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martes, 31 de diciembre de 2013

Opinión. UNA FÁBULA PARA TERMINAR EL AÑO.

¡Cuidado, amigos liberales...cuidado!
Los ritos humanos están con nosotros porque le dan sentido a nuestras vidas, pequeñas y efímeras. Y el rito de fin de ciclo es uno de los más importantes porque nos permiten refundarnos y dar un nuevo impulso a las vidas para el ciclo que se inicia. Sin embargo, a pesar de todo lo que digan u observen, estos ritos son personales y muy propios, por lo que se debe tener cuidado al momento de asociarlos a ritos sociales o masivos. Porque la masividad asesina los ritos y los degrada a su más baja expresión…El que grita más fuerte es el que lleva el tambor batiente; el que hace más escándalo es el más gracioso; el que más se embriaga es el más divertido…

Y este año, que se viene encima, nos encuentra con un nuevo gobierno de izquierda que trae promesas para todos pero solo nos asegura miseria y pobreza…Por eso, resulta conveniente revisar una fábula, muy conocida, enviada recientemente por un amigo…

LA FÁBULA DE “LO QUE NOS ESPERA CON MICHELLE”

Una pequeña gallina que caminaba por el patio encontró, sorpresivamente, hermosos granos de trigo y corrió donde sus vecinos:

 - Gallina: “Si sembramos este trigo, tendremos pan para comer. ¿Alguien me quiere ayudar a sembrarlo?”

 - Vaca: “¡Yo no…estás loca!...Me dedico a otras cosas más importantes…”.

 - Pato: “¡Ni Yo, tengo tantas cosas que hacer!...Permiso….”.

 - Cerdo: “¡Yo tampoco...No tengo tiempo…debo descansar!”.

 - Cabrito: “¡Mucho menos Yo…soy muy pequeño!”.

 - Gallina: “Entonces, si nadie quiere ayudarme, yo sola los sembraré…”.

Y así lo hizo. El trigo creció y maduró, con unos granos dorados.

 - Gallina: “¿Quién me ayudará a recogerlos…?”.

 - Vaca: “¡No, después de tantos años de servicio!, ¿quieres que siga trabajando?”.

 - Pato: “¡Yo no, ya tengo salario mínimo garantizado!, ¿no estás abusando con nosotros?”.

 - Cerdo: “¡No son parte de mis funciones, solo si me das una muy buena compensación pensaré en ayudar!”.

 - Cabrito: “¡Yo no voy a arriesgarme a perder mis subsidios de desempleo!”.

 - Gallina: “Bueno, bueno…entonces, yo misma los recogeré…”.

Y así fue. Finalmente, llegó la hora de hornear el pan.

 - Gallina: “¿Y, ahora, quién me va a ayudar a hacer el pan?.

 - Vaca: “¿Vas a pagar horas extras?…¡Solo si me pagan horas extras!.

 - Pato: “¡Yo no puedo arriesgar mi licencia laboral…!”.

 - Cerdo: “¡No tengo idea como hornear el pan y no me interesa aprender…prefiero seguir cesante!”.

 - Cabrito: “¿Por qué nos molestas solo a nosotros?….¡Anda a molestar a otros…!.

La pequeña gallina ya estaba molesta.

 - Gallina: “¡Entonces, yo misma lo haré…no espero nada de ustedes!”

Así, con mucho cuidado cocinó cinco panes y los puso en una cesta para que los vecinos lo vieran. De repente, la vaca, el cerdo, el pato y el cabrito se acercaron a mirar el pan y pedir una porción. Pero, la pequeña gallina simplemente les dijo:

 - Gallina: “¡No!,  son solo para mí, yo misma los sembré, los recogí y los horneé…Ustedes no quisieron ayudarme y voy a comérmelos yo sola”.

 - Vaca: “¡Gallina usurera!” - gritó la vaca.

 - Pato: “¡Gallina capitalista y amante del lucro!”.

 - Cerdo: “¡La Paz, la Educación y el Pan, deben ser gratuitos y para todos…Nosotros tenemos derechos…”.

 - Cabrito: “¡Pido y exijo igualdad de derechos…tengo derecho a pan!”.

Así, pintaron carteles y pancartas y comenzaron a marchar mientras gritaban: “El Pan es de Todos”, “No al Lucro por el Pan”, “Injusticia”, “Fascista”, “Quiero mis derechos” o “Robando el Pan al pueblo” y marcharon, protestando contra la gallina, gritando obscenidades, y toda clase de improperios.

Y esta marcha llamó la atención al Ministro de Alimentos que citó a la pequeña gallina y le dijo:

 - Ministro de Alimentos: “Usted, pequeña gallina, no puede ser tan egoísta...Usted tiene demasiado pan para sí misma, tiene que compartirlo y pagar impuestos…”.

 - Gallina: “Pero, esto es injusto, puesto que yo gané ese pan con mi propio trabajo y sudor…¡Los otros no quisieron trabajar!.

 - Ministro de Alimentos: “¡Exactamente!...Esa es la ventaja de la libre iniciativa y el emprendimiento…Cualquier persona en una empresa, puede ganar lo que quiera, puede trabajar o no trabajar, pero, de acuerdo con nuestra moderna legislación, la más moderna y adelantada del mundo, los trabajadores más productivos tienen que dividir el producto de su trabajo con los que no hacen nada…Para eso existen el IVA, los impuestos al lujo, los impuestos a la renta, las contribuciones, los aranceles, las expropiaciones…Y por eso tenemos los mejores funcionarios en el Servicio de Impuestos Internos, Tesorería, Contraloría, Carabineros, PDI…¡Y todas estas medidas revolucionarias son las mejores del mundo!...Por lo tanto, señora gallina, usted tiene derecho a un solo pan, y los otros cuatro panes serán entregados a Vaca, Cerdo, Pato y Cabrito…¡He dicho!

Y así, Vaca, Cerdo, Pato y Cabrito sonrieron y dijeron al mismo tiempo:

 - Vaca, Cerdo, Pato, Cabrito: “¡Es lo más justo…!”

Y se fueron felices a sus casas, cada uno con su pan.

Y para sorpresa de todos, la pequeña gallina se mostraba muy sonriente y cacareando le dijo al Ministro de Alimentos:

 - Gallina: “¡Estoy contenta…Estoy complacida…!...Nunca se termina de aprender…”.

