Como han podido observar nuestros lectores, nuevamente, se han puesto de moda algunas ideologías “redentoras” que florecieron durante un tiempo y que hicieron numerosas propuestas inmanentes y salvadoras, como el marxismo, el socialismo, el comunismo y, ahora en forma reciente “el progresismo”.
Todas estas ideologías o seudo-ideologías se aseguraba, iban o van a inaugurar casi inmediatamente un nuevo reinado de libertades; el nacimiento del hombre nuevo y el fin de la opresión de los trabajadores del yugo de empresarios y capitalistas.
Pasado un tiempo vino el fin de fiesta; los agitadores revolucionarios, las barricadas y las banderas de lucha se instalaron en forma pacífica en las librerías, en el teatro, en el canto y en la llamada cultura popular. Luego empezaron las múltiples conferencias, seminarios, talleres, Ongs y think tank para convencer a la sociedad de las bondades y beneficios que antes combatieron con pasión incendiaria. ¿Y luego?..., años de aburrimiento, ataques y atracos al Estado a través de una floreciente burocracia fiscal empoderada con los años y la desidia bien remunerada ¿Y ahora?.. emprendiendo una nueva etapa de proyectos y promesas al inicio de una “temporada electoral con candidatos renovados” y una joya del pasado que reaparece como el único sustento de múltiples corifeos y comparsas aferrados a una tabla de salvación después del tsunami.
Nos encontramos frente a la apoteosis de lo superficial, de la abierta frivolidad y vulgaridad que abraza a una gran mayoría de la sociedad chilena, que no le importa ni le interesa si las cosas son verdaderas o falsas, lo importante es que posean “un bello diseño” y esté acorde a los tiempos. No interesa el sentido, sino lo que se siente. Esa es la raíz última de este “realismo pragmático”.
Hoy, se rechaza de entrada cualquier tipo de reflexión sobre fundamentos; se desecha la pregunta o no interesa ir al fondo de la causa. Se alza frente a la razón, la emoción; frente al sentido común, el escepticismo. No se cree ya en nada o no se sabe demasiado en lo que se cree y, en todo caso…no importa mucho… no se espera nada. ¿Qué se busca entonces?. Vivir…vivir es la última fórmula. Vivir como el quehacer último e intrascendente de la vida.
El retrato de cuerpo entero del ente político, social y cultural de nuestro país, está cautivado por la zafiedad chabacana de la farándula televisada, los realities, el crecimiento exponencial de la música y los espectáculos masivos convertidos en ruidos y percusión estruendosas; los noticieros insulsos y relatados en forma gramatical lastimosa por algunos periodistas radiales y de TV “comprometidos” con la distorsión de los hechos y actitudes espurias.
Todo vale. Todo se iguala. Ya todos pueden hablar de todo, de cualquier manera y en forma categórica, aunque no tengan remota idea o capacidad de sostener la argumentación en el debate, ya que creen poseer un mar de conocimientos pero con un metro de profundidad.
Todo esa cultura que se testimonia en forma pomposa en algunas radios de nombre universitario. A cualquier exabrupto se le llama poesía; cualquier ordinariez se convierte en teatro y, el “cine chileno” vive de recuerdos de treinta o más años, de personajes que” se elevan al cielo” o tienen calidad de chamanes.
Todo esto con el generoso auspicio de los contribuyentes del erario nacional y el amparo comercial generoso del odiado y abominable “neoliberalismo” que ingenuamente les permite un admirable “modus vivendi” con un costo personal exiguo.
La semana pasada estuvo en nuestro país el premio Nobel de literatura, el señor Mario Vargas Llosa y nos dejó como obsequio esta reflexión para nuestra sociedad chilena: “LA BANALIZACION DE LA CULTURA ES UN RASGO CENTRAL DE NUESTRO TIEMPO Y UNO DE LOS MAS OMINOSOS DE CARA AL FUTURO”.
Reflexionemos chilenos y chilenas, nunca es tarde.
LA COLUMNA DE AYAX
Jueves 29 Marzo 2012
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