La Concertación de Partidos por la Democracia, no da para más luego de la elección de Piñera, y en la actualidad es como una momia, preparada artificialmente para que dure más allá de su ciclo de vida natural. Y lo que requiere es que la entierren definitivamente para comenzar de nuevo.
La Concertación nació el 2 de enero de 1988, como Concertación de Partidos por el No, aglutinando a los principales sectores de la oposición al régimen de Augusto Pinochet con el fin de enfrentar el plebiscito nacional del 5 de octubre de 1988 por el Sí o el No. Luego de dicho triunfo, en las elecciones de 1989 es elegido el concertacionista Aylwin que derrota al oficialista Bucci, accede al gobierno, y luego continúan triunfando en todas las elecciones hasta la municipal de 2008, cuando la oposición obtuvo un mayor número de alcaldes.
Sin embargo, en la elección del 2009, Piñera derrotó a Frei, dando paso al gobierno de la Coalición por el Cambio encabezado por Sebastián Piñera, elegido presidente de Chile para el período 2010-2014.
En la actualidad, está integrada por los partidos Demócrata Cristiano (DC), Por la Democracia (PPD), Radical (PRSD) y Socialista (PS). A estos, originalmente, se sumaban el Partido Democrático de Izquierda (PDI), el MAPU Obrero Campesino, el Partido Liberal y otros movimientos civiles de los años 1980, hoy todos desaparecidos o fusionados en otros partidos.
¿Cuáles han sido las ideas-fuerza que han permitido que por 20 años rigieran los destinos de Chile?
Primera Idea-Fuerza: Recuperación de la Democracia
Es la idea-fuerza original. Después de la crisis económica de 1982, las fuerzas políticas proscritas previeron que su hora había llegado, y tímidamente primero, y audazmente después, apoyados por la iglesia católica, deciden interponerse en el camino político trazado por el régimen militar. Y el grito de guerra era: ¡a recuperar la democracia!. “Chile, la alegría ya viene” era el hit de finales de los 80.
Y, adicionalmente, hay un elemento que no puede dejarse de lado. En 1990, cuando la Concertación asume el poder, se encuentra con la caída del muro de Berlín y el fin del régimen soviético que había sido el respaldo político y emocional de muchos concertacionistas. Por lo tanto, cuando vuelven al poder lo hacen como una agrupación de huérfanos ideológicos, sin padre ni madre y sin proyectos ni menos programas, por lo que debieron continuar con las políticas de libre mercado del régimen militar lo que tensionó permanentemente los extremos de la coalición.
Segunda Idea-Fuerza: Odio visceral a Pinochet
Pero, junto a la recuperación de la democracia, volvió el afán de revancha de muchos izquierdistas que fueron maltratados, exiliados, torturados e incluso con parientes desaparecidos. La segunda Idea-Fuerza que los aglutinaba era un odio profundo y visceral hacia Pinochet y su régimen de 17 años. Hasta el día de hoy se percibe en la izquierda un resentimiento permanente hacia un pasado que los persigue cargado de añoranzas, pena y mucha rabia.
En otras palabras, la recuperación de la democracia y el odio profundo hacia Pinochet, son los compuestos centrales del pegamento que mantenía unida a la Concertación pese a todas sus diferencias ideológicas y políticas.
Sin embargo, el paso del tiempo llevó a la restauración de la democracia tan esperada, y con la desaparición de Pinochet del escenario político, la Concertación perdió las Ideas-Fuerzas que los unían pese a todas sus diferencias. Comenzaron las dudas, y los chaqueteos en el gobierno de Frei.
Tercera Idea-Fuerza: Poder por el Poder
Como Idea-Fuerza de tercera generación surge, entonces, el poder por el poder y que se hizo manifiesto en el gobierno de Lagos. La Concertación se sostenía unida porque el poder era tan atractivo que permitía solventar todas las carencias que se evidenciaban producto del desgaste natural. El poder había que mantenerlo a toda costa. Por eso, en el 2009, al final de la Concertación, Frei se permitía decir públicamente que “no le podemos dejar a la derecha 30.000 millones de dólares”. Claro, el poder es demasiado atractivo para unos proletarios aburguesados como para perderlo, pero ¿a quién llevamos como candidato?, ¿quién va primero en las encuestas?, ¿quién?, ¿la ministra de defensa?, ¿bachelet?.
