La emoción asociada al futbol nos hace olvidar nuestra mortalidad e intrascendencia |
Alguna vez alguien
planteó que existe una clara relación entre la importancia relativa que los
países le dan al futbol y su nivel de desarrollo, y la tesis consiste en que mientras
más desarrollada es una sociedad (y no hablamos solo de bienes materiales)
menos importancia se le da al fútbol. Por eso, en Europa ciertas naciones ven a
este deporte como lo que es, un simple juego, sin ninguna connotación excesiva
ni pasiones desbordantes porque, al final, las personas saben que,
independientemente del resultado, deben volver a sus vidas normales. Observar
este deporte es una entretención más como ir al cine o a cenar o a pasear.
En cambio, en nuestro
continente, el futbol es una religión con múltiples y variadas sectas que se
disputan el dominio temporal en la opinión pública para imponer unos ciertos
colores. Por cierto, esta religión ha sido trabajada de manera inteligente por los
políticos y por doña Fifa que lo han convertido en un pingüe negocio de
generosos beneficios para algunos, y que la gran mayoría financia asistiendo a
esos eventos.
Por ejemplo, ¿cómo es
posible que en un país como España, con tasas de desempleo tan altas y en plena
crisis, ciertos clubes de futbol paguen salarios desorbitantes a personas que
tienen como único talento golpear una pelotita?. La clave está en la demanda de
entretención de una gran masa que desea evadirse de una triste realidad.
Y por cierto, no estamos
en contra de que una persona decida entretenerse viendo futbol o cualquier otra
cosa, sino que se considere a este deporte como una especie de tabla de
salvación de la especie humana. En la actual Eurocopa, el primer ministro
español decidió ir a ver a España que presentar el plan de salvamento europeo
para su economía; Merkel apuró cierta reunión para poder ir a ver el partido de
su país…Pan y circo, en Roma; pan y futbol, en Europa.
Mientras tanto, en ciertos
países de América Latina el futbol ha dejado de ser una entretención para transformarse
en una forma de vida. En otras palabras, la pobreza y el subdesarrollo mental y
material se expresa en los eventos deportivos por medio del afloramiento de las
peores conductas humanas: violencia y asesinatos con el pretexto de defender ciertos
colores.
UNA DESCRIPCION DEL FUTBOL
Soy un futbolero de toda
la vida, observador y jugador aficionado de pichangas y escaramuzas varias. Al
mismo tiempo, siempre escuchaba a mi madre decir que “cómo es posible que les
guste el futbol…si son 22 tarados corriendo como tontos detrás de una pelota
para meterla entre tres palos y gritar gol…”. Y se reía mientras yo la
observaba.
Siempre recuerdo esa
frase de mi madre que después escuché en múltiples oportunidades, y con el paso
del tiempo le empecé a encontrar sentido. El sencillo juego de llevar una
pelota con los pies, combinar con un compañero, engañar a los rivales y hacer
pasar el balón por un plano imaginario, se ha convertido para muchos en una
especie de religión. Claro está, en una religión de colores: la roja, la albiceleste,
la azul, la blanca, la negra, la naranja, etc. Por otra parte, sonrío cuando recuerdo
que, en un programa anexo de un Mundial, el comediante Bonvallet planteó que
“hay países que jamás van a ganar un Mundial por el color de sus camisetas…”. Es
decir, tuvo la desfachatez de decir en público que existe una relación entre el
éxito deportivo y el color de la camiseta, y Fernando Paulsen, periodista
presente en dicho programa, afirmaba que “me parece una teoría interesante”.
Que la gente ligada al
futbol hormonal diga estupideces es una señal de lo mágico que es la vida
ligada al futbol, por no decir, irreal…¿Cómo no va ser irreal escuchar a los comediantes
Bonvallet o Maradona?. Estos dos emiten opiniones absurdas y sin sentido y
todos los miran como si la sabiduría hubiera hablado por sus bocas. En otras
palabras, hemos convertido al futbol y sus cultores en espejos a seguir por las
nuevas generaciones que solo piensan en la pelotita y los generosos ingresos.
Claramente, el futbol es
un juego. Sin otra connotación, excepto por parte de los interesados de siempre
que han convertido una actividad lúdica en un asunto de guerra o muerte, una
especie de juego de suma cero donde los que ganan son a costa de los que
pierden.
