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jueves, 22 de septiembre de 2011

EL ESTADO CONTRA UN INDIVIDUO. EL CASO TROY DAVIS

Troy Davis, un Estado contra un individuo
El máximo tribunal de EE UU ha rechazado paralizar la ejecución de Troy Davis, quién ha fallecido, por inyección letal de barbitúricos. Así, una vez consumidas todas las instancias legales, EEUU procedió a cometer un nuevo homicidio legal suministrando durante 15 minutos un mortal coctel de barbitúricos a una persona amarrada a una camilla y proclamando su inocencia hasta el final.

Troy Davis fue detenido y acusado por el asesinato en 1989 de Mark McPhail, un policía de raza blanca de 22 años que acudió de civil a socorrer a un vagabundo que estaba siendo apaleado por otros mendigos que intentaban robarle una cerveza. Durante el juicio no se pudo presentar el arma homicida, porque nunca fue encontrada, ni se aportaron pruebas de ADN. Aún así, Davis fue condenado en 1991 a morir ajusticiado por el Estado de Georgia.

El Estado contra el individuo.

Desde que se reinstauró la pena capital en 1976 van más de 1.200 ejecuciones en un paseo que parece interminable. Sin embargo, a estas alturas de desarrollo de nuestras instituciones no resulta comprensible que un país líder en muchos aspectos continúe aplicando la pena capital en seres humanos indefensos.

Es cierto que algunos de ellos pueden haber cometido horrorosos crímenes para la sociedad, y que merezcan un castigo ejemplar, pero, desde la lejanía y la racionalidad fría, parece un abuso que se utilice la fuerza del Estado para acabar con la vida de algunas personas. En estricto rigor, el Estado y sus instituciones no pueden formar parte de un acto de venganza de la familia de las víctimas puesto que eso no reparará la irreparable pérdida sufrida.

La familia de McPhail, la madre y los hijos de 20 años que eran casi bebés cuando cayó abatido su padre querían que Davis muriera. "Nosotros somos las verdaderas víctimas aquí", dijo el lunes la viuda de MacPhail, Joan, fuera de la sede del comité de indultos en Atlanta, donde afirmó que ella y sus dos hijos asistirán a la ejecución. Además, la madre del joven policía, Anneliese McPhail, declaraba horas antes de la muerte del preso que el caso ya se había alargado demasiado tiempo y era hora de cerrarlo con la muerte del hombre que mató a su hijo, según sus palabras. "Mi hijo estaba lleno de vida y se hizo policía para protegernos y resultó herido de muerte al ayudar a un pobre hombre…Davis es culpable y debe morir", insistió la madre.

Según los expertos, los testimonios de la familia clamando por venganza ha tenido un peso enorme a la hora de que los tribunales fallaran contra los recursos de clemencia pedidos por los abogados del condenado.

Sin embargo, Troy Davis siempre manifestó ser inocente de las acusaciones en su contra, y si algún día se pudiera probar su inocencia ya será demasiado tarde puesto que, en estos momentos, es un cadáver.

Troy Davis, el hijo de Jim Crow

Las leyes Jim Crow, leyes estatales y locales en los Estados Unidos, imponían la segregación racial en todo recinto público separando de facto a blancos y negros en escuelas públicas, baños, teatros, etc. Inclusive el Ejército de EEUU siempre estuvo segregado en unidades de blancos y de negros. Estas leyes prevalecieron en los estados sureños y en muchos más entre 1876 y 1965.

Estas leyes partían del supuesto que los recintos eran iguales, pero en la práctica, los que utilizaban los negros eran invariablemente de menor calidad. Aun cuando la ley no impedía explícitamente la participación de negros en deportes, recreación y servicios religiosos, esta legislación provocaba una forma de auto-segregación automática. Además, a pesar de que los negros tenían la garantía del derecho al voto mediante la Enmienda Constitucional, muchos estados los privaban de ese derecho al obligarlos a cumplir requisitos como pagar impuestos de votación, exámenes de conocimientos académicos y residencia con registros de comprobantes.

Así, algunos plantean que el caso de Troy Davis es una extensión de las leyes Jim Crow que aún persisten en el subconsciente colectivo de la sociedad norteamericana. Por ejemplo, se dice que antes del juicio la policía obligó a algunos testigos a escoger a Davis de una rueda de reconocimiento, pero habiéndoles mostrado en forma previa fotos del hombre que ya habían elegido como culpable. Además, esa misma rueda fue llevada a cabo por un policía que estaba implicado en la investigación lo que aumentó su poder de influencia sobre los testigos. Y a la fecha, al menos siete de los diez testigos que acusaron a Davis se han arrepentido de sus testimonios. Otra persona insiste en que el verdadero culpable está en la calle y presume del crimen del policía Mark McPhail. Aporta nombres y apellidos.

Desde la UE, Amnistía Internacional y el Vaticano han pedido a EEUU que detenga la ejecución de Davis porque "al ejecutar a un condenado sobre cuya culpabilidad existen serias dudas, se cometerá un error irreparable". Por que la pena de muerte aplicada por el Estado es discriminatoria, inhumana, injusta e imposible de mejorar, debe abolirse en todos los países del mundo.

¿Qué puede hacer un individuo contra las decisiones que toma el Estado?.

Antes de su muerte, Troy Davis manifestó que "la lucha por la justicia no se acaba conmigo…Esta lucha es por todos los Troy Davis que vinieron antes que yo y todos los que vendrán después de mí…Estoy de buen ánimo y estoy orando y en paz. Pero no voy a dejar de luchar hasta haber exhalado mi último aliento".

Algunos Estados continúan manteniendo instituciones que son rechazadas por el sentido común y la experiencia de los años. Y no puede ser justificable que el Estado actúe por medio de una violencia física tan extrema.

Por lo tanto, los ciudadanos claman por el derrocamiento del Estado supremo como una suerte de dios infalible que tiene en sus manos la solución a todos nuestros problemas sociales y urgentes. La función del Estado y del poder coactivo de que goza, no debe impedir que los seres humanos aspiren a una vida mejor y a construir su propio destino.

No debemos olvidar que toda la riqueza de que disponemos es el resultado del esfuerzo de muchos individuos que actúan libre y voluntariamente entre ellos, y no del quehacer de unos burócratas de terno y corbata que desempeñan cargos en el sector estatal.

De acuerdo a Hayek, pues, para implementar instituciones con rostro humano, se necesita más del quehacer libre y voluntario de los seres humanos y menos de la intervención de las instituciones estatales, siempre prestas para aniquilar a los individuos que rompen códigos.

No estamos defendiendo a los criminales que causan dolor y sufrimiento, sino confrontando a las estáticas instituciones que estamos construyendo y que solo aplican leyes. La pena de muerte no acaba con el dolor de las víctimas, y solo sirve para saciar la sed de venganza.

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