Como ya estaban agotados y sin ideas, a partir del año 2002 la opinión pública les puso sobre la mesa el nombre que faltaba: Michelle Bachelet.
Cuarta Idea-Fuerza: Mujeres al Poder
Para una coalición agotada, sin ideas y atacada por los gérmenes de la corrupción, nepotismo y variados escándalos, solo un hecho fortuito podría permitirles reinventarse y mantener el poder. Y ese hecho fortuito sucedió: en 2002, cuando la ministra de defensa de la época, Bachelet, apareció arriba de un vehículo Mowag durante una salida a terreno para revisar los daños de las inundaciones de ese año. Gracias a su sonrisa y simpatía, los medios la promocionaron de forma tal que, después de ese hecho, su nombre comenzó a perfilarse como candidata presidencial.
La aparición en las encuestas de Bachelet provocó sorpresa en los aburguesados dirigentes concertacionistas, ya acostumbrados a elegir entre cuatro paredes a los candidatos para cualquier cargo. De la sorpresa inicial se pasó a la resignación y finalmente a la aceptación cupular dado que el objetivo básico era mantener el poder a como diera lugar. Si hubiera sido la Sra Juanita o la Sra Sinforosa, daba lo mismo, porque lo que importaba era que surgía una nueva Idea-Fuerza, el género entraba a la cancha.
Incluso con el paso del tiempo todavía extraña que Bachelet, una persona sin peso ni liderazgo político, sin base de apoyo partidario, sin redes de poder, poca experiencia política y nulos conocimientos de gestión, pudiera haber llegado a la presidencia de la república. Sus únicas fortalezas eran su natural simpatía y el enorme respaldo por parte de las mujeres que la sentían como parte de ellas mismas.
La elección de Bachelet fue el golpe final para una coalición ya agotada. Sin liderazgo político claro, la Concertación comenzó a desmoronarse como un castillo de naipes, mientras Bachelet intentaba sobrevivir, error tras error, durante los primeros tres años de su gobierno. Sólo el último año, su popularidad logró repuntar, pero ya era demasiado tarde para transformarla en liderazgo político: los caciques concertacionistas se apuñalaban entre sí con creciente ferocidad para ser el candidato oficialista.
La codicia y el interés personal llegó a niveles de una locura jamás vista. Las cúpulas intentaron imponer candidatos, sin competir entre sí, lo que generó el surgimiento de una variada gama de alternativas como Alejandro Navarro, Marco Enríquez, Eduardo Frei, Ricardo Lagos, José Miguel Insulza, etc. Y la ambición y la codicia, no les permitió ver la quinta Idea-Fuerza que les hubiera permitido mantener el poder.
Quinta Idea-Fuerza: Jóvenes al poder
Desafortunadamente, la Concertación no se percató que el paso siguiente era llevar una persona joven a la presidencia: si hubieran ido el 2009 con Enríquez Ominami como candidato, la historia se hubiera escrito de otra manera. Pero, al final, fue su presencia la que terminó inclinando la balanza. La Concertación estaba rota.
“Aquí yace la Concertación, Q.E.P.D”
Y, hoy, como dice Alfredo Joignant, “la Concertación ha dejado de existir” porque ya no tienen Ideas-Fuerza que los guíen hacia un futuro lleno de promesas. En realidad, dejaron de existir cuando asumió Piñera y las llaves de las puertas que conducían a los pasillos del poder pasaron a otras manos.
Y a contar del traspaso del poder, los integrantes de la Concertación han comenzado una dura caminata por el desierto: los presidentes de los partidos ya no deciden nada respecto del uso de recursos y tienen permanentes desencuentros, el choclo de parlamentarios se ha seguido desgranando, los díscolos no hacen caso a ningún dirigente, algunos dan mayoría a proyectos del oficialismo, quieren imponer reglamentos de disciplina para evitar comportamientos indeseables, otros quieren cambiar el nombre a la coalición y sueñan con Bachelet para el 2013…Una verdadera caminata por el desierto, y “a pata pelada”.
