Jorge Awad (¿ex comunista o socialista?), satisfecho, repantigado en un salón. Así son los banqueros: satisfechos por la graciosa y enorme rentabilidad de una industria muerta y muy poco innovadora. |
Durante el pasado mes de abril,
la Corte Suprema emitió unos fallos que estremecieron los mercados del retail y
financiero, y pusieron de moda en la prensa y en las conversaciones de pasillo las
palabras “abuso de los consumidores”. Llamó la atención el fallo contra
Cencosud a la que condenó por cláusulas abusivas y cobros improcedentes en sus
tarjetas de crédito, estableciendo que si una empresa decide prestar dinero a
personas insolventes debe hacerse responsable de asumir el riesgo y, por otro
lado, consideró un atentado a los derechos de los consumidores la figura del
“consentimiento tácito” que implicaba, en la práctica, que las empresas podían cambiar las condiciones o
costos de los contratos solo avisando con una cierta anticipación. Surgió,
entonces, el concepto del “conocimiento expreso o explícito” necesario para
cautelar dichos derechos.
Al mismo tiempo, se hizo
público el acuerdo de BancoEstado, el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac)
y la Confederación Nacional de Consumidores y Usuarios (Conadecus) para restituir
todos los fondos cobrados como comisiones abusivas a los miles de clientes de
la entidad bancaria que tenían cuentas de ahorro a la vista desde el año 2003.
Con todo este rumor de
fondo, la autoridad política contestó al clamor de la calle el pasado 30 de
abril por medio de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras
(Sbif) que derogó las normas que permitían a los bancos y cooperativas subir
las comisiones en forma unilateral a sus clientes, para adaptarlas a las
regulaciones del Sernac Financiero. Además, comenzó a evaluar la misma
situación en el retail.
¡Y EN EL SECTOR FINANCIERO ARDIÓ TROYA!
El primero que saltó al
ruedo de los indignados banqueros fue el presidente de la Asociación de Bancos
(ABIF), Jorge Awad, quién indicó que la modificación a la citada normativa terminaría
provocando profundos cambios en el sector. En términos precisos, indicó que “en
lo que nos tenemos que poner de acuerdo con la Superintendencia es que los
contratos indefinidos dejaron de existir. Van a tener que tener todos los
clientes contrato fijo. Esa es la consecuencia práctica. Se acabaron en Chile
por esta torpeza los contratos indefinidos…Yo no voy a aceptar que el día 30 se
saca una circular, que se borra y no se reemplaza por nada. No es posible que
se destruya sin volver a construir…Pediré al ministro de Economía una
audiencia, para decirle que todo lo que se habla de interconectividad, todo lo
que se habla de bancarización, por favor se haga compatible con las medidas de
protección al consumidor. No voy a aceptar que la protección del consumidor sea
una medida circunstancial a los momentos políticos que se viven…No quiero
pensar que estamos entrando a un sistema de fijación de precios…No voy a aceptar
que medidas irresponsables la pongan en juego”.
Al parecer era tan cómoda
y placentera la vida en el sector bancario que una simple normativa resultó ser
la diferencia entre la vida y la muerte. Claro está que esta simple normativa simplificaba
la vida de los bancos a un nivel increíble porque les permitía que sus clientes
firmaran contratos que podían modificarse con un sencillo aviso, es decir,
modificarse para aumentar los pagos que debían hacer los clientes…
¿Cómo no iba a ser
maravilloso que la banca pudiera modificar sus precios sin ninguna negociación
de por medio?. Por ejemplo, ¿se imagina que usted pudiera aumentar su sueldo
solo informando a su jefe que lo iba a hacer?. Pues, así funcionaba la banca
chilena y lo más extraño es que ¿cómo no se les ocurría pensar que esa
asimetría se debía, como única razón, a su enorme poder?, ¿Cómo podía ser
natural que un proveedor modifique los costos de sus servicios sin negociar por
ello, basado solo en su tamaño relativo y en las altas barreras de salida?
Lo más llamativo de esta
pseudo guerra de Troya, es que el gerente general de Santander, Claudio
Melandri, se atrevió a afirmar que “si las modificaciones actúan en la práctica
como una fijación de precios se producirán barreras de entrada que reducirán la
competencia…”. Y, al mismo tiempo, el gerente general de BBVA, Manuel Olivares,
indicaba que “lo importante acá es la competencia. Acá sólo están pensando en
el alza de las comisiones. Cuando se fijan precios, muchas veces no se pueden
bajar…”.
¿Fijación de precios?,
¿de veras consideran los banqueros que es una fijación de precios?...
¿Realmente les importa a
los bancos y a los banqueros mantener altos niveles de competencia?, ¿o es todo
lo contrario?...
¿Cómo podría reducir los
niveles de competencia del sector bancario la simple eliminación de una norma
claramente asimétrica?...
¿De qué competencia nos
hablan los banqueros?...
¿Es competitivo un sector
en el que los consumidores insatisfechos quedan amarrados de por vida a un
prestador de servicios?
