Las políticas socialistas nos condenan a la pobreza, como la ha demostrado el Transantiago. Y socialistas como Meo lo siguen considerando un gran proyecto... |
Unos de nuestros lectores, Álvaro, nos indica que “quería
mostrarles esta noticia que salió en El Mostrador con los comentarios del
progresista MEO y su increíble visión del proyecto socialista llamado
transantiago(http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2012/06/06/enriquez-ominami-la-actual-estructura-del-transantiago-ha-fracasado-y-no-tiene-vuelta/)...Lo
increible de todo es la cara de palo que tiene este señor de culpar a las
empresas privadas por el mal funcionamiento del servicio…”.
El Transantiago es un espléndido ejemplo de un
proyecto socialista creado en el gobierno de Lagos e implementado en el
gobierno de Bachelet. Por lo tanto, no podemos estar más de acuerdo con lo
planteado por Álvaro porque las políticas públicas socialistas son un paso
directo y sin escalas hacia la pobreza. Además, gracias al Transantiago, ahora
el Metro se ha vuelto insoportable y sus autoridades planean subir las tarifas
dado el mayor volumen de pasajeros transportados. ¿Es o no cierto que las políticas
socialistas solo generan pobreza?.
LA MIOPE
VISION DE LOS SOCIALISTAS
Resulta cada vez más difícil creer que los socialistas
tienen buenas intenciones a la vista de los resultados que generan con sus
políticas públicas. Algunos, todavía, les tienen fe, y piensan que ellos desean
lo mejor para la especie humana, pero muchos más ya están claramente desencantados
con la miopía socialista que les permite defender lo indefendible, usando pobres
argumentos de una manera demagógica y tendenciosa pero que se oye a los oídos
de los incautos e ignorantes como una sesuda justificación. Es el caso del
socialista Marco Enríquez-Ominami, también conocido como Meo.
En este caso, Meo se reunió con dirigentes sindicales
de los conductores de la red de transporte público para acompañar la condena
por las repetidas alzas del sistema de transporte y denunciar presuntos abusos
hacia los trabajadores por parte de las empresas operadoras del Transantiago.
Manifestó que “hay
que sincerar el hecho que acá hay empresas privadas, que se financian con
recursos públicos y a las cuales el Estado es incapaz de demandarle los mínimos
estándares de servicio para los ciudadanos que lo usan. Es inconcebible que el
Estado le inyecte millones de dólares a un sistema totalmente colapsado como
este y parte de ese dinero vaya a constituirse en ganancia para privados, eso
no tiene la más mínima lógica…Esto alimenta el círculo vicioso del alto costo y
la evasión, que va encareciendo el sistema cada vez más”.
Por su parte, los conductores denuncian el abuso que
se hace con ellos porque no tienen baños, trabajan horas extras sin ser
remuneradas, y son los que deben dar la cara por el mal servicio y las alzas
permanentes.
Otro socialista de la agrupación de Frentes Sociales
del Progresismo (¿qué diablos significa Frentes Sociales del Progresismo?)
declara que “este sistema enfermo vulnera
los derechos y afecta la calidad de vida millones de chilenas y chilenos, que
pagan valores desproporcionados por un transporte de mala calidad, ineficiente
y del cual más encima unos pocos lucran…La gente de menos recursos necesita un
sistema más eficaz y a un costo razonable, los progresistas seguiremos
promoviendo un cambio a las reglas que regulan el transporte porque entendemos
que los beneficiados destinarán esos recursos que hoy dilapidan en transporte a
mejorar directamente su calidad de vida”.
Todos estos socialistas, ¿son o se hacen los miopes?
LAS
POLÍTICAS SOCIALISTAS SIEMPRE NOS EMPOBRECEN
No hay ninguna duda: las causas primarias del fracaso
del Transantiago provienen del lado de los gobiernos socialistas que lo
diseñaron e implementaron. Estos gobiernos crearon un sistema enfermo que vulnera
los derechos y afectan la calidad de vida de millones de chilenas y chilenos,
que pagan valores desproporcionados por un transporte de mala calidad,
ineficiente y del cual más encima unos pocos lucran…Resulta increíble que los
socialistas implementen un proyecto que hace sufrir a la gente de menos
recursos que necesitan un sistema más eficaz y a un costo razonable. Y no aprenden,
porque siguen promoviendo profundizar este proyecto fracasado por medio de más
cambios a las reglas que regulan el transporte.
¡Y lo anterior lo dicen los socialistas que son los
que diseñaron y aplaudieron el surgimiento de este sistema de transporte
público!
Sin embargo, la miopía de Meo es evidente al utilizar el
argumento clásico de un buen socialista: el afán de lucro privado. Para un socialista
“sincero” como él, los culpables son las empresas privadas, financiadas con recursos
públicos, y a las cuales el Estado es incapaz de demandarle los mínimos
estándares de servicio para los ciudadanos que lo usan. Para este socialista,
es inconcebible que el Estado les traspase millones de dólares a un sistema
totalmente colapsado como este.
¡Por supuesto que es inconcebible que los socialistas
hayan diseñado este esperpento!
Pero, la culpa primaria no la tienen las empresas
privadas que han participado de esta locura torpemente diseñada e implementada,
sino de la arrogancia intelectual de aquellos que creen que todo lo pueden controlar
sentados en un cómodo escritorio en un tercer piso: eliminaron un sistema de
transporte, que tenía problemas, pero que cumplía su fin; eliminaron de golpe y
porrazo a cientos de pequeños empresarios del transporte que habían adquirido
la experiencia y conocimiento del mercado, y le entregaron el poder a grandes
empresas del transporte nacionales y extranjeras; pusieron un marcha un
proyecto incompleto y sin una prueba previa; firmaron contratos desventajosos
para el fisco y que no eran un estímulo adecuado para ofrecer un buen servicio;
no tenían implementados los paraderos en los plazos adecuados; no estaban habilitados
los corredores exclusivos; no verificaron que el software requerido estuviera
funcionando y operativo, etc. Y con todo esto en contra, basados en puro
entusiasmo, pusieron en marcha este esperpento.
Una empresa privada, en mercados competitivos, actúa
para ofrecer los mejores productos y servicios porque la competencia es la
llave maestra para ello. Pero, en mercados monopólicos, como el del transporte,
si se desea hacer competir, ex-ante, a las mejores empresas privadas se
requiere fijar las condiciones del servicio con claridad y precisión.
Por eso, ¿cómo explicar a un torpe miope ideológico
como Meo que el causante de este fiasco llamado Transantiago no es otro que el Estado
liderado por socialistas?. Sin embargo, él culpa a los privados por su afán de
lucro porque es la explicación más lógica y sencilla que lleva a la derivada
siguiente: estatizar todo el sistema de transporte para empobrecernos aún más.
El culpable de la tragedia llamada Transantiago son
los socialistas que mantienen en sus genes la ilusión de crear una sociedad
ideal y perfecta, en la que el ser humano se interrelacione en paz, armonía e
igualdad; una sociedad perfecta que se crearía mediante el voluntarismo y ultra
racionalismo; una sociedad que condene el lucro; una sociedad que acabe con las injusticias y desigualdades
sociales; una sociedad que se base en la solidaridad, el cooperativismo, la
filantropía y el amor fraternal. Solo buenas intenciones.
Y el camino al infierno, está empedrado con los
cráneos de los que sufrieron en carne propia las buenas intenciones de los
regímenes socialistas.
PANORAMA
Liberal
Sábado 9
Junio 2012
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