La excusa perfecta de la izquierda antidemocrática es que violaron sus derechos humanos. Y no trepidan en violar derechos humanos de otros para mostrar su odio y resentimiento... |
Debido a la presentación de un video recordatorio del gobierno
de Augusto Pinochet en el Teatro Caupolicán, la izquierda antidemocrática
mostró su rostro real, lleno de odio y resentimiento, con el fin de impedir que
se realizara dicho acto. En otras palabras, deseaban impedir que otras minorías
pudieran expresarse según sus propios criterios.
Esta actividad de los partidarios de Pinochet ha
permitido mostrar en forma directa, cómo
se comportan estos adalides de la “democracia” con los que no piensan como
ellos. Resulta claro que un amplio sector de la izquierda hunde sus raíces y
bebe del licor de la intolerancia y el odio cuando los que se están expresando
son contrarios a ellos. Se atreven a hablar de que este pequeño grupo de
pinochetistas hacía una “apología de la violencia”, mientras ellos insultaban,
escupían y golpeaban a personas de la tercera edad; causaban los clásicos
destrozos en el entorno; lanzaban piedras y agredían a la fuerza pública que
intentaba restaurar el orden. Toda una paradoja: acusan a los otros de ser los
responsables de que ellos usen la violencia.
Luego, en los días posteriores, los orgullosos líderes
de esta izquierda antidemocrática indicaban que “estaban sorprendidos de ver
tanta persona joven”, y se congratulaban por los resultados de esta manifestación.
Es lo mismo de siempre: así actúa la izquierda antidemocrática.
Sin embargo, la perla de esta situación fueron las
sabrosas expresiones de un político socialista de derecha, Andrés Chadwick,
quien manifestó un “profundo arrepentimiento” por haber sido parte de ese
gobierno, indicando que “hay una situación de la que me arrepiento, que es la
violación brutal a los derechos humanos y tengo un profundo arrepentimiento de
haber sido parte de un gobierno donde esos hechos sucedían”.
Lamentablemente, el pasado ya está escrito, y este
socialista de derecha, si es verdad lo que dice, sufrirá en su conciencia su
falta de carácter. Por supuesto, Camilo Escalona, un rancio socialista de
verdad, indicó que “es una afirmación fuerte, categórica, que no admite dudas,
en el ámbito que resulta esencial en la política democrática, que es el respeto
a la vida y a la dignidad de las personas”.
CABEZAS DE
PIEDRA Y TERMOCÉFALOS.
Un amigo me comentaba que en los ’70, a los
izquierdistas se les denominada “cabezas de piedra” por su ciego empecinamiento
y reiterado lenguaje cargado con palabras demagógicas como “pueblo”, “revolución”,
“proletario”, “lucha de clases”, etc. A lo anterior, me decía debemos agregar
ahora la de “termocéfalo”, porque son cabezas calientes, rápidas para insultar
y escupir. Por eso, la izquierda es por definición, antidemocrática, enemiga de
la libertad y violenta. Adoctrinados, desde la más tierna infancia, cargan sus
discos duros con un software basado en el uso de la fuerza para aprovechar los
espacios democráticos e imponer sus letanías absurdas.
En realidad, cuando Chadwick declaró “sentirse
arrepentido” de haber apoyado al gobierno militar de Augusto Pinochet, le
entregó a los cabezas de piedra y termocéfalos la excusa perfecta para
arremeter en contra del Estado de Derecho. Y, después, ponen los “ojitos en
blanco” y declaran ser unas blancas palomas.
LOS
RECUERDOS DE UN AMIGO…
El amigo de quién hablo vivió la violencia política de
los años ’70 en carne propia; se olía en el ambiente como la izquierda antidemocrática
de Carlos Altamirano intentaba penetrar las fuerzas armadas con su ideología;
ya no había paz en las calles, todo era desorden; había que hacer cola para comprar
pollo, azúcar, y cigarrillos. Y la mayoría observaba como los que tenían el
poder lo usaban para su beneficio (¿algo diferente?)…Las marchas y la violencia
eran permanente; paros y huelgas a largo de Chile; el congreso condenando al
régimen de Allende.
