En un reciente artículo
escrito en este blog (http://panoramaliberal.blogspot.cl/2016/03/politica-el-ateniense-focion-y-los.html),
se planteaba la tesis que la clase política actual mantiene una simbiosis
cuasi-perfecta con la masa electoral, a la que se denominaba, simplona. Los
políticos hace mucho tiempo han descubierto que las masas son manipulables si
se conocen los recovecos por los cuáles actúan. Por eso, desde Roma se ha
acuñado la expresión “pan y circo” para ejemplificar como la masa se entrega
gustosa a los caprichos de aquel que es capaz de proveerlos del suficiente pan
y circo para sus mínimas necesidades; la masa no quiere esforzarse –esa es responsabilidad
de unos pocos individuos- sino que desea gozar la vida con el mínimo esfuerzo.
Por lo tanto, los políticos han encontrado en la ideología populista la clave
para mantenerse en el poder y obtener beneficios personales de la riqueza de
todos. Así han surgido los megalómanos y los demagogos que mienten
descaradamente para los simplones que escuchan embelesados.
Al final, la actual
democracia se ha transformado en un campo de cultivo de las peores prácticas
que una persona puede ejecutar con el dinero de otros y cuya característica
principal es el surgimiento de una clase política profesional que vive por y
para la política. Se ha construido la errónea percepción que los políticos nos
cambiarán la vida y por eso, los electores los votan una y otra vez, con la
promesa permanente “que llegarán tiempos mejores”. Pero, el tiempo pasa y la
situación permanece igual y siguen con el mismo discurso de “que llegarán
tiempos mejores”.
Esta gente jamás
cambiará nuestras vidas, excepto para hacerla más terrible y desdichada, porque
ellos siempre privilegiarán reformas que vayan en su propio beneficio, sus más
cercanos y los de su sector político. Por eso, transforman el Estado en una agencia
de empleos públicos para crear cuadros en su interior que permitan defender sus
medidas populistas. Para lo anterior no titubean en crear ministerios del
deporte, de la mujer, de la ciencia, de los DDHH, de las mascotas, de la
tercera edad, de la verdad, de los extraterrestres…Así se aumenta el tamaño del
Estado, se consume una riqueza en funcionarios y burócratas y no en sus fines
reales…Por ejemplo, ¿Qué es preferible…gastar $1.000 millones en pagos de
salarios de funcionarios del ministerio del deporte o gastar esos $1.000
millones en eventos deportivos que estimulen la práctica deportiva?. La
respuesta es clara: estos ministerios son grasa fiscal que consumen recursos
escasos que podrían tener mejores usos.
La Democracia 2.0
necesita que la política vuelva a ser ejercida por los ciudadanos de a pie.
¡Basta ya de una clase política profesional, parasitaria y corrupta!. Cualquier
ciudadano del país tiene el deber de ejercer la política real asumiendo un
cargo de elección popular por una vez en su vida y, una vez terminado su
servicio, volver a su trabajo inicial por, al menos, la misma cantidad de años
que ejerció el cargo anterior. Una persona que sabe que debe retornar a sus
labores habituales, después de ejercer un cargo público, será más responsable
con las decisiones que tome mientras ejerza el cargo y que puedan perjudicarle
después. Con lo anterior, no queremos decir que no tendremos problemas pero al
menos eliminaremos una de las causas de la inmoral corrupción que corroe la
política desde sus cimientos. Además, tendremos gente que hacen sus aportes
para el progreso de todos y no como hoy que personas que aún no tienen
experiencia laboral tenga la desfachatez de legislar sobre el mercado laboral.
En la actualidad, los
políticos que tienen cerca de 30 años en un cargo público han creado toda una red
de contactos y relaciones, que son la génesis de la corrupción. Conociendo la
naturaleza humana, una persona que está solo por un período no tiene la
posibilidad de crear dicha red, lo que minimiza la corrupción galopante. Si,
además de lo anterior, propiciamos la misma práctica al interior de los
partidos políticos (una persona puede ejercer un cargo partidario por una sola
vez en la vida) provocaremos el surgimiento de caras nuevas que rejuvenecerán
los partidos y aumentarán la competencia interna.
