¿Quién está detrás de este encapuchado?, ¿su propia conciencia o una ideología que no trepida en sacrificarlo por fines superiores? |
Mientras algunos sacan
cuentas alegres respecto del futuro económico de Chile, otros miran con
distancia y escepticismo el futuro que se avecina; mientras unos se alegran de
que llegamos a los US$18.000 de ingreso per cápita, otros ven en dicha cifra
una demostración palpable del fracaso del modelo económico y social; mientras unos
piden que el Estado aumente su intervención en los ámbitos sociales y
económicos, otros –los menos- se resisten a esos embates…
Históricamente, el éxito es
el padre del próximo fracaso y esta es una ley de la naturaleza que responde al
dicho “todo lo que sube tiene que bajar” porque toda la vida es una serie
interminable de ciclos…Y, por eso, no se puede considerar el éxito de hoy como
una base cierta para pronosticar mirar el futuro porque el futuro se escapa de
nuestras manos como la arena misma. En especial, si dejamos que los principios
vitales dejen de tener sentido.
PARA MEJORAR LA DISTRIBUCIÓN, MEJOREMOS LA REGULACIÓN
Una de las
manifestaciones concretas de los principios vitales abandonados es la
