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El 11 de septiembre de 1973 es una fecha que jamás será olvidada por los chilenos; forma parte ya de nuestra historia. Pero, debemos evitar las medias verdades que la izquierda pretende contar... |
Han
pasado ya cuarenta años del golpe de estado que extirpó de raíz el intento de
una minoría izquierdista ilusa, audaz y violenta, de convertir a Chile en una
nueva revolución socialista “con sabor a vino tinto y empanadas”, pero que al
pasar el tiempo se mostraría tal cual era. Cuarenta años que, al parecer, han
pasado en vano, porque las odiosidades sembradas han seguido dando frutos de
muchas maneras y así permanecerán mientras sigan vivos los que las sembraron en
dichos años.
Ahora,
esos frutos se manifiestan en los nuevos socialistas, esos delincuentes que salen
a las calles, se las toman, arman barricadas y presuntamente, actúan como “los
jóvenes idealistas” de aquellos años, pero solo son delincuentes, sin otro
sustento ideológico. Con todo, los socialistas del pasado los miran con
aprobación y nada dicen porque representan, una vez más, el odio parido de un
grupo de chilenos hacia el sistema social, económico y político que les tocó
vivir. Todo les parece malo, todo lo que les pasa es culpa de otros, ellos son
víctimas inocentes…Por eso, esta rebelión violenta se justifica a sí misma diciendo
que el injusto sistema no les da lo que creen merecer por el solo hecho de ser
lo que son. Todo ese odio y resentimiento se manifiesta en el comportamiento de
los delincuentes de hoy.
En
aquellos lejanos años, previos a 1973, la izquierda sembró tanto odio que la única
manera de desalojarlo era abriendo nuevos cauces también odiosos, violentos y
sangrientos, porque ¿quién podría esperar que una revolución sangrienta, en pleno
desarrollo, fuera desalojada limpiamente, quirúrgicamente, sin bajas?. Los
odios que se engendran, las palabras altisonantes, el desprecio al adversario, los
epítetos despectivos, los insultos reiterados siempre terminan en odio y
germinan en la mente de los más débiles del otro bando. La izquierda sembró el
odio pero, hoy, juega el papel de una dulce víctima; dicen que “sufrieron” la
violencia pero no mencionan que ellos la promovieron con palabras y acciones;
dicen que cometieron “errores” en vez de “horrores”, pero esos “errores”
propiciaron la división social a niveles impensados que fue la causa de dichos “horrores”;
dicen que el golpe de estado era antidemocrático, pero ellos nunca valoraron la
democracia excepto para usarla en sus propios fines. Así, suma y sigue…Con el
paso de los años, los izquierdistas se han convertido en unos verdaderos
angelitos, recién caídos del cielo, pero los que vivieron aquella época recuerdan
la permanente violencia física y verbal que esgrimían contra todos los que
pensaban diferente. Estos no tenían adversarios, tenían enemigos que debían ser
destruidos.
Al
final, el tiempo será la única cura para las odiosidades que se sembraron en
dicho período y que se castigaron duramente en el período siguiente. Lo
acontecido ese martes 11 de septiembre tuvo una causa concreta y precisa: el
intento de una minoría izquierdista, enemiga de la libertad, totalitaria y
antidemocrática, de apropiarse del poder para imponer su letanía a sangre y
fuego. Partieron respetando los procedimientos democráticos pero poco a poco
comenzaron a abusar de la democracia. Al final, los papeles se invirtieron y
los que tuvieron que soportar la violencia fueron los mismos que la propiciaron
en todos los tonos. Cruda paradoja tipo “siembra y cosecharás”. Hoy, caminan
por las calles de Chile y se han convertido en los máximos detentores de la
moral…¿qué pretendían los defensores de esta revolución armada…que los trataran
con flores?.
Sin
embargo, los que soportaron la violencia no fueron los altos mandos de la
izquierda revolucionaria, sino los mandos medios y los militantes. Sobre ellos
recayó la violencia de la dictadura militar y la jauría que los buscó como
poseídos al principio y con posterioridad. A algunos de los peces más grandes
se les ofreció un trato principesco en las mejores dictaduras de izquierda del
momento. Por ejemplo, la señora Bachelet y familia pasaron sus días en la
dictadura de Alemania Oriental, y aún hasta el día de hoy, no se le ha
escuchado decir ninguna palabra respecto de dicho pasado. Es más, Chile tuvo la
desgracia de recibir en su tierra al dictador después que fue depuesto.
