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martes, 1 de noviembre de 2011

EL TANGO CAMBALACHE, UNA TRISTE RADIOGRAFÍA ARGENTINA.


Cristina Fernandez, reelecta
Ha sido reelecta como Presidenta de Argentina la izquierdista Cristina Fernández, mostrando claramente como el asistencialismo y el populismo socialista perdura en un país que estaba condenado a ser líder en lo económico y político, pero que se ha estancado a niveles inconcebibles. Por ahora, solo debe conformarse con intentar seguir modernizándose para garantizar una supervivencia siempre difícil y que se hipoteca cada vez más por la caída del principal de sus recursos, el humano.

En su victoria, la Sra Fernández conquistó la primera vuelta con el 53% de los votos, siendo éste el triunfo más amplio conseguido por un jefe de Estado desde el retorno democrático en 1983. Según los analistas, este triunfo se apoya fundamentalmente en el mejor clima económico que vive el país, en una débil y ausente oposición, y en un escandaloso clientelismo.

Así, la reelección de la izquierda populista de Fernández es una característica de la política en la América Latina de todo el siglo XX y esta parte del siglo XXI, marcada con una fuerte presencia del Estado y de los partidos oficiales que están más sintonizados con actuar ideológicamente que en forma pragmática en la búsqueda de alternativas para un futuro mejor.

El kirchnerismo es una versión del peronismo 2.0, pero con el mismo ADN asistencialista, clientelista y que cree que el Estado es una especie de padre/madre, responsable final de todas las necesidades y de pagar las facturas de las personas. Y ahora tienen  la excusa perfecta: las turbulencias en los mercados internacionales que obligan al Estado argentino a crear un colchón social de protección para los más necesitados.

Argentina está en crisis desde hace mucho tiempo debido a una esencial carencia de líderes con visión de futuro que permita superar el ideario peronista. El país parece haberse quedado detenido en el tiempo, viviendo en torno al justicialismo como única vía de escape a sus difíciles momentos, y el pueblo argentino lo ve como la única vía que le da confianza, pese a todos los tropiezos del pasado.

Mantener el crecimiento económico es una condición básica para financiar el gasto público creciente, pero si no se libera el poder creativo de la nación, continuaran a poder de los imponderables temporales económicos mundiales considerando que se avecinan tiempos difíciles…¿hasta cuándo?.

Argentina, ¿un caso para el diván del siquiatra?.
Argentina, un caso de la malas prácticas

¿Es Argentina un caso para el diván del siquiatra o, sencillamente, un caso de malas prácticas?. Recordemos que Paul Samuelson dijo alguna vez que “en el mundo hay 4 tipos de países: los desarrollados, los no desarrollados, Japón y Argentina”. En 1945, Argentina exportaba más que Japón y era la promesa del mundo para ocupar un puesto relevante. Y hoy, en pleno siglo 21, el enigma que planteaba Samuelson aún sigue sin respuesta: nadie entiende porque Japón lo hacía todo tan bien, y Argentina, tan mal.

En 1980, Samuelson indicaba que “si alguien en 1945 me hubiera preguntado: ¿Qué parte del mundo espera Ud. que experimente el más dramático aterrizaje en las próximas 3 décadas?, probablemente podría haber dado una respuesta como la siguiente: Argentina está en la ola del futuro. Tiene un clima templado. Su densidad de población provee una dotación favorable de recursos por empleado. Por un accidente histórico su población actual es una bastante progenie de las naciones de Europa Occidental. Y Argentina está en 1945 en el estado intermedio de desarrollo a partir del cual se espera un rápido crecimiento…Pero, cuan equivocado habría estado..”

Y, en una reunión del año 2006, Samuelson comentaba que “en el 45 predije que Argentina y Chile serian los paises que más se desarrollarían luego de la segunda Guerra. Claro que no tuve en cuenta a Perón“. Perón.

