Por este lado del mundo
hay tres cosas que son permanentes. En primer lugar, la pertinaz pobreza material
y mental que mantiene sometidos a millones de latinoamericanos; en segundo
lugar, el equivocado diagnóstico de los políticos que culpan al supuesto “neoliberalismo”
o al “capitalismo salvaje” de la citada pobreza generalizada, y en tercer
lugar, los cantos de sirenas de los políticos que prometen sacarnos de la
pobreza en el corto y mediano plazo….Sin embargo, el tiempo pasa y pasa, acumulamos
años y décadas perdidas olvidando las promesas eternas, mientras los vendedores de humo se enriquecen en
lujosas oficinas y las mayorías deben luchar por su sustento diario. En
resumen, parece un misterio que esas mayorías continúen votando a los mismos vendedores
de humo que les ofrecen mundos mejores para seguir igual…¿Por qué la gente
sigue votando por estos políticos?, ¿Por qué los políticos engañan a la gente
con que cambiarán nuestras vidas por medio de la creación de ilusorios mundos
mejores?.
¿HAN
MEJORADO LA SALUD LOS ACTUALES POLÍTICOS?
Por ejemplo, como en muchas
otras áreas, la salud pública está en permanente crisis. Hay carencias de
hospitales, camas, medicamentos, profesionales, prestaciones, etc. lo que se
traduce en pobres resultados para los usuarios. Unos, creen que la solución
está por el lado de aumentar el gasto en salud; otros, que hay que implementar
programas y políticas que nos lleven al País de Nunca Jamás de la Salud…¿pueden
creerlo?. Y al final, los servicios de salud siguen de mal en peor y nadie se
hace responsable del retroceso en la solución de los problemas de salud,
excepto seguir emitiendo los mismos cantos de sirenas. Como corolario de la
falta de responsabilidad de los políticos, una ex ministra de salud se lava las
manos, no asume su responsabilidad y es
elegida presidente en dos oportunidades, ¿cómo es posible que la gente la elija
durante dos periodos para continuar vendiéndonos humo?. Toda una locura.
Por otro lado, un ex
presidente como Ricardo Lagos dice que “tenemos que aceptar que el 7% del gasto
en salud es insuficiente para el Chile que queremos construir en materia de
salud porque vamos a vivir más, tenemos más gastos”. Agregó que debe reducirse
la jornada laboral después de los 65 años indicando que “vale decir, trabajamos
más años, pero con mejor calidad de vida, porque trabajamos menos horas a la
semana…Ese tipo de cosas implican una modificación laboral en nuestros hábitos
dado la nueva realidad demográfica”. Ricardo Lagos es uno de los clásicos vendedores
de humo que dice cosas bonitas y agradables a los oídos de la gente pero que
solo representan caminar hacia ningún lado…¿A quién podría parecerle mal
aumentar el gasto en salud?. Parece obvio que todos están de acuerdo, sin
embargo, la cosa cambia cuando se plantea ¿Qué gastos debemos reducir para
aumentar el gasto en salud en 7%?, ¿Cómo aseguramos que ese aumento en el gasto
en salud realmente vaya a inversión efectiva y no a los bolsillos de
funcionarios y burócratas que forman comisiones que producen enormes informes
infértiles de 1.000 páginas?. Así implementaron el Auge para garantizar el Acceso
Universal de Garantías Explícitas.
El AUGE representa una
típica política de venta de humo a la población porque se le plantea que se le
garantizarán cierto tipo de prestaciones. Esta política se implementa dado que
los usuarios del sistema público de salud no tienen los recursos para acceder a
ciertas prestaciones y mediante este programa se les promete (¡otra promesa!)
que recibirán las prestaciones requeridas en la forma y fondo. Incluso, la
señora Bachelet cuando era ministra de salud recibió la orden de acabar las
listas de espera en los hospitales…¿Qué creen ustedes que pasó?...Obvio: ¡no
pasó nada!...¿porque razón debiera haber pasado algo?.
Así funciona el mundo
de los políticos: prometen y no cumplen; no asumen sus responsabilidades y
continúan disfrutando de las delicias fiscales por el resto de su vida. No hay
derecho a seguir sufriendo estas conductas inaceptables.
¿QUÉ
PODEMOS HACER?
¿Saben que más?. La solución
pasa por implementar el capitalismo, en todos los ámbitos y de una vez por
todas en este continente: mercados libres, amplia competencia, y sociedades
libres y abiertas. Y no hablamos solo de la economía sino que también de la
política.