UNA BREVE HISTORIA PERSONAL…
A
continuación una breve digresión. Recuerdo la mañana de aquel martes 11 de
septiembre cuando llegué al colegio, y al poco rato me entero, por radio, de
los acontecimientos en marcha. Deben haber sido las 8.30hrs de la mañana cuando
se emite el primer bando…
“Santiago, 11 de septiembre
de 1973. Teniendo presente:
1.°- La gravísima crisis
económica, social y moral que está destruyendo el país;
2.°- La incapacidad del
Gobierno para adoptar las medidas que permitan detener el proceso y desarrollo
del caos;
3.°- El constante incremento
de los grupos armados paramilitares, organizados y entrenados por los partidos
políticos de la Unidad Popular que llevarán al pueblo de Chile a una inevitable
guerra civil, las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile declaran:
1.°- Que el señor Presidente
de la República debe proceder a la inmediata entrega de su alto cargo a las
Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile.
2.°- Que las Fuerzas Armadas
y el Cuerpo de Carabineros de Chile están unidos, para iniciar la histórica y
responsable misión de luchar por la liberación de la Patria del yugo marxista,
y la restauración del orden y de la institucionalidad.
3.°- Los trabajadores de
Chile pueden tener la seguridad de que las conquistas económicas y sociales que
han alcanzado hasta la fecha no sufrirán modificaciones en lo fundamental.
4.°- La prensa,
radiodifusoras y canales de televisión adictos a la Unidad Popular deben
suspender sus actividades informativas a partir de este instante. De lo
contrario recibirán castigo aéreo y terrestre.
5.º- El pueblo de Santiago
debe permanecer en sus casas a fin de evitar víctimas inocentes.
Firmado: Augusto Pinochet
Ugarte, General de ejército, Comandante en jefe del Ejército; Toribio Merino
Castro, Almirante, Comandante en jefe de la Armada; Gustavo Leigh Gúzman,
General del Aire, Comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile; y César
Mendoza Durán, General, Director General de Carabineros de Chile”.
No
había mucho movimiento aquella mañana, y las clases se habían suspendido de
facto. En nuestras mentes juveniles aquello parecía toda una novedad. Los pocos
profesores presentes en el Liceo aquella mañana nos enviaron de vuelta a casa,
pero junto con unos compañeros decidimos dar una vuelta más extensa para
averiguar que estaba pasado. Cerca de una plaza había una oficina de la CTC y
recién pudimos observar a los militares con el rostro embadurnado de negro y
regias M16, custodiando dichas instalaciones. No nos dimos cuenta cuando,
detrás de nosotros, surgió otro grupo de militares y, uno de ellos golpeó con
la culata de un rifle en la espalda a uno de mis compañeros, gritándonos que
nos fuéramos de allí. ¡Como nos reímos en el camino de vuelta por las muestras
de dolor de nuestro compañero!.
Ya
en casa, continué escuchando la secuencia de bandos siguientes…
“Bando Nº 2, 11 de
Septiembre de 1973.
El Palacio de La Moneda
deberá ser evacuado antes de las 11 am, de lo contrario será atacado por la
Fuerza Aérea de Chile.
Los trabajadores deberán
permanecer en sus sitios de trabajo, quedándoles terminantemente prohibido
abandonarlos.
En caso de que así lo
hicieren, serán atacados por las fuerzas de tierra y aire.
Se reitera lo expresado en
el bando nº1 en el sentido que cualquier acto de sabotaje será sancionado en la
forma más drástica en el lugar mismo de los hechos…”
A
contar de ese momento, se decretó el estado de sitio y no pudimos salir a la
calle en ciertos horarios. Mirábamos por las ventanas para observar los
movimientos de tropas que iban y venían, a favor y en contra del tránsito. En
ningún momento, sentí disparos o algo parecido.
Antes
de continuar conviene aclarar algo. A estas alturas de la vida, y pasados
cuarenta años, la memoria tiene a fallar y a mezclar eventos e informaciones
que fueron conocidas mucho después.
Mi
padre, en esos momentos, era miembro de las FFAA, estaba acuartelado y no
volvimos a verlo hasta pasado más un mes del hecho. Un día se estaciona un
camión militar frente a nuestra casa y observamos a mi padre como bajaba
corriendo con un casco, la M16 y una mochila. Uno de esos días, hicimos un hoyo
en el patio y ocultamos todos los discos y libros que mi hermano mayor mantenía
en casa ante el temor de cualquier situación.