La mano de la sinverguenzura
Argentina no es un caso para el diván de un sicoanalista, pero, ¿cómo pueden seguir siendo subdesarrollados?. Me lo comentaba un amigo alguna vez: “el problema de Argentina es que ha sido gobernada por argentinos y peronistas, desde la época de Perón”. Este es un país de piqueteros, marchas, contramarchas, contradicciones, trampas, incumplimientos, errores, soberbia y confusión de valores que los hacen merecedores de un enorme descrédito en todo el mundo. Por ejemplo, mientras para el resto del mundo, la mano de Maradona en el mundial ’86 es una trampa, para los argentinos es la mano de dios. Así, tergiversan los valores y principios, claves para una convivencia sana.

Marcos Aguinis contaba en su artículo “Incorregibles argentinos” una serie de vivencias de extranjeros que resumimos aquí:

“Hace unos años escribí “El atroz encanto de ser argentinos”, y cuando se tradujo al portugués tuve el honor de que lo presentara el entonces presidente Fernando Henrique Cardoso. Pero más importante, creo, fue la pregunta que me costó responder: “¿Cómo puede ser atroz un encanto?” Incómodo, atiné a balbucear: “Dése una vueltita por mi país y se dará cuenta.”…

“…Cantinflas expresó antes de regresar a México: la Argentina está compuesta por millones de habitantes que quieren hundirla, pero no lo logran…”.

“…Más adelante realizó por aquí una gira de conferencias Albert Einstein y su cerebro no pudo sino rendirse: ¿Cómo puede progresar un país tan desordenado?…”.

“…Uno de los administradores más famosos de Europa, Gastón Jeze publicó en 1923 su libro Las finanzas públicas de la República Argentina, cuyas conclusiones aún hoy erizan los pelos: Existe una profunda y radical oposición y contraste entre la prosperidad económica y el desarreglo de las finanzas públicas…”.

“…Otro invitado ilustre, el italiano Giuseppe Bevione publicó en Turín, en el año 1911, una obra titulada L’Argentina. Vio la corrupción, vio el despilfarro, vio la demagogia, vio un despreciable exhibicionismo. Registró que el costo de los servicios públicos duplicaba los de Londres. Denunció la creciente burocracia y la peste del clientelismo electoral, siempre en aumento. Le asombró la voracidad de la gente por recibir pensiones del erario público, como si fuese un derecho natural. También encontró graves fallas en la justicia y cerró el análisis del tema con una frase lapidaria: Es un país donde el poder judicial no tiene independencia y el poder ejecutivo no tiene frenos…”

“…Muchas décadas antes nos había visitado Charles Darwin, cuando realizaba su histórico viaje en el Beagle. Se dio cuenta de algo que debería causarnos preocupación: Los habitantes respetables del país ayudan invariablemente al delincuente a escapar; parecería que piensan que el hombre ha pecado contra el gobierno y no contra el pueblo...”.

“…Sobre el mismo tema fue más directo Georges Clemenceau: La Argentina crece gracias a que sus políticos y gobernantes dejan de robar cuando duermen. Me parece que se ha quedado corto...”.

“…Pero Keyserling escandalizó en su época al referirse a un aspecto que no se había tocado: la melancolía argentina, que se expresa de maravillas en el tango: El argentino es un animal triste, como sucede después del coito…”.

“…Cierro con una anécdota de Jacinto Benavente…había venido al país en 1922 y recorría en ferrocarril las ciudades del interior…Cuando se detuvieron en la ciudad de Rufino…bajó a recoger cartas y telegramas…En uno de los cables le anunciaban a Benavente que acababa de ganar el Premio Nobel de Literatura…recibió la noticia con calma y decidió completar su gira antes de retornar a Europa…En cada localidad, fue interrogado sobre la Argentina...Cuando llegó la hora de su partida y el carruaje dejó en el muelle al dramaturgo, se redoblaron las demandas. Entonces, Jacinto Benavente inspiró hondo y disparó un cañonazo: “Armen la única palabra posible con las letras que componen la palabra argentino.” El escritor trepó la escalerilla y se introdujo en el barco. Su figura desapareció mientras quienes lo habían escuchado armaban sobre trozos de papel palabras organizadas con las letras de argentino. La única que encontraron fue “ignorante”…”.