Pasó el tiempo, y los vecinos Vaca, Cerdo, Pato y Cabrito miraban extrañados a la pequeña gallina y se preguntaban:

 - ¿Por qué será que la pequeña gallina nunca más volvió a hacer un pan?, ¿tendremos que avisarle al Ministro de Alimentos para que vuelva a fiscalizarla?...

Esta fábula debiera ser estudiada en todas las universidades, colegios  y escuelas para que no sigan proliferando estudiantes de mentalidad socialista. Tal vez, de esa manera, cuando transcurran una o dos generaciones, el mensaje central de la fábula sea internalizado por una masa crítica que comience a despreciar esa populista y oportunista seudo-igualdad que deprime a los países y los condenan a una miseria mental y material.

PANORAMA Liberal desea saludar a los liberales por el nuevo año que se nos abalanza lleno de desafíos. Tendremos un gobierno socialista que no augura mejores tiempos, por lo que, celebren con un buen espumante y esperemos estar equivocados. Nosotros continuaremos en la brecha con nuevos desafíos y espero nos sigan acompañando…

¡FELIZ AÑO 2014…!

PANORAMA Liberal

Martes 31 Diciembre 2013

lunes, 30 de diciembre de 2013

Política. DEL TRIUNFO DE LA IZQUIERDA AL FRACASO DE LA DERECHA.

Mientras la derecha permanece sentada en el baño, mascando su aplastante derrota, la izquierda ya está pensando en sus absurdas legislaciones que impedirán que los hombres orinen parados...Es el sino izquierdista, ¿podría ser de otra manera?
Después del triunfo en segunda ronda, la izquierda vibraba de felicidad al volver al poder después de largos cuatro años. Cuatro años sin tener acceso a la riqueza fiscal era demasiado tiempo para la jauría socialista que no tiene otras opciones para mejorar su bienestar que vivir del dinero de los contribuyentes. Cuatro años sin disfrutar de la teta fiscal es demasiado tiempo, demasiado….y por eso celebraron con tanto entusiasmo…

Y olvidaron como esta izquierdista los dejó solos luego de la derrota en el 2009 del candidato Frei. ¡Si…los dejó solos para que se destruyeran entre sí mostrándose los resentimientos que tenían escondidos! (¡igual como la derecha hoy!) mientras la “gran líder” se ocultaba en un delicioso puesto burocrático en la ONU, institución repleta de izquierdistas y socialdemócratas que la recibieron con los brazos abiertos, para que no hiciera nada…¡para que no hiciera nada!...¿Se puede saber cuál fue el logro de la señora Bachelet luego de tres años en la ONU?, ¿en que nos cambió la vida, a nivel mundial, luego de esos tres años?. La respuesta es clara: ¡en nada!....Porque un izquierdista no genera riqueza de ningún tipo; un izquierdista solo gasta riqueza, y por eso vemos a la señora electa mucho más rolliza (¡caramba…como se come bien en la ONU!), con ropa más ancha…Así volvió para cautivar, con su poderoso y fiel electorado, a la jauría socialista empobrecida por cuatro fuera del alcance del botín fiscal…

¿Podrá alguna vez la izquierda chilena agradecer la magia de esta Hada Madrina Bachelet que los trajo de vuelta al poder pese a la pobreza de la coalición, su discurso y su ideario?. Y pensar que, no ha mucho tiempo, la élite izquierdista la miraba con desdén, sorna y desprecio, tratándola como la “la señora ésta” que venía a arrebatarles su legítimo derecho de continuar a la cabeza de un proyecto llamado Chile…El tiempo ha pasado y ahora todo ha cambiado: es la líder natural de una izquierda que hay que tomar en serio…¿en serio?.

Debemos ser claros: el triunfo de la izquierda en la presidencial 2013 no fue el triunfo de unas ideas por sobre otras ideas; fue el triunfo de la popularidad de una señora a la que alguna gente le tiene más fe que la que se tienen a sí mismos. Aunque, claro está, la mismísima Bachelet se está creyendo el cuento de que su futuro gobierno nos llenará de cambios que hará mejor nuestra precaria vida, ¿pueden creerlo?, ¡quiere cambiar nuestra vida!...¿Cómo así?. Por supuesto, esta izquierda tiene las mismas pobres ideas de siempre y, aún así, quiere llenar de cambios nuestra precaria vida…¿Qué cambios?. Los mismos de siempre: aumentar el tamaño del Estado y reducir la libertad individual por medio de más impuestos y más regulaciones restrictivas, que permitan imponer un ideario nefasto para mejorar el bienestar…

BREVES COMENTARIOS DEL DISCURSO DE LA IZQUIERDISTA BACHELET.

Por eso, en su mensaje, ya electa, nos llenaron los oídos con frases rimbombantes tipo…

“…¡Ustedes me han ayudado a llegar con nuestra propuesta a todos los hogares del país!...”

¿Quiénes la habrán ayudado…los mismos de siempre?, ¿A qué propuesta se refiere si la gente que votó por ella lo hizo ciegamente, sin propuesta de por medio?, ¿o cree que la gente leyó las leseras de su programa?...Por ejemplo, ya hemos hablado que mucha de la gente que vota es analfabeta, políticamente hablando, por lo tanto, votan en base a percepciones y dogmas ya aprendidos…

“…Gracias a los partidos de la Nueva Mayoría, a los parlamentarios en ejercicio y a los electos que nos ayudaron en estos meses. ¡Pudimos difundir nuestro programa, de cara a la ciudadanía, con convicción, con unidad, sin descalificaciones, sabiendo que nuestra amplitud es también nuestra fuerza!...”

¿”Gracias a los partidos” o “Pese a los partidos” pudo ser electa?. La Concertación izquierdista pertenece a la clase política, institución muy desprestigiada en Chile…¿y a ellos les agradece?

“…Y sobre todo: ¡gracias a las millones de personas que hoy han demostrado con su voto y con su compromiso que creen en mí tanto como yo creo en ustedes! ¡Gracias, porque ustedes son el rostro y el motor de todo este esfuerzo que hemos compartido!...!

Ya dijimos que el electorado chileno es analfabeto político y votan en forma ciega…Nada hay para agradecerle. Es más.

Si se supone que hay 13.500.000 de electores habilitados para sufragar, en la presidencial solo votó el 40.7% (5.579.695 electores), de los cuáles el 62.26% (3.468.389 electores) votó por la izquierda y el 37.84% (2.111.306) votó por la derecha. Por lo tanto, del total de electores habilitados para sufragar el 25.3% votó por la izquierda; el restante 74.7% votó por la derecha (15.4%) o se abstuvo (59.3%).