Mi amigo recuerda como acompañaba a su esposa a comprar
pollo, y debía bajar la mirada cuando aparecían los “compañeros” que, sin causa
alguna, sacaban a alguien de la cola y no le permitían la compra; recuerda el
famoso “chancho chino” y el “pan negro”…Muchos recuerdos se le vienen a la
mente, y el más llamativo fue cuando Allende llamó a los militares al poder.
Aún recuerda a su concuñado, comunista y autoridad del
régimen de Allende: simpático, tranquilo y dicharachero. Además, disponía de bienes
impensados en esos años. Cuando invitaba a fiestas en su casa siempre surgían
artículos que costaba mucho conseguir en los mercados formales, pero él los
tenía.
Después del golpe de Estado, su concuñado se esfumó y desapareció
para siempre. Contaba que su cuñada siempre tenía la esperanza de verlo
aparecer en cualquier momento…Hasta que supo que había estado en un campo de
concentración y la tierra (¿o el mar?) se lo habían tragado para siempre.
A pesar de todo esto, mi amigo estuvo de acuerdo con
el golpe de Estado…”Necesitábamos tranquilidad…no podemos vivir en violencia
permanente…”. Como prueba de todo esto, para el plebiscito de 1988 me dice que
votó “si”, y aún recuerdo una conversación que sostuvimos en una escalera cuando
se supieron los resultados…”Hemos perdido una tremenda oportunidad de haber
consolidado el sistema político…hemos pasado por tantas cosas y ahora vuelven
los mismos de siempre…Nos hemos farreado la oportunidad de haber dado un paso
gigantesco, sin ataduras políticas ni políticos…”.
Y me dijo algo que me llamó la atención: “en la
familia aceptamos la pérdida del concuñado en forma natural…pero esta situación
de los derechos humanos es un lastre que este gobierno y los que lo integraron
les costará años superar…¿Por qué lo hicieron?, ¿había necesidad?, ¿Por qué Pinochet
se burla del dolor?...Ya vendrán los cabezas de piedra para pasarles la cuenta…”.
Siempre recuerdo esas palabras de mi amigo. “Ya
vendrán los cabezas de piedra…”. Y vinieron.
Y estuvieron por 20 años pegados a los vidrios de La
Moneda para que los gobiernos concertacionistas les abrieran las puertas y
permitieran que los parientes de los desaparecidos se hayan llenado los
bolsillos con el dinero de los contribuyentes, mientras continúan con la
campaña de odio…
Por supuesto, el tema para ellos es muy rentable; les
interesa mantener la herida abierta y ojalá nunca se cierre, porque de esa
manera obtienen réditos políticos y económicos. Muchos de estos dirigentes
viven cómodamente, algunos jamás han trabajado (¿el dolor les impide trabajar?.
Llamativo) y, públicamente, siguen recordando a sus parientes como si recién
hubieran fallecido…Al parecer, el tiempo no ha pasado o se han quedado anclados
en el pasado o no han madurado o están aprovechando la situación.
Una persona normal, como mi amigo, reconoce que el
paso del tiempo cura las heridas y obliga a resignarse por la tragedia de
perder a un ser querido. Pero, cuando por las venas circula odio y
resentimiento, la intención, públicamente, no es sanar, sino seguir mostrando heridas
abiertas. No nos engañemos: son los mismos interesados de siempre que sacan
provecho de una situación triste para promover sus letanías y sus doctrinas
pasadas de moda.
LA EXCUSA PERFECTA
DE LA IZQUIERDA
El régimen militar sepultó los sueños de una izquierda
enfermiza que pensaba que podía llegar y mantenerse en el poder por 50 o 100
años como en el régimen soviético o en Cuba. En septiembre de 1973, esas
ilusiones se vinieron de golpe al suelo, y los dirigentes más encumbrados pudieron
alzar el vuelo y cobijarse en otros regímenes violadores de los derechos humanos,
sin contradicción alguna.
En el fondo, los izquierdistas antidemocráticos ven en
los partidarios de Pinochet a aquellos que le dieron un gran PLR, y no lo
pueden soportar. Y buscan la excusa perfecta: los derechos humanos.
No nos dejamos engañar, sabemos quiénes son, sabemos
que quieren, sabemos cómo lucran con el dolor. No los olvidamos.
PANORAMA
Liberal
Miércoles 13
Junio 2012
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