Respecto
de su participación en esos días nos comentó que “me enviaron con un pelotón a desalojar una industria tomada…Me dijeron
que lo hiciera como fuera, así que íbamos con bala pasada. Al llegar al sitio,
a viva voz conminó a los ocupantes a abandonar la empresa. Todos estábamos muy
nerviosos. Al poco rato empiezan a salir los trabajadores muy pacíficamente y
ellos ocupan la industria…Una vez, al interior, algunos botaron unos
lagrimones…”.
Con
el paso de los días y los meses comenzamos a preguntarnos por la situación de
algunos conocidos y parientes que habían comenzado a desaparecer casi
misteriosamente. Así, empezó a circular la noticia de los campos de
concentración y las desapariciones en las maneras más extrañas aunque nadie
sospechaba el nivel al cual se llegaría. La mayoría pensaba que era una
repetición de lo que había acontecido en el gobierno de González Videla: cárcel
y exilio. Pocos iban más allá de ello.
De
esta manera, la mayoría comenzó a volver a sus actividades habituales. Por mi
parte, volví al colegio para enterarme que se debía cantar la canción nacional
con la estrofa adicional de “vuestros nombres valientes soldados…”. Se me viene
a la mente un día lunes de ese año 1973 cuando en el patio, cantando la canción
nacional, una paloma depositó una ofrenda a sus propios en mi zapato izquierdo.
Todo un presagio: la izquierda comenzó a tomarse la sopa que había calentado
para que se la tomaran otros.
Así
pasó el tiempo, continué mis estudios básicos y secundarios, egresé, ingrese a
la universidad, volví a egresar y comencé a trabajar. El día posterior al
plebiscito de 1989, un muy buen jefe, que votó SÍ, me comentó algo que nunca olvidaré:
“en mi familia hay un detenido
desaparecido, mi cuñado…Se entregó un día en un regimiento y nunca más lo
volvimos a ver…Este gobierno hizo muchas cosas buenas, pero siempre será
recordado por la violencia innecesaria sobre alguns personas, ¿qué necesidad
había?…Esa violencia podría entenderse en los primeros días, pero Pinochet dejó
que los estúpidos y cobardes tomaran el control de la situación y los dejó
hacer lo que quisieran…”.
Fue
una profecía cumplida.
ALLENDE, UN MAL POLÍTICO Y
UN MAL GOBIERNO
Para
muchos, Allende y su gobierno fueron un nefasto apéndice en la historia de
Chile. Hoy, el socialismo actual le ha declarado “un profundo amor a la
democracia”, pero en aquellos años, el amor se lo declaraban al totalitarismo y
a la imposición por la fuerza. Es inaceptable que una minoría pretendiera implantar
una iniciativa radical que aceptaban unos pocos y que terminó polarizando al
país con acciones y palabras altisonantes hasta niveles impensados. Allende y
su gobierno son un triste y nefasto recuerdo.
Sin
embargo, ¿qué razones pueden llevar a ciertas personas a pretender cargos tan
complejos y para el cual no tienen ningún futuro?. Es el caso de Allende, un
político de buen vivir, mujeriego y de profesión charlatán que intentó en
varias oportunidades acceder a la presidencia de la república. En todos los
casos lo intentó con el discurso propio de la época, demagógico y fracasado.
Al
llegar al poder, no tenía opción: debía soltar las amarras de la jauría socialista,
liderada por un activo Carlos Altamirano, que ya no pudo controlar y, al final,
las circunstancias terminaron sobrepasándolo. Se termino
convirtiendo en un político del pasado, viviendo el nuevo futuro que se
avecinaba. Nunca comprendió las fuerzas que había despertado, tanto en su
sector como en la vereda del frente; en sus discursos se dirigía a un poblador
imaginario que suponía le escuchaba con atención pero lo que no supo era que
tenía los brazos caídos; nunca se percató que las ideas que profesaban eran
fósiles para los museos.
En
un complejo contexto internacional, marcado por la guerra fría, el dificultoso
ascenso de la minoría de Allende al poder fue la primera señal de la turbulenta
época que se avecinaba, aunque ¿quién podría anticipar que se aproximaba el fin
de una ilusión estúpida?. Este socialista llegó al poder convencido que su
revolución tendría éxito, pero terminó siendo una especie de monigote que se
mecía al viento de aquí y allá. Tuvo mala suerte, y mala estrella.
