Translate

lunes, 5 de marzo de 2012

OPINIÓN: Las políticas socialistas y la trampa de la igualdad

El nuevo proyecto socialista de Mathhei, en el quinto gobierno de la Concertación

Decía Ayn Rand que “uno de los métodos usados por los socialistas para destruir el capitalismo consiste en establecer controles que atan a una industria de pies y manos, haciéndola incapaz de resolver sus problemas, y luego declarar que la libertad ha fracasado y que mayores controles son necesarios”. Y lo mismo podemos decir de las nuevas regulaciones en el sector de los trabajadores domésticos.

Sin embargo, aclaremos las cosas desde el principio: deseamos fervientemente que los trabajadores se desempeñen en actividades que les permitan mejorar su estándar de vida, pero mediante el desarrollo de sus capacidades y talentos, en una sociedad de verdaderas oportunidades. Por eso, la permanente intervención socialista, rigidiza los mercados e impiden que se ajusten. Es el resultado de la creencia de que las personas no son capaces de tomar decisiones por su propia cuenta y necesitan tutores que se preocupen de su bienestar, en especial, tutores en la forma de funcionarios y burócratas que utilizan los recursos extraídos por medio de impuestos. Al final, la intervención de los mercados solo reduce las oportunidades, aumenta la pobreza y genera más frustración. Este es el resultado que lamentamos.

El nuevo proyecto socialista de Matthei.

La ministra del Trabajo y Previsión Social, Evelyn Matthei, ha procedido a firmar un proyecto que establece que la jornada para las trabajadoras de casa particular “puertas afuera” se reducirá de 72 a 45 horas semanales, de acuerdo a la siguiente gradualidad:

1° año: de 72 horas (jornada actual) a 60 horas semanales.

2° año: de 60 horas s 54 horas semanales.

3° año: de 54 a 45 horas semanales.

Además, se establece un descanso diario no imputable a la jornada de 30 minutos, y la existencia de una bolsa de horas de trabajo extraordinario de hasta 15 horas semanales, las que serán pagadas como horas extraordinarias; esto es, con un recargo de al menos un 50%.

A la firma del proyecto asistieron los diputados socialistas Jiménez y Andrade, y los derechistas Salaberry y Monckeberg. Es decir, el socialismo ya es, desafortunadamente, transversal. Por eso, no extraña que Matheii manifieste que “cuando le conté al Presidente de la República que una trabajadora de casa particular puertas afuera tiene una jornada de 72 horas semanales, mientras que el resto de los trabajadores tiene 45 horas semanales, me pidió dos cosas: que tratáramos de igualar lo más posible la jornada y las condiciones laborales de las trabajadoras de casa particular a la de todos los otros trabajadores. Y lo segundo, que nos preocupáramos también de aquellas mujeres que salen a trabajar y que dejan a los niños al cuidado de otras y que tuvieran la flexibilidad de seguir trabajado”. Con razón es posible decir que este es el quinto gobierno de la Concertación.

Además, Matthei agradeció a los parlamentarios presentes y a la socialista organización OIT por su apoyo en sacar adelante el proyecto, indicando que “estoy orgullosa y agradecida del espíritu de acuerdo que ha habido acá. Hemos tenido la ayuda de la OIT, de parlamentarios, de abogados, de nuestros propios abogados, pero por sobre todo una actitud muy constructiva de las dirigentes sindicales, de Bernardina y de Ruth. Ojalá podamos construir Chile de esta manera”.

¿Acaso alguien puede estar en desacuerdo con una legislación que establecen dos días adicionales de descanso al mes, y la obligatoriedad de que el cargo de alimentación y habitación de la trabajadora sea asumido por el empleador?...

¿Todos los trabajadores se beneficiarán con esta legislación?...

¿Recién ahora los socialistas descubren que estos trabajadores tenían condiciones especiales?...

La trampa de la igualdad socialista

Imaginemos a una mujer, común y corriente, con la mínima educación, y solo conocimientos de trabajos en el hogar, ¿qué sucedería si el Estado decide convertir en un “derecho” el logro competitivo de otras mujeres más productivas, experimentadas y eficientes en su trabajo, y que por fin logran un estatus frente a un empleador que les permite exigir mejoras en las condiciones laborales, sin perder los beneficios anteriores?.

Los socialistas han convencido a algunas personas que los logros de unos cuantos, incluso de la mayoría, deben homologarse como la base para el resto. Son los mal llamados “derechos sociales” que no son sino una extensión artificial y coactiva de condiciones que determinados trabajadores, a partir de cierto límite de productividad y especialización, conseguirían “fácilmente” negociando con su empleador.