Entonces, este país es una muestra palpable de lo que no se debe hacer en economía.

Una breve historia de Argentina pre-Perón.

Argentina no escapa al sino latinoamericano: su vida económica está orientada principalmente al sector exterior, a las exportaciones de cereales y derivados de la ganadería, que generaban los principales ingresos del país. A finales del siglo 19, las exportaciones de cereales como el maíz y el trigo, aumentaron fuertemente y se convirtieron en el principal producto del sector primario-exportador argentino. Posteriormente, comenzó a experimentar un crecimiento rápido por la exportación de sus materias primas provenientes de la ganadería. Este fue el principio de un período significativo de expansión macroeconómica que llevó al país a ubicarse dentro de las potencias mundiales del momento.

Argentina se asienta en uno de los territorios más aptos para el desarrollo de la industria agropecuaria en el mundo, lo que le da ventajas comparativas en este factor de producción. Así, la economía estuvo casi completamente dedicada a la ganadería y la agricultura, en base a una estructura basada en la estancia que se apoyaba en la explotación de enormes extensiones por pocos propietarios, el latifundio.

El propietario de la estancia vivía en las grandes ciudades, se codeaba con el poder político y mantenía las mismas relaciones patronales de la época de la colonia con los trabajadores de la tierra. La concentración de la riqueza en pocas manos, mantenía elevados niveles de pobreza, dificultaba la creación de mercados competitivos internos e impedía el surgimiento de industrias en áreas alternativas.

Desde la independencia en 1810, los mercados laborales no se liberalizaron con prontitud. Desde los sistemas serviles de la colonia se llegó a sistemas de trabajo obligatorio sujeto a restricciones dada la escasez de trabajadores. Finalmente, a contar de 1850 comienza a desarrollarse un mercado laboral que coincidió y se potenció por la gran ola de inmigración que comenzó en ese momento y que se extendería hasta 1930.

La escasez de mano de obra en las estancias, permitió altos salarios y un estímulo para las masas de una Europa empobrecida que inmigraron en forma masiva. La llegada de estos nuevos habitantes que permanecieron en las grandes y pujantes ciudades, relajó la presión laboral en el campo y amplió las opciones comerciales.

Pero, Argentina no escapa al sino latinoamericano de depender de los ciclos económicos internacionales para sus productos de bajo valor agregado. Europa, con una población en auge, necesitaba los alimentos argentinos e invertían en los sectores que estaban orientados hacia las exportaciones como los ferrocarriles, puertos y frigoríficos. Pero, la inversión extranjera y los mercados internacionales pueden tener comportamientos muy erráticos, y así fue como la primera guerra mundial provocó una caída de la economía.

Sin embargo, una vez finalizada la primera guerra mundial, el mundo desarrollado necesitaba alimentos y Argentina, cómo el proveedor más codiciado y solicitado, comenzó a gozar del más largo período de prosperidad y paz social hasta entonces. Entre 1919 y 1929 el PIB argentino creció al 3,61% anual, superando considerablemente a Canadá (2,65%), Estados Unidos (2,16%) y Australia (1,64%). Fue la edad de oro de la economía argentina, alcanzando nada menos que el sexto puesto del PIB mundial en 1928.

La depresión del 29, provocó una reducción importante de los ingresos por exportaciones; aumentó el desempleo y la presión social comenzó a desbordar todos los márgenes. La mala situación económica y la ingobernabilidad fueron la causa de la intervención de los militares en la política entre los años 1930 y 1945, en lo que algunos denominan “la década infame”.

Además, si consideramos que en aquellos años, todos los países elevaron las protecciones al comercio exterior, se aumentaron los controles en el mercado de las carnes y granos, y se estimuló una acelerada industrialización basada en la sustitución de importaciones de los productos manufacturados. Este proceso fue traumático en algunas zonas del país lo que produjo un flujo migratorio, desde las zonas rurales, hacia la periferia de las grandes ciudades. Estas nuevas masas populares, comenzaron a ser empleadas en las nuevas industrias y pasarán a constituir la base del movimiento peronista.