Allende
accedió al poder en la época postrera de los socialismos reales en el mundo;
como buen país subdesarrollado seguíamos a la cola de las tendencias
subterráneas; no se percató del rechazo visceral que su discurso provocaba en una
amplia mayoría; en su ingenuidad creía que los suyos lo rodearían y le
mostrarían afecto y apoyo, fue todo lo contrario; cuando se vio solo, miró a su
alrededor y observó a los pocos que aún lo seguían, los demás ya lo habían
abandonado debajo de las camas y en las embajadas que los asilaban; por eso,
terminó tirando del gatillo puesto que ya no tenía futuro. Hoy, los mismos que
lo abandonaron, lo idolatran como el presidente popular, ¿de qué le sirve?.
Los
contrarios recuerdan a Allende como un personaje del pasado que trajo a su
gobierno el desorden y el caos. Incluso, lo culpan de llevar a los militares al
poder porque llegó a La Moneda liderando a una minoría violenta, conviviendo
con una camaleónica DC. Su demagogia se expresa en uno de sus últimos discursos
con motivo del tercer aniversario de su llegada al poder, 4 septiembre de 1973,
en medio de una enorme crisis…
“Hace tres años, los
trabajadores chilenos sorprendían, al país y al mundo, con el resultado de la
elección presidencial. Se preguntaban todos si el pueblo, limpio vencedor en
las urnas, sería capaz de llevar a cabo la empresa que se había propuesto.
Tras muchos años de
esfuerzo, de reveses y éxitos parciales, si dura fue la lucha para llegar al
Gobierno, teníamos claro que, más había de serlo la que tendría que enfrentar
la ejecución del programa de transformaciones más ambiciosas y profundas de la
historia nacional.
Hoy, a tres años de esa
fecha, podemos medir todo lo que hemos sido capaces de hacer, para construir un
nuevo orden y dejar atrás las estructuras de la oligarquía agraria, del gran
capital monopólico y financiero, de la sumisión de nuestras riquezas básicas a
la explotación extranjera. No ha sido tarea fácil. Enemigos tenaces,
constantes, existían antes de la elección.
Después de ésta, cuando el
pueblo estaba en el Gobierno, se alzaron con más vehemencia, al verse heridos
en sus intereses, al ver hundirse el mundo de sus privilegios. Al paso del
pueblo se fueron colocando obstáculos, unos aquí y otros en el exterior. Ardua
empresa la de construir frente a un adversario que gastó sus mejores empeños en
no dejarnos gobernar.
Después de tres años, el
cuadro está claro. El pueblo, más maduro, más consciente, con más experiencia,
más resuelto qué nunca a avanzar sin tropezar. Frente a él, un adversario que
también ha cambiado. Pero, mientras el pueblo ha cambiado en calidad, para
mejorar su capacidad de construir una nueva realidad económica y política, el
adversario ha desarrollado sus tácticas.
Si antes del 4 de Septiembre
se usó la campaña del terror psicológico, hoy se la acompaña del atentado: el
terrorismo efectivo, contra vidas humanas, bienes públicos y privados. La
reacción está demostrando que, para atajar el avance del pueblo, no vacila en
recurrir a prácticas fascistas. Pero, hoy como ayer, como hace tres años, Chile
entero y el mundo están contemplando nuestra capacidad para seguir adelante,
frente a un adversario que recurre a todo para derrotar al pueblo, aún a riesgo
de destruir la Patria.
Los que crearon ayer el
sistema de Gobierno que nos rige, no aceptan hoy ser gobernados y quieren
destruirlo. Los que apoyaron ayer las Instituciones del régimen para mantenerse
en el Gobierno, consideran hoy que ya no les sirven para sus intereses. Llegan
a dejar reemplazar sus partidos políticos por grupos aventureros. No vacilan en
atacar a los Rectores de las Universidades, a la propia Iglesia, a su Cardenal.
Nada los detiene, sino
nuestra propia fuerza, unidad y convicción por lo que estamos luchando. Han
roto, o intentan romper, todas las formas de la convivencia. La legalidad ya no
les sirve, y la pisotean. Desde el Congreso invocan solemnemente el golpe de
Estado, crimen de lesa Patria, impulsando irresponsablemente a la guerra civil.
Pero ya hemos demostrado
nuestra capacidad de avanzar, en medio de las mayores dificultades económicas y
políticas. Los trabajadores derrotaron, en Octubre, el paro sedicioso. En Marzo
impidieron que la legalidad se usara para destituir al Gobierno legítimo. Después,
estamos viendo el asalto contra el Pueblo y su Gobierno, con nuevos
procedimientos, nuevos en Chile, viejos en el mundo, pero gastados y derrotados
por los pueblos demócratas.
