El gobierno argentino ha decidido conceder el asilo político a Sergio Apablaza, requerido por el poder judicial de nuestro país para que responda por asesinatos y diversos crímenes. Lo anterior pone en manifiesto la debilidad de la democracia argentina puesta de rodillas por grupos fácticos no interesados en la justicia sino en la no aplicación de ella amparándose en el argumento de una persecución política.
Resulta claro que sin respeto por el Estado de derecho no existe una sana democracia. En otras palabras, las democracias se normalizan y consolidan en la medida en que el Estado de Derecho se respete como corresponde.
Como es obvio, el Estado de derecho no se da por generación espontánea ni menos depende sólo de la voluntad o decisión de algún grupo o actores políticos en particular. El respeto del Estado de Derecho y sus instituciones deben ser permanentemente exigidos por la ciudadanía, y por cierto no basta con legislaciones ni pobres excusas. El Estado de derecho se expresa en normas legales orientadas a proteger a las personas y a hacerlas iguales ante la ley; creación y funcionamiento de instituciones transparentes y respetables, así como en adecuadas prácticas de los grupos políticos.
Entonces, resulta claro que cuando el Estado de Derecho y la democracia están cercanamente unidos se genera más pluralismo, más tolerancia y se permite el cambio social. Con todo, se le considera una conquista esencial de la especie humana. Debido a lo anterior, lo peor que puede sufrir una democracia es que sea capturada por grupos de poder más interesados en promover sus propios fines que los de la globalidad y que perviertan el Estado de Derecho.
Cuando se prostituye el Estado de Derecho, los ciudadanos debemos estar atentos para denunciar estas prácticas lamentables, y ponernos en estado de alerta a los que pensamos que la democracia debe ser profundizada y no debilitada de una manera tan visible.
Sin embargo, en Chile seguimos los mismos pasos, por ejemplo, con el caso Barrancones, en el cual, Piñera decidió hacer uso de sus contactos para impedir la instalación de una empresa que había superado todas las instancias legales.
La conducta de personas, que una vez elegidos se consideran especialmente dotadas e incluso divinas, para tomar decisiones pasando por alto la institucionalidad y el Estado de Derecho debe ser rechazado por la ciudadanía. NO es posible que la discrecionalidad de un funcionario se imponga a las normas aceptadas por todos y al Estado de Derecho.
Estos ejemplos muestran la debilidad de algunas democracias latinoamericanas.
sábado, 2 de octubre de 2010
APABLAZA Y BARRANCONES, UNA DEBIL DEMOCRACIA
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