El neosocialismo,
modelo político-económico vigente en muchos países, ha construido sociedades cerradas
en las cuáles los poderes están concentrados en las manos de unos pocos. En
primer lugar, en política, el poder está concentrado en las manos de los personajes
políticos que controlan a sus partidos sin permitir la competencia al interior
de ellos. En segundo lugar, en economía, el poder está concentrado en las manos
de los oligopolios que se han apoderado de los mercados más rentables gracias a
la legislación anticompetitiva puesta en marcha por los políticos. Esta
concentración del poder político-económico es la principal causa de la
permanente pobreza de nuestras sociedades.
La pretensión de los actuales
políticos de construir mundos mejores jamás llegará a buen puerto porque
promueven políticas y leyes que reducen la competencia y cierran más las sociedades.
Están construyendo sociedades en las que no hay oportunidades crecientes y
valiosas para que las aprovechen las personas que podrían hacer la diferencia.
En cambio, es paradójico que los mismos políticos se consideran a sí mismos la
clave para promover el progreso. Con este sistema político y estos personajes
que se han apoderado de la política, este continente no superará sus
limitaciones.
Una vez Juan Bautista
Alberdi manifestó que “todas las teorías que pretenden explicar la producción
de la riqueza y la supresión de la pobreza por otros medios que el trabajo y el
ahorro, en vez de la ociosidad y el dispendio, son teorías falsas, de engaño y
de ruina que, lejos de servir para remediar las crisis solo sirven para
producirlas y agravarlas”. Sabias palabras porque los políticos son expertos en
financiar la ociosidad y el gasto inútil. Ha llegado la hora de enfrentar la
gran cuestión de nuestros tiempos.
El primer paso para
superar la sempiterna pobreza material y mental es devolver la democracia a
manos de los ciudadanos. Es decir, hay que eliminar la carrera de político
profesional, personajes que están toda su vida viviendo a costa del dinero de
los contribuyentes, promoviendo la concentración política y económica porque
eso les permite eternizar sus beneficios a costa de todos…¿Qué debiéramos
hacer?. Se debe impedir que una persona permanezca en un cargo de elección
popular por más de un período, y se debe impedir que vuelva a la política en el
período siguiente. Resulta habitual que los actuales políticos planteen que los
ciudadanos deben realizar ciertas funciones como un servicio al país; ahora,
debemos exigir que los ciudadanos estén obligados, por única vez en su vida, a
participar activamente en la política, sabiendo que luego volverán a ganarse la
vida como todos.
Hoy, los actuales
políticos saben que el sistema democrático actual les permite mantenerse en el
poder asegurando financieramente sus vidas y las de sus familias. Saben,
además, que no deben permitir una reforma radical que los convierta en personas
comunes y corrientes…porque, claro está, ¿quién va a permitir reducir sus
espacios de poder?, ¿Cómo van a vivir esos zánganos acostumbrados a no hacer
nada?. A largo plazo, la democracia debe volver a la ciudadanía porque somos
nosotros los reales mandantes y no esos personajes de medio pelo que pululan
orondos y patitiesos por los pasillos del poder. Somos los ciudadanos los que debemos
gestionar los recursos públicos de modo que la riqueza fluya para aquellos que
se esfuerzan y tienen los talentos, y no fluya para aquellos que tienen
contactos políticos o económicos.
En resumen, los
políticos nos prometen mundos mejores bajo su auspicio, pero la naturaleza
humana siempre provoca que esa mejora comience por ellos mismos, y al final se
produce el efecto contrario: aumenta la concentración política y económica, y
los ciudadanos a pie quedamos expuestos a leyes y regulaciones que tienden a
concentrar aún más el poder, ¿puede ser extraño que después de más de 200 años
de independencia política, los latinoamericanos sigamos siendo un continente
perdido?. ¡200 años perdidos!. En realidad, solo cambiamos al monarca: de un
Borbón pasamos a un grupo de personajes que se han apoderado del Estado porque
se los hemos permitido. Por eso, debemos devolver la democracia a la ciudadanía
de modo que cada ciudadano, por una vez en su vida, tenga a posibilidad de
fijar posturas respecto del futuro que desea, y estar en primera fila en
política.
La reforma UN CARGO, UN
PERÍODO es imprescindible para que el poder vuelva a manos de los mandantes.
Los representantes han abusado demasiado y deben dar un paso al costado por el
bien de todos…¿o usted opina lo contrario?
Panorama
LIBERAL
Sábado
28 Noviembre 2015