Segunda Parte: ¿Por qué nuestra matriz social, económica y productiva nos lleva al Modelo Económico de Bajo Costo?
En Chile tenemos muy pocos millonarios. Y la hipótesis es la siguiente: no tenemos mercados con altos niveles de competencia, es decir, tenemos mercados muy oligopólicos y concentrados, lo que genera una concentración de la riqueza y por lo tanto, una concentrada demanda interna.
Las características de nuestra economía
Las noticias parecen ser auspiciosas para la economía chilena puesto que el precio de la celulosa, el aumento del consumo y la reconstrucción debida al terremoto impulsarán los resultados de las empresas en el primer trimestre de este año. En otras palabras, y según las proyecciones de los expertos, las más importantes sociedades anónimas nacionales registrarán sólidos resultados en el primer trimestre, aunque levemente más acotados que los de 2010.
Estamos en presencia del renacer de nuestra economía y que se expresa en un boom de la celulosa con exportaciones que llegan a más de 15% respecto del año anterior; las compras del retail ascendieron a 28% en enero-marzo frente a igual lapso de 2010, con US$ 3.602 millones; el Cobre se mantiene en valores históricos y ya se habla de superávit para este año en las arcas fiscales; el tráfico de pasajeros ha crecido a un 35,5% en el primer trimestre y a nivel doméstico la cifra subió a 43,9%; suben las ventas de bebidas y las ventas del sector crecieron un 4,7% respecto del mismo período de 2010; se disparan las colocaciones de autos elevándose en un 47,6% la venta de vehículos livianos el primer trimestre de 2011, respecto de igual período del año anterior.
Lo anterior es positivo pero no podemos engañarnos permanentemente. Nuestro comportamiento económico no resiste un análisis serio puesto que estamos viendo un efecto crecimiento de la demanda propio de sectores ya maduros, y muy poco innovadores. Exportamos commodities (celulosa, salmones, cobre, frutas, etc.) sujetos al ciclo económico internacional y con variables fuera de nuestro control, transándolos internacionalmente al precio corriente en esos mercados. A su vez, importamos vehículos y tecnología en permanente desarrollo y de alto costo. Finalmente, el sector servicios de nuestra economía se mueve en función del crecimiento de la demanda interna.
Nada nuevo bajo el sol, y por eso siempre continuaremos expuestos al ciclo económico internacional y nos congratularemos cuando una crisis solo nos deje arrodillados.
Nuestra matriz económica y productiva
Seguimos siendo especialistas en la producción de commodities y productos de muy bajo valor agregado y que tienen la desagradable característica de depender del ciclo de los mercados. Chile no es líder en ningún sector económico, ni siquiera en cobre. Y cuando ha querido serlo, lo ha intentado en sectores de bajo valor agregado en los cuáles existe una alta competencia internacional que se defiende fieramente ante cualquier intruso con algunas ventajas.
E internamente, las empresas más importantes provienen del comercio y de las ventas masivas de productos. Hablamos de la banca, del retail y sus proveedores. En otra oportunidad, daremos una mirada al singular comportamiento de la banca que genera importantes utilidades mientras todos están en crisis y casi arrodillados, ¿habrán encontrado la piedra filosofal?. Pero, claro, eso cuesta creerlo y la respuesta es más que evidente. Pero, no nos adelantemos.
Antes, conviene mirar hacia atrás y observar el desarrollo económico de Chile en el pasado para encontrar algunas razones básicas del porqué de nuestra actual matriz económica y productiva. Durante el siglo XVII, Chile fue una simple gobernación del imperio español que tuvo que lidiar con el sistema de monopolio comercial que limitaba el intercambio con otros países y regiones. Así, Chile solo mantenía contactos comerciales con los virreinatos del Perú, del Río de la Plata y por cierto, con la metrópolis. La economía colonial chilena se basaba en la minería, agricultura, ganadería y el comercio.
Minería. Los españoles llegaron al territorio con la esperanza de enriquecerse a manos llenas. Y muy pronto comprendieron que aquí no estaba El Dorado puesto que el oro era poco abundante y los medios de extracción demasiado imperfectos para hacer rendir las minas a lo que había que agregar, la falta de operarios competentes. Además, los yacimientos de plata también tenían bajos rendimientos.
Así, el cobre fue el único metal que, por su abundancia y fácil explotación, se aprovechó en escala más considerable. Desde Aconcagua hasta Copiapó se le hallaba en casi todos los cerros, y como en el Perú y en España se empleaba en la fabricación de cañones, campanas y otros artefactos, su extracción para exportarlo a esos países constituyó un buen negocio.
Agricultura y Ganadería. Se creía que la minería era la clave para enriquecerse, pero la pobreza del territorio llevó a que la mayoría de los habitantes se dedicaran a la agricultura y la ganadería tanto para obtener alimentos para la población como exportar los excedentes a Europa y otras zonas.