¿De qué manera beneficia una homologación a quienes por su productividad o especialización no alcanzan dichas condiciones en el mercado?. La respuesta es sencilla: no les beneficia en absoluto.

Por ejemplo, una mujer sin preparación ni especialización, cuyo aporte a la producción es tan baja que puede ser sustituida inmediatamente por cualquier otra trabajadora, no puede pretender superar un cierto nivel de salarios o de condiciones laborales. Y, al final, los “nuevos derechos conseguidos” le juegan en contra porque en un mercado libre, sin barreras artificiales a la contratación y la fijación y aceptación de salarios y condiciones, esa mujer, aun cuando dejara de trabajar podría reincorporarse al mercado laboral en las mismas condiciones que tuvo antes retirarse de él. En general, un trabajador marginal, en un mercado laboral libre, encuentra trabajo mucho más rápido y fácilmente de lo que lo pierde.

Solo basta recordar que el trabajo de casa particular era realizado por mujeres sin formación ni experiencia excepto el trabajo en el hogar. Pero, debido al crecimiento o a las mayores expectativas, desde hace tiempo, un buen porcentaje de mujeres chilenas han encontrado otras fuentes laborales, por lo que la labor de nanas o empleadas es realizado por extranjeras que recién ingresan al mercado laboral local.

Supongamos, entonces, en palabras de Matheii que “hemos construido un nuevo Chile” obligando a los empleadores a asumir los costos de la nueva legislación (jornada de 45 horas regulares y 15 horas extraordinarias semanales al 50% de incremento). Ciertamente, las mejores trabajadoras recibirán este beneficio de parte de sus empleadores, pero ¿qué pasa si una trabajadora no es capaz de aportar ni de desempeñarse de acuerdo a lo esperado?. Otra respuesta sencilla: no será contratada o será despedida. En otras palabras, al “construir un nuevo Chile”, lo que en el papel parecía una buena decisión resulta en una condena para las trabajadoras más débiles...¡Qué son la gran mayoría de las mujeres que se desempeñan en este sector!.

Al final, las mujeres más débiles serán injustamente tratadas porque no accederán a las condiciones laborales formales y serán empujadas al desempleo. Hemos construido un nuevo Chile socialista, el de la pobreza, en el que todos somos iguales.

Y como la regulación socialista siempre se pisa la cola, deberán hacer modificaciones adicionales porque las normas de los trabajadores de casa particular también se aplican para los “choferes de casa particular”, ¿y qué pasa con los bomberos?.

Políticas socialistas que reducen el empleo y aumentan la pobreza.

Vamos a resumir nuestro argumento. La firma del proyecto que reduce la jornada laboral de trabajadoras de casa particular a 45 horas semanales, genera la esperanza en muchas mujeres trabajadoras que la intervención del Estado es “justa y castigadora”, y mejorará la calidad y cantidad de empleo. Han sido engañadas, y no tardarán en reconocer que solo emporará sus condiciones laborales. En estricto rigor, la nueva regulación socialista ha cambiado la industria de los trabajadores de casa particular para siempre; será otra industria, con otras características y otras exigencias, y es posible, reconocer dos grandes efectos en este mercado laboral que aumentará el desempleo.

El primero de los efectos es que dejará fuera del mercado a muchas mujeres, sin otra capacidad que desempeñar labores de casa y que no tienen otra opción para trabajar. Dadas las nuevas prestaciones, desde ahora en adelante a los trabajadores de casa particular se les exigirán más requisitos para acceder a este empleo. Es decir, gracias a las regulaciones socialistas quedarán fuera del mercado todas aquellas personas que no tengan condiciones mínimas. Es decir, la industria se profesionalizará lo que significará que muchas personas ya no tendrán cabida en el mercado.

El segundo de los efectos es que muchos actuales empleadores, gente de clase media y que usan este servicio por estricta necesidad (por ejemplo, tienen hijos pequeños y no pueden cuidarlos) deberán buscar alternativas porque el nuevo servicio diseñado por el Estado ya no les servirá. En muchos países avanzados y más ricos, tener “una empleada” en el hogar es un lujo, privilegio de pocos, debido al alto valor por el exceso de regulaciones y es lo que pasará en Chile. Pero, en cambio, nosotros somos un país pobre. A contar de este momento, tener “una empleada” será un lujo.

Por otra parte, aquellos que estudian por primera vez el Código del Trabajo siempre les llama la atención el trato diferenciado respecto de algunas profesiones. Por ejemplo, en el Libro I, Del contrato individual de trabajo y de la capacitación laboral, y Título II, De los contratos especiales, se legisla de manera diferenciada para una serie de trabajadores con condiciones especiales como aprendices, trabajadores agrícolas, trabajadores embarcados o gente de mar y de los trabajadores portuarios eventuales, trabajadores de artes y espectáculos, trabajadores de casa particular, deportistas profesionales y trabajadores que desempeñan actividades conexas, tripulantes de vuelo y de tripulantes de cabina de aeronaves comerciales de pasajeros y carga. Y la razón de ello es que la regulación socialista interviene en la vida humana intentando normar lo que no se puede normar dada la dinámica de la vida en sociedad, y en forma permanente se deben hacer modificaciones para adaptarse a los nuevos aires, y siempre con las mejores intenciones del mundo, ¿habrá que modificar las normas para otros trabajadores?.

Sin embargo, las políticas socialistas no permiten que las personas aumenten su bienestar, sino que aumentan la pobreza y se reducen las opciones de trabajo. No se permite que sea la capacidad de la economía la que genere nuevas opciones y que lleve a los empleadores a ofrecer nuevas opciones de trabajo sino que administrativamente imponen nuevas normas que van a reducir la oferta de trabajo.

Por lo tanto, no se extrañen si aumenta el desempleo en este sector porque esa será la causa. Muchas familias tenían empleadas con esas condiciones porque les acomodaba y si ahora les exigen un menor número de horas por el mismo salario lo más probable es que dejen de contratarlas o le reduzcan el salario. Claro está que a los ricos y con recursos no les importa en absoluto el tema porque contratan otra empleada por el salario mínimo y se acaba el lio, pero las familias de clase media que necesitan el apoyo de una persona en amplios horarios se verán perjudicadas.

Estas regulaciones socialistas como la liderada por Matheii solo nos permite observar cómo se unen Andrade, Monckeberg, y otros, populistas que solo ven el interés creado de un grupo particular y no el interés general. La regulación de los mercados laborales es la solución fácil pero la más dañina para todos puesto que en este caso se le están cerrando opciones laborales a personas que recién ingresan y están dispuestas a trabajar en otras condiciones.

La cuestión es siempre la misma: si una persona está descontenta en su trabajo, ¿por qué no se va a otro empleo si se siente capaz?, ¿por qué deben venir los socialistas como Matheii y Andrade en su rescate?. En otras palabras, si una empleada de casa particular considera que trabajar como esclava por 72 horas semanales es injusto, ¿porqué no se va a otro empleo donde le pagan más y con mejores condiciones?, ¿Qué la detiene en ese empleo esclavizante?.

Y la respuesta es: NO HAY OTROS TRABAJOS DISPONIBLES EN EL MERCADO Y POR ESO DEBO AGUANTARME EN EL QUE TENGO.

Los socialistas siempre se concentran en los efectos y no en las verdaderas causas. Por eso, en vez de concentrarse en profundizar la competencia en los mercados para aumentar la oferta de empleos de calidad y cantidad, siguen generando regulaciones para reducir la competencia a su mínima expresión.

Los socialistas creen que la riqueza está disponible para todos, se genera de manera automática, y que los más vivos o “capitalistas” se aprovechan y abusan de sus posiciones dominantes, cuando en realidad es todo lo contrario. La riqueza no está disponible para todos ni se genera de manera automática, sino solo para el que trabaja duramente; la riqueza la generan los capitalistas que son capaces de descubrir beneficios que pueden entregar a sus clientes obteniendo una alta rentabilidad por su esfuerzo y riesgo. Pero, como prevalece la visión socialista, se sobre-regulan los mercados para castigar a los “crueles capitalistas” que participan en los “crueles mercados”.

Así, las verdaderas causas están en la pobre generación de empleos de calidad y cantidad, debido a la excesiva concentración del ingreso y de la riqueza. Las regulaciones socialistas crean barreras que impiden que las personas progresen por su propio esfuerzo; en cambio, son fértiles para el asistencialismo enfermizo que castra la iniciativa.

Al final, surge la trampa de la igualdad. Recapitulemos. En palabras de Matheii, “hemos construido un nuevo Chile” obligando a los empleadores a asumir los costos de una nueva legislación (jornada de 45 horas regulares y 15 horas extraordinarias semanales al 50% de incremento) que beneficiará a las mejores trabajadoras, pero causará un daño enorme a las trabajadoras marginales poco productivas que no será contratadas o serán despedidas.

En otras palabras, al “construir un nuevo Chile”, lo que en el papel parece una buena decisión, resulta en una condena para las trabajadoras más débiles que serán injustamente tratadas porque no accederán a las condiciones laborales formales y serán empujadas al desempleo.

Hemos construido un nuevo Chile socialista, en el que todos somos iguales en la pobreza.

OPINIÓN
Lunes 5 marzo 2012

No hay comentarios: