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lunes, 7 de marzo de 2011

LOS POPULISTAS QUE VENDEN SILLONES


Desde hace mucho tiempo se cuenta en Chile un chiste sobre alemanes, basado en su supuesta ingenuidad (aspecto, por cierto, bastante alejado de la realidad) y dice así. Dos amigos alemanes se encuentran en la calle,

- Quiero contarte algo, amigo Otto – le dice Fritz – tu esposa te engaña con otro…

- ¿De qué estás hablando? – le contesta Otto.

- No te lo quería decir, pero varias veces los he visto haciendo el amor en el sillón de tu casa.

Sin dar crédito a las palabras de su amigo, Don Otto, indignado contesta:

- ¡ No puede ser….se las verá conmigo !

Pocos días después, se vuelven a encontrar los dos amigos y Fritz le pregunta a Don Otto:

- ¿Y, que has hecho para resolver el problema?

Don Otto, muy ufano, responde:

- He resuelto el problema para siempre.

- ¿Y cómo lo has hecho?- pregunta Fritz.

- Muy sencillo….vendí el sillón – contesta Don Otto.

Y este gobierno continúa proponiendo e implementando políticas tipo “venta de sillones”, porque resulta difícil comprender que para solucionar el grave problema de hacinamiento carcelario, estén planteando abrir las puertas de las cárceles para liberar criminales. En concreto, se va a plantear un “modelo de indulto conmutativo para delincuentes menores”, es decir, reducción de penas para ilícitos no violentos. Y, aunque se trate de indultos para penas menores, el gobierno está dando muy malas señales.

Es cierto que se debe solucionar el problema del hacinamiento carcelario, pero no a costa de abrir las puertas. Es un muy mal chiste vender el sillón.

O quizás se trata de una habitual forma de razonar, populista, para ganar titulares y adeptos, pero que no solucionan los problemas de fondo sino que crean nuevos problemas.

Las verdaderas soluciones se logran tratando las causas de los problemas como la exclusión social, la falta de empleo para los jóvenes, la desintegración del tejido social, y la pésima educación que reciben los niños y niñas de este país.

Las causas de la delincuencia

La delincuencia y sus expresiones violentas se explican, muchas veces, por un débil entorno social que impide que las personas se integren efectivamente a la sociedad. El nulo acceso a la educación, a las oportunidades y al empleo de calidad genera una masa crítica de marginados y resentidos que destruyen el tejido social que los podría contener, y son el caldo de cultivo de la violencia y la delincuencia. Y estos tienen hijos que beben la leche amarga del resentimiento social y que lo expresan socialmente.

Una persona me comentaba que las cárceles están llenas de un cierto perfil de ser humano definible por la forma de hablar, de caminar, de mirar, de sonreir. Efectivamente, en la cárcel y en la calle hay personas que dan miedo por su forma de conectarse con el entorno.

Y si al tema anterior, le agregamos el flagelo de la droga el problemas es aún más complicado. 

La zanahoria y el garrote

Un principio a aplicar es que en el corto plazo debemos seguir usando el garrote. Penas altas y castigos seguros para evitar las conductas de riesgo de aquellos que están en el límite del comportamiento social. Por eso, liberar delincuentes es un claro incentivo para cometer delitos.

En el largo plazo debemos aplicar la zanahoria. Es inadmisible encerrar personas en forma desordenada y sin ningún tipo de políticas para evitar que, en el interior, postulen e ingresen becados en la Universidad del Delito. Se deben segregar por grado de peligrosidad, y mientras más violentos más aislados.

A los gobiernos debemos exigirles que implementen medidas que apunten en el sentido correcto tanto en el corto como en el largo plazo, pero seguir vendiendo sillones es una cortina de humo que generará nuevos problemas que abordar en los próximos gobiernos.

Una réplica: el nuevo chiste de Chilenito…

Dos ministros de este gobierno se encuentran en la calle,

- Quiero contarte algo, ministro Juan – le dice Pepe – las cárceles están llenas de criminales…

- ¿De qué estás hablando? – le contesta Juan.

- No te lo quería decir, pero en varias visitas he visto que están hacinados como ratas.

Sin dar crédito a las palabras de su amigo, Don Juan, indignado contesta:

- ¡ No puede ser….propondré una solución drástica al problema !

Pocos días después, se vuelven a encontrar los dos ministros y Pepe le pregunta a Juan:

- ¿Y, que has hecho para resolver el problema?

Juan, muy ufano, responde:

- He resuelto el problema para siempre.

- ¿Y cómo lo has hecho?- pregunta Pepe.

- Muy sencillo….abrí las puertas de las cárceles – contesta Juan.

Recuerden: “Las prisas pasan y las cagadas populistas quedan”. 

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