Sin embargo, hay algunos
que siempre ganan en ese juego. ¿Quiénes son?, ¿será necesario nombrarlos?...La
Fifa y sus asociaciones-federaciones, los clubes afiliados, las empresas
masivas de bienes y servicios, los medios y los periodistas, y los deportistas.
Entre estos cinco elementos se teje la trama que ha convertido a este deporte
en una “pasión infinita” o el arte de enseñar a meter la mano en los propios
bolsillos de los espectadores.
¿QUÉ SERÍA DEL FUTBOL ACTUAL SIN…?
¿…DOÑA FIFA Y LAS
FEDERACIONES?. La patrona y jefa suprema, doña Fifa, se maneja por leyes
propias y no acepta injerencias de leyes nacionales so amenaza de desafiliación
del gran negocio. La reciente visita del presidente de la Fifa y sus paseos con
el presidente de la federación nacional son la imagen adecuada de los que
dirigen el negocio en el mundo y en Chile: el negocio es de ellos, el éxito les
agrada y les complace.
Por eso, se jactan de que
hay más países afiliados a la Fifa que a la ONU, y se atreven a comentar que
cuando un país logra su independencia, define su bandera y su himno, el paso
siguiente es afiliarse a la Fifa…¿La ONU?. La dejan para después, ¿será
verdad?. Pues, claro está, más países, más torneos, más ingresos, y vamos
sumando…
¿…LOS CLUBES AFILIADOS?. Antaño,
los clubes eran organizaciones de hinchas entusiastas que en base a su propio
esfuerzo mantenían clubes en competencia, pero el paso del tiempo y las mayores
exigencias legales y financieras, les pasaron por encima y, hoy, son sociedades
anónimas las que dirigen los destinos de los clubes más importantes.
La pasión ahora es un negocio
que puede incentivar el acceso a la propiedad de personas que no son hinchas y
lo hacen en busca de otras metas personales (por ejemplo, Piñera en Colo Colo).
Los clubes dejaron de ser de los hinchas y pasaron a ser del dueño o los accionistas.
Ahora, los hinchas se han
convertido en una suerte de personajes externos a los clubes, responsables de
alentar y hacer banderazos, pagar la entrada, etc., pero sin ninguna injerencia
en el devenir de su institución.
¿…LAS EMPRESAS
AUSPICIADORAS?. El futbol actual no sería el mismo sin el apoyo y el auspicio
de las grandes empresas masivas que han financiado su llegada a todos los
rincones del planeta. Doña Fifa ha encontrado en algunas empresas el nexo
correcto para llegar con su mensaje a todo el mundo. Por ejemplo, la Coca Cola
es el caso típico.
El futbol es una gran
ventana al sentimiento y bolsillo de los hinchas que vibran con sus colores y
compran los bienes y servicios publicitados en los torneos y competencia. Ahora,
ya no se habla de la Copa Libertadores sino de la Copa Santander Libertadores,
y a este tranco, cualquiera de nosotros podría cambiarse el nombre y pasar a
llamarse Juan Coca Cola Araya si le pagaran por ello.
El papel de los hinchas
es alentar a su equipo mientras compran bienes y servicios de las empresas
auspiciadoras.
¿…LOS MEDIOS Y LOS
PERIODISTAS?. Estos son otros de los principales ganadores gracias al avisaje
de las empresas auspiciadoras, y la venta de los medios con las diarias
informaciones deportivas. El hecho de existir nuevos eventos es una fuente
sustancial de ingresos y por eso, les interesa que exista éxito deportivo por
la posibilidad de aumentar los tirajes y la publicidad asociada.
¿…LOS FUTBOLISTAS?. Son
los principales actores responsables del espectáculo por medio del uso de sus habilidades
y talentos. Tienen la fortuna y la dicha de que se les paga por jugar…¿a quién más
le pagan por jugar…?.
Muchos de estos provienen
de bajos estratos socioeconómicos, y una vez que alcanzan cierto estátus
deportivo, se convierten en especies de semidioses, intocables y de pésimo
genio; se convierten en rostros publicitarios para respaldar marcas de venta
masiva o exclusiva; se convierten en líderes de opinión; se transforman en autorreferentes
por lo que cuando son entrevistados se refieren a si mismos en tercera persona;
etc. Y todo esto por la dicha de poseer un talento otorgado por la naturaleza.
