Cuando la socialista
Bachelet fue rescatada de la ONU por la izquierda nacional -hambrienta de poder
y con una gran ausencia de liderazgos internos- para que la representara en las
anteriores elecciones presidenciales, llegó con el discurso y la convicción de reponer
el ideario de Allende…¿Allende?. Su gobierno solo puede ser recordado por haber
sido el peor gobierno de la historia de Chile puesto que destruyó las
instituciones, promovió la lucha armada y fue la génesis de un gobierno militar
autoritario que repuso el orden a sangre y fuego. No había otra manera en un
país convulsionado y sin respeto por las instituciones y en donde se
sobrepasaba el Estado de Derecho a cada momento.
¿Cómo no recordar como
las hordas de izquierdistas violentaban los negocios para que abrieran sus puertas
durante los paros por desabastecimiento?, ¿Cómo no recordar a un tipo como Altamirano
llamando a las fuerzas armadas a plegarse a la “horda revolucionaria”?, ¿Cómo no
recordar las marchas diarias de encapuchados vociferando por la revolución
mientras amenazaban con linchacos y cadenas?, ¿Cómo no recordar los cientos de
huelgas estudiantiles y colegios tomados?, ¿Cómo no recordar la estupidez de “los
trabajos voluntarios” en todo Chile?, ¿Cómo no recordar la insensatez de la
Escuela Nacional Unificada para adoctrinar a la niñez?...¿Cómo no recordar los
nefastos días del peor gobierno de la historia?.
Por eso, resulta
morboso escuchar a la señora socialista destacar la figura de Allende y “la necesidad de recordar su legado a la
hora de pensar en las reformas que América Latina necesita para combatir la
desigualdad…”.
El único legado de
Allende fue el gobierno militar que una mayoría ciudadana pedía a gritos para
ordenar la casa en caos y reencauzar el país en el orden y el progreso. El gran
aporte del gobierno militar fue sentar las bases de un modelo económico que
permitió a un pequeño llamado Chile asumir el liderazgo en una región sometida
por la pobreza de los gobiernos de izquierda…La señora no entiende que para combatir
la desigualdad se requieren sociedades libres y abiertas y Allende nos prometía
una sociedad cerrada e igualitaria. Claro está, los socialistas no quieren destruir
la desigualdad, quieren imponer la igualdad…Es una gran diferencia.
Continuaba Bachelet
diciendo que lo considera “un chileno de
estatura histórica…médico, ministro de Salud, parlamentario y Presidente de
Chile…Fue líder de un pueblo que buscó ser arquitecto de su propia historia. Un
chileno que es sinónimo de justicia social buscada con tenacidad democrática
inalterable. Me emociona saber que el legado de Allende sigue vigente, tanto en
mi país como en países hermanos…Su figura está vigente en esta plaza y en el
homenaje permanente del Movimiento por la Salud; en las reformas sociales que
nuestros países llevan adelante para consagrar y garantizar el derecho a la
salud, reformas imprescindibles para alcanzar sociedades inclusivas y
justas…Porque si hay algo que sigue siendo una tarea que nos interpela, es
hacer frente a la profunda desigualdad que aún persiste en América Latina,
empeño que debemos abordar como lo hubiera querido Allende: construyendo
mayorías sociales, profundizando la democracia…Hoy, la Plaza Salvador Allende
de San Salvador se reinstala entre las decenas de espacio públicos que, en todo
el mundo, llevan el nombre de un chileno que ya no sólo pertenece a su país,
porque el mundo lo ha hecho suyo: desde Montevideo hasta Madrid, desde Río
hasta Estambul…Esta Plaza nos recuerda, en palabras de Benedetti, que no
lograron matar al hombre de la paz”.
Estas son las
convicciones y los ideales que mueven a Bachelet y a este gobierno. Miran a
Allende con una bovina devoción olvidando que dichos ideales, fracasados por la
historia, cayeron tras la caída del Muro de Berlín. Y miran con devoción los años pasados en esas crueles dictaduras comunistas olvidando los principios vitales de la humanidad.
Y conviene recordar. El
gobierno de la Unidad Popular fue elegido por una minoría y se presentó con un Programa
básico más “Las 40 primeras medidas del Gobierno Popular” con el objetivo de implementar
la vía chilena al socialismo, una especie de revolución con sabor a vino tinto
y empanadas. Esta revolución tenía dos posibles caminos. Uno, dicen, era el de Allende
y algunos de sus asesores que deseaban implementar un tránsito democrático y no
violento al socialismo; otros, pensaban en la violencia política, la conversión
de las Fuerzas Armadas en las Fuerzas Armadas Populares y el aniquilamiento de
todos los opositores. El objetivo de ambos proyectos no era otro que implementar
un Estado socialista eliminando todo rastro del Estado burgués; miraban a Cuba
y su dictadura como el objetivo a alcanzar…Sin embargo, Allende y sus secuaces
olvidaron algo importante: la UP era una fuerza política minoritaria.
