad de la educación básica en Suecia, Noruega o Dinamarca es tan buena, que basta haberla cursado para lograr un buen nivel de comprensión. Sólo haber asistido al colegio hasta los 14 años (aproximadamente octavo básico) los habilita para afrontar la gran diversidad de lecturas requeridas por la "sociedad del conocimiento". No ocurre lo mismo en otras naciones como Estados Unidos, Portugal, Eslovenia y la nuestra.
Estas evidencian grandes diferencias en el nivel lector de la población según la educación que ostentan. En ellas, si no se ha completado la educación media, se cuenta significativamente con menos habilidades de lectura que si se ha alcanzado a terminar la educación universitaria. No obstante esto, Chile no puede compararse con Estados Unidos. Los norteamericanos logran puntajes más altos que nosotros y los chilenos con un título universitario o técnico obtienen un nivel lector promedio significativamente menor que el mismo grupo en Estados Unidos.
La capacidad de comprender lo que se lee de los chilenos con un título en la educación superior es similar al promedio obtenido por los norteamericanos que solamente finalizaron el colegio y al de los suecos que tienen menos escolaridad que la enseñanza media completa. Esto es reflejo de la buena calidad de la educación básica en Suecia, pero también de que nuestra educación superior es precaria. No desarrolla un nivel lector adecuado para funcionar en la era del conocimiento, ni siquiera lo exige para graduarse en ellas. Alumnos que no alcanzan los niveles 4 y 5 obtienen un título en nuestras universidades o institutos técnicos.
El dato que entrega esta prueba de que es posible no haber terminado educación media y alcanzar un buen nivel lector nos habla de lo provechosa que puede ser la educación básica cuando es buena. Pero también de que algunas sociedades ofrecen posibilidades de continuar educándose informalmente después del colegio.
Asimismo, hay culturas que demandan un mayor nivel lector en la vida diaria que otras. Por ejemplo, para poder movilizarse en cualquier país europeo es necesario procesar mucha información escrita, tablas con distintos horarios y destinos. En síntesis, lo que se desprende es que el nivel lector alcanzado por una persona no está determinado exclusivamente por su educación, sino que también por la sociedad en la que está inserta tanto en sus ofrecimientos de oportunidades como en sus exigencias.
Una gran proporción de los nórdicos evaluados demuestran que aunque no pudieron completar la enseñanza media, leen de manera adecuada para funcionar en la era del conocimiento (véase Gráfico 2).
En cambio en Chile menos del 5% de los individuos que no terminaron la enseñanza media alcanzan estos niveles. Hay cuatro factores que permiten explicar este hecho: una educación escolar de mala calidad, una sociedad que exige poca lectura a sus miembros para poder desenvolverse en ella, pocas oportunidades de educación continua y menor nivel de escolaridad de la población.
¿Hemos mejorado o estamos estancados?
Al concentrarse en las diferencias de comprensión lectora dependiendo de la edad del evaluado, se constata que los más jóvenes tienen mejor desarrollada esta habilidad que los de más edad. Efectivamente, Chile ha mejorado su nivel lector promedio avanzando cerca de 30 puntos en una escala de 500.
Este mejoramiento es atribuible a una mayor cobertura de educación formal en la población más joven y no a una mejor calidad de esta educación. Los adultos cuentan en promedio con menos años de estudios que los más jóvenes. Si se relaciona (véase Gráfico 6) el nivel lector con la edad de los evaluados, controlando por nivel educacional, destaca que en Chile no hay diferencias significativas de puntajes entre los distintos cortes de edad.
Los chilenos con educación media completa entre 16 y 25 años, entre 26 y 35 años, entre 36 y 45 años y los entre 46 y 65 años presentan prácticamente el mismo puntaje. Esto puede implicar que la calidad de la educación básica y media chilena no ha cambiado casi nada en los últimos 40 años, por lo menos en cuanto a su capacidad de preparar a los alumnos para comprender lo que leen y realizar operaciones aritméticas básicas en la vida diaria.
Encontrarse en los últimos lugares no es alentador, pero lo es menos el no tener perspectivas de avance. No es posible incrementar nuestro nivel lector aumentando cobertura, esa tarea está mayoritariamente lograda. Sólo resta incrementar la calidad de la educación, lo cual no debiera resultar fácil si consideramos que ha estado prácticamente estancada durante los últimos 40 años.
Los otros países que comparten con Chile la pobreza de los niveles lectores de su población -Polonia, Hungría y Eslovenia- cuentan con una gran ventaja respecto a nosotros. Ellos están mejorando la calidad de su educación escolar: las nuevas generaciones, con igual nivel educacional que las mayores, leen mejor que éstas.
