Michael S. Rozeff |
Quitarle
el consentimiento al estado implica más de lo que ésta frase inocua puede
sugerir.
Quitarle
el consentimiento tiene efectos de largo alcance. Implica divorciarse del
estado hasta la medida que esto sea posible. Significa no tener ninguna lealtad
hacia el estado, ver al estado como algo fundamentalmente abusivo y como la
fuente de injusticias continuas; no estar dispuesto a ayudar al estado de
ninguna forma; no asumir ni sentir ninguna responsabilidad por las acciones del
estado; y ver al estado como un ente hostil hacia la paz y la sociedad. Quiere
decir, no participar en sus rituales y no apreciar sus símbolos o mitos.
Implica un divorcio psicológico a sentir orgullo por, o a aprobar sus
victorias. Significa trabajar en la dirección opuesta al estado; esto es, vivir
conjuntamente en libertad, amistad, cortesía y paz; es decir, en sociedad.
Supone no considerarse nunca más a uno mismo como un ciudadano, y no creer que
como ciudadano uno tiene obligaciones hacia el estado y los demás ciudadanos.
Quitarle
el consentimiento del estado significa no verse a uno mismo como propietario
del estado, o influenciar sus actividades, o realizar alguna clase de servicio
hacia el estado. Quiere decir ver al estado como una molestia. Implica
abandonar toda forma de patriotismo dirigido al estado y no adherir a sus
símbolos, desfiles, banderas, juramentos, canciones, himnos y monumentos.
Supone no venerar a ninguna figura política, pasada, presente o futura.
Requiere no venerar la constitución. Significa evitar tanto como sea posible
toda interacción con el gobierno.
Quitarle
el consentimiento no significa ser antisocial. Es justo lo opuesto. Es ir hacia
un orden natural y una sociedad de vida, libertad y propiedad, que es la ley
alternativa natural al estado y su orden legalista artificial.
Quitarle
el consentimiento puede ir mucho más profundo que esas variantes. Puede
significar buscar la economía sumergida, el homeschooling, abandonar el país, y
evitar las interpretaciones de los principales medios de comunicación.
Quitarle
el consentimiento es en realidad un desafío creativo que ha de ser alcanzado
por una gran cantidad y variedad de técnicas individuales. Puede darse el caso
de una persona que boicotea las películas que glorifican a los militares. Seguramente implica no apoyar a los ejércitos
y no pegar calcomanías con ese fin en el coche. Puede significar educar a otros
o dar asesoramiento a hombres y mujeres jóvenes para que no se unan al ejército
y que no busquen trabajos estatales. El alcance de quitarle el consentimiento
es amplio. No me es posible mencionar todo lo que envuelve. Lo que funciona
para mi es seguramente muy diferente de lo que funciona para otros, y lo que
estoy diciendo aquí seguramente que no es ningún plan maestro. Sólo porque yo
no organizo o asisto a protestas, o no voy a huelgas de hambre, no significa
que otros no deberían hacer esto o que yo lo desapruebe. Yo no participo en
ningún partido político ni voto, pero tampoco me espanto si otros lo hacen. Al
contrario, dios trabaja de maneras misteriosas y nunca sabremos que serie de
eventos puede desencadenar cambios importantes. Yo sólo estoy sugiriendo que
quitarle el consentimiento es en realidad un asunto mucho más importante de lo
que parece superficialmente.
Personalmente,
para mi quitarle el consentimiento no significa estar enojado con el estado,
odiarlo o ponerme violento. Nunca me han gustado ni el enojo ni el odio, y
trato de eliminarlos. No ando por ahí confrontando a los empleados del estado
intencionalmente o mostrando hostilidad hacia ellos. Siento que el estado gana
si él llega a mí. Pago mis impuestos y registro mi coche. No tengo inclinación
hacia usar ninguna clase de violencia hacia el estado o los empleados
estatales.
Tengo
fe en que el orden natural de la vida, la libertad y la propiedad va a
prevalecer eventualmente sin que recurramos al uso de la violencia, y que el
estado será visto algún día como una aberración perversa basada en ideas
falsas. Creo que mientras el tiempo transcurra, incluso si toma unos cientos de
años, la falsedad de las ideas básicas que subyacen al estado será tan clara
para la mayor parte de la gente, que van a ver ésta era como una era
incivilizada y de locura. Las formas en las que la libertad prevalecerá están
más allá de lo que puedo saber. Lo importante es que la corriente fluya hacia
la justicia y lejos del estado, y que la gente tenga un claro entendimiento de
lo que esto significa, y porqué deberían moverse en esa dirección.
Nota:
Michael S. Rozeff es profesor emérito de finanzas y administración del Departamento
de Economía de la Escuela de Administración de la Universidad de Buffalo. http://austroanarquistas.com/?p=8765
PANORAMA Liberal
Sábado 18 Enero 2014
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