¿De qué mayoría habla la izquierda si solo el 25% votó por la mejor candidata de su historia?

“…¡Gracias por hacer de Chile un país tan grande, tan democrático, tan hermoso para vivir!...Porque hoy Chile honra su historia y su vocación de pluralismo. Honra a quienes lucharon por recuperar nuestra democracia, a quienes dieron su vida por ello, a quienes han apostado por la libertad y por el derecho de un pueblo a darse el gobierno y el destino que soberanamente decida…”

¡Señora Bachelet una nueva minoría votó por usted!, ¿de qué honor habla si más de un 70% les dio la espalda a usted y todo el sistema político?...

“…Con una economía sana, con una democracia estable, con una ciudadanía empoderada y consciente de sus derechos. Y porque hemos construido todo esto, hoy debemos ponernos un desafío muchísimo más alto. Debemos marcarnos un nuevo destino…Yo estoy al servicio de ese destino. Estoy al servicio de ustedes, compatriotas y mandantes…”

¿Cómo decirle a esta señora que la mayoría ciudadana votó “abstención" para decirle que la solución de sus problemas no la tiene la clase política?, ¿Cómo decirle a esta señora que la ciudadanía empoderada le ha dado la espalda a ella y sus secuaces?, ¿Cómo decirle a esta señora que el destino de los ciudadanos no puede estar en las manos de esta clase incompetente?...

“…Y ha decidido que es momento de iniciar transformaciones de fondo. Con responsabilidad y con energía. Con amplitud y voluntad de diálogo. Con unidad y con determinación…”

¿Cómo va a iniciar transformaciones de fondo si solo un 25% de electorado votó por ella?, ¿quiere imponer por la fuerza sus supuestas  “transformaciones” que nos cambiarán al 75% restante que no votó por ella?

“…La victoria de esta jornada no es personal: es un sueño colectivo el que triunfa. Es la voz de ustedes, que escuchamos a lo largo de todo Chile en estos meses, la que triunfa. Es la voz de los ciudadanos que en estos años han marchado en las calles, expresando con valentía sus demandas y han fijado un horizonte y una ruta para nuestro país. Gracias a ustedes, especialmente gracias a los jóvenes, se han manifestado con fuerza las ansias de construir un sistema educativo público, gratuito y de calidad…”

Esta es la píldora de la señora izquierdista: el colectivo es el que triunfa, ¿qué querrá decir con ello?, ¿qué habrá ganado un chileno medio después que terminen los cuatro años del segundo gobierno izquierdista de la señora?...Se los diré: lo más probable es que estemos peor que antes o, en el mejor de los casos, sigamos igual que antes…Entonces, ¿por qué un 25% votó por ella si esa es la percepción?....Primero, porque todos los políticos son más de lo mismo, y segundo, los pocos analfabetos políticos que votaron, la prefieren a ella…

¿Qué quiere decir con la “voz de los ciudadanos”?, ¿a quién pertenece esa voz?, ¿Por qué escuchar esa voz y no otras?...En realidad, esta señora izquierdista solo escucha las voces que vienen de la bolsa de gatos que deberá mantener muy bien atada para que los gatos de dientes largos no se rompan entre sí…

¿QUÉ ESPERAR DEL TRIUNFO IZQUIERDISTA y EL FRACASO DERECHISTA?

Y podríamos continuar ad aeternum, pero esa no es la idea para no aburrir a nuestros lectores. Digámoslo claramente: este es un gobierno de minoría que pretende convencernos que “hoy, en Chile, los que queremos estos cambios, somos una amplia mayoría…”…¿pueden creerlo?.

Ojalá nos equivoquemos pero la izquierda y su discurso nefasto llevará a Chile al despeñadero, paso a paso…Piñera puso varias primeras piedras en la ruta infernal hacia el sótano mundial, y esta señora electa lleva la antorcha ahora mientras nos grita con sonrisas que “llevaremos adelante las profundas transformaciones que Chile requiere. Y lo haremos con sentido de largo plazo, con unidad, con responsabilidad. Lo haremos con perfecta conciencia de que esta es una tarea que excede a un período presidencial. De que no hay recetas mágicas y que no estamos eligiendo el camino fácil…”

La única gran transformación que necesitamos los ciudadanos de Chile es más libertad en todos los frentes; no queremos tutelajes ni sabios ni hombres buenos ni regalos ni prebendas. Los ciudadanos queremos una sociedad de oportunidades en donde los más capaces puedan progresar más rápidamente que los menos capaces para mejorar el bienestar de todos. Los ciudadanos queremos una sociedad que valore el esfuerzo y el trabajo bien hecho, y que retribuya con justicia. Los ciudadanos queremos que nos den las responsabilidades para avanzar por nuestros propios medios, no deseamos asistencialismo paternalista que solo pretende votos para perpetuarse en el poder. Los ciudadanos queremos ser libres y no queremos escuchar discursos pretenciosos y mesiánicos que tienen más de burla cruel que de lógico merecimiento…

La farsa del paraíso izquierdista ha sido demostrada en forma reiterada por la historia, pero aquí siguen confiando en ellos y su discurso; resulta inconcebible que las ideas de izquierda hayan construido enormes disparates sociales (¿recuerdan el Transantiago?) que solo sirvieron para probar hasta dónde puede llegar la estupidez humana cuando la ficción se apodera de las mentes de personas que siguen burdas creencias maquilladas de ciencia y adornadas con una dulzona palabrería ética.

Sin embargo, lo más grave es que la izquierda parece estar sola en el escenario. La derecha sigue fracasando en señalar la inmoralidad de la izquierda, generadora de miseria, degradación y muertes por millones y que somete la mente de los más jóvenes con la ilusión de que el mundo se puede transformar por medio de un arma y una ideología que todo lo justifique. La derecha ha fracasado al no defender éticamente el único sistema económico que genera riqueza en medio de la libertad. La derecha ha fracasado públicamente al no enfrentarse a la presunta "solución" totalitarista y socialista que genera violencia y creciente ausencia de libertades que conducen directamente a la miseria generalizada.

Y, en medio del desorden de la derecha actual, algún derechista lúcido debiera hacerse las siguientes preguntas: ¿por qué seguimos permitiendo que la izquierda siga sosteniendo la bandera de la ética social?, ¿por qué seguimos permitiendo que la izquierda siga con la pretensión de darnos lecciones de economía y desarrollo?, ¿por qué seguimos permitiendo que la izquierda siga engatusando a los jóvenes en colegios y universidades sin hacer mayores esfuerzos por desenmascarar sus falsos valores?...

