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domingo, 15 de mayo de 2011

LUDWIG ERHARD RECARGADO

Tercera Parte: 
¿En qué consiste nuestro Modelo Económico de Bajo Costo?

En las entregas anteriores hemos esbozado nuestra tesis: dada la concentración de la demanda interna, los proveedores están obligados a atender a la demanda masiva de bajos ingresos, con productos y servicios masivos y de bajo costo.

Es decir, nuestras empresas se han vuelto expertas en la estrategia de bajos costos (la peor de las estrategias), lo que les obliga a mantener bajos salarios para rentabilizar sus operaciones.

Nuestro modelo económico: el de bajo costo

El mundo está girando a una velocidad tal que aquellos que estamos situados en la periferia ya no podemos seguir. Mientras gran parte de la gente subsiste consumiendo los bienes y servicios más básicos e indispensables a los precios más bajos, un pequeño grupo vive al ritmo de las tendencias actuales, están encaramados a las crestas de las olas basadas en tecnología, y no se hacen problemas en cancelar altos precios.

Pero incluso ellos, la élite económica es solo usuaria de la tecnología avanzada que importamos dado que nuestra única ventaja competitiva es trabajar la tierra: para extraer minerales y sus frutos. ¿Podremos ser desarrollados haciendo lo mismo que hacen muchos países en el mundo?. Además, tenemos una traba importante: una baja demanda global interna y mercados con derechos de propiedad muy concentrados.

Tenemos una economía basada en dos tipos de demanda: concentrada y masiva. La demanda concentrada proviene del segmento ABC1, un 7% de la población, de alto ingreso que demanda bienes y servicios de alto valor y calidad, y es satisfecha con una oferta amplia y variada. Por cierto, este segmento ABC1 es altamente conservador en todos los ámbitos lo cual es sumamente razonable, ¿por qué motivos querrían cambiar si están muy bien?.

En cambio, la demanda masiva proviene del restante 93% de la población que tiene bajos ingresos y por lo tanto dispone de bajo poder de compra por lo que siempre está en la búsqueda de bajos precios. Así, se han desarrollado muchos mercados masivos basados en el liderazgo en costos. Por lo tanto, no es ninguna muestra de talento descubrir que el eslogan “todos los precios bajos, siempre” sea atractivo para la gente.

Por lo tanto, para satisfacer esa demanda masiva de bajos ingresos, las empresas toman decisiones estratégicas basadas en las economías de escala y de ámbito. Las primeras se dan cuando los costos medios bajan al aumentar el volumen de operaciones (por ejemplo, los costos de compra de productos bajan más al duplicarse el volumen de operaciones), y las segundas, cuando los costos se reducen al aumentar el número de productos por cliente (por ejemplo, el mismo proceso de abastecimiento de un local sirve para comprar verduras como para comprar vajilla).

Como resultado de lo anterior, la relación costos/ingresos, un indicador de eficiencia que mide cuántos pesos de costos son necesarios para generar un peso de ingresos, es mayor en las empresas pequeñas que en las más grandes. En definitiva, en los mercados masivos, el tamaño importa mucho.

Y lo irónico es que los gobiernos socialistas han creados innumerables trabas y cortapisas en muchos mercados que impiden la libre competencia, estimulando la concentración del poder económico y promoviendo el surgimiento de grandes empresas y conglomerados que luego, con las utilidades excedentes, terminan comprando otras empresas más pequeñas y exitosas, lo que continúa presionando endógenamente hacia la concentración económica.

El resultado final de todo este proceso, es el surgimiento de mercados oligopólicos lo que significa que hay pocas empresas que compitan por la mano de obra. Reducida oferta de trabajo y mucha demanda: el resultado es bajos salarios.

Y si, además, pensamos que el ingreso de la mujer al mundo laboral incrementó en un 100% la fuerza laboral, es fácil prever que los salarios serán bajos. Entonces, si las empresas usan la estrategia de liderazgos en costos deben terminar pagando bajos salarios.

El flujo circular de la renta y el gasto.

Veamos el problema desde el punto de vista del flujo circular de la renta y el gasto. Las empresas oligopólicas comentan en público que ellas ofrecen bienes y servicios a precios muy convenientes (es decir, precios bajos) para los consumidores, pero esto es solo una cara de la moneda. La otra cara de la moneda es que al cobrar precios bajos, deben asegurarse de poseer bajos costos de operación y bajos salarios.

Una persona desempeña dos papeles en los mercados: como consumidor y como factor de producción. Si los precios en los mercados son bajos, las rentas serán bajas, tal como muestra el gráfico adjunto.

Por lo tanto, que nos vendan productos a bajos precios es una señal de que dichas empresas pagan muy bajos salarios.

Resumiendo:

Podemos decir que en un gran número de mercados todo se transa a precios bajos y la única razón es la débil demanda causada por la excesiva concentración del ingreso. Es decir, tenemos un modelo económico de bajo costo: una enorme masa (93% de la población) trabaja por bajos salarios presentes y se endeuda gastando ingreso futuro, lo que les permite sostener un cierto nivel de vida. 

Por otro lado, una pequeña proporción de chilenos, el 7%, tiene altos ingresos y son ellos los que reciben los beneficios del modelo económico: sus empresas tienen altas utilidades por el volumen de ventas y pueden satisfacer sus necesidades dada las ofertas de bienes y servicios que están dirigidos a ellos. Por eso, se tiene una baja demanda global muy disputada por todo tipo de empresas lo que reduce los costos y los salarios.

Por lo tanto, nuestro modelo de bajo costo explica la mala distribución del ingreso que tenemos: venden a bajos precios, pagan bajos salarios a una gran mayoría; los únicos que ganan son los propietarios de las empresas concentradas.

Y la solución no pasa por rigidizar aún más a los concentrados mercados, sino en liberalizarlos, impedir la concentración de una manera activa y propiciar espacios de libre competencia efectiva que permita que la riqueza fluya hacia los emprendedores e innovadores de todas las capas de la sociedad. Este proceso liberará la creación, aumentará los ingresos y aumentará la demanda global produciéndose un ciclo virtuoso que nos levantará con el paso del tiempo.

Mayores niveles de competencia aumentan los ingresos del trabajo y la prosperidad, y reduce la mala distribución del ingreso.

Fin de la Tercera Parte

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