La arrogancia
intelectual y el voluntarismo van siempre de la mano cuando los socialistas
hablan. Creen que los políticos y los funcionarios pueden modelar el mundo de
acuerdo a sus particulares creencias y se olvidan que son las personas comunes
y corrientes quienes lo transforman con sus acciones diarias. Las leyes se
aceptan cuando la costumbre y el uso ya lo han permitido, y se rechazan cuando
eso no es así. En otras palabras, las leyes no modelan el comportamiento
humano, sino solo norman el comportamiento ya aceptado. El intervencionismo
socialista cree que las leyes modificarán el comportamiento humano sin costo
alguno pero, la intervención sistemática en las instituciones solo crea nuevos
problemas y nuevos desafíos.
El nefasto proceso de
reformas liderado por la socialista Bachelet ha sido mal ideado y pésimamente
implementado. En primer lugar, este proceso fue mal ideado, porque se basa en un
erróneo supuesto general: reducir el avance de los más aventajados para igualarlo
con los más desventajados. Es una especie de búsqueda de la justicia rawlsiana
pero sin velo de la ignorancia. Lo anterior, se puede ejemplificar cuando un
político socialista dijo “voy a hacer una metáfora, que son siempre peligrosas
en esto…Lo que tenemos actualmente es en una cancha enlozada un competidor
corriendo con patines de alta velocidad y otro descalzo. El descalzo es la
educación pública. Entonces me dicen, ¿por qué no entrenas más y le das más
comida al que va descalzo? Primero tengo que bajar al otro de los patines”. En
otras palabras, este proceso de reformas se basaba en el supuesto que los más
aventajados habían logrado su ventaja de una manera injusta.
En segundo lugar, este
proceso fue pésimamente implementado porque no se estudió la problemática con
la profundidad requerida, no se definieron los objetivos previamente y todo fue
improvisado, dado que había plazos que cumplir. Tal como dijo Lamarca alguna
vez “las prisas pasan, las cagadas quedan”. Por ejemplo, la reforma educacional
ha sido elaborada con una displicencia que raya en la irresponsabilidad, al
enfatizar todo lo relacionado con el lucro sin considerar la calidad, y al
privilegiar la educación superior. Todos saben que la reforma educacional
requiere unos 20 años –mínimo- para comenzar a dar los frutos necesarios al
trabajar con los niveles preescolares. Pero, los infantes no votan ni marchan
en las calles y por eso este gobierno se dedicó a satisfacer las demandas de
los adolescentes cabezas de piedra que jamás han trabajado ni saben del
esfuerzo necesario. Por eso, la mala elaboración de las reformas responde a una
distorsión ideológica que solo persigue castigar a los más exitosos y, al mismo
tiempo, satisfacer los intereses de los grupos de poder que votan en las
elecciones.
Al final, estas
terribles reformas solo conseguirán un resultado: más incertidumbre y
empobrecimiento. Sin embargo, la naturaleza y el comportamiento humano buscarán
nuevos equilibrios dinámicos pero en un nivel inferior. Las reformas
socialistas, basadas en la intervención de los mercados y las instituciones, no
presagia nada bueno porque reduce los espacios discrecionales de libertad para
experimentar y buscar soluciones más eficientes; cierran las oportunidades y
convierten a las sociedades en entidades cerradas y aisladas. Por eso, es
inaceptable que una mala reforma sea el objetivo de un gobierno serio.
Y, en tercer lugar, no
tomaron en cuenta que el Estado está gestionado por una normativa institucional
insuficiente y una masa de funcionarios públicos ideologizados y no preparados
para las exigencias del futuro. Tal como hemos visto en estos últimos días en
Gendarmería, los funcionarios públicos son contratados en función de su
ideología política y no en base a sus capacidades. Por lo tanto, ¿cree alguien
que esta masa de funcionarios y burócratas implementará adecuadamente las leyes
y regulaciones que les imponen los hacedores de política?. En una reciente
marcha llamaba la atención la presencia de funcionarios públicos de
reparticiones distintas a Gendarmería que piden “No a las AFP” porque ellos
quieren los mismos beneficios que la esposa de Andrade, ¿sabrán que el sistema
de reparto está quebrado en todo el mundo?. Esto pasa en los países que
implementan regulaciones socialistas en la que pocos se creen dueños de los
recursos de los contribuyentes.
Solo las sociedades
libres y abiertas son capaces de generar oportunidades crecientes para que los
más talentosos y esforzados puedan buscar alternativas o nuevas soluciones para
los problemas de nuestra vida. Las sociedades cerradas y sin libertades,
reducen los espacios para crecer y desarrollarse porque al generar regulaciones
excesivas se pierden grados de libertad crecientes. Al final, ganan aquellos
que usan el poder para recibir beneficios por sobre todos los demás.
¿O usted está en
desacuerdo?
Panorama
LIBERAL
Lunes
25 Julio 2016