¿Y QUÉ PASA CON LOS
HINCHAS?. El supuesto de la industria es el de entregar un producto que los
hinchas puedan comprar. Es decir, este juego subsiste gracias al apoyo y
elecciones de los hinchas que son los que sostienen la actividad. En otras
palabras, todo este tinglado no tiene otro objetivo que seducir al hincha para
que se meta la mano al bolsillo y asista a los estadios y/o compre los bienes y
servicios de las empresas auspiciadoras.
En palabras sencillas, la
industria del futbol se ha levantado para explotar ciertas necesidades de la
especie humana como el hecho de formar parte de una tribu ganadora. Pero, el hincha
es el gran abusado de toda la comedia del futbol porque se dice que todo se
hace por él, pero las cosas importantes se hacen a espaldas de él; a los jugadores
exitosos no les importan los hinchas; los clubes ya no consideran a los hinchas
en las grandes decisiones como contratar o despedir jugadores; a la Fifa solo
le interesa que los hinchas paguen y financien el espectáculo.
En otras palabras, se
explota la emocional trascendencia del futbol para los hinchas a cambio del
pago de entradas a los eventos y productos relacionados.
LA EMOCIONAL TRASCENDENCIA DEL FUTBOL
Al parecer, las sociedades
subdesarrolladas mentalmente le están dando demasiada importancia a un juego
como el futbol. Esta industria ha surgido para explotar económicamente ciertas características
intrínsecas de la especie humana como el hecho de pertenecer a una tribu
ganadora y negar la muerte intrascendente.
El ser humano tiene un
miedo innato a morir en la intrascendencia. En su libro “La negación de la
muerte”, el antropólogo Ernst Becker intenta reflexionar sobre las motivaciones
últimas del ser humano. Según Becker, nuestra motivación más grande no es el
sexo, la autoestima, los genes, o incluso la química del cerebro, sino que
hacemos lo que hacemos porque estamos completamente aterrorizados por la
proximidad y certeza de la muerte. Y hacemos lo que lo que hacemos para
olvidarla y evitarla.
Tenemos miedo a la muerte
y no solo eso, sino que cada vez la negamos más. Gran parte del mal en el
mundo, a juicio de Becker, es una consecuencia de esta urgente necesidad de
negar la muerte. Por eso, nos gustan los héroes deportivos que son capaces de superar
la muerte intrascendente y nos agrada ser hincha de equipos exitosos. En todo
el mundo hay hinchas de Manchester United, Real Madrid, Barcelona y otros
equipos que lo han ganado todo, porque de esa manera las personas vencen la intrascendencia
de sus vidas y la cercanía de la muerte.
En general, las
entretenciones y el futbol forman parte de una cultura de la evasión que crea personas
que intentan negar su propia mortalidad, y por eso, desarrollan una armadura
emocional que los protege, y al mismo tiempo, les impide adquirir el verdadero
auto-conocimiento de que la muerte es solo una etapa de la vida.
En realidad, el futbol es
una manera de evadir la intrascendencia de las vidas personales. Pero, al negar
la muerte y la intrascendencia de nuestras vidas estamos creando trabas que nos
impiden crecer y desarrollarnos como
seres humanos. Cuando asumimos que la muerte es una certeza, viviremos cada día
como si fuera el último de nuestras vidas y nos preguntaríamos si dicho día merecía
ser vivido.
Alguna vez Steve Jobs le
dijo a ciertas personas que “si vives cada día como si fuera el último,
¿querrías hacer lo que vas a hacer hoy?”. Y les pedía que siguieran hambrientos
y alocados buscando el sentido de sus vidas. Está bien que el futbol sea una
entretención, pero no puede ser el objetivo de vida de una persona ser un perfecto
hincha de futbol.
El verdadero objetivo de
una persona es encontrarse a sí mismo y contribuir a la sociedad desde su
propia individualidad y no desde un fanatismo irracional y estrecho.
PANORAMA Liberal
Domingo 24 Junio 2012
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