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sábado, 26 de marzo de 2016

Política – ¿POR QUÉ DEBEMOS IMPLEMENTAR LA DEMOCRACIA 2.0, UNA DEMOCRACIA SIN REELECCIONES?

El gran mal de la democracia actual es la profesionalización de la clase política que la lleva a permanecer por largo tiempo nutriéndose de las ubres fiscales mientras las grandes mayorías siguen viviendo el sueño del progreso...
En un reciente artículo escrito en este blog (http://panoramaliberal.blogspot.cl/2016/03/politica-el-ateniense-focion-y-los.html), se planteaba la tesis que la clase política actual mantiene una simbiosis cuasi-perfecta con la masa electoral, a la que se denominaba, simplona. Los políticos hace mucho tiempo han descubierto que las masas son manipulables si se conocen los recovecos por los cuáles actúan. Por eso, desde Roma se ha acuñado la expresión “pan y circo” para ejemplificar como la masa se entrega gustosa a los caprichos de aquel que es capaz de proveerlos del suficiente pan y circo para sus mínimas necesidades; la masa no quiere esforzarse –esa es responsabilidad de unos pocos individuos- sino que desea gozar la vida con el mínimo esfuerzo. Por lo tanto, los políticos han encontrado en la ideología populista la clave para mantenerse en el poder y obtener beneficios personales de la riqueza de todos. Así han surgido los megalómanos y los demagogos que mienten descaradamente para los simplones que escuchan embelesados.

Al final, la actual democracia se ha transformado en un campo de cultivo de las peores prácticas que una persona puede ejecutar con el dinero de otros y cuya característica principal es el surgimiento de una clase política profesional que vive por y para la política. Se ha construido la errónea percepción que los políticos nos cambiarán la vida y por eso, los electores los votan una y otra vez, con la promesa permanente “que llegarán tiempos mejores”. Pero, el tiempo pasa y la situación permanece igual y siguen con el mismo discurso de “que llegarán tiempos mejores”.

Esta gente jamás cambiará nuestras vidas, excepto para hacerla más terrible y desdichada, porque ellos siempre privilegiarán reformas que vayan en su propio beneficio, sus más cercanos y los de su sector político. Por eso, transforman el Estado en una agencia de empleos públicos para crear cuadros en su interior que permitan defender sus medidas populistas. Para lo anterior no titubean en crear ministerios del deporte, de la mujer, de la ciencia, de los DDHH, de las mascotas, de la tercera edad, de la verdad, de los extraterrestres…Así se aumenta el tamaño del Estado, se consume una riqueza en funcionarios y burócratas y no en sus fines reales…Por ejemplo, ¿Qué es preferible…gastar $1.000 millones en pagos de salarios de funcionarios del ministerio del deporte o gastar esos $1.000 millones en eventos deportivos que estimulen la práctica deportiva?. La respuesta es clara: estos ministerios son grasa fiscal que consumen recursos escasos que podrían tener mejores usos.

La Democracia 2.0 necesita que la política vuelva a ser ejercida por los ciudadanos de a pie. ¡Basta ya de una clase política profesional, parasitaria y corrupta!. Cualquier ciudadano del país tiene el deber de ejercer la política real asumiendo un cargo de elección popular por una vez en su vida y, una vez terminado su servicio, volver a su trabajo inicial por, al menos, la misma cantidad de años que ejerció el cargo anterior. Una persona que sabe que debe retornar a sus labores habituales, después de ejercer un cargo público, será más responsable con las decisiones que tome mientras ejerza el cargo y que puedan perjudicarle después. Con lo anterior, no queremos decir que no tendremos problemas pero al menos eliminaremos una de las causas de la inmoral corrupción que corroe la política desde sus cimientos. Además, tendremos gente que hacen sus aportes para el progreso de todos y no como hoy que personas que aún no tienen experiencia laboral tenga la desfachatez de legislar sobre el mercado laboral.

En la actualidad, los políticos que tienen cerca de 30 años en un cargo público han creado toda una red de contactos y relaciones, que son la génesis de la corrupción. Conociendo la naturaleza humana, una persona que está solo por un período no tiene la posibilidad de crear dicha red, lo que minimiza la corrupción galopante. Si, además de lo anterior, propiciamos la misma práctica al interior de los partidos políticos (una persona puede ejercer un cargo partidario por una sola vez en la vida) provocaremos el surgimiento de caras nuevas que rejuvenecerán los partidos y aumentarán la competencia interna.

