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sábado, 23 de octubre de 2010

POR UN PARLAMENTO CERO



Hay hastío en la ciudadanía respecto del nivel de la política y el accionar de los políticos en Chile y no hay dudas de ello. Sin embargo, esto no viene de ahora sino que de siempre dado las características de estos señores y señoras que acceden al poder, transformándose en seres divinos e iluminados. Veamos algunos hechos:

• Los políticos chilenos pueden ser reelegidos indefinidamente y de hecho si se manejan adecuadamente, pueden ser vitalicios. Todos los proyectos de ley que se han presentado para reducir la posibilidad de reelección de estos políticos son desestimados transversalmente y en silencio.

• ¿A quienes contratan los políticos?. Más del 30% del personal y otros funcionarios contratados por los políticos pertenecen a sus propias familias.

• Los políticos hacen lo que quieren y no se dedican a sus labores exclusivamente sino que ejercen otras que pueden afectar su desempeño.

• ¿Conoce usted a un político que tenga un bajo nivel de vida?. Todos vacacionan en sus propios fundos y viajan al extranjero con frecuencia. Además, es de conocimiento público que muchos políticos y sus familias son empresarios y/o poseen latifundios y granjas agrícolas o participan de algún modo en la industria y el comercio. Es por eso prácticamente imposible creer que puedan actuar y decidir dando prioridad a los intereses del país, pasando por encima de sus propios intereses comerciales personales o familiares.

• Existen familias enteras dedicadas al lucrativo negocio de la política. Presidentes que han dejado la administración pública salpicada de parientes. Ministros que nombran a sus ex mujeres y amantes en cargos públicos. Hijos de políticos que son, a su vez, políticos. Maridos políticos de esposas políticas. Presidentes de partidos con hijos funcionarios. Hermanos inversionistas de diputados y senadores. Senadores hosteleros. Jefes de policía que son industriales. Ministros latifundistas. Subsecretarios empresarios. Políticos hermanos o padres de jueces de la corte. Jefes de policía dedicados al narcotráfico. Líderes políticos dueños de minas. Al parecer los políticos se creen con derecho a procrear más parientes para perpetuar en el poder sus familias, hermanos, hermanas, hijos, hijas, sobrinos, sobrinas, etc, etc, etc. Es decir, al final siempre son los mismos apellidos que, transversalmente, viven a costa del dinero de todos los contribuyentes disfrutando de un bienestar alejado del bienestar de un ciudadano medio: Zaldívar, Frei, Chadwick, Lagos, Girardi y muchos más que usan el poder como si jugaran al juego de las sillas musicales.

Una clase política de este tipo no puede inspirar respeto. Pertenecen todos al mismo clan. Defienden los mismos intereses.

La clase política solo se representa a sí misma

El resultado de lo anterior es que los ciudadanos no tienen ninguna confianza en los políticos, sus partidos y el congreso nacional lo que podría ser preocupante (pero que en realidad es una bendición).

Según lo indicado en La Tercera, “el 91% de los ciudadanos tiene poca o nada de confianza en los partidos políticos y un 78% no les encuentra ninguna virtud…Además, la mayoría de los encuestados realizan una mala evaluación de éstos, al calificar con nota roja a todas las coaliciones políticas. En una tabla del 1 al 10, la evaluación más alta la obtiene la Concertación con un 3,8 y Renovación Nacional (RN) con similar puntuación. Luego siguen el Partido Por la Democracia (PPD) y la Democracia Cristiana (DC) con nota 3,7; en quinto lugar la UDI con nota 3,5; el partido Socialista (PS) con un 3,4, el Partido Radical con un 3,2 y en último lugar el Partido Comunista (PC) con un 2,8….Entre los principales defectos que los chilenos identifican en los partidos, destaca que un 55% considera que privilegian sus intereses por sobre los intereses del país; un 52% cree que están muy divididos y existen muchas peleas internas, y un 44% que no representan los intereses de la gente. Mientras que el 64% de los encuestados coincidió en que para mejorar su evaluación, la clase política debe concentrarse en los problemas reales de la gente…”

Podemos concluir que la clase política solo se representa a sí misma. Muchas personas encuentran irritante seguir escuchando las opiniones de políticos, diputados y senadores cuando son entrevistados en programas de radio y televisión, pese al hecho ya demostrado latamente de que la inmensa mayoría los repudia porque no representan a nadie, solo a sí mismos. Sin embargo, estos mismos señores toman decisiones claves para todos y de alguna manera deciden nuestro destino, ¿no es paradójico que los más repudiados nos digan cómo debemos vivir nuestra vida?...