El triunfo de la izquierda ha sido una cruel derrota para la estúpida derecha, no solo por haber perdido el poder, sino por haber perdido la batalla ideológica del futuro sin haberla librado. Y eso debe cambiar.

PANORAMA Liberal

Lunes 30 Diciembre 2013

domingo, 29 de diciembre de 2013

Documentos. SEIS MITOS SOBRE EL LIBERALISMO por Murray Rothbard


Murray Rothbard presenta mitos sobre los liberales que
deben ser aclarados...
El liberalismo es la corriente política de más auge hoy en América. Antes de juzgarla y evaluarla, es de vital importancia dilucidar precisamente en qué consiste la doctrina y, más en concreto, en qué no consiste. Es especialmente relevante aclarar unos cuantos malentendidos que la mayoría de gente tiene acerca del liberalismo, en particular los conservadores.

En este ensayo enumeraré y analizaré críticamente los mitos más comunes en relación con el liberalismo. Cuando nos hayamos deshecho de éstos, entonces la gente será capaz de discutir sobre el liberalismo sin fábulas, mitos y malentendidos, y tratar con éste tal y como corresponde: de acuerdo con sus verdaderos méritos y deméritos.

MITO #1 LOS LIBERALES CREEN QUE CADA INDIVIDUO ES UN ÁTOMO AISLADO, HERMÉTICAMENTE SELLADO, ACTUANDO EN UN VACÍO SIN INFLUENCIARSE CON LOS DEMÁS.

Ésta es una acusación habitual, pero harto curiosa. En toda una vida de lector de literatura liberal no me he topado con un solo teórico o autor que sostuviera algo parecido a esta posición. La única posible excepción es el fanático Max Stirner, un alemán individualista de mediados del siglo XIX quien, sin embargo, tuvo una repercusión mínima en el liberalismo de su tiempo y posterior. Además, la explícita filosofía “la fuerza hace el derecho” de Stirner y su rechazo de todo principio moral incluyendo los derechos individuales, tenidos por “fantasmas mentales”, dudosamente le acreditan como liberal en cualquier sentido. Aparte de Stirner no hay nadie con una opinión siquiera remotamente similar a la que sugiere esta acusación.

Los liberales son metodológica y políticamente individualistas, desde luego. Ellos creen que sólo los individuos piensan, valoran y eligen. Creen que cada individuo tiene derecho a la propiedad sobre su cuerpo, libre de interferencias coercitivas. Pero ningún individualista niega que la gente se influencia mutuamente de forma constante en sus objetivos, en sus valores, en sus iniciativas y en sus ocupaciones.

Como F.A. Hayek mencionó en su notable artículo “The Non-Sequitur of the’”Dependence Effect’”, el asalto de John Kenneth Galbraith a la economía de libre mercado en su best-seller “The Affluent Society“ se cimentaba en esta premisa: la economía asume que cada individuo llega a su escala de valores de un modo totalmente independiente, sin estar sujeto a la influencia de nadie más. Por el contrario, como responde Hayek, todos saben que la mayoría de gente no produce sus propios valores, sino que es instigada a adoptarlos de otras personas.[1] Ningún individualista o liberal niega que la gente se influencie mutuamente todo el tiempo, y por supuesto no hay nada de nocivo en este ineludible proceso. A lo que los liberales se oponen no es a la persuasión voluntaria, sino a la imposición coercitiva de valores mediante el uso de la fuerza y el poder policial. Los liberales no están en modo alguno en contra de la cooperación voluntaria y la colaboración entre individuos; sólo en contra de la obligatoria pseudo-cooperación impuesta por el Estado.

MITO #2: LOS LIBERALES SON LIBERTINOS: SON HEDONISTAS QUE ANHELAN ESTILOS DE VIDA ALTERNATIVOS.

Este mito ha sido planteado recientemente por Irving Kristol, quien identifica la ética libertaria con el hedonismo y asevera que los liberales “veneran el catálogo de Sears Roebuck y todos los estilos de vida alternativa que la afluencia capitalista permite elegir al individuo”.[2] El hecho es que el liberalismo no es ni pretende ser una completa guía moral o ascética, sino sólo una teoría política, esto es, el significado subconjunto de la teoría moral que versa sobre el uso legítimo de la violencia en la vida social. La teoría política se refiere a aquello que debe acometer o no un gobierno, y el gobierno es distinguido de cualquier otro grupo social y caracterizado como la institución de la violencia organizada. El liberalismo sostiene que el único papel legítimo de la violencia es la defensa de la persona y su propiedad contra la agresión, que cualquier uso de la violencia que vaya más allá de esta legítima defensa resulta agresiva en sí misma, injusta y criminal. El liberalismo, por tanto, es una teoría que afirma que cada individuo debe estar libre invasiones violentas, debe tener derecho para hacer lo que quiera excepto agredir a otra persona o la propiedad ajena. Lo que haga una persona con su vida es esencial y de suma importancia, pero es simplemente irrelevante para el liberalismo.

Luego no debe sorprender que haya liberales que sean de hecho hedonistas y devotos de estilos de vida alternativos, y que haya también liberales que sean firmes adherentes de la moralidad burguesa convencional o religiosa. Hay liberales libertinos y hay liberales vinculados firmemente a la disciplina de la ley natural o religiosa. Hay otros liberales que no tienen ninguna teoría moral en absoluto aparte del imperativo de la no-violación de derechos. Esto es así porque el liberalismo per se no pregona ninguna teoría moral general o personal. El liberalismo no ofrece un estilo de vida; ofrece libertad, para que cada persona sea libre de adoptar y actuar de acuerdo con sus propios valores y principios morales. Los liberales convienen con Lord Acton en que “la libertad es fin político más alto”, pero no necesariamente el fin más alto en la escala de valores de cada uno.

No hay ninguna duda acerca del hecho, sin embargo, de que el subgrupo de liberales que son economistas pro-mercado tienden a mostrarse complacidos cuando el libre mercado dispensa más posibilidades de elección a los consumidores, elevando así su nivel de vida. Incuestionablemente, la idea de que la prosperidad es mejor que la miseria absoluta es una proposición moral, y nos conduce al ámbito de la teoría moral general, pero no es una proposición por la que crea que deba disculparme.