En las barbaries provocadas
por el fascismo, ante nuestros propios ojos, hay una fuerza de represión brutal,
ejercitada con tal crueldad, que constituye una muestra de lo que sería capaz
de hacer contra los trabajadores, si tuviera el Gobierno en sus manos. Es una
muestra mínima de su desprecio por la democracia, por la vida de los hombres,
mujeres y niños; de su odio, de su insaciable capacidad de destrucción.
Ayer lunes, fueron
sepultados dos de sus víctimas: Un joven que recién se asomaba a la vida, un
voluntario de la Patria, que cargaba y descargaba sacos de harina para dar pan
a un vasto sector de Santiago, privado de él por el paro criminal de los
transportistas. Hoy, las llamas consumieron la sede del Partido Radical, el más
viejo de nuestra vida republicana.
En este Tercer Aniversario
surgen, como símbolo de capacidad revolucionaria y constructiva del pueblo, los
voluntarios de la Patria, exponentes de la madurez de los trabajadores, de la
toma de conciencia de los jóvenes, de la entereza de nuestras mujeres.
Trabajadores de Chile: el
invierno está terminando, y aparecen ante nosotros horizontes económicos
promisorios. En los últimos años, recibimos el castigo, del bajo precio del
cobre en el mercado internacional. Hoy, alcanza cifras altas que nos
proporcionarán las divisas indispensables para importar materias primas y
bienes de consumo. La producción, de Chuquicamata, el mes de agosto, ha sido la
más elevada de la historia. Las siembras de este invierno duplican la
superficie sembrada el año pasado. Tenemos que repetirlo en las siembras de
primavera.
De éste modo, la mayor
producción minera, agrícola e industrial, la organización y capacidad creadora
de los trabajadores, lograra detener el año próximo, la inflación y el
desabastecimiento. Al mismo tiempo, su voluntad de lucha derrotará la huelga
anti patriótica de un sector de camioneros; su gran capacidad de trabajo
impedirá que el nuevo paro nacional de la burguesía detenga el país.
A Chile solo lo paran los
trabajadores. Y sus mujeres mostrarán, con su esfuerzo abnegado, donde está la
mujer del pueblo, cuando la insolencia de las reaccionarias salta por la calle,
a lamentar la pérdida del mundo feliz que las rodeaba en medio de la miseria de
la mujer campesina, de la mujer del obrero, de la mujer pobladora. Es ella la
que le da su tibia ternura al hijo de nuestro Chile, a su hijo, al ciudadano del
mañana.
En la unidad combativa de
trabajadores y demócratas, tiene Chile su más preciosa reserva, en defensa de
las libertades democráticas, patrimonio de todo el pueblo. Siempre he pensado
que el día más feliz, será aquel en que el trabajador pueda estudiar, producir
y progresar tranquilo y seguro del futuro de él y de los suyos, de sus hijos,
el futuro del pueblo, del futuro nuestro, del futuro de Chile.
Ahora, compatriotas, debo
decirles, con franqueza de gobernante y de compañero: tenemos que estar
alertas, muy alertas, sin perder la serenidad, con la cabeza fría, y el corazón
ardiente. Enfrentamos una grave conspiración. Nuestra tarea principal es
derrotarla por Chile y su destino. Al despedirme, les repito lo que les dijera
hace justamente tres años: A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de
un gobernante del Pueblo, con la lealtad del Compañero Presidente…”
Discurso
característico de un charlatán, pura demagogia, pura locura; la culpa de lo que
sucedía era de otros; él y su gobierno no tenían culpa; querían que el país se
entregara manso a la revolución socialista que se fraguaba; los que estaban en
contra de su gobierno eran reaccionarios y debían ser destruidos. Así, a días
del golpe de estado, Allende aún mantenía su discurso demagógico, partidista y
sesgado. Leyendo este discurso es válido preguntarse si la supuesta idea del
plebiscito, que algunos han mencionado, es un intento de crear el mito del “presidente
democrático”. Está claro que Allende le contestaba a los que pasaban por la vereda
del frente pero se callaba ante aquellos que caminaban detrás suyo mientras observaba
cómo le dinamitaban su ruta y su proyecto.
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Los grandes íconos de 1973. |
Allende
y su mal gobierno pusieron la letra, pero tenía que venir un elefante para
poner la música. Terrible música.
