La hazaña de Nick Wallenda y el reconocimiento para una vida bien vivida |
Hay personas que viven sus vidas como si fuera una
cáscara vacía que debe ser rellenada, diariamente, con eventos y acciones externas
que los hagan sentirse vivos. Por eso, muchos se embriagan y se drogan para
dejar escapar la vida, que siempre han deseado vivir, pero que se encuentra
atrapada por hábitos, obligaciones y quehaceres que los demás les imponen. Así,
sufren el día a día en sus trabajos y ansían el término de la jornada para
intentar encontrarse a sí mismos sabiendo que deberán volver al día siguiente;
esperan las vacaciones anuales para intentar escapar de las obligaciones
antiguas por un breve lapso pero terminan cayendo en nuevas obligaciones;
esperan cumplir la edad para jubilar y
empezar a ser ellos mismos pero ya es muy tarde puesto que la vida se les ha
escapado de las manos como arena entre los dedos. Cuando esto comienza a pasar
es que ya han comenzado a ser arena de sepulcros.
Es el sino en la vida de muchas personas que no han
encontrado destino a sus vidas y se debaten en la desidia, la enfermedad y los
miedos que les han metido en la cabeza. Todos tenemos miedos (y yo más que
ninguno) propios o ajenos que nos copan la cabeza y se nos salen por entre los
poros. Y el primer paso para superarlos es reconocer su existencia.
Todos tenemos miedos que superar, y algunos intentan
superarlos inoculando miedos a otros: a estos debemos tenerles presente para
alejarlos de nuestras vidas. Sin embargo, la familia Wallenda no conoce el
miedo y viven sus vidas al límite de sus sueños. Es la única manera de vivir.
LA FAMILIA
WALLENDA
La noticia ya recorre el planeta: el viernes 15 de
junio, Nick Wallenda ha cruzado las cataratas del Niágara mediante la cuerda floja
y sin sujeción alguna.
Los primeros indicios de los Wallenda surgen en el
Imperio Austro Húngaro en 1780 cuando viajaban como una banda de acróbatas,
trapecistas, malabaristas, domadores y trapecistas. Así pasaron por muchos
lugares hasta que John Ringling del circo Ringling Bros. and Barnum &
Bailey Circus reclutó a los Wallenda después de verlos actuar en Cuba. En 1928,
la familia dio su función inaugural en el Madison Square Garden de Nueva York y
se ganaron una ovación de pie de 15 minutos de un público asombrado, que se
maravilló de sus actuaciones sin una red de seguridad.
La pirámide de la silla de Los Wallenda |
El acto por el cual fueron reconocidos, en la década
de 1940 como "Los Wallenda Voladores", fue la pirámide de silla de
siete personas: cuatro artistas equilibrándose en el cable principal, un par de
cada uno ellos apoya a otro artista, y estos dos acróbatas, a su vez, apoyan al
séptimo miembro que se equilibra en una silla. Pero, la pirámide de la silla salió
terriblemente mal en 1962, cuando un paso en falso en el Coliseo de la Feria
Estatal de Detroit envió a dos miembros a la muerte y dejó paralizado a un tercero.
En 1944, la familia Wallenda actuaba en un circo en
Hartford, Connecticut, cuando se produjo un incendio que acabó con la vida de
168 personas pero los Wallenda no tuvieron desgracias. En 1945, la cuñada de
Karl Wallenda murió en Omaha en una actuación.
Karl Wallenda |
El patriarca de la familia y bisabuelo de Nik Wallenda,
Karl, con el paso de los años se convirtió en un destacado intérprete, haciendo
"el cielo camina" entre una variada gama de edificios y estadios en
EEUU. Además, logró cruzar el Tallulah Gorge en la cuerda floja el 18 de julio
de 1970. Sin embargo, en 1978, Karl Wallenda murió cuando intentaba caminar
entre dos torres de hoteles en San Juan, Puerto Rico.