Por lo anterior, Joignant postula “que lo único que cabe hacer es refundar esta alianza política sobre nuevas bases…y para refundar es importante distinguir entre el proyecto y el programa…el primero dibuja ideas gruesas de reformas para aproximarse a una sociedad deseable (pongamos por caso en 20 años más). Se debe entonces comenzar con un proyecto poblado de metas de mediano y largo plazo, el que deberá ser diseñado por fuerzas sociales y políticas. ¿Cómo hacerlo de verdad? Inventando un foro político y social de carácter permanente, formado por varias decenas de personas representativas y legitimadas por organizaciones sociales y partidos. Es ese foro el que deberá nutrir de ideas de proyecto a la política opositora. En cuanto al programa, éste vendrá por añadidura y cuando corresponda, en donde manda el largo plazo (eso que antaño se llamaba proyecto histórico), lo que resta dramatismo a la identidad de los redactores...”
En otras palabras, como la descomposición de la Concertación ha llegado a un nivel impensable las soluciones provienen de una febril ingeniería social. Aquí resulta válida la expresión que “si mi única herramienta es un martillo, todos los problemas son clavos”, es decir, si la única herramienta que conozco proviene de la ingeniería social, entonces, de aquí vendrán las soluciones. Y el entorno, cambiante e incierto, no puede ser modelado como si fuera arcilla.
Opciones probables.
En resumen, la Concertación ha dejado de existir, y solo falta que alguien termine de tallar la lápida para poder reconocer la tumba e ir a dejar una flor en recuerdo.
Pero, ¿qué puede hacer la coalición de partidos de izquierda para recuperar el poder y el control de la agenda?. En este momento, la Concertación es una especie de momia que reposa en su sarcófago mientras los sacerdotes circulan a su alrededor invocando poderes desconocidos a ver si logran revivirla, ¿podrán?, ¿Qué opciones existen?.
En primer lugar, algunos postulan que la momia necesita que le cambien los vendajes y le arreglen el sarcófago, para alcanzar a llegar al 2013, participar en las elecciones y esperar que el gobierno de Piñera siga de tumbo en tumbo para tener alguna oportunidad de volver al poder. Y aquí, Bachelet es la única carta que tienen entre manos, es decir, algo así como la maquilladora final del esperpento en que se ha transformado la actual Concertación.
En segundo lugar, otros postulan sepultar la momia en un sepulcro conocido por pocos, para pasado algo de tiempo, anunciar su re-descubrimiento y relanzar la momia concertacionista a un nuevo estrellato político con nuevo nombre. En el fondo, deben hacer pasar gato por libre, y aquí Marco Enríquez surge como la gran carta.
En tercer lugar, enterrar esta momia, y buscar otra más atractiva, para la actual bolsa de gatos en que se han transformado las cúpulas de los partidos, que permita los cruces ideológicos de modo de incorporar al PC. Esto es menos probable por la presencia de los católicos de la DC.
Finalmente, en cuarto lugar, enterrar la momia, rendirle homenajes y que cada partido siga su propio camino formando nuevas alianzas. Y este parece ser el camino más probable para los actuales liderazgos.
¿Cuál será finalmente la hoja de ruta que elegirá la Concertación?. Nadie lo sabe ni lo podría saber con certeza porque en política “una semana es una eternidad”. Sin embargo, el poder tiene un canto de sirena tan poderoso que puede provocar los fenómenos más raros. Así es la política.
1 comentario:
Quise expresar mi opinión, pues difiero en algunos puntos del artículo presentado. Primero, un gran punto de acuerdo. Bachelet va como candidata si o si. Claro que por los últimos hechos acaecidos y por lo visto en las primarias de la concertación, ella representará solo a una parte de la actual concertación. El PPD, el PRSD y el PC, muy agrandado últimamente, presentarían su propio candidato. Por su parte, a mi parecer la actual cercanía del PS con la DC no durará mucho, y la futura tendencia, quizás posterior a las próximas elecciones, podría ser un pacto centro DC/RN. Mal que mal, por muchos años Chile fue políticamente representado en tres tercios. Tendencia tradicional que se interrumpió durante la dictadura, pero que tarde o tempano tendrá que resurgir.
Publicar un comentario