Los españoles explotaban grandes extensiones de ricas tierras, las haciendas, que muchas veces eran donaciones del monarca. Al comienzo de la Colonia los grandes propietarios hacían trabajar sus tierras a grupos de indígenas recibidos en encomienda, a quienes supuestamente debían proteger y educar cristianamente, a cambio de tributos y trabajo gratuito.
Cuando a mediados del siglo XVI se suprimió la encomienda y se prohibió la esclavitud de los indios, los propietarios obtenían trabajadores por salarios muy bajos surgiendo el inquilinaje.
Se cultivaban con especial esmero la vid, el trigo, el maíz, la papa, el cáñamo, árboles frutales, arveja, lenteja, garbanzo, hortalizas. Y los territorios fértiles estaban desde La Serena, Aconcagua, los valles centrales, el sur.
La actividad ganadera se centró en las Estancias, donde los animales pastaban en completa libertad. Una vez al año eran conducidos a corrales, faena conocida como rodeo, a fin de marcarlos y determinar cuáles serían sacrificados. De ellos se aprovechaban los cueros, sebo y grasa. La carne que no era convertida en charqui se quemaba. De las ovejas aprovechaban la lana y el cuero; de las cabras, el cordobán. Todos aquellos derivados no perecibles de la ganadería eran comerciados localmente y exportados hacia el Perú.
Comercio. Las actividades comerciales importantes, en especial las que se realizaban con el exterior, estaban controladas por comerciantes españoles y eran vigiladas por los funcionarios de la monarquía para el respectivo cobro de los impuestos coloniales. Además, los negocios con el exterior tenían que hacerse con la intervención de España reservándose el imperio español la prerrogativa de vender ciertos artículos de su conveniencia.
Chile exportaba al virreinato del Perú, trigo, cobre, frutas secas, vinos, grasas, charqui, harina y sebo e importaba, armas, objetos de vestido, arroz y azúcar principalmente a muy alto precio. Por ejemplo, algunos plantean que esos eran los tiempos en que un vestido de seda o una capa española se trasmitían de generación en generación, de padres hasta biznietos, como una casa o hacienda.
Este desarrollo mercantil era propiciado por una mejora en los medios de transporte como las carretas tiradas por bueyes, y la construcción de nuevos caminos. Pese a las trabas y restricciones, el comercio permitió el surgimiento de pequeñas industrias coloniales como las herrerías y las hilanderías. Por ejemplo, las alfombras y mantas de Chillán y Concepción; los fabricantes de muebles; la alfarería de greda tomó gran importancia; la curtiduría, la molinería, etc..
Nuestra estructura social
Es decir, muestra matriz económica productiva de la época de la colonia es exactamente la misma de esta primera década del siglo XXI. Han pasado más de 400 años y en este ámbito, nada es nuevo bajo el sol. Y esta matriz se sustenta en una cierta estructura social que, permanece incólume, desde los tiempos de la colonia.
Estructura social colonial.
· Clase Alta: Españoles. Eran el grupo minoritario de la sociedad colonial, pero dominante de la aristocracia. Ocupaban los más importantes cargos públicos y del ejército.
· Clase Media-Alta: Criollos aristócratas. Eran los descendientes de los españoles, y también formaban parte de la aristocracia, y su origen era castellano y vasco. Eran los dueños de las tierras y dominaban la mayoría de las actividades productivas. Algunos integrantes de este grupo con fuerte poder socio-económico, pero no político, lograban ocupar cargos públicos, pero de mediana o poca importancia.
· Clase Media: Criollos pobres. Debajo de la aristocracia se encontraba una clase social de origen español, de origen andaluz y extremeño.
· Clase Baja: Pueblo llano. Son el grueso de la población colonial y corresponden a mestizos que trabajaban como artesanos, militares de bajo rango, pequeños comerciantes y mano de obra a través del inquilinaje; eran libres pero no participaban en actividades políticas ni administrativas. Además, en este grupo se encontraban los indígenas, indios o naturales que eran considerados menores de edad, por lo que existía una legislación que los protegía.
· Clase Pobre: Esclavos negros. Es el último grupo en la escala social, y que se encargaban de los trabajos domésticos.
Y demos ahora una rápida mira a nuestra estructura social actual, por lo demás muy característica.
Estructura social actual:
· Grupo AB, Clase Alta: Corresponden a 35 mil familias, menos del 1% de la población, entre un 10 y 15% del grupo ABC1. Con ingreso familiar mensual sobre los 8 millones (apróx. US$ 20.000). Pueden darse todos los lujos y gozan de todas las comodidades de la vida moderna. Son empresarios, industriales, agricultores, directores de empresas, y por lo general tienen múltiples rentas. Muchos de ellos son profesionales con varios años en el ejercicio de la profesión como ejecutivos, comerciantes, funcionarios de organismos internacionales, diplomáticos, políticos, etc.
