Lo único que indigna de la burla hacia los políticos es que todo lo que dicen es verdad...¿como no reirse mientras nos indignamos al mismo tiempo? |
Nunca veo el festival
de Viña porque me parece una pérdida de tiempo lamentable; prefiero mirar las
estrellas, escuchando buena música, y solazarme con la belleza insondable del
universo. Sin embargo, este año comencé a leer, al día siguiente, una serie de
comentarios respecto de las rutinas de los humoristas. Y me atreví a verlas. No
son nada del otro mundo y muy pronto nadie se acordará de ellas, excepto los
comunistas que se sintieron sumamente ofendidos por las vulgaridades que
escucharon.
En primer lugar,
entonces, las rutinas humorísticas son una muestra de la vulgaridad a la que
hemos llegado en su máxima expresión: palabras soeces, insultos y frases con
segundo sentido. La gracia y el talento ya no sirven, basta con el insulto y la
vulgaridad. Al parecer, al público masivo le agrada escuchar a otra persona
decir cosas que a veces se dicen en privado. Con el tiempo, ese pobre lenguaje
se instala como una norma…A eso hemos llegado.
En segundo lugar, llama
la atención los comentarios de los comunistas que no tildaron en calificar de
“ordinario y facho” algunas de las rutinas puesto que se sintieron tocados por
algunas vulgaridades planteadas. Sorprende que los comunistas tengan tan poco
sentido del humor dado que el pueblo –que ellos dicen defender- disfrutó de
dichas rutinas. Al parecer, los comunistas pueden insultar, agredir e, incluso,
escupir a ciertos adversarios, pero tienen la mecha corta. Está claro que a
ellos les molesta porque significa el deterioro de una cierta relación con el
“pueblo”; no les molestan los insultos, les molestan que sean objeto de una burla
mayoritaria, perdiendo ese halo de “hegemonía” en su discurso.
El concepto de “hegemonía”
proviene de las discusiones surgidas desde Lenin hasta Gramsci. Para ellos la
hegemonía está concebida como el constructo que permite el paso a una esfera de
dirección intelectual y moral, que permita dirigir a otros grupos sociales. Se
puede leer que “hegemonía no es una simple mezcla o alianza del dominio y el
consenso…sino hegemonía social, propia no del gobierno político o “dominio
directo”, sino relativa al “consenso espontáneo” dado por las grandes masas de
la población a la dirección de la vida social impuesta por el grupo gobernante…”.
En otras palabras, los comunistas han tenido la audacia de insertarse en el
grupo gobernante con la abierta intención de liderar el consenso social. Por
eso, la burla generalizada atenta contra esta visión unitaria y es el motivo de
su molestia general. Olvidan los comunistas que ellos están insertos en un
contexto del cuál no se pueden escapar…
En tercer lugar, debemos
aceptar que el humor es el resultado de las condiciones presentes en la
sociedad. Basta con pensar que durante años los políticos –de todas las
tendencias- manifestaban que Chile era un oasis en un continente plagado de
pantanos corruptos. Y, como si fuera una gran sorpresa, hace poco más de 10 años
comenzaron a surgir una serie de prácticas y conductas de los políticos que
relacionaban al poder y la política. Con el paso del tiempo, las alcantarillas
comenzaron a mostrar la frenética actividad de las cucarachas que circulaban
por los pasillos del poder. Y no eran exclusivas de un solo sector. Todo el
sector político –en su conjunto- han mostrado las precarias condiciones morales
que poseen. Se ha instalado en la conciencia colectiva que la clase política
está repleta de sinvergüenzas que buscan su propio beneficio por sobre los
intereses de todos.
Por eso, aquellos que
piden respeto por la autoridad y las instituciones olvidan que el respeto se
gana y no se exige. La risa y la burla es la respuesta de la ciudadanía; nadie
se puede reir de una persona honesta y respetuosa. Las risas en el festival indignan
porque son el reflejo de una serie de conductas inmorales de toda la clase
política, usando los recursos fiscales para promoverse o enriquecerse. Hoy
vemos como aquellos que clamaban por la desigualdad y la pobreza, gracias a los
recursos fiscales que reciben, vacacionan en resort exclusivos y disfrutan de
un nivel de vida jamás pensado para sus escasas capacidades y talentos. La
discursiva populista y socialista indigna porque muestra el nivel de
degradación de la institucionalidad que tanto nos importa. La democracia
funciona cuando las instituciones son respetadas y valoradas por la ciudadanía,
pero cuando los políticos la degradan con conductas inmorales se degrada la
institución que representan ..
¡ Por eso, y nada más, las
risas indignan ¡
Panorama
LIBERAL
Sábado
27 Febrero 2016