La tesis izquierdista

La tesis de los izquierdistas respecto del deterioro de la política es la siguiente: la crisis viene de los años ‘70 cuando las fuerzas políticas no supieron frenar la anarquía y posibilitaron el quiebre de la democracia y el desprestigio de la actividad política. Así, es común escuchar, en las personas de izquierda, que la corrupción llegó con el gobierno militar, pero la estricta verdad es que Chile es un país corrupto como todos. Y nuestra clase política ha sido siempre la misma.

Así con el grito de batalla de “la alegría ya viene”, se esperaban cambios pero todo siguió igual. Aquellos que lucharon por el fin de la dictadura militar, y una vez que alcanzaron el bienestar que perseguían, se aburguesaron y aceptaron las estructuras políticas porque eso significaba perpetuar su nuevo nivel de vida. Ahora lo que tenemos es una dictadura colectiva gestionada por una clase política oligárquica que vela más por sus propios intereses de casta que por el bien general del país. No nos engañemos: el servicio público solo mejora el bienestar de los servidores públicos, el resto sigue igual.

Algunos siguen creyendo que la democracia es una especie de varita mágica que nos devolverá la autoconfianza que nunca tuvimos. La democracia es como un traje que uno debe lucir pero del cual no se puede esperar nada más.

No basta con la democracia ni basta con perfeccionar el sistema binominal –otra manera de elegir “servidores públicos” cuyas características ya esbozamos- sino que los ciudadanos debemos recuperar los espacios de decisión que nunca debimos haber perdido. Como por ejemplo:

• Trabajar y recibir el salario que merecemos, y si las condiciones no son satisfactorias, buscar otro empleo. Pero, los políticos al fijar salarios mínimos y regular los mercados laborales ponen trabas y dificultan el acceder a empleos.

• Ir al centro de salud que más me satisfaga. Pero, debo ingresar a una cierta institucionalidad que me obliga a ir a centros de salud específicos, sin posibilidad de elegir, o lo que es peor, asistir a centros de salud públicos deficitarios y con hora de atención para 6 meses más.

• Enviar a mis hijos a los colegios que más se adecúen a mi proyecto de vida. Pero, sino tengo ingresos debo enviarlos a colegios municipales de pésimo estándar y en el cuál los padres no podemos decir nada.

Por favor, no pidamos políticos inteligentes…pidamos un Parlamento Cero

En otras palabras, no pidamos en exceso que los actuales políticos sean como blancas palomas recién llegadas del cielo o como extraterrestres inteligentes. Solo debiera bastarnos que, ojalá, no ensucien en demasía el entorno que habitan.

La clase política es como una bestia sedienta de recursos para saciar sus ansias de poder, y no trepida en aplicar las fórmulas más miserables para perpetuarse en la cima en que creen que están. Claro que, en estricto rigor, se encuentran en una cloaca oscura y maloliente y ya se han acostumbrado a las esencias que emanan de ellos mismos y de su círculo cercano.

Un país que avanza en lo material y espiritual no requiere de una clase política enquistada como parásitos en el sistema social y político del país. Es más, un requerimiento ineludible es reducir el tamaño del parlamento, inaceptable para un país tan pequeño como el nuestro. Y, en lo posible, que tengan cada vez menos poder.

Ver como circulan por las calles y avenidas esta clase política con autos y choferes financiados con el dinero de los contribuyentes, malgastando su tiempo y el dinero de todos, mientras el parlamento no puede sesionar por falta de quórum, es una muestra de su insensatez e idiotez. Lo que es una bendición, porque ellos saben lo que pensamos y lo atentos que estamos a cada uno de sus pasos.

Reducir el tamaño del Estado

Reducir el tamaño del Estado comienza por reducir el tamaño del parlamento y, por cierto, liberar recursos que podrían tener usos alternativos más rentables socialmente.

Por lo tanto, no exijamos una clase política eficiente; exijamos que cada vez sean menos porque no se les necesita. Es decir, un Parlamento Cero: mínimo y limitado.

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