· Clase C1, Clase Media Alta: Corresponden al 6% de la población chilena (260 mil familias) y 10% en Santiago (150 mil familias). Tienen un ingreso familiar mensual promedio de 3 millones (US$ 7.000). Cubren todas sus necesidades sin problemas y gozan de casi todos los adelantos de la vida moderna. Son profesionales universitarios, ejecutivos, industriales medios, empresarios, comerciantes, agricultores, empleados de alto nivel, médicos, abogados, ingenieros civiles y comerciales. Muchos han realizado cursos de postgrado, ya sea en Chile o en el extranjero.
· Clase C2, Clase Media: Son el nivel medio de la población correspondiente a un 15% de la población chilena (630 mil familias), 20% en Santiago (300 mil familias). Tienen un ingreso familiar mensual promedio de 1 millón (US$ 2.500). Pueden cubrir sus necesidades de alimentación, vestuario, vivienda y educación. Generalmente su capacidad de ahorro es escasa. Son profesionales jóvenes, contadores, ejecutivos de nivel medio, técnicos, pequeños industriales, comerciantes de nivel medio, vendedores.
· Clase C3, Clase Media Baja: Son el nivel medio bajo de la población correspondiente a un 21% de la población chilena (900 mil familias), 25% en Santiago (370 mil familias). Tienen un ingreso familiar mensual promedio de 600 mil (US$ 1.400). Cubren sus necesidades de alimentación y vestuario. La vivienda es buscada con esfuerzo, y la educación es generalmente en establecimientos subvencionados por el Estado. Son empleados públicos y privados sin rango o categoría, profesores, obreros especializados, artesanos, comerciantes menores, vendedores, choferes, técnicos. Educación secundaria completa y muy pocos con nivel de estudios superior.
· Clase D, Clase Baja: Corresponden al 37% de la población chilena (1.5 millones de familias), 35% en Santiago (520 mil familias). Tienen un ingreso familiar mensual promedio de 300 mil (US$ 750). Hogares que dependen del aporte de sólo un miembro de la familia y recurren a todos los apoyos estatales en vivienda, salud y educación. Si bien de ingresos bajos, su gran número los pone en el foco como consumidores. Son obreros en general, feriantes, trabajadoras manuales, algunos empleados de bajo nivel, juniors, mensajeros, aseadores. En caso de ser el jefe de hogar la mujer puede ser empleada doméstica, lavandera, costurera, etc.
· Clase E, Pobres: Corresponden al 20% de la población chilena (850 mil familias), 10% en Santiago (150 mil familias). Tienen un ingreso familiar mensual promedio de 90 mil (US$ 200). Generalmente son ingresos ocasionales o subsidios directos del Estado. No alcanzan a cubrir sus necesidades básicas y dependen de la ayuda de terceros o del Estado. Por su bajo poder adquisitivo, excepcionalmente se consideran en estudios de mercado. Tienen trabajos ocasionales, «pololos» y son cuidadores de autos, cargadores, cartoneros.
¿Qué podemos concluir luego de examinar ambas estructuras?. En primer lugar, la estructura social ha permanecido intacta desde hace más de 400 años. La clase dominante de ayer, los españoles, ha sido suplantada por otra clase dominante de enorme peso político y económico, los ABC1.
En segundo lugar, podemos apreciar que el grupo socioeconómico ABC1, correspondiente a un 7% de la población, posee los recursos para demandar los productos y servicios presentes en la vida moderna, debido a sus altos ingresos producto de que son los dueños de los medios de producción o son importantes ejecutivos.
En tercer lugar, el 93% restante de la población chilena debe batallar para acceder a las distintas ofertas principalmente por medio del endeudamiento.
Es decir, mantenemos una estructura social que reproduce fielmente la propiedad de los medios de producción. Y este proceso se ha generado endógenamente, como luego veremos, ayudado por las políticas gubernamentales que en vez de apoyar a los estratos de menor nivel, aumentando las oportunidades, apoya la concentración del poder económico en muy pocas manos.
Una especie de capitalismo de estado. Es este contexto, el que permite que las letanías izquierdistas sean escuchadas por la masa que escucha a los demagogos y resiente a aquellos que le dicen la verdad.
El Modelo de Bajo Costo
Al final, el modelo que nos domina es un modelo de bajo costo. Un 7% de chilenos puede acceder a los bienes y servicios de alta calidad y alto precio, mientras que el 93% restante solo puede acceder a bienes y servicios de bajo precio debido a sus bajos ingresos. Y así se genera un proceso endógeno perverso: si la mayoría de las personas en una sociedad tienen bajos ingresos demandarán productos de bajo precio; las empresas contratarán los factores de producción de más bajo costo lo que incluye el RRHH pagando bajos salarios.
Los expertos plantean que lo peor que puede hacer una empresa es practicar la estrategia de liderazgo en costos, y para un país el consejo es el mismo, ¿podremos desarrollarnos basados en un modelo de bajo costo?.
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