Paul Krugman al escribir sobre la inestable situación económica mundial, vuelve a insistir en su tesis: hay personas influyentes que se aprovechan de la crisis en lugar de tratar de resolverla.
Paul Krugman, un keynesiano de pura cepa |
¡Y tiene toda la razón…incluso él trata de intervenir!. Y la cuestión central es ¿por qué algunos se consideran especialmente dotados para solucionar crisis artificiales, que muchas veces han creado ellos mismos, haciendo lo mismo que hicieron para crear la crisis?,
La posición y la solución de Krugman
Plantea Krugman que “hemos mantenido un debate público que ha estado dominado por las preocupaciones presupuestarias, mientras que prácticamente se ha hecho caso omiso del empleo…La supuestamente urgente necesidad de reducir los déficits ha dominado hasta tal punto la retórica que, el lunes, en medio de todo el pánico en las Bolsas, Obama dedicaba la mayoría de sus comentarios al déficit en vez de al peligro claro y presente de una nueva recesión…Lo que hacía que todo esto resultase tan grotesco era el hecho de que los mercados estaban indicando, tan claramente como cualquiera podría desear, que nuestro mayor problema es el paro y no los déficits…”
Y continúa afirmando que “lo que el mercado estaba diciendo -casi a voces- era: "¡No nos preocupa el déficit! ¡Nos preocupa la debilidad de la economía!". Porque una economía débil se traduce tanto en unos tipos de interés bajos como en una falta de oportunidades empresariales, lo que, a su vez, se traduce en que los bonos del Tesoro se convierten en una inversión atractiva aunque la rentabilidad sea baja. Si la rebaja de la deuda de EE UU ha tenido algún efecto, ha sido el de acrecentar los temores a unas políticas de austeridad que debilitarán aún más la economía”.
Y se pregunta: “¿Y cómo llegó el discurso de Washington a estar dominado por el problema equivocado?”. Y su respuesta es que “los republicanos radicales…han descubierto que insistir en los déficits es una forma útil de atacar los programas del Gobierno”. Además, “si otras personas influyentes no hubiesen estado tan ansiosas por eludir el asunto del empleo, incluso ante una tasa de paro del 9%, y secuestrar la crisis en defensa de sus planes previos”. Por eso, dice, que “es probable que se topen con algún autoproclamado centrista afirmando que no hay remedios a corto plazo para nuestras dificultades económicas, que lo responsable es centrarse en las soluciones a largo plazo y, en concreto, en la "reforma de las prestaciones", o sea, recortes en la Seguridad Social y Medicare. Y cuando se topen con alguien así, sean conscientes de que esa clase de gente es uno de los principales motivos por los que tenemos tantos problemas”.
Así, “en estos momentos, la economía necesita desesperadamente un remedio a corto plazo. Cuando uno sangra profusamente por una herida, quiere un médico que le vende esa herida, no un doctor que le dé lecciones sobre la importancia de mantener un estilo de vida saludable a medida que uno se hace mayor. Cuando millones de trabajadores dispuestos y capaces están en paro, y se desperdicia el potencial económico al ritmo de casi un billón de dólares al año, uno quiere políticos que busquen una recuperación rápida en vez de gente que le sermonee sobre la necesidad de la sostenibilidad fiscal a largo plazo.
John Maynard Keynes, maestro de Krugman |
Y la solución pasa por incrementar el gasto gubernamental… deberíamos estar reconstruyendo nuestras escuelas, carreteras, redes de distribución de agua y demás…Conllevaría unas medidas agresivas para reducir la deuda familiar mediante la condonación y la refinanciación de las hipotecas…Y conllevaría un esfuerzo por parte de la Reserva Federal para tratar por todos los medios de poner la economía en movimiento, con el objetivo intencionado de generar más inflación a fin de aliviar los problemas de endeudamiento”.
El enfermizo intervencionismo keynesiano.
Estamos de acuerdo que los Estados y los Gobiernos deben hacer las cosas que corresponden para proteger y profundizar el estado de derecho, la propiedad privada y los derechos individuales. Pero, también, debe proteger el funcionamiento de los mercados como los adecuados asignadores de recursos.