Leer mal no es inocuo, ni para un país ni para la vida personal
La importancia del capital humano -tanto para el desarrollo y logro de las personas como para el del país- es un hecho que se ha venido constatando desde hace mucho tiempo. El capital humano incide fundamentalmente en las oportunidades laborales que enfrentan los individuos, en las posibilidades de estar empleado, en el tipo de ocupación a la cual puede acceder e incluso en los ingresos a los cuales aspirar. La distribución de habilidades presenta una alta correlación con la distribución de ingresos. Además, el capital humano de un país es un factor esencial para su desarrollo y rapidez de su crecimiento. Entonces, dado el bajo nivel lector que presenta nuestra población, ¿Qué podemos esperar a nivel de país?
En relación al empleo, el estudio "Nivel Lector en la Era de la Información" muestra que existe una mayor participación laboral5 entre aquellos que alcanzan un mayor nivel lector. Existe una diferencia de entre 10 y 20 puntos porcentuales entre la de participación laboral de los niveles inferiores y los superiores de lectura6. Por ejemplo, en lectura cuantitativa, en Estados Unidos, la participación laboral de los que leen peor (Niveles 1 y 2) es de 73%, mientras que para los que leen mejor (Niveles 3, 4 y 5) es de 84%. En Chile, esta diferencia es mayor: 64% y 84% respectivamente.
El nivel lector también afecta las posibilidades de estar empleado o no. En Chile, entre aquellos desempleados que llevan más de un año buscando trabajo, el 91% son personas que se encuentran en los niveles más bajos de comprensión lectora (1 y 2); y entre aquellos que llevan menos de un año, cerca de un 88% se ubica en los niveles inferiores.
Si consideramos que cerca del 80% de los chilenos se ubica en los dos niveles inferiores de lectura, existe una sobre representación de éstos entre los desempleados, especialmente entre los que llevan largo tiempo en esta situación. Aquellos que no cuentan con las habilidades de lectura mínimas para funcionar en la era de la información, tienen más probabilidad de no encontrar trabajo, e incluso de no lograrlo en un período mayor de tiempo. Esto es especialmente grave si tomamos en cuenta que además estas personas ganan menores ingresos y, por ende, les es más difícil sostenerse durante un período largo de tiempo sin ingresos fijos.
En el estudio "Nivel Lector en la Era de la Información" se realizó un análisis riguroso, el que demostró que existe una fuerte relación entre la probabilidad de estar desempleado y el nivel lector que tiene una persona7. Independiente del nivel de educación, de la edad y del sexo, a menor capacidad lectora, es más probable que la persona no consiga trabajo.
Por ejemplo, para un chileno que no ha completado la educación media, y que obtiene un puntaje igual al del promedio de su grupo (Nivel l), la probabilidad de estar desempleado es de un 30%, es decir, el doble de la que tiene quien es un buen lector (Nivel 5).
No debieran extrañarnos, por consiguiente, los mayores niveles de desempleo en aquellos sectores de menores recursos, ya que son justamente ellos los que cuentan con menores habilidades y, por tanto, enfrentan una mayor probabilidad de encontrarse sin trabajo.
En la comparación internacional respecto a ocupaciones ocurre exactamente lo mismo: a medida que aumenta el puntaje promedio en la capacidad lectora, aumenta también la proporción de empleados en ocupaciones de cuello y corbata, de aquellas que supuestamente exigen habilidades lectoras sofisticadas. Mientras en Chile los empleados en esta área son menos del 20%, en Suecia alcanzan un 50% de la población. Analizando las probabilidades de estar en determinadas ocupaciones, se encuentra que cómo se lee, es tan determinante en el cargo a ocupar, como el nivel educacional, la experiencia, la capacitación o el sexo.
Como se mencionó anteriormente, el porcentaje de chilenos que comprenden bien lo que leen (Niveles 4 y 5) es inferior al 2%. Esto hace que sea esperable un menor porcentaje de la población en empleos superiores. Sin embargo, una vez que se analizan las categorías ocupacionales de mayor nivel en Chile, la sorpresa es grande. No existe allí una mayor concentración de personas con buen nivel lector (4 y 5). Menos del 10% de los profesionales y administradores de nuestro país se ubican en los buenos niveles lectores (4 y 5), mientras que más del 50% están bajo el nivel mínimo adecuado para funcionar en la era de la información (véase Cuadro l). Esta distribución es similar, por ejemplo, a la de los operadores de máquinas y ensambladores en Alemania y Estados Unidos y peor a la de los mismos operadores de máquinas y ensambladores de los países nórdicos.