El mito de la Argentina de Perón.
El populismo y la demagogia de Perón y Evita

El país no lograba estabilizarse ni acoplarse al ritmo de los ciclos internacionales. La falta de liderazgo político era un vacío que generaba inestabilidad e incertidumbre. Por una parte, un sector pequeño dueño de las tierras disfrutaba de la riqueza de su patrimonio, mientras un amplio sector de trabajadores vivía la incertidumbre de una vida sin futuro para ellos y sus hijos. Y la malsana connivencia entre el poder político y económico no producía lo que las mayorías requerían.

La llegada de Perón al poder en 1946 se produce en plena posguerra mundial, con una Europa destruida y arrodillada, y con el liderazgo creciente de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental. En este terrible escenario, Argentina se encontraba por primera vez en su historia en la posición de acreedor de los países centrales gracias a las exportaciones de carnes y granos a las potencias beligerantes.

El principal deudor era el Reino Unido que ante la emergencia declaró que no podía pagar la deuda por lo que el gobierno de Perón la transformó en créditos para adquirir empresas de servicios públicos de capital británico como fue la nacionalización de los ferrocarriles.

La reconstrucción avanzaba en Europa y Japón, y se necesitaban alimentos, y ahí estaba Argentina como “el granero mundial”. Por lo tanto, la bonanza económica continuaba impulsada por las exportaciones crecientes a mercados demandantes.

Esta bonanza, en la forma de ingresos extraordinarios, indujo al gobierno a aplicar una amplia política de bienestar que incluía el financiamiento de nuevos derechos sociales como las vacaciones y el descanso, planes de vivienda, inversiones en salud, educación, etcétera. Comenzó el clientelismo a formar parte de la lógica política argentina y a entronizarse en el pueblo y sus líderes.

Y los primeros que comenzaron a sacar provecho de estas nuevas políticas de bienestar fueron Perón y su esposa, Eva Duarte, que manejaba una fundación de asistencia social financiada principalmente con fondos estatales y algunos aportes empresarios. Mientras las nacionalizaciones y estatizaciones de los servicios públicos, como los ferrocarriles británicos, eran proclamadas como reconquistas de soberanía e independencia económica.

Sin embargo, el viento comenzó a girar en sentido contrario cuando los EEUU, mediante el Plan Marshall, comenzaron a ubicar sus excedentes agrícolas en Europa limitando el acceso al mercado de los alimentos argentinos. Entonces, a partir de 1950, la situación económica comienza a empeorar y el gobierno debió hacer ajustes al gasto público. La veleta cambiaba de dirección y Perón debió irse al exilio el año 1955.

Juan Domingo Perón dejaba el poder con la Argentina en el noveno lugar de las naciones más fuertes del planeta, y regresaba en 1973, cuando se ubicaba ya en el lugar 24 entre las economías más fuertes del mundo. En la actualidad, ronda el lugar 50.

La Argentina post-Perón.

¿Cómo fue que Perón y su pensamiento se encarnó se insertó en el ADN argentino de una manera tan permanente?. En la actualidad, los argentinos tienen una imagen borrosa del peronismo, pero lo que ha permanecido en el subconsciente colectivo está cubierto de una capa espesa de romanticismo debido a dos factores.

En primer lugar, esta imagen se fundamenta en el hecho de que, cuando Juan Domingo Perón dejaba el poder, Argentina aún era una nación poderosa y prestigiosa (pese a todos sus problemas y dramas) en el mundo de la guerra fría. Estaba en el noveno lugar entre las naciones más fuertes del planeta, y cuando regresó al poder en 1973, ya había caído al lugar 24. En la actualidad, ronda el lugar 50.