El actual intento de transparentar la actividad política no atiende las causas de fondo del problema y el financiamiento público de la acción política es un innecesario gasto en recursos que no tendrá la necesaria rentabilidad esperada. El financiamiento público podría entenderse si la democracia se nutre de más y más competencia en sus bases. La dinamización de los partidos provocaría crecientes oportunidades para que las personas talentosas puedan acceder al ejercicio de cargos públicos como un premio a sus capacidades y talentos…La situación actual con financiamiento público profundizará las malas prácticas y la corrupción se entronizará en la política.

Una obtusa creencia, por este lado del mundo, es la relacionada a los defectos propios de la naturaleza humana que induce a algunos a pensar que las podemos superar con leyes. Por ejemplo, como las familias no educan a sus hijos, le pedimos al Estado que se haga responsable de la educación de nuestros hijos; como las personas se exponen a riesgos para su salud, le pedimos al Estado que se haga responsable de su salud; como las personas no perciben ingresos que les satisfagan, le pedimos al Estado que se haga responsable de que no todos ganemos lo mismo…Por eso, algunos dicen que las malas prácticas desaparecerán cuando todo se financie con dinero público, pero eso es una ilusión dado que la batalla por acceder a la cartilla electoral será feroz y brutal en todos los sentidos. El financiamiento público hará llegar a la política a un perfil de personajes indeseables, dispuestos a todo por acceder a los jugosos cargos, y la democracia quedará a merced a estos sujetos…El arma preferida de la actual clase política, el populismo, se acrecentará con el fin de captar la mayor cuota de simplones del electorado. De eso se trata todo: establecer el porcentaje de simplones que votarán por ese personaje.

La democracia actual está indefensa si se sigue dejando operar a la actual clase política, ya convertida en una nueva oligarquía que usa el poder en su propio beneficio e intentando ocultarse al escrutinio público. Este reducido grupo de personas intenta ejercer influencia sobre el gobierno para defender sus propios y personales intereses. ¿Cómo es posible que hayamos llegado a la situación que nos gobiernen unos pocos por tanto tiempo?.

Ya en su tiempo, Aristóteles (384-322 a. C.), consideró a la oligarquía como una forma impura de gobierno resultante de la degeneración de la aristocracia, por la suplantación del interés individual de los gobernantes al interés general. Dijo, en su Política, que oligarquía es el modo que tienen de gobernar los nobles y los ricos en provecho de ellos. Mucho después, el sociólogo alemán Robert Michels (1876-1936) formuló la “ley de hierro de la oligarquía”, según la cual toda organización política tiende a caer en manos de un pequeño grupo de personas, independientemente de su orientación ideológica. Según él, a pesar de las proclamas democráticas e incluso revolucionarias, el poder es ejercido a la postre por una oligarquía. “Quien dice organización social dice oligarquía”, expresó Michels o “quien dice el gobierno del pueblo, dice gobierno de una elite”.

No pretendemos buscar la solución universal a temas tan inherentes a la naturaleza humana, volátil y débil como una feble pluma al viento, pero necesitamos implementar una Democracia 2.0 para que todos puedan hacer su aporte obligatorio a la sociedad. Es insuficiente hacer el servicio militar, ser vocal de mesa o ayudar en las catástrofes, ahora se requiere ejercer cargos de elección popular por una sola vez en la vida, para erradicar la corrupción y transformar el país. La sana competencia en política debe impedir que los zánganos sigan pululando por los pasillos del poder bebiendo el néctar fiscal. Al mismo tiempo, los partidos políticos se verán obligados, en forma interna, a una fuerte competencia para aumentar su militancia abriendo la posibilidad a la gente de talento y capacidades probadas.

El mundo tiene muchos desafíos y todos debemos prestarles la suficiente atención. Son los ciudadanos de a pie los que cambian los países con su esfuerzo y su trabajo duro…Nadie más puede atribuirse ese honor…

¿O usted está en desacuerdo?

Panorama LIBERAL
Jueves 25 Marzo 2016

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