El actual intento de
transparentar la actividad política no atiende las causas de fondo del problema
y el financiamiento público de la acción política es un innecesario gasto en
recursos que no tendrá la necesaria rentabilidad esperada. El financiamiento
público podría entenderse si la democracia se nutre de más y más competencia en
sus bases. La dinamización de los partidos provocaría crecientes oportunidades
para que las personas talentosas puedan acceder al ejercicio de cargos públicos
como un premio a sus capacidades y talentos…La situación actual con
financiamiento público profundizará las malas prácticas y la corrupción se
entronizará en la política.
Una obtusa creencia,
por este lado del mundo, es la relacionada a los defectos propios de la
naturaleza humana que induce a algunos a pensar que las podemos superar con
leyes. Por ejemplo, como las familias no educan a sus hijos, le pedimos al
Estado que se haga responsable de la educación de nuestros hijos; como las
personas se exponen a riesgos para su salud, le pedimos al Estado que se haga
responsable de su salud; como las personas no perciben ingresos que les
satisfagan, le pedimos al Estado que se haga responsable de que no todos
ganemos lo mismo…Por eso, algunos dicen que las malas prácticas desaparecerán
cuando todo se financie con dinero público, pero eso es una ilusión dado que la
batalla por acceder a la cartilla electoral será feroz y brutal en todos los
sentidos. El financiamiento público hará llegar a la política a un perfil de
personajes indeseables, dispuestos a todo por acceder a los jugosos cargos, y
la democracia quedará a merced a estos sujetos…El arma preferida de la actual clase
política, el populismo, se acrecentará con el fin de captar la mayor cuota de
simplones del electorado. De eso se trata todo: establecer el porcentaje de
simplones que votarán por ese personaje.
La democracia actual
está indefensa si se sigue dejando operar a la actual clase política, ya convertida
en una nueva oligarquía que usa el poder en su propio beneficio e intentando
ocultarse al escrutinio público. Este reducido grupo de personas intenta ejercer
influencia sobre el gobierno para defender sus propios y personales intereses.
¿Cómo es posible que hayamos llegado a la situación que nos gobiernen unos
pocos por tanto tiempo?.
Ya en su tiempo, Aristóteles
(384-322 a. C.), consideró a la oligarquía como una forma impura de gobierno
resultante de la degeneración de la aristocracia, por la suplantación del
interés individual de los gobernantes al interés general. Dijo, en su Política,
que oligarquía es el modo que tienen de gobernar los nobles y los ricos en
provecho de ellos. Mucho después, el sociólogo alemán Robert Michels
(1876-1936) formuló la “ley de hierro de la oligarquía”, según la cual toda
organización política tiende a caer en manos de un pequeño grupo de personas,
independientemente de su orientación ideológica. Según él, a pesar de las
proclamas democráticas e incluso revolucionarias, el poder es ejercido a la postre
por una oligarquía. “Quien dice organización social dice oligarquía”, expresó
Michels o “quien dice el gobierno del pueblo, dice gobierno de una elite”.
No pretendemos buscar
la solución universal a temas tan inherentes a la naturaleza humana, volátil y
débil como una feble pluma al viento, pero necesitamos implementar una
Democracia 2.0 para que todos puedan hacer su aporte obligatorio a la sociedad.
Es insuficiente hacer el servicio militar, ser vocal de mesa o ayudar en las
catástrofes, ahora se requiere ejercer cargos de elección popular por una sola
vez en la vida, para erradicar la corrupción y transformar el país. La sana competencia
en política debe impedir que los zánganos sigan pululando por los pasillos del
poder bebiendo el néctar fiscal. Al mismo tiempo, los partidos políticos se
verán obligados, en forma interna, a una fuerte competencia para aumentar su
militancia abriendo la posibilidad a la gente de talento y capacidades probadas.
El mundo tiene muchos
desafíos y todos debemos prestarles la suficiente atención. Son los ciudadanos
de a pie los que cambian los países con su esfuerzo y su trabajo duro…Nadie más
puede atribuirse ese honor…
¿O usted está en
desacuerdo?
Panorama
LIBERAL
Jueves
25 Marzo 2016
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