En segundo lugar, persiste la asociación del peronismo y su cercanía con los “descamisados” y “cabecitas negras” representado en la imagen cuasi milagrosa de una Evita inmortal. No resulta extraño, entonces, escuchar en forma permanente que ese gobierno “sí se preocupaba por los pobres" al repartir la riqueza nacional entre los más desvalidos. Se olvida que para 1953, con la caída de los precios internacionales, las finanzas públicas estaban quebradas. Incluso, algunos críticos recuerdan que Evita vestía trajes por valor de miles de dólares frente a sus pobres "descamisados", prometiéndoles que "muy pronto ustedes también usarán vestidos como el mío", y este desplante era como una muestra de bondad por parte de una mujer que solía regalar lo que no era suyo.

Evita llegó con su mensaje a las mujeres de Argentina y de toda Latinoamérica. Así se redactó el mito de Perón y Evita que subyuga el subconsciente argentino, y que continúa atrayendo a gran parte de los votantes argentinos a votar por cualquiera con apellido justicialista o peronista. Solo basta con reiterar algunos conceptos tan sencillos que están plasmados en la las denominadas “veinte verdades peronistas”.

El 17 de octubre de 1950, Perón indicó que "estas son las veinte verdades del justicialismo peronista. He querido reunirlas así para que cada uno de ustedes las grabe en sus mentes y sus corazones; para que las propaguen como un mensaje de amor y justicia por todas partes; para que vivan felices según ellas y también para que mueran felices en su defensa si fuera necesario...":
-      Verdad 1: La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo.
-      Verdad 2: El Peronismo es esencialmente popular. Todo círculo político es antipopular, y por lo tanto, no es peronista.
-      Verdad 3: El peronista trabaja para el Movimiento. El que en su nombre sirve a un círculo, o a un caudillo, lo es sólo de nombre.
-      Verdad 4: No existe para el Peronismo más que una sola clase de hombres: los que trabajan.
-      Verdad 5: En la Nueva Argentina el trabajo es un derecho que crea la dignidad del hombre y es un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume.
-      Verdad 6: Para un Peronista de bien, no puede haber nada mejor que otro Peronista.
-      Verdad 7: Ningún Peronista debe sentirse más de lo que es, ni menos de lo que debe ser. Cuando un Peronista comienza a sentirse más de lo que es, empieza a convertirse en oligarca.
-      Verdad 8: En la acción política la escala de valores de todo peronista es la siguiente: primero la Patria, después el Movimiento, y luego los Hombres.
-      Verdad 9: La política no es para nosotros un fin, sino sólo el medio para el bien de la Patria, que es la felicidad de sus hijos y la grandeza nacional.
-      Verdad 10: Los dos brazos del Peronismo son la Justicia Social y la Ayuda Social. Con ellos damos al Pueblo un abrazo de justicia y de amor.
-      Verdad 11: El Peronismo anhela la unidad nacional y no la lucha. Desea héroes pero no mártires.
-      Verdad 12: En la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños.
-      Verdad 13: Un gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma. Por eso el Peronismo tiene su propia doctrina política, económica y social: el Justicialismo.
-      Verdad 14: El Justicialismo es una nueva filosofía de vida simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista.
-      Verdad 15: Como doctrina política, el Justicialismo realiza el equilibrio del derecho del individuo con la comunidad.
-      Verdad 16: Como doctrina económica, el Justicialismo realiza la economía social, poniendo el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social.
-      Verdad 17: Como doctrina social, el Justicialismo realiza la Justicia Social, que da a cada persona su derecho en función social.
-      Verdad 18: Queremos una Argentina socialmente justa, económicamente libre, y políticamente soberana.
-      Verdad 19: Constituimos un gobierno centralizado, un Estado organizado y un pueblo libre.
-      Verdad 20: En esta tierra lo mejor que tenemos es el Pueblo.

Y estas “veinte verdades” fueron la base del mensaje afilado del peronismo, aún vigente en nuestros días. Sin embargo, este mensaje equivale a mirarse el ombligo y dejar de mirar el camino.

Perón convenció a los argentinos comunes y corrientes que son pobres porque hay ricos que les quitan parte de su guita; los convenció que ellos tienen el derecho de vivir como todos; los convenció que no acepten abusos ni atropellos…pero, se olvidó transmitirles que solo el esfuerzo y el trabajo es la clave para el éxito.

