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viernes, 8 de octubre de 2010

MEDICINA GRATIS, ¿QUIEN LA FINANCIA?

Se siguen muriendo personas por falta o mala atención en el colapsado sistema de salud de Chile, y algunos siguen intentando imponer la gratuidad como la clave para que todos accedan a la salud.

Pero, ya lo dijo alguna vez Milton Friedman: “No hay un almuerzo gratis”, a lo que podríamos agregar: “No existe la medicina gratuita”. Y la razón es sencilla: todo tiene un costo y nada es gratuito.

Cuando se regala algo, alguien debe pagar por el regalo. Y por cierto, los bienes y servicios que son entregados por el Estado no escapan al hecho sencillo de que deben ser financiados (con el dinero de los contribuyentes), pero cuando las necesidades son ilimitadas y crecientes no existe bolsillo capaz de seguir esa voraz tasa de crecimiento.

Sin embargo, algunos gobiernos y políticos progresistas, de izquierda y derecha, continúan actuando como si el financiamiento no fuera el problema. Y por eso siguen mirando hacia el aumento de los impuestos.

Tomemos por ejemplo el Plan AUGE que forma parte de una reforma que “garantiza atención oportuna, de calidad y sin costos para todas las personas, sin discriminación de edad, género o capacidad de pago”. En otras palabras, el objetivo central es que toda la población tenga atención garantizada por ley, promoviendo la igualdad en la calidad y acceso a la salud.

Nadie puede estar en contra de la creación del Plan AUGE, pero lo que debemos preguntarnos es ¿cómo se financiará?, ¿con que recursos?.

Chile es un país pobre y subdesarrollado, con enormes carencias en salud, educación, transporte, trabajo, infraestructura, etc., y los recursos recaudados siempre son insuficientes.

Solo esperamos que la clase política deje de ofrecer la gratuidad de servicios que no tienen el necesario financiamiento puesto que el no cumplimiento de las expectativas genera mayor malestar e insatisfacción en la población. Y si quieren ofrecer gratuidad digan claramente que desean incrementar los impuestos para pagar las facturas…

Finalmente, los gobiernos inteligentes se preocupan principalmente de diseñar políticas públicas que permitan que las personas se enriquezcan y aumenten su prosperidad en base a su propio esfuerzo; los gobiernos progresistas se preocupan de diseñar políticas públicas que permiten que las personas reciban más y más servicios gratuitos lo que al final reduce la prosperidad de todos.

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