MITO #3: LOS LIBERALES NO CREEN EN LOS PRINCIPIOS MORALES; SE LIMITAN AL ANÁLISIS DE COSTES-BENEFICIOS ASUMIENDO QUE EL HOMBRE ES SIEMPRE RACIONAL.

Este mito está desde luego relacionado con la precedente acusación de hedonismo, y en parte puede responderse en la misma línea. Hay liberales, particularmente los economistas de la escuela de Chicago, que rechazan la libertad y los derechos individuales como principios morales, y en su lugar intentan llegar a conclusiones de política pública sopesando presuntos costes y beneficios sociales.

En primer lugar, la mayoría de liberales son “subjetivistas” en economía, esto es, creen que las utilidades y los costes de los distintos individuos no pueden ser sumados o mesurados. Por tanto, el concepto mismo de costes y beneficios sociales es ilegítimo. Pero, más importante, la mayoría de liberales fundamentan su postura en principios morales, en la convicción en los derechos naturales de cada individuo sobre su persona o propiedad. Ellos creen entonces en la absoluta inmoralidad de la violencia agresiva, de la invasión de los derechos sobre la propia persona y propiedad, independientemente de qué individuo o grupo ejerce dicha violencia.

Lejos de ser inmorales, los liberales simplemente aplican una ética humana universal al gobierno del mismo modo que cualquier otro aplicaría esta ética a cada persona o institución social. En concreto, como he apuntado antes, el liberalismo en tanto que filosofía política que versa sobre el uso legítimo de la violencia, toma la ética universal a la que la mayoría de nosotros nos acogemos y la aplica llanamente al gobierno. Los liberales no hacen ninguna excepción a la regla de oro y no dejan ninguna laguna moral, no aplican ninguna vara de medir distinta al gobierno. Es decir, los liberales creen que un asesinato es un asesinato y que no deviene santificado por razones de estado si es perpetrado por el gobierno. Nosotros creemos que el robo es un robo y que no queda legitimado porque una organización de ladrones decida llamarlo “tributos”. Nosotros creemos que la esclavitud es esclavitud incluso si la institución que la ejerce la denomina “servicio militar”. En síntesis, la clave en la teoría liberal es que no concede excepción alguna al gobierno en su ética universal.

Por tanto, lejos de ser indiferentes u hostiles a los principios morales, los liberales los consuman siendo el único colectivo dispuesto a extender estos principios por todo el espectro hasta al gobierno mismo.[3]

Es cierto que los liberales permitirían a cada individuo elegir sus valores y actuar acorde con ellos, y reconocerían en suma a cada individuo el derecho a ser moral o inmoral según su juicio particular. El liberalismo se opone firmemente a la imposición de todo credo moral a cualquier persona o grupo mediante el uso de la violencia – excepto, por supuesto, la prohibición moral de la violencia agresiva en sí misma. Pero debemos percatarnos de que ninguna acción puede considerarse virtuosa a menos que sea emprendida en libertad, habiendo consentido voluntariamente la persona. Como dijera Frank Meyer:

“No puede forzarse a los hombres a ser libres, ni puede forzárseles a ser virtuosos. Hasta cierto punto, es verdad, pueden ser obligados a actuar como si fueran virtuosos. Pero la virtud es el fruto de la libertad bien empleada. Y ningún acto, en la medida en que sea coaccionado, puede implicar virtud – o vicio”[4].

Si una persona es obligada por la fuerza o la amenaza de la misma a llevar a cabo una determinada acción, entonces ésta ya no supone una elección moral por su parte. La moralidad de una acción sólo puede ser el resultado de una decisión libremente adoptada; una acción difícilmente puede tildarse de moral si uno la acomete a punta de pistola. Imponer las acciones morales o prohibir la acciones inmorales, por tanto, no fomenta la moral o la virtud. Por el contrario, la coerción atrofia la moralidad porque priva al individuo de la libertad para ser moral o inmoral, y entonces necesariamente despoja a la gente de la posibilidad de ser virtuosa. Paradójicamente, pues, la moral obligatoria nos sustrae la oportunidad misma de actuar moralmente.

Es además especialmente grotesco dejar la salvaguarda de la moralidad en manos del aparato estatal, es decir, ni más ni menos que la organización de policías, gendarmes y soldados. Poner al Estado a cargo de los principios morales equivale a poner al zorro al cuidado del gallinero. Prescindiendo de otras consideraciones, los responsables de la violencia organizada en la sociedad jamás se han distinguido por su superior estatura moral o por la rectitud con la que sostienen los principios morales.

MITO #4: EL LIBERALISMO ES ATEÍSTA Y MATERIALISTA, Y DESDEÑA LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL DE LA VIDA.

No hay ninguna conexión necesaria entre las adscripción al liberalismo y la posición religiosa de cada uno. Es verdad que muchos si no la mayoría de los liberales en la actualidad son ateos, pero esto tiene que ver con el hecho de que la mayoría de los intelectuales, de la mayoría de credos políticos, son ateos también. Hay muchos liberales que son ateos, judíos o cristianos. Entre los liberales clásicos precursores del liberalismo moderno en una época más religiosa que ésta encontramos una miríada de cristianos: desde John Lilburne, Roger Williams, Anne Hutchinson y John Locke en el siglo XVII hasta Cobden y Bright, Frederic Bastiat y los liberales franceses del laissez-faire y el gran Lord Acton.

Los liberales creen que la libertad es un derecho inserto en una ley natural sobre lo que es adecuado para la humanidad, en conformidad con la naturaleza del hombre. De dónde emanan este conjunto de leyes naturales, si son puramente naturales o fueron prescritas por un creador, es una cuestión ontológica importante pero irrelevante desde el punto de vista de la filosofía política o social. Como el padre Thomas Davitt señaló: “Si la palabra ‘natural’ significa algo en absoluto se refiere a la naturaleza del hombre, y en conjunción con la palabra ‘ley’, ‘natural’ remite al orden que es manifestado por las inclinaciones de la naturaleza humana y nada más. Por tanto, tomada en sí misma, no hay nada de religioso o teológico en la ‘Ley Natural’ de Aquinas”[5]. O, como d’Entrèves escribió en el siglo XVII aludiendo al jurista protestante holandés Hugo Grotius: “La definición de ley natural [de Grotius] no tiene nada de revolucionaria. Cuando mantiene que la ley natural es el cuerpo de normas que el hombre es capaz de descubrir mediante el uso de su razón, no hace otra cosa que reafirmar la noción escolástica de una fundamentación racional de la ética. De hecho, su intención es más bien la de restaurar esta noción debilitada por el augustianismo radical de ciertas corrientes protestantes de pensamiento. Cuando asevera que estas normas son válidas en sí mismas, independientemente de que Dios las dispusiera, repite el aserto que ya fue proclamado por algunos de los escolásticos...”[6]

El liberalismo ha sido acusado de ignorar la naturaleza espiritual del hombre. Pero uno fácilmente puede llegar al liberalismo desde posiciones religiosas o cristianas: enfatizando la importancia del individuo, de su libre voluntad, de sus derechos naturales y de su propiedad privada. Uno puede igualmente llegar al liberalismo mediante una aproximación secular a los derechos naturales, con la convicción de que el hombre puede alcanzar la comprensión racional de la ley natural.