El gobierno de la UP nacionalizó
y estatizó empresas promoviendo la cogestión o participación de los
trabajadores; aceleró la reforma agraria; nacionalizó la banca y el cobre;
intentó imponer la Escuela Nacional Unificada para ideologizar a las futuras
generaciones…E intentaron pasar el proyecto que creaba tres áreas de propiedad
(social, mixta y privada) pero el congreso se opuso tenazmente. Esta
intervención de la sociedad y economía produjo los resultados esperados en
términos de desabastecimiento de productos y una creciente inflación. El desorden
era permanente y los extremistas políticos de la UP (Altamirano, entre ellos)
incendiaban al país con discursos violentos y provocadores mientras intentaban
controlar las fuerzas armadas (por ejemplo, la Armada); las marchas y
contramarchas interrumpían la vida en las ciudades; las tomas y huelgas
impedían que los colegios y las empresas cumplieran sus tareas regulares; las
colas para comprar productos básicos formaban parte de las ciudades…La
violencia ya estaba instalada en el ambiente y Allende no fue capaz de comprender
que el socialismo solo podía construirse por la fuerza que es lo que pedían los
Altamirano y los Enríquez…A la burguesía había que destruirla y aniquilarla…Esto
es lo que pretendían algunos de los socialistas de esos años…
Cuando Bachelet dice
que “desea terminar la obra de Allende”
da escalofríos porque dicha obra consistía en transformarnos en una dictadura
como la cubana o en la Venezuela de hoy. Y Bachelet pretende lo mismo, ¿Cómo es
posible que un político amante de su país pretenda destruirlo como lo hizo
Chávez con Venezuela y los Castro con Cuba?. Por eso, da escalofríos pensar que
la señora Bachelet quiere terminar el proyecto allendista. Es cierto que todos queremos
progresar, pero no podemos hacerlo si el Estado asume un rol tan central que
minimice la iniciativa privada. Cuando todo pasa por las manos del Estado,
significa que todo pasa por las manos de funcionarios y burócratas altamente
ideologizados que toman decisiones de corto plazo, sin información adecuada y
en base a principios partidarios. Y mientras hacen lo anterior se llenan los
bolsillos y se enriquecen con los recursos de todos…
Al mismo tiempo, Allende
no puede ser una figura que represente las mejores virtudes de la democracia
porque hizo todo lo posible por pasar por encima de las instituciones y del
Estado de Derecho; lideró un régimen odioso que usó la violencia verbal y
física contra aquellos que pensaban distinto…No es cierto que el discurso de la
izquierda allendista haya sido democrático porque pretendió usar la democracia
para instaurar la revolución socialista. Mire América Latina y observe como los
socialistas iluminados pretenden reelegirse indefinidamente porque se
consideran los únicos iluminados capaces de usar el poder. La alternancia en el
poder es una condición indispensable para una democracia.
Una vez, Bachelet dijo
que “Y quiero decirlo con claridad: no
estamos dispuestos a permitir que esa cultura de respeto, de derechos y de paz
que hoy reivindicamos, que nos pertenece a todos y todas, sea atropellada, abusada
o menospreciada por nadie…”. Sin embargo, en la Araucanía se violan los
DDHH de chilenos abusados por una minoría terrorista que no recibe una
respuesta adecuada por parte del Estado.
Luego del abrupto final
del gobierno de Allende, la izquierda quedó con su proyecto truncado, y en su
segundo período la señora socialista creía que –impulsada por su popularidad-
podía liderar las reformas empobrecedoras de Allende y así lo ha hecho, para el
pesar de una gran mayoría. Sin embargo, nada es gratis y las pésimas reformas,
diseñadas de una manera improvisada –como solo ellos saben hacer- han
enturbiado el ambiente. Además, su hijo ha aprovechado su apellido para obtener
enormes beneficios económicos y la señora solo ha vertido unas pocas lágrimas
en la televisión sin hacer nada más…
¡Cuán defraudados están
muchos que votaron por ella!...¿Y que hace para mejorar su popularidad?. En los
eventos públicos se dedica a baila La Piragua; incluso, el 27 de Febrero que se
conmemoraba una aniversario del terremoto…¡también se puso a bailar!.
En resumen, la
pretensión de esta señora socialista –de raíces comunistas- es ponerle fin al
gobierno de Allende implementando las más nefastas reformas políticas y
económicas que nos transformen en un país más barrio, mimetizándonos en la
pobreza. Al parecer, nuestra pequeña bolsa de riqueza avergonzaba a los
socialistas Da pánico pensar que el éxito de Allende y Bachelet implica vivir
como en Cuba o en la Venezuela de hoy.
Esperemos que luego de
este segundo gobierno de Bachelet, la izquierda cierre su ideario y permita que
el “supuesto legado” de Allende descanse en paz en el museo de los fósiles
ideológicos de los cuáles nunca debiera haber salido. Son un triste pasado que
jamás olvidaremos…Y, además, esperemos que esta señora no vuelva nunca más.
¿O usted está en
desacuerdo?
Panorama
LIBERAL
Sábado
26 Marzo 2016