En la mayoría de los países evaluados existe una proporción significativa de personas con buena lectura (Niveles 4 y 5) en todas las categorías ocupacionales. Estas personas de alto nivel lector son capaces de entender lo que leen y, por lo tanto, de aprender y buscar nuevas técnicas, o mejores, convirtiéndose en líderes de sus pares. Con lo cual se cuenta con un contingente en cada ocupación que puede, con mayor probabilidad, potenciar el desarrollo y la innovación en su área, y tomar una posición informada respecto a los conflictos que les atañen. En Chile, esta posibilidad se ve fuertemente limitada ya que en la mayoría de las ocupaciones lo que hay es un porcentaje insignificante de personas con capacidad lectora elevada.
Con una fuerza laboral de bajo nivel de capacidad lectora, incluso en las categorías de mayores exigencias, es difícil que logremos las metas de desarrollo que nos hemos propuesto.
¿Leer mejor significa ganar más?
En cuanto ingresos, si analizamos al 60% de mayores ingresos, tanto en Chile como en el resto de los países evaluados, vemos que hay un mayor porcentaje de representantes de los niveles 4 y 5. En nuestro país un 72% de quienes leen mejor (Niveles 4 y 5) se ubica en el grupo de mayores ingresos, un 60% del nivel 3 y cerca del 25% de los del nivel 1 (véase Gráfico 3).
En Chile más de un 50% de las diferencias en ingresos son explicables por diferencias en el nivel educacional, la capacidad lectora, la educación de los padres y el sexo. De todos estos factores, el nivel educacional sigue siendo uno de los más importantes, pero no cabe duda que la capacidad lectora tiene una influencia significativa en cuánto se gana.
Efectos del nivel lector en la distribución del ingreso y el producto interno del país
Es interesante profundizar en la relación entre nivel de ingresos y porcentaje de la población en los distintos niveles lectores. A menor proporción de personas en los niveles lectores bajos, mayor es el PIB per cápita. A su vez, a mayor porcentaje de la población en los niveles superiores, mayor es el ingreso per cápita. Por una parte, se podría pensar que aquellos países de mayores ingresos podrían destinar más recursos a la educaci6n y desarrollo de las capacidades lectoras de la población, pero, por otro lado, un país con una fuerza laboral mejor capacitada puede lograr mayores tasas de crecimiento y de productividad.
Sin embargo, existen varios países de un PIB per cápita menor al nuestro, pero que cuentan con una población mucho más calificada. Un ejemplo es la República Checa, cuyo PIB per cápita es muy cercano al nuestro, pero que cuenta con un 46% de su población en los niveles 3, 4 y 5, a diferencia de Chile en donde sólo se ubica un 15%. Otro ejemplo es Hungría, que con un gasto en educación menor al nuestro y un PIB per cápita también menor, presenta indicadores similares, aunque levemente mejores, que nosotros.
El nivel lector incide en las oportunidades de empleo y de ingreso. Las personas de baja comprensión lectora tienen mayor probabilidad de convertirse o mantenerse desempleados, y si están empleados, de estarlo en ocupaciones de menor jerarquía y percibiendo menores ingresos. En otras palabras, a mayor desigualdad en la distribución de destrezas, en este caso de capacidad lectora, mayor desigualdad en la distribución de ingresos. Al observar la correlación entre el índice de Gini8 (una medida de desigualdad de los ingresos) y una medida de desigualdad en la distribución de habilidades lectoras (la razón entre el puntaje del noveno decil y del primer decil), vemos que (véase Gráfico 4) a mayor desigualdad en la distribución de capacidad lectora, mayor desigualdad en los ingresos.
Por una parte, se puede atribuir parte de la desigualdad de ingresos a la desigualdad de destrezas. Sin embargo, se debe tener cuidado, ya que, a su vez, la mayor desigualdad en habilidades puede deberse a la mayor desigualdad de ingresos, la que genera a su vez una mayor desigualdad en la inversión en educación.
Sin embargo, sin importar el origen de la desigualdad en capacidad lectora, se sabe que ésta se explica básicamente por la educación recibida. Por lo tanto, una medida que contribuiría eficazmente a reducir la desigualdad en los ingresos es la de reforzar la educación.
No podemos sentarnos a llorar sobre estos resultados, hay un desafío a abordar con decisión.
Autores: Bárbara Eyzaguirre,Carmen Le Foulon y Ximena Hinzpeter K.**.
* OECD, Statistics Canada. Literacy in the information Age: Final report of the international Adult Literacy Survey. Organization for Co-Operation and Development, Statistics Canada. Canada 2000.
** Investigadores del Centro de Estudios Públicos
*** En esta organización participan los principales países desarrollados del mundo. Entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Suecia, Suiza.
**** El coeficiente de Gini es una medida de desigualdad en la distribución del ingreso que va en un rango entre 0 y 1. A mayor valor de este coeficiente, mayor es la desigualdad.
Fuente: Revista Creces, Abril 2001
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