¿Es competitivo un sector
con tan altas barreras de entrada?
¿Por qué algunos
banqueros cometen el error de indicar que estamos en presencia de fijación de
precios cuando pueden modificar las tarifas pero informando a sus clientes?
CAPITALISMO DE ESTADO, LA RAZÓN DETRÁS DE LOS ABUSOS DE LA
BANCA
Los socialistas de la
prensa y sus políticos han impuesto la palabra “abuso” para referirse a ciertos
comportamientos, supuestamente abusivos,
de grandes empresas en relación a los consumidores. Como en todo orden de
cosas, cada uno lleva a su molino lo que le conviene y a ninguno de ellos
parece importarle los enormes beneficios que prestan dichas compañías, porque solo
se pone énfasis en ciertos aspectos de la relación que deben ser mejorados,
¿qué duda hay en ello?. Sin embargo, la verdadera pregunta es: ¿por qué razón surgieron
tan grandes empresas en una economía tan pequeña como la nuestra?, ¿Por qué
razón algunos mercados se concentran en demasía?.
En realidad, los primeros
abusadores han sido los políticos de matriz socialista que, al no creer en la
competencia, intervienen los mercados por medio de una serie de regulaciones
que propician la concentración de los mercados y provocan el surgimiento de pocas
y muy grandes empresas. Es lo que conocemos como Capitalismo de Estado:
mercados concentrados debido a la excesiva regulación de las autoridades.
En este Capitalismo de
Estado, las empresas disponen de un poder de mercado que los hace insensibles a
sus consumidores porque los políticos les han entregado un poder que les hace
sentirse dueñas de los mercados con la capacidad de determinar que está mal y
que está bien. Además, se les facilita ponerse de acuerdo y repartirse el
mercado de la manera menos destructiva posible…Porque ellos saben que la
competencia es un proceso destructivo que siempre aniquila a los menos
eficientes, pero que gracias a los políticos socialistas les permite tener
utilidades enormes.
Por eso, se coluden y se
reúnen en forma periódica para velar por sus intereses; financian asociaciones
de bancos, de farmacias y del retail para pasarles la cuenta a los políticos a
los que financiaron sus campañas; apuntan con el dedo a los medios que no
plantean sus puntos de vistas. A estas grandes empresas concentradas y
hambrientas de utilidades fáciles solo les interesa el status quo; que nadie
mueva una hoja de sus mercados…
Entonces, no puede
extrañar que durante el año 2012, la utilidad total de los bancos fuera de $
1.604.498 millones, equivalentes a US$ 3.352 millones, de acuerdo a lo informado
por la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF). Además,
el Banco de Chile, la segunda entidad del país, ha liderado las ganancias en
2012, con beneficios por $ 465.851 millones (US$ 973,3 millones) entre enero y
diciembre del 2012 y que el banco Santander Chile, la mayor institución
financiera del sistema por activos, ocupó el segundo lugar con utilidades por $
392.592 millones (US$ 820 millones).
Sin embargo, durante el
año 2012, las utilidades del sistema bancario chileno terminaron cayendo en un
7,43 % interanual por un alza de las provisiones y los gastos asociados a los
créditos, pese al positivo desempeño de la demanda interna, ¿Por qué?. Porque
la banca tiene un comportamiento
anti-cíclico: le va muy bien cuando a todos les va muy mal y viceversa.
El sector bancario en
Chile y en muchas partes del planeta es un mercado muy imperfecto, es decir, un
mercado en el cuál la oferta y demanda se encuentran intervenidas,
condicionadas o alteradas por regulaciones que impiden su normal evolución. Durante
años, los políticos socialistas han intervenido el mercado bancario mediante
disposiciones y regulaciones que han propiciado su concentración porque, al
parecer, es más fácil controlar a pocos que a muchos.
Y, también, durante años
la banca, graciosamente, se ha dejado regular porque eso le permite obtener beneficios
que son extraordinarios. Los Estados modernos han visto a la banca como un ente
que debe ser controlado y puesto al lado del poder. No extraña que en las
crisis los bancos no quiebran; los bancos son financiados a costa de los
contribuyentes.
Al final, la banca es una industria muerta que
genera enormes beneficios, pero que ya no innova. Por ejemplo, ¿qué tienen de
extraordinarios los servicios que presta la banca en la actualidad?, ¿en qué se
diferencian los servicios que prestan hoy de los que se prestaban antaño?. Lo único
que ha cambiado ha sido la tecnología que ha propiciado mejoras impensadas.
El Capitalismo de Estado
es el modelo socialista para generar riqueza en base a mercados muy
concentrados, anticompetitivos y muy poco innovadores, y así no es posible el
desarrollo económico.
¿Lo entenderán los
socialistas de mercado como Jorge Awad (¿ex comunista o socialista?)?. No creo, a éste solo le preocupa sus
beneficios personales.
PANORAMA Liberal
Viernes 31 Mayo 2013