Sin embargo, han adoptado como premisa correcta el intervenir los mercados y alterar su correcto funcionamiento. Es decir, los Estados interfieren en los fenómenos del mercado alterando los precios, los salarios, las tasas de interés, las utilidades, etc., para forzar a los agentes económicos a que conduzcan sus asuntos de una manera determinada especulativamente por los Estados y sus clases dominantes. Y por sobre los intereses de las personas en su carácter de consumidores y productores.
En otras palabras, los Estados y los gobiernos no aceitan la maquinaria del mercado sino que le ponen trabas y más engranajes que hacen más lento su funcionamiento, ocultando de esa manera la información vital que aportan los distintos precios de la economía. Por lo tanto, intentan obligar a las personas en sus roles de productores y consumidores a actuar de una cierta manera al entregarles falsas señales.
La pretensión de los Estados y gobiernos de considerar que las personas les han entregado la facultad y el poder para contaminar los mercados con información errónea, alterar su funcionamiento e intentar dirigir a las personas en un sentido pre-determinado por las clases dominantes, debe recibir mayor grado de atención. Al final, los hacedores de políticas públicas que “siempre intentan hacer el bien”, terminan crucificando a las mismas sociedades que dicen defender, ¿y las personas podrán defenderse de estos “hombres nuevos y buenos” de tan buenas intenciones?.
Por ejemplo, las políticas de corte keynesiano adolecen de múltiples fallos. En primer lugar, parecen de fácil aplicación: ¿estamos en recesión?...apliquemos políticas monetarias y fiscales expansivas; ¿estamos en expansión?...apliquemos políticas contractivas. Sin embargo, si fueran tan fácil de aplicar, ¿por qué seguimos experimentando recesiones, alta inflación, estanflación, etc. en una forma recurrente y cada vez más profundas?. Es decir, no son tan fáciles de aplicar ni de implementar.
En segundo lugar, la expresión “equilibrio macroeconómico” refleja la enorme complejidad del sistema económico con sus múltiples variables, en el que cualquier cambio provoca desajustes que hacen oscilar dichas variables en sentidos diversos y totalmente fuera de control. Por lo tanto, intervenir en los mercados de una manera discrecional provoca efectos complejos que rebotan y se devuelven de una manera impredecible lo que lleva a una inestabilidad creciente. Así, aumentar el gasto público en períodos de desempleo puede ser natural como medida de corto plazo si consideramos la relación inversa entre inflación y desempleo de corto plazo, pero los efectos colaterales son pasados muchas veces por alto. Aumentar el gasto público puede significar desde aumentar el salario de los profesores de escuelas públicas, hasta transformar todo el sistema de educación en estatal.
En tercer lugar, las autoridades siempre se enfrentan a retardos a la hora de elaborar e implementar políticas económicas. Por ejemplo, hay un rezago en reconocer la situación o problema, en la discusión previa, en tomar la decisión de intervenir, en implementar la política y en que tenga efectos. Además, hay diferencias de rezagos entre los distintos tipos de políticas.
Y todos estos rezagos al interactuar, provocan efectos impensados que requieren pasos adicionales que terminan complejizando aún una situación de por sí muy compleja.
En cuarto lugar, existe una permanente incertidumbre sobre la influencia de las políticas económicas. Debemos destacar que las autoridades no tienen certezas ni certidumbres respecto de las políticas que diseñan e implementan.
Es totalmente cierto que en la vida solo sabemos que, alguna vez, dejaremos de existir. Es nuestra única certeza, y el resto es pura incertidumbre y probabilidades.
Si pensamos que las clases políticas dominantes, por definición, tienden a ser conservadoras, tomarán hoy las mismas decisiones que en el pasado repitiendo como autómatas lo que ayer les servía. Desconocen que el cambio obliga a reformular y replantear formas o esquemas de pensamiento ya caducos.
En quinto lugar, las políticas tienen también como objetivo manipular las expectativas de los agentes económicos, pero eso depende del grado de credibilidad de las autoridades. Con el paso del tiempo, los agentes pueden dejar de creer y alterar sus conductas invalidando los efectos esperados.
Los agentes económicos, productores y consumidores, no son tontos; pueden aceptar imposiciones, pero terminarán alternando sus conductas y acciones para enfrentar las nuevas condiciones impuestas. Hecha la política, se crean interpretaciones propias.