La primera vez que Nick Wallenda pisó un cable tenía 2
años de edad, y en la actualidad ha ganado seis registros Guinness, el último
en octubre de 2008. En esa oportunidad, a más de 20 pisos de altura en las
calles de Newark, Nueva Jersey, viajó la distancia más larga y a mayor altura
en bicicleta sobre un cable. Además, en el 2011, Nick y su madre, Dalila, hicieron
el honor a su bisabuelo caminando la última ruta de Karl y, al mismo tiempo, incluyeron
el acto de Nick de pasar por encima de su madre en el centro del alambre.
En la actualidad, catorce miembros de la familia participan
en espectáculos para diversas compañías.
EL HONOR DE
LOS WALLENDA
Nick Wallenda ha entrado en la historia cuando este
viernes 15 de junio se convirtió en el primer hombre en atravesar las cataratas
del Niágara sobre la cuerda floja en más de un siglo. La última persona en
hacerlo fue James Hardy en 1896, poco antes de que las autoridades prohibieran
el paso entre ambas orillas. La familia Wallenda tiene en su ADN el caminar
sobre la cuerda floja y por eso Karl Wallenda decía que “la vida está sobre el
alambre, todo lo demás solo es esperar”.
Nick Wallenda en bicicleta |
Nick Wallenda comentó, antes de acometer la empresa,
que “llevo preparándome para este momento desde los dos años”. La cadena ABC,
propiedad de Disney, emitió la actividad y le insistió para que llevara un
arnés de seguridad, algo a lo que este se negó hasta el último minuto porque
dijo “jamás he trabajado con medidas de protección y este arnés es muy pesado,
pero acato la decisión de los patrocinadores”.
A lo largo de toda la emisión, los espectadores podían
escuchar cómo el equilibrista hablaba consigo mismo y con su padre…“El alambre
se mueve tanto que es muy complicado fijar la vista y ver por dónde ando…Gracias
dios mío…Gracias por dejarme vivir este momento histórico. Nadie más va a estar
aquí arriba como estoy yo ahora”. Después de pasar a Canadá, le esperaban dos
policías que le pidieron el pasaporte, que Wallenda llevaba encima. “¿Cuál es
el propósito de su viaje?”, le preguntaron. “Servir de ejemplo a la gente”,
contestó.
El equilibrista reconoció que lo más complicado había
sido hacer frente a la intensidad del viento que azotaba el alambre a más de 60
metros de altura. “Este trabajo requiere una gran preparación psicológica, pero
también física”, explicó. Wallenda y su familia lo saben puesto que se han criado
en una familia que ha hecho de la cuerda floja toda su vida.
LA NEGACIÓN
DEL FRACASO
Algunos años después de la tragedia en que perdió la
vida Karl Wallenda, su esposa diría que “todo lo que Karl pensó durante los
tres meses anteriores fue en caer. Fue la primera vez que pensó en esto, y me
pareció que había dedicado más energías a no caer que a caminar en la cuerda
floja”. Por eso, cuando dedicó todas sus energías en no caer, más que en
caminar sobre la cuerda floja, estaba virtualmente poniendo el cimiento del
fracaso.
Pero, de alguna manera, esta familia ha aprendido a
convivir con el fracaso y la muerte segura. En otras palabras, han aprendido a
diferenciar entre el fracaso y el aprendizaje, incluso aceptándolo como una
instancia de crecimiento y mejoras.
Desafortunadamente, son una excepción. Nuestras
sociedades están llenas de personas que huyen del fracaso, y se esconden en las
profundas cuevas en las que han convertido sus vidas para emerger diariamente a
la superficie y soñar con las ilusiones de un mañana mejor. Sufren en sus
trabajos de sol a sombra para poder pagar sus cuentas de fin de mes y sus
pequeños momentos de paz y sosiego, pero el lunes siempre llega con su
sobrecarga de tensiones y angustias imposibles de dejar de lado…
En nuestras sociedades no estamos preparados para el
fracaso. El fracaso es como una muerte en vida porque solo puede fracasar el imbécil
y torpe; el más vivo no fracasa, porque siempre encontrará las instancias que
le recompensen sea cual sea.
Saludamos a Nick Wallenda y a su familia por la demostración
de que la vida solo se puede vivir cuando se vive.
PANORAMA
Liberal
Domingo 17
Junio 2012
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