Atendiendo a la historia, además, no está claro en absoluto que la religión sea un fundamento más sólido del liberalismo que la ley natural secular. Como Karl Wittfogel nos recuerda en su Oriental Despotism, la unión del trono y el altar ha sido una constante durante décadas que ha facilitado el imperio del despotismo en la sociedad[7]. Históricamente, la unión de la Iglesia y el Estado ha sido en muchos casos una coalición mutuamente alentadora de la tiranía. El Estado se servía de la Iglesia para santificar sus actos y llamar a la obediencia de su mando, presuntamente sancionado por Dios, y la Iglesia se servía del Estado para obtener ingresos y privilegios. Los Anabaptistas colectivizaron y tiranizaron Münster en nombre de la religión cristiana[8]. Y, más cerca de nuestro siglo, el socialismo cristiano y el evangelio social jugaron un importante papel en la marcha hacia el estatismo, y el proceder condescendiente de la Iglesia Ortodoxa en la Rusia soviética habla por sí mismo. Algunos obispos católicos en Latinoamérica han proclamado que la única vía hacía el reino de los cielos pasa por el marxismo, y si quisiera ser grosero diría que el reverendo Jim Jones, además de considerarse un leninista, se presentó a sí mismo como la reencarnación de Jesús.

Por otra parte, ahora que el socialismo ha fracasado de un modo manifiesto, política y económicamente, sus valedores han recurrido a la “moral” y a la “espiritualidad” como último argumento en pro de su causa. El socialista Robert Heilbroner, arguyendo que el socialismo debe ser coactivo y tiene que imponer una “moral colectiva” a la sociedad, opina que: “La cultura burguesa está centrada en los logros materiales del individuo. La cultura socialista debe centrarse en sus logros morales o espirituales”. Lo curioso es que esta tesis de Heilbroner fue elogiada por el escritor conservador y religioso de National Review Dale Vree, que dijo:

“Heilbroner está... diciendo lo que muchos colaboradores del NR han dicho en el último cuarto de siglo: no puedes tener libertad y virtud al mismo tiempo. Tomad nota, tradicionalistas. A pesar de su terminología disonante, Heilbroner está interesado en lo mismo que vosotros: la virtud[9].

Vree también está fascinado con la visión de Heilbroner de que una cultura socialista “promueva la primacía de la colectividad” antes que la “primacía del individuo”. Cita a Heilbroner con relación a los logros “morales y espirituales” bajo socialismo en oposición a los burgueses logros “materiales”, y añade acertadamente: “contiene un timbre tradicionalista esta afirmación”. Vree prosigue aplaudiendo el ataque de Heilbroner al capitalismo por no tener “ningún sentido de ‘lo correcto’” y permitir a los “adultos que consienten” hacer aquello que les plazca. En contraste con este retrato de la libertad y la diversidad tolerada, Vree escribe: “Heilbroner dice seductoramente que debido a que la sociedad socialista debe tener un sentido de ‘lo correcto’, no todo estará permitido”. Para Vree, es imposible “tener colectivismo económico junto con individualismo cultural”, y por tanto él está inclinado hacia un nueva fusión socialista-tradicionalista – hacia un colectivismo omnicompresivo.

Cabe apuntar aquí que el socialismo deviene especialmente despótico cuando reemplaza los incentivos “económicos” o “materiales” por los incentivos pretendidamente “morales” o “espirituales”, cuando aparenta promover una indefinible “calidad de vida” antes que la prosperidad económica. Si las remuneraciones son ajustadas a la productividad hay considerablemente más libertad así como estándares de vida más altos. Pero si se fundamentan en la devoción altruista a la madre patria socialista, la devoción tiene que ser regularmente reforzada a golpe de látigo. Un creciente énfasis en los incentivos materiales del individuo suponen ineluctablemente un mayor acento en la propiedad privada y en la preservación de lo que uno gana, y trae consigo una libertad personal superior, como atestigua Yugoslavia en las últimas décadas en contraste con la Rusia soviética. El despotismo más horrible en la faz de la Tierra en los años recientes ha sido sin duda el de Pol Pot en Camboya, donde el “materialismo” fue hasta tal punto desterrado que el dinero fue abolido por el régimen. Habiendo suprimido el dinero y la propiedad privada, cada individuo era totalmente dependiente de las cartillas de racionamiento de subsistencia del Estado y la vida no era sino un completo infierno. Debemos ser prudentes, pues, antes de despreciar los objetivos o incentivos “meramente materiales”.

El cargo de “materialismo” dirigido contra el libre mercado ignora el hecho de que cada acción envuelve la transformación de objetos materiales mediante el uso de la energía humana conforme a ideas y propósitos sostenidos por los actores. Es inaceptable separar lo “mental” o lo “espiritual” de lo “material”. En todas las grandes obras de arte, extraordinarias emanaciones del espíritu humano, se han empleado objetos materiales: ya fueran lienzos, pinceles y pintura, papel e instrumentos musicales, o la construcción de bloques y materia primas para las iglesias. No hay ninguna escisión real entre lo “espiritual” y lo “material” y por tanto cualquier despotismo sobre aquello material sojuzgará también aquello espiritual.

MITO #5: LOS LIBERALES SON UTÓPICOS QUE CREEN QUE TODA LA GENTE ES BUENA POR NATURALEZA Y QUE POR TANTO EL CONTROL DEL ESTADO ES INNECESARIO.

Los conservadores tienden a añadir que, puesto que el hombre es vil por naturaleza parcial o totalmente, se hace precisa una severa regulación estatal de la sociedad.