¿Por qué votan por el peronismo?

De cierta manera, Perón fue un adelantado de la comunicación y del marketing puesto que aplicó en la vida real el concepto del posicionamiento. Sabemos que, para poder lograr algo en la sociedad de hoy en día, es preciso ser realista, manipulando lo que ya está en la mente de las personas y reordenando las conexiones existentes. Y para eso se requiere una comunicación que conquiste posiciones en la mente de las personas por medio de un mensaje afilado.

Y el mensaje peronista era: justicia social, ayuda social y unidad nacional. Mensaje breve, preciso y que sintonizaba con el dolor de una sociedad de postergados eternos.

Por eso, muchos argentinos votan a Cristina Fernández; no porque sea una líder extraordinaria sino porque representa para ellos la única luz de esperanza en un mundo de pobreza, abuso e injusticias. Para muchos argentinos, Cristina Fernández es una fiel representante del justicialismo y que puede usar el poder del Estado para defender a los “descamisados” del siglo 21.

Claro está, nadie se pregunta porque Argentina aún tiene descamisados en pleno siglo 21. Y esta es la principal crítica que merecen los opositores que jamás han logrado ensamblar un adversario político que deje el peronismo en el pasado.

Tal como indicábamos, Perón dio vida a una organización política que representaba a las grandes masas, pero que era estática. Un país no puede estarse mirando el ombligo eternamente, y en algún momento debe levantar la cabeza y comenzar a caminar. Argentina está detenida en una esquina del pasado, observando pasiva como pasan los buses por las grandes vías del desarrollo y del progreso.

Algunos lo intentaron, pero aún no era el tiempo. Siguen triunfando los que portan el mensaje ortodoxo que es una señal de que el país ha retrocedido a niveles impensados. Cristina Fernández no puede ser el futuro de Argentina, sino es el presente corrupto de la peor dirigencia posible. Y aún así, votan por ella porque en Latinoamérica y en Argentina, los políticos que se alejan de la gente reciben su repudio electoral.

Y, solo como muestra, muchos de los argentinos que votaron por ella, ahora comenzaron a “votar por el dólar” como el refugio más seguro para un futuro incierto. Y algunos indican que "la avidez por el dólar no se ha detenido con la elección sino que, por el contrario, incrementó su ritmo. La salida de capitales comenzó poco después de las primarias de agosto y no se paró después del domingo 23".

Y la respuesta de la autoridad no se hace esperar: entran en vigor nuevas regulaciones para la venta de dólares en la Argentina. La gente que quiere comprar divisas en casas de cambio se encontraban con inspectores que observaban e interrogaban a cada una de las personas que ingresaban a las entidades en busca de dólares: ¿Puedo hacerle algunas preguntas?, ¿Por qué compra dólares? ¿De dónde saca el dinero para hacerlo?...

El tango Cambalache de Enrique Santos Discépolo.

Enrique Santos Discépolo, un adelantado
Probablemente, el tango Cambalache representa cabalmente una visión de la sociedad argentina que va a ser muy difícil de extirpar. Con letra y música de Enrique Santos Discépolo (1935), dice:

Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé.

En el quinientos seis
y en el dos mil, también.

Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
barones y dublés.

Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.

Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados.

Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador...

¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!

Lo mismo un burro
que un gran profesor.

No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.

Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.

¡Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón!

Cualquiera es un señor,
cualquiera es un ladrón...

Mezclao con Stravisky
va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...

Igual que en la vidriera
irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
junto a un calefón.

Siglo veinte, cambalache
problemático y febril...

El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.
¡Dale, nomás...!
¡Dale, que va...!
¡Que allá en el Horno
nos vamo’a encontrar...!

No pienses más; sentate a un lao,
que ha nadie importa si naciste honrao...

Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura,
o está fuera de la ley...

¿Seguiremos llorando por Argentina?...Solo el tiempo lo dirá, pero lo que es seguro es que si siguen liderando las viejas generaciones de políticos argentinos esta situación se mantendrá, eternizando, una nación que llegó a ser la cuarta nación más poderosa del planeta.


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