PINOCHET, LOS 17 AÑOS DE UN ELEFANTE
BICÉFALO EN UNA CRISTALERÍA
Alguien
indicó alguna vez que Pinochet era como “un elefante en una cristalería”, dado
que buscó por todos los medios que interna y externamente, Chile fuera
abandonado por sus socios naturales. Si Allende fue un mal político, Pinochet
lo hizo peor. Internamente, fue respaldado por la derecha económica y abandonado
por la camaleónica DC cuando Frei confirmó sus sospechas que no lo nombrarían
presidente en transición. Externamente, Chile fue abandonado por EEUU por la
estupidez del asesinato de Letelier en Washington. Todo un elefante…bicéfalo,
de dos cabezas. Por un lado, todo el legado de un gobierno militar que
modernizó el país y le permitió convertirse en un jaguar latinoamericano, pero
por otro lado, una dictadura militar que liberó una odiosidad prendida en lo
más íntimo de nuestro ser. Un elefante bicéfalo.
Pero,
¿de dónde sacó Pinochet ese odio enfermizo hacia el marxismo leninismo?.
Probablemente del tipo de instrucción recibida en el ejército, entidad
eminentemente conservadora y de raíces prusianas, anticomunistas. Por eso, en
su momento debió haberle resultado perturbador que Allende haya llamado a los
militares para participar en su gobierno porque la doctrina siempre fue que no
pueden participar en la contingencia y solo son garantes de la Constitución.
Cuando
Prats, luego de su renuncia, decide apoyarlo como candidato a comandante en
jefe debe haberse sentido aún más aturdido…¿Por qué yo…?. En realidad, la
cuestión es porque nadie se percató de su claro carácter
anticomunista…¿Silencio cómplice institucional o incompetencia de la
inteligencia de gobierno?. Ese aturdimiento le continuó en los días siguientes,
en especial, cuando Merino y Leigh comenzaron a insinuarle los pasos que
estaban dando para el golpe; todo debe haberle dado vueltas en la cabeza…¿estos
tipos están locos…quieren que nos maten a todos?.
Todo
se aceleró después del famoso discurso de Altamirano en el Estadio Chile del
martes 4 de septiembre. El sábado 8 de septiembre Arellano Stark se reúne con Pinochet
y le explica que va a haber un golpe con o sin su apoyo, responde con
virulencia: “¡Yo no soy marxista,
mierda!”. Todos interpretan su gesto como de apoyo al golpe pero aún hay
dudas.
En
la tarde del domingo 9 de septiembre, Gustavo Leigh visita a Pinochet, quien
todavía tenía dudas y vacilaba. En ese momento, llegan a la casa de Pinochet el
contralmirante Sergio Huidobro y el capitán de navío Ariel González. Huidobro
saca un papel firmado por Merino que ratificaba el día D y la hora H,
dirigiéndose a “Augusto” y “Gustavo”. Terminaba indicando que “los saluda con esperanzas de comprensión.
J.T. Merino.”. Y al reverso: “Gustavo:
es la última oportunidad. J.T…Augusto: Si no pones toda la fuerza en Santiago
desde el primer momento, no viviremos para ver el futuro. Pepe”
Leigh
lo firmó de inmediato, pero Pinochet se sigue dando vueltas, va a la biblioteca
a buscar algo, vuelve, masculla palabras y Leigh lo presiona. Al final, firma
el documento: recién se plegó al movimiento golpista. Probablemente, al firmar
este papel creía que estaba firmando su propia sentencia de muerte. De esta
desesperación viene, quizás, su conducta durante el golpe al actuar con virulencia,
firmeza y decisión.
A
estas alturas del siglo 21, ya es claro que Pinochet fue un enorme oportunista
que aprovechó el desorden y el caos de esos años para apropiarse del poder al
cual llegó como una comparsa de Merino y Leigh. Pero, como comandante en jefe
del ejército terminó imponiendo la antigüedad de su institución y se autonombró
como presidente de facto. El poder corrompe y atrae a los hombres mediocres y ordinarios;
Pinochet no era un tonto, pero no pudo dejar de aceptar el desafío. Así fueron
los pasos iniciales de la dictadura militar.