Esta es una opinión muy común acerca de los liberales, si bien es difícil identificar la fuente de semejante malentendido. Rosseau, el locus classicus de la idea de que el hombre es bueno pero es corrompido por sus instituciones no era precisamente liberal. Aparte de algunos escritos románticos de unos pocos anarco-comunistas, que en ningún caso consideraría liberales, no conozco a un solo autor liberal que haya defendido esta postura. Por el contrario, la mayoría de escritores liberales sostienen que el hombre es una mezcla de bondad y maldad y que lo importante para las instituciones sociales es fomentar lo primero y mitigar lo segundo. El Estado es la única institución social capaz de extraer sus ingresos y su riqueza mediante coerción; todos los demás deben obtener sus rentas o bien vendiendo un producto o servicio a sus clientes o bien recibiendo una donación voluntaria. Y el Estado es la única institución social que puede emplear sus ingresos provinentes del robo organizado para intentar controlar y regular la vida y la propiedad de la gente. Por tanto, la institución del Estado establece un canal socialmente legitimado y santificado para que las personas malvadas cometan sus fechorías, emprendan el robo organizado y manejen poderes dictatoriales. El estatismo, así pues, alienta la maldad, o como mínimo los aspectos criminales de la naturaleza humana. Como Frank H. Knight mordazmente resalta: “La probabilidad de que los titulares del poder sean individuos que detestan su posesión y su ejercicio es análoga a la probabilidad de que una persona de corazón extremadamente benévolo devenga el patrono de una plantación de esclavos”[10]. Una sociedad libre, por el hecho de no instituir una canal legitimado para el robo y la tiranía, desalienta las tendencias criminales de la naturaleza humana y aviva aquéllas que son pacíficas y voluntarias. La libertad y el libre mercado desincentivan la agresión y la compulsión y fomentan la armonía y el beneficio mutuo del intercambio voluntario, en la esfera económica, social y cultural.

Puesto que un sistema de libertad promovería la voluntariedad y desalentaría la criminalidad, además de deponer el único canal legitimado de crimen y agresión, cabe esperar que una sociedad libre padeciera de hecho menos violencia criminal y agresiones de las que padecemos actualmente, aunque no hay razón alguna para asumir que desaparecerían por completo. Esto no es utópico, sino una implicación de sentido común del cambio de lo que socialmente se tiene por legítimo y del cambio de la estructura de premio y castigo en la sociedad.

Podemos aproximarnos a nuestra tesis desde otro ángulo. Si todos los hombres fueran buenos y ninguna tuviera tendencias criminales, entonces no habría ninguna necesidad de un Estado, tal y como conceden los conservadores. Pero si por otro lado todos los hombres son malvados, entonces el caso a favor del Estado es igualmente débil, pues ¿por qué tiene uno que asumir que aquellos hombres que componen el gobierno y retienen todas las armas y el poder para coaccionar a los demás están mágicamente exentos de la maldad que afecta a todas las otras personas que se hallan fuera del gobierno? Tom Paine, un liberal clásico a menudo considerado ingenuamente optimista acerca de la naturaleza humana, rebate el argumento conservador de la maldad humana en pro del Estado fuerte como sigue: “si toda la naturaleza humana fuera corrupta, estaría infundado fortalecer la corrupción instituyendo una sucesión de reyes, a quienes debiera rendirse obediencia aun cuando fueran siempre tan viles...” Paine añadió que “ningún hombre desde el principio de los tiempos ha merecido que se le confiase el poder sobre todos los demás”[11]. Y  como el liberal F.A. Harper escribió una vez:

“De acuerdo con el principio de que la autoridad política debe imponerse en proporción a la maldad del hombre, tendremos entonces una sociedad en la cual se demandará una autoridad política completa sobre todos los asuntos humanos... Un hombre gobernará a todos. ¿Pero quién ejercerá de dictador? Quienquiera que sea el elegido para el trono con seguridad será una persona enteramente malvada, puesto que todos los hombres lo son. Y esta sociedad será entonces regida por un dictador absolutamente malvado en posesión de todo el poder político. ¿Y cómo, en nombre de la lógica, puede emanar de ahí algo que no sea pura maldad? ¿Cómo puede ser esto mejor que el que no haya autoridad política alguna en la sociedad?”[12]

Por último, como hemos visto, puesto que los hombres son en realidad una mezcla de virtud y maldad, un régimen de libertad sirve para alentar la virtud y desalentar la maldad, al menos en el sentido de que la voluntariedad y lo mutuamente beneficioso es bueno y lo criminal es malo. En ninguna teoría de la naturaleza humana, por tanto, ya establezca que el hombre es bueno, malo, o una combinación de ambos, se justifica el estatismo. En el curso de negar que es un conservador, el liberal clásico Friedrich Hayek apuntó: “El principal mérito del individualismo [que Adam Smith y sus contemporáneos defendieron] es que es un sistema bajo el cual los hombres malvados pueden hacer menos daño. Es un sistema social que no depende para su funcionamiento de que encontremos hombres buenos que lo dirijan, o de que todos los hombres devengan más buenos de lo que son ahora, sino que toma al hombre en su variedad y complejidad dada...”[13]

Es importante señalar qué es lo que diferencia a los liberales de los utópicos en el sentido peyorativo. El liberalismo no se propone remodelar la naturaleza humana. Uno de los objetivos centrales del socialismo fue crear, lo cual en la práctica supone emplear métodos totalitarios, un Hombre Socialista Nuevo, un individuo cuyo primer fin fuera trabajar diligente y altruistamente por la colectividad. El liberalismo es una filosofía política que dice: dada cualquier naturaleza humana, la libertad es el único sistema político moral y el más efectivo. Obviamente, el liberalismo – como los demás sistemas sociales – funcionará mejor cuanto más pacíficos y menos agresivos sean los individuos y menos criminales haya. Y los liberales, como la mayoría de la otra gente, querrían alcanzar un mundo donde más personas fueran “buenas” y menos criminales hubiera. Pero esta no es la doctrina del liberalismo per se, que dice que cualesquiera sea la composición de la naturaleza humana en un momento dado, la libertad es lo más deseable.

MITO #6: LOS LIBERALES CREEN QUE CADA PERSONA CONOCE MEJOR SUS PROPIOS INTERESES.

Del mismo modo que la acusación precedente sugería que los liberales creen que todos los hombres son perfectamente buenos, este mito les acusa de creer que todos son perfectamente sabios. Pero como esto no es cierto, con respecto a mucha gente, el Estado debe intervenir.

