¿Como reconocer a un socialista de un liberal?...Solo vea las sandías... |
La
sandía, también conocida como melón de agua, es uno de los frutos más sabrosos, de mayor
tamaño de cuantos se conocen, puede alcanzar hasta los 10 kilos de peso y tiene
una corteza dura. Del mismo modo, Fredrich Hayek dice en la introducción de su
magnífica obra “Los Fundamentos de la Libertad” que “para que las viejas
verdades mantengan su impronta en la mente humana deben reintroducirse en el
lenguaje y conceptos de las nuevas generaciones”. Y, al parecer, los liberales
estamos perdiendo la batalla semántica porque otros se están apropiando de
nuestras palabras, pervirtiéndolas y transformándolas en algo sin sentido…¿Y qué
relación tienen las sandías con lo anterior?.
Para
comenzar a contestar lo anterior debemos indicar que uno de los miembros de Red
Liberal (¿?), un movimiento social demócrata creado por Cristóbal Bellolio, ha
manifestado que “si la cuestión es ubicarnos en la línea que lleva desde la
derecha a la izquierda, dado que no somos lo uno ni lo otro, estamos en el
centro. Pero antes que todo, somos liberales. Liberales de centro...”…
¿Liberales
de centro…que es eso?, ¿Por qué no se denominan socialistas rosados como
realmente son?...Aparentemente, el “ser liberal” es mejor mirado, más cool y
mejor valorado. Por eso, a su conglomerado le pusieron “red liberal”...Y, por
eso, conviene preguntarse: ¿existen, realmente, los liberales de centro o es
una mera careta de los socialistas rosados?.
La
izquierda rosada, que privilegia la intervención del Estado en todos los
ámbitos, ha pretendido posicionarse en el espectro político por medio de movimientos
liberales creando una confusión manifiesta. Así, tenemos los casos de
Enríquez-Ominami que habla de “liberalismo” mientras predica un intervencionismo
a todo vapor; Cristobal Bellolio que habla de “liberalismo” mientras titubea en
declararse “un hombre de izquierda”. Solo Andrés Velasco es honesto
intelectualmente al declararse como un social demócrata y no se indispone
demasiado en llamar a su movimiento “fuerza pública”…¿pueden creer un nombre
tan autoritario como este?.
La
conclusión es clara: no existen los liberales de centro, excepto en las mentes
de algunos. Los liderazgos de la derecha política, profundamente conservadores y
religiosos, siempre han mirado al liberalismo como un primo indeseable, demasiado
provocador y adepto a cambios que podrían alterar la esencia del poder y la
autoridad. Es decir, a la derecha no le interesa el liberalismo excepto para
defender los mercados libres y la libertad económica (en realidad, ¿existen
mercados libres y libertad económica). En cambio, el liberalismo parece ser la
llave de salida de los socialistas rosados que no titubean en declararse “liberales”
con apellido. Por eso, afirmamos que aquellos que le ponen apellido al
liberalismo solo representan al socialismo interventor rosado o progresismo o
social democracia. Solo debemos pedirles que salgan del clóset. Podemos
considerarlos una especie de primos lejanos de los liberales y podemos debatir
con ellos, pero pretender usar la palabra “liberal” con apellido es solo un
viejo intento de descontextualizar el concepto en cuestión.
El
liberalismo es uno solo, y sin apellido. Se basa en el principio, aplicable a
los seres humanos, “en cuya virtud la coacción que algunos ejercen sobre los
demás queda reducida en el ámbito social al mínimo”. Por lo tanto, en el ámbito
político solo existen los liberales y los no-liberales o, de otra manera, los
liberales y los conservadores. Los primeros postulan empoderar a los individuos
con el fin de hacerlos responsables de las decisiones que tomen, mientras que
los segundos, tratan a los individuos como ineptos incapaces incluso de elegir
el mejor colegio para sus hijos.
En
otras palabras, una manera adecuada de diferenciar a liberales de no-liberales
es preguntando por el rol del Estado. Los no-liberales ponen al Estado en un
sitial de honor para combatir ciertas características sociales que consideran
inadecuadas; su discurso se basa en el rol activo que debe ejercer el Estado
para modificar algunas características y condiciones que permitan construir la
Sociedad de la Felicidad en la Tierra. En cambio, los liberales tenemos la noción
de que el Estado debe ser mínimo, limitado y no debe intervenir en los asuntos
de las personas.
Podemos
hacer un símil con el fútbol porque un buen partido requiere un árbitro que pase
inadvertido en el juego. Así, si el fútbol fuera socialista el árbitro tendría
una enorme implicancia en el resultado final; inclinaría la cancha con sus
cobros; modificaría la posición de los jugadores en la cancha para igualar los
rendimientos; castigaría a los Messi o Alexis por regatear y burlarse de los
contrarios; anularía los goles para igualar los resultados; cambiaría a los
jugadores de un equipo a otro para igualar rendimientos, etc…No sabemos si a
alguien le gustaría observar un futbol de corte socialista…La competencia deportiva
requiere reglas claras y libertad para los intérpretes. Se pueden modificar las
reglas siempre y cuando sean un aporte para la belleza del juego.
No
podemos imaginarnos un futbol socialista, pero si permitimos que la sociedad
sea permanentemente intervenida para afectar los rendimientos individuales con
las “buenas intenciones” de mejorar el funcionamiento global. Estúpida quimera
de los no-liberales. El Estado debe fijar las reglas de juego comunes a todos,
hacerlas respetar y no intervenir en ámbitos que no le competen porque no tiene
toda la información ni la capacidad para gestionar recursos en un mundo
complejo, dinámico y muy caótico.
El
liberalismo “de centro” es una entelequia creada por la izquierda rosada con el
fin de posicionarse en el escenario político, pero más temprano que tarde las
caretas caerán y se mostrarán tal como son: enemigos de la libertad...
¿Y
las sandías…?. Un socialista puede tener una corteza verde, pero lo único que
interesa es que la pulpa es muy roja…¿o usted opina lo contrario?
Panorama LIBERAL
Viernes 14 Noviembre 2014
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