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viernes, 2 de enero de 2015

Sociedad ¿ES CHILE UNA SOCIEDAD TOLERANTE?

¿Son en la Nueva Mayoría o Concertación una agrupación política de personas tolerantes?. La respuesta es muy facil y es terrible...
Ha comenzado un nuevo año y el clima obliga a todos a mirar el entorno con ojos diferentes, más dulzones; abundan los buenos deseos abundan en las palabras y escasean en los hechos…pero, así somos. Las palabras disfrazan lo que sienten los corazones o en otras palabras, decir cosas políticamente correctas se impone a las incorrectas…¿y dónde está el límite?.

Por ejemplo, en el último mes del pasado año, unos parlamentarios de derecha decidieron hacer un minuto de silencio, en el Congreso, por el general Augusto Pinochet. La izquierda saltó ofendida por el homenaje y se retiró del recinto, esgrimiendo sus clásicos argumentos para referirse al hecho de la peor manera posible…En esos mismo días se estrenaba una película de los últimos días de Allende que ha provocado que la derecha arda de indignación por la construcción de un mito inaceptable respecto del que consideran peor gobierno de la historia de Chile.

Al mismo tiempo que se dan estas señales de hostilidad e intolerancia con el pensamiento ajeno, los mismos sujetos se declaran ardorosos defensores de la democracia, diversidad e inclusión en muchas áreas humanas, excepto, al parecer, en los temas políticos. Por ejemplo, son partidarios que los homosexuales y lesbianas reciban el mismo trato legal que los heterosexuales dado que, consideran, la diversidad es una característica de la especie humana que debe ser asumida como algo natural. Sin embargo, la tolerancia parece más difícil de practicar y de reconocer puesto que requiere de una mayor práctica y conciencia.

Entonces, conviene preguntarse: ¿es Chile una sociedad tolerante?, ¿hasta dónde podemos llevar la tolerancia?, ¿es posible ser tolerante siempre?, ¿y qué sucede con el error?, ¿existen los errores?...

En general, la tolerancia comienza cuando somos capaces de reconocer que no somos poseedores de la verdad absoluta y, en cambio, somos imperfectos en forma y fondo. La tolerancia, entonces, es una obligación que una persona racional e inteligente debe asumir porque obliga a dialogar con el otro para encontrar posiciones centrales razonables, dado que nadie es dueño de la verdad. Lo anterior no implica que uno no pueda manifestar su desacuerdo de una manera racional e inteligente porque no se puede ser tolerante con los errores que cometen algunas personas…

La intolerancia es una característica de las personas de mentalidad totalitaria así que una manera de reconocerlos es percatarse del absoluto desagrado que poseen con los acuerdos y consensos: ¡no les agradan!. Insistimos: a los intolerantes no les agradan los consensos ni acuerdos ni las búsquedas de equilibrios; ellos quieren imponerse a toda costa sin pensar en los costos que generan. Lo anterior es una traba importante porque los sistemas e instituciones humanas son demasiado complejos como para ser transformados radicalmente en plazos breves sin disponer de toda la información posible. Se requieren años y décadas de esfuerzo sostenido y compartido por todos para lograr modificar ciertos comportamientos, y al contrario, en los regímenes totalitarios se imponen soluciones que causan nuevos problemas y que provocan nuevas intervenciones de oscuros resultados. La intolerancia, entonces, es la causa de nuevos y terribles problemas…

Por eso, no debemos olvidar que la tolerancia debe ser el resultado de la aplicación de sólidos principios humanos. No olvidemos que somos humanos, imperfectas criaturas de la naturaleza llenas de vicios y deformidades surgidas de la formación y de la vida misma; nos han formado nuestras familias e instituciones en el rigor de lo que ellos consideran justo…y por lo tanto, debemos imponernos el ejercicio de la tolerancia como la única respuesta posible a la complejidad de nuestras vidas…¿y que deben guiarnos en la construcción de ese ambiente de tolerancia?. Debemos usar una serie de principios como la racionalidad; honestidad; cooperación; imparcialidad; respeto por los demás; principios democráticos; soluciones realistas a los problemas; ética, virtudes y pensamiento crítico; responsabilidad; proactividad; defensa de otras especies; igualdad de trato y oportunidades, justicia e imparcialidad para todos, ¿y el método científico?.

Es decir, la humanidad y lo humano debe estar en el centro de nuestro quehacer diario. Cada paso que damos debe tener como correlato perfecto el respeto irrestricto a los individuos de nuestros entornos cercano y lejano…Pero, ¿qué pasa con el error?. El mundo es complejo y difícil de predecir; debemos ser humildes y permitir todas las interpretaciones posibles, por lo tanto, el error debe ser confrontado con principios científicos y humanos…Es decir, debemos ser intolerantes con el error, pero cuidando la forma porque se pueden respetar las personas pero las opiniones que emiten pueden ser sujetas a críticas siempre y cuando se hagan de una manera respetuosa y racional. Y el instrumento es el diálogo que siempre debe tener como objetivo intentar convencer al otro en base a argumentos…

La tolerancia, también, tiene cierta relación con números, es decir, debe practicarse especialmente con aquellos que son minoría porque ¿cuál es la gracia de ser tolerante con los que piensan como uno mismo y forman parte de mayorías eventuales?. En otras palabras, la regla de la mayoría no justifica ser intolerante y cerrarse a la búsqueda de consensos, en especial, en las cuestiones debatibles de la vida en sociedad…Debemos transparentar a aquellos que plantean que ”las mayorías nos han dado el poder de implementar ciertas cosmovisiones…No podemos transar en ello”, porque dicha afirmación solo refleja un afán totalitario de imponerse a toda costa… ¿tolerancia?. La tolerancia nos obliga a convencer y consensuar, mientras que los totalitarios intentan imponer y obligar.

Lo anterior implica que la tolerancia se debe practicar con adversarios que no son enemigos. Si una persona tiene una opinión diferente respecto de ciertos temas, siempre conviene fijar la posición de inicio del debate. La posición geográfica, social, intelectual o emocional siempre fija un punto de partida del análisis y conviene determinarlo, porque para una persona situada muy a la izquierda cualquier otra persona es de derecha y viceversa o la eterna discusión respecto de si el vaso está medio vacío o medio lleno. Lo anterior es importante para evitar convertir en enemigos a aquellos que piensan distinto; son adversarios que intento convencer; son adversarios que pueden estar en el error y debemos esforzarnos en conducirlos a la luz, etc.

La tolerancia tiene como requisito clave la capacidad de escuchar a otros. Por eso, algunos se consideran tolerantes cuando dicen que “los escucharemos a todos...”, pero una cosa es “escuchar a otro” y otra cosa, muy distinta, es escuchar para ser convencido con los argumentos del otro…¿qué se obtiene si parecemos que escuchamos pero seguimos actuando de la misma manera?. Algunos creen que la democracia es una perfecta justificación para ser intolerante puesto que disponer de la voluntad de la mayoría implica necesariamente que todas las decisiones que se tomen serán buenas.

En realidad, la tolerancia consiste en permitir que todos argumenten libremente, sean escuchados pero después, cada uno debe actuar en base a sus propios y característicos principios vitales, pero sin atropellar no pisotear a aquellos que piensen distinto. Por eso, decimos que la tolerancia y el dogmatismo están en estrecha relación. Una condición humana es que todos somos dogmáticos porque actuamos en base a creencias y dogmas en los cuáles hemos sido educados. Sin embargo, el dogmatismo no puede darle la espalda a la humanidad y tolerancia sino que deben ir de la mano, humildemente.

Si alguna de las condiciones anteriores no se cumple, la intolerancia surge como la basura acumulada en un hogar descuidado…No podemos considerarnos dueños de la verdad absoluta; debemos buscar siempre el diálogo y evitar los gritos destemplados; debemos convencer antes que imponer; debemos abrir nuestras mentes a los argumentos de los otros; debemos asumir que nuestros argumentos deben confrontarse con los de nuestros adversarios…Es decir, la tolerancia es aceptar posiciones contrarias aunque me sean dolorosas. El intento de destruir al adversario es, claramente, una posición de intolerancia que debe ser puesta a la luz y combatida por todos los medios razonables.

Por ejemplo, muchos políticos son claramente intolerantes porque intentan imponerse apelando no a la belleza de sus argumentos y razonamientos sino a la fuerza de unas supuestas mayorías democráticas, eventuales y transitorias. El actual gobierno basa su accionar en imponer las mayorías eleccionarias como una sacrosanta verdad, olvidando los principios de una sana convivencia y correcta vida en sociedad….¡Actúan como si la masa fuera sabia mientras la vulgaridad crece como la espuma…!.

Para concluir, podemos afirmar la inconsecuencia de aquellos que están favor de la diversidad mientras muestran su intolerancia en otros temas. Los políticos hacen gárgaras con la defensa de la diversidad y la inclusión que forman parte de su pensamiento, pero en realidad, son personas intolerantes, incapaces de aceptar mundos diversos e inclusivos porque, cuando algo no les agrada, actúan con violencia escupiendo, pateando y destruyendo.

Al final, podemos indicar que Chile no es una sociedad tolerante porque no somos capaces de enfrentarnos con argumentos racionales y muchas veces terminamos apelando a la violencia. Tal vez lo anterior se deba a la falta de educación que nos abruma, nos sobrepasa y que nadie es capaz de asumir como de su propia responsabilidad. Es más fácil escupir las diferencias en la cara; odiar al que es diferente; mentir descaradamente y engañar de una manera consciente porque no somos capaces de enfrentarnos educadamente.

¿Cambiaremos alguna vez…?

Panorama LIBERAL
Viernes 2 Enero 2015

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