Pero los liberales no asumimos la perfecta sabiduría del hombre más de lo que asumimos su perfecta bondad. Hay algo de sentido común en la afirmación de que la mayoría de los hombres conoce mejor que cualquier otro sus propias necesidades e intereses. Pero no se asume en absoluto que todos siempre conocen mejor sus intereses. El liberalismo propugna que cada uno debe tener el derecho a perseguir sus propios fines como estime oportuno. Lo que se defiende es el derecho a actuar libremente, no la necesaria sensatez de dicha acción.

Es cierto también, no obstante, que el libre mercado – en contraste con el gobierno – ha articulado mecanismos que permiten a las personas acudir a expertos que pueden aconsejar sensatamente acerca de cómo alcanzar los fines propios de la mejor manera posible. Como hemos visto antes, los individuos libres no están separados los unos de los otros. En el libre mercado cualquier individuo, si tiene dudas sobre sus verdaderos intereses, es libre de contratar o consultar a un experto que le ofrezca consejo en base a su conocimiento presumiblemente superior. El individuo puede contratar a este experto y, en el libre mercado, testar continuamente su competencia y su utilidad. Las personas en el mercado, por tanto, pueden patrocinar aquellos expertos cuyos consejos estimen más provechosos. Los buenos doctores, abogados o arquitectos serán recompensados en el libre mercado, mientras que los malos tenderán a ser desplazados. Pero cuando el gobierno interviene, el experto del gobierno obtiene sus ingresos mediante la coacción sobre los contribuyentes. No hay ninguna fórmula de mercado para testar su éxito informando a la gene de sus verdaderos intereses. Sólo necesita tener habilidad para adquirir el apoyo político de la maquinaria coercitiva del Estado.

Por tanto, el experto privado tenderá a florecer en proporción a su habilidad, mientras que el experto del gobierno florecerá en proporción a su destreza en obtener prebendas políticas. Además, el experto del gobierno no será más virtuoso que el privado; su única superioridad radica en el arte de conseguir favores de aquellos que retienen el poder político. Pero una diferencia crucial entre ambos es que el experto privado tiene todos los incentivos para velar por sus clientes o pacientes, obrando del mejor modo posible. El experto del gobierno carece por completo de semejantes incentivos; él obtiene sus ingresos de todos modos. Luego el libre mercado tenderá a satisfacer mejor al consumidor.

Espero que este artículo haya contribuido a limpiar el liberalismo de mitos y malentendidos. Los conservadores y todos los demás deben ser educadamente advertidos de que los liberales no creemos que los hombres son buenos por naturaleza, ni que todos están perfectamente informados acerca de sus propios intereses, ni que cada individuo es un átomo aislado y herméticamente sellado. Los liberales no son necesariamente libertinos o hedonistas, ni son necesariamente ateos; y los liberales enfáticamente creen en principios morales. Dejemos ahora que cada uno de nosotros se disponga a examinar el liberalismo tal cual es, sin temor ni partidismos. Yo estoy seguro de que, allí donde este examen tenga lugar, el liberalismo gozará de un auge impresionante en el número de sus seguidores.

* N. del T.: he traducido los términos “libertarianism” y “libertarian” del original por “liberalismo” y “liberal”, que creo que reflejan mejor el espíritu del artículo que los términos “libertarismo” y “libertario”, de escasa raigambre en español en su acepción anglosajona.

[1] John Kenneth Galbraith, The Affluent Society (Boston: Houghton Mifflin, 1958); F. A. Hayek, "The Non-Sequitur of the ‘Dependence Effect,’" Southern Economic Journal (Abril, 1961), pp. 346-48.

[2] Irving Kristol, "No Cheers for the Profit Motive," Wall Street Journal (Feb. 21, 1979).

[3] Para un llamamiento a aplicar estándares éticos universales al gobierno, véase Pitirim A. Sorokin and Walter A. Lunden, Power and Morality: Who Shall Guard the Guardians? (Boston: Porter Sargent, 1959), pp. 16-30.

[4] Frank S. Meyer, In Defense of Freedom: A Conservative Credo (Chicago: Henry Regnery, 1962), p. 66.

[5] Thomas E. Davitt, S.J., "St. Thomas Aquinas and the Natural Law," in Arthur L. Harding, ed., Origins of the Natural Law Tradition (Dallas, Tex: Southern Methodist University Press, 1954), p. 39

[6] A. P d'Entrèves, Natural Law (London: Hutchinson University Library, 1951), pp. 51-52.

[7] Karl Wittfogel, Oriental Despotism (New Haven: Yale University Press, 1957), esp. pp. 87-100.

[8] Acerca de esto y otras sectas cristianas totalitarias, véase Norman Cohn, Pursuit of the Millenium (Fairlawn, N.J.: Essential Books, 1957).

[9] Dale Vree, "Against Socialist Fusionism," National Review (Diciembre 8, 1978), p. 1547. El artículo de Heilbroner se publicó en Dissent, Verano 1978. Más sob el artículo de Vree en Murray N. Rothbard, "Statism, Left, Right, and Center," Libertarian Review (Enero 1979), pp. 14-15.

[10] Journal of Political Economy (Diciembre 1938), p. 869. Citado en Friedrich A. Hayek, The Road to Serfdom (Chicago: University of Chicago Press, 1944), p. 152.

[11] "The Forester's Letters, III,"(orig. in Pennsylvania Journal, Apr. 24, 1776), en The Writings of Thomas Paine (ed. M. D. Conway, New York: G. P. Putnam's Sons, 1906), I, 149-150.

[12] F. A. Harper, "Try This On Your Friends", Faith and Freedom (January, 1955), p. 19.

[13] F. A. Hayek, Individualism and Economic Order (Chicago: University of Chicago Press, 1948), enfatizado en el curso de su "Why I Am Not a Conservative," The Constitution of Liberty (Chicago: University of Chicago Press, 1960), p. 529

Autor: Murray Rothbard
Traducción: Albert Esplugas Boter

Este artículo, publicado inicialmente en Modern Age, 24, 1 (Invierno 1980), pág. 9-15, como “Mito y verdad acerca del liberalismo”*, está basado en una ponencia presentada en abril de 1979 en el congreso nacional de la Philadephia Society de Chicago. El tema del encuentro fue “Conservadurismo y Liberalismo”. (Puede leerse el original en LewRockwell.com).

PANORAMA Liberal

Domingo 29 Diciembre 2013