Es
verdad que la mayoría de los chilenos vieron con alivio la llegada del gobierno
militar como la única opción de paz y de orden que ansiaban a una época
turbulenta, carente de tolerancia y violenta, pero conviene separar los
primeros meses de los siguientes años. En los primeros meses, la junta militar soltó
a sus bestiales perros de presa para cazar todo lo que oliera a izquierdista y
a “cabezas de piedra”; los arreó por el país y los instó a entregarse, pero
nadie se imaginaba su destino final. Todos recordaban el trato que González
Videla dio a los comunistas, pero eso fue antes, porque ahora, Pinochet permitió
abusos impensados, torturas y fusilamientos sin juicios a aquellos que pensaban
distinto, de una manera odiosa y estúpida.
A
nadie parece importarle la insensatez de los socialistas en el gobierno, pero
remece la conciencia la bestialidad de la jauría militar que Pinochet no pudo
controlar. Y esta es la media verdad que ha permitido la construcción de los
museos de la memoria de corte socialista que recuerda a sus víctimas porque
toda una gama de grises hacen imposible hallar una verdad oficial en estos
tiempos.
Finalmente,
mucha gente se decepcionó con los robos de Pinochet y como mantenía a su
familia con recursos de extraño origen en la banca internacional. Miremos
alrededor. Miremos a los políticos de hoy, ¿cómo es posible que alguien que
toda su vida se dedicó a la política pueda reunir riqueza?, ¿mire a los políticos
que le rodean?. El acceso al poder facilita el acceso a la riqueza a niveles
impensados y esta es la perla final de la dictadura militar: Pinochet terminó actuando
como el político que siempre odió.
Sin
embargo, los 17 años del elefante bicéfalo en la cristalería deben mencionar
los aportes del gobierno militar en la estabilización política, económica y
social de un país dividido…
REFLEXIONES LIBERALES A 40
AÑOS DEL GOLPE…
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El 11 de septiembre, a la izquierda le volaron la ra...ja.. ja..ja..ja..... |
Si
no hubieran existido las violaciones a los derechos humanos, la izquierda las
hubiera inventado porque, de alguna manera, debían encontrar argumentos morales
que justificaran los excesos de 17 años porque aún les parece increíble que ¡a
su “gobierno popular” les “volaran la ra…” (cómo les gusta decir) y a nadie pareciera
que le importó!.
Hoy,
los izquierdistas totalitarios, antidemocráticos y enemigos de la libertad, recuerdan
el gobierno de Allende, lo declaran mártir, le rinden homenajes, usan chapitas
con su efigie, desfilan con banderas con su imagen, le construyen estatuas y
parques, pero cuando debían defenderlo se escondieron debajo de las camas o se
asilaron en las embajadas de otras dictaduras. Y estos izquierdistas se llenan
la boca con la palabra “democracia” que ellos no conocen ni respetan.
Por
eso, primero, usaron la lógica de la “pérdida de la democracia”, pero la que
más éxito les dio fue poner en la palestra las violaciones a los derechos
humanos lo que les permitió tener supremacía moral. Ahora, se paran en lo alto
de los estrados, marchan con las fotos de los detenidos desaparecidos y lloran
por las personas que sucumbieron defendiendo un ideal nefasto que traía consigo
la misma receta que les aplicaron a ellos. La izquierda siempre recordará las
violaciones a los derechos humanos para mantener su supremacía moral mientras
aprovechan de continuar odiosidad y resentimiento que facilita a los
delincuentes salir a las callles, pero…
Pero….Sí,
hay un pero…Al mismo tiempo que la izquierda nos habla de su supremacía moral, está
aplicando una vacuna antisocialista a los chilenos que hará imposible que les
quiten espacios de libertad aunque siempre existe el truco de arrebatar la
libertad individual de una manera indirecta. Por ejemplo, la educación estatal
es una manera de arrebatar espacios de libertad individual para entregárselos a
un ente llamado Estado.
La
libertad es la clave para el progreso de los países, pero algunos confunden los
términos. La libertad de la que habla un socialista como Enríquez Ominami,
Claude o Bachelet es una libertad tutelada por el ente llamado Estado, manejado
por burócratas enemigos de la libertad y de las personas libres; estos tipos
quieren que todos seamos iguales en la pobreza puesto que odian la desigualdad
y la consideran injusta. Nos hablan de una extraña libertad como poder marchar
con sostenes, y la alientan; no les dicen a los jóvenes que eso es libertinaje.
La libertad no es nada sin responsabilidad.
Han
pasado 40 años y han pasado en vano. Los socialistas mantienen en su mente el
recuerdo de sus enseñanzas de niño cuando les decían que “y vendrán los hombres
buenos y nuevos a traer un nuevo orden a la Tierra…”. Y ellos se consideran
esos hombres buenos y nuevos. Y recuerdan a ese mártir, otro hombre bueno y
nuevo, al que dejaron solo.
Durante
20 años han intentado imponer una media verdad oficial al situar lo acontecido solo
con fecha posterior al 11 de septiembre de 1973. Pero, todo efecto tiene su
causa. La minoría izquierdista intentó imponer por la fuerza su nefasto ideario
por lo que la Corte Suprema denunció el “perentorio e inminente quiebre de la
juridicidad del país”; la Contraloría General de la República rechazó la
promulgación parcial de la reforma constitucional sobre las áreas de la
economía acusando de “ilegitimidad” el decreto; los presidentes DC del Senado y
la Cámara de Diputados, Eduardo Frei Montalva y Luis Pareto, “denunciaron” la
crisis que afectaba al país; el Colegio de Abogados declaró también el “quebrantamiento
del Estado de derecho y del ordenamiento institucional que ha sido orgullo de
los chilenos”; la Cámara de Diputados indicó que el gobierno violó el principio
de la igualdad ante la ley; atentó contra la libertad de expresión; violó el
principio de la autonomía universitaria; reprimió con violencia a los
adversarios; atentó contra la libertad de enseñanza; incurrió en detenciones
ilegales; rompió compromisos; etc, por lo que “la Cámara de Diputados acuerda representar
a S. E. el Presidente de la República y a los .señores Ministros de Estado
miembros de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo de Carabineros, el grave
quebrantamiento del orden constitucional y legal de la República que entrañan
los hechos y circunstancias referidos…”
Cuando
se siembra un clima de odio y resentimiento, la única manera de desalojarlo es
por medio de la violencia irracional y estúpida generada por las mentes más oscuras
del otro lado que buscan la revancha. Por lo tanto, la izquierda no tiene
ninguna supremacía moral porque usó la violencia física y la verbal en todas
las maneras posibles. ¿Cómo no recordar el maltrato verbal contra Jorge
Alessandri al tratarlo de “momia”?. La violencia tiene variadas formas y las
palabras son una de ellas. Por eso, el poeta dice que “las palabras duelen más que
un fuerte puñetazo, que una herida de puñal o un golpe con un mazo…Las palabras
duelen más, hieren y las heridas se pueden comparar con los golpes de la vida…”.
Cuidado,
entonces, con las palabras que se sumaron y profundizaron el clima de discordia.
Todos los que participaron en dicha época son responsables de lo que aconteció
en su momento y posteriormente. Ciertamente, Pinochet en su rol de presidente
de facto del régimen no tuvo la capacidad ni la fortaleza de eliminar a sus
perros de presa; los mantuvo; los alimentó y los cuidó. Y, de esa manera, le
hizo el juego a la izquierda violentista y antidemocrática.
La
izquierda ya no engaña a nadie en su amor a la “democracia”, porque ellos aman
la democracia tipo cubana, es decir, una dictadura de sus colores. Necesitamos
aislarlos y evitar que su discurso siga contaminando las mentes de los más
jóvenes que creen que “los hombres buenos y nuevos” de corte socialista son los
que los sacarán del pozo en que se encuentran. Del pozo deben salir por sus
propios medios, exigiendo a los políticos de turno que se hagan a un lado,
abran espacios y oportunidades para que los más talentosos puedan sacar
provecho de sus capacidades.
Los
políticos, de cualquier sector, debieran ser ya una especie en extinción porque
ellos no tienen nada de especial, excepto un alto amor al poder para satisfacer
sus propios intereses. Allende no llegó al poder para representar al “pueblo”
sino para satisfacer su propio ego; Pinochet no dirigió la dictadura para bien
de todos sino para escuchar en todas sus presentaciones su larga secuencia de títulos
“su excelencia, capitán general, comandante en jefe del ejército, presidente de
la república” que le llenaban el ego de gloria.
No
necesitamos políticos megalómanos ni demagógicos; necesitamos que los
ciudadanos se hagan autosuficientes para evitar poner parte de su poder en manos
inapropiadas, ¿podremos exigir esto a los ciudadanos?. Es nuestra experiencia del
11 de septiembre de 1973. Unos políticos vándalos e irresponsables nos arrastraron
a los brazos de otros más vándalos y más irresponsables. Para nunca más.
PANORAMA Liberal
Domingo 15 Septiembre 2013