El intervencionismo según Ludwig von Mises
Ludwig von Mises planteaba respecto del intervencionismo que “cuando el gobierno interfiere en el mercado es más y más llevado hacia el socialismo”. E indica que la gente comúnmente dice que “‘no somos socialistas, no queremos que el gobierno controle todo, pero ¿por qué no debería el gobierno interferir un poquito en el mercado? ¿Por qué no debería el gobierno eliminar algunas cosas que nos gustan? Esta gente habla de la política de ‘mitad del camino’…Lo que no ven es que una interferencia aislada, que significa la interferencia con solamente una pequeña parte del sistema económico, provoca una situación que el propio gobierno – y la gente que pide una intervención gubernamental – se dan cuenta que es peor que las condiciones que deseaban abolir…”.
Ludwig von Mises y su crítica al intervencionismo |
El sistema de transporte público de Santiago no fue nunca una maravilla, pero funcionaba satisfactoriamente en lo básico: transportaba a las personas en condiciones aceptables para muchos. Pero, los gobiernos socialistas de “buenas intenciones” tomaron la decisión de implementar un sistema de transporte público, el Transantiago, para que “nos cambiara la vida”. Y, como siempre pasa con las políticas socialistas, nos cambió la vida…para peor.
La idea de pedir la intervención del gobierno como “la gran solución” a los problemas económicos lleva, en cada país, a condiciones que, por lo general, terminan siendo siempre insatisfactorias y caóticas. Y si los gobiernos y sus pueblos no se detienen a tiempo, se termina fomentando el socialismo con la consiguiente reducción de libertades individuales.
Sin embargo, dice Mises, “la intervención del gobierno sigue siendo muy popular, y cuando a alguien no le gusta lo que sucede a su alrededor, dice: el Estado debería hacer algo al respecto…¿para qué tenemos un Estado? …El Estado debería hacerlo”. Y la falacia es que el Estado es una pobre representación de la sabiduría, y no es en lo absoluto un ente dotado de poderes sobrenaturales.
El intervencionismo se basa en la “doctrina de la superioridad del gobierno paternal, de los poderes sobrenaturales y sobrehumanos” de los que detentan el poder. Y que siempre vuelve, en forma recurrente, después de que implementar nefastas políticas de corte socialista.
Finaliza Mises preguntándose si “¿Existe un remedio contra estas cosas?. Yo diría que sí, que hay un remedio. Y este remedio es el poder que los ciudadanos tienen que impedir que se establezca un régimen tan autocrático que se arroga una mayor sabiduría que la del ciudadano común. Esta es la diferencia fundamental entre la libertad y la servidumbre”.
Una conclusión
El keynesiano Krugman postula como soluciones a la actual crisis “aumentar el gasto gubernamental; con un desempleo masivo y bajos costos de financiamiento, deberíamos estar reconstruyendo nuestras escuelas, carreteras, redes de distribución de agua y demás. Conllevaría unas medidas agresivas para reducir la deuda familiar mediante la condonación y la refinanciación de las hipotecas. Y conllevaría un esfuerzo por parte de la Reserva Federal para tratar por todos los medios de poner la economía en movimiento, con el objetivo intencionado de generar más inflación a fin de aliviar los problemas de endeudamiento”.
Es decir, seguir haciendo hoy las mismas cosas que hicimos en el pasado para solucionar problemas similares. La gran diferencia es que ahora los problemas han cambiado, y seguimos pensando en forma circular.
Locura es hacer la misma cosa una y otra vez... esperando obtener diferentes resultados |
Albert Einstein planteaba que "si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo". Por ejemplo, se cuenta que Einstein estaba tomando un examen de física en la universidad, cuando un alumno le dice que había un problema dado que las preguntas eran las mismas que las del examen del año anterior. A lo que Einstein le responde, "No hay problema… Este año, las respuestas ya son otras".
Está claro el significado de lo anterior: los problemas en cualquier contexto suelen ser los mismos, pero lo que cambia o lo que evoluciona es la forma de afrontarlos. También en palabras de Einstein: "Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados".
Seguir haciendo las mismas cosas que hicimos en el pasado solo nos asegura que estas crisis seguirán ensombreciendo el futuro económico de nuestras sociedades. Por lo tanto, es un buen ejercicio recordarle a Krugman que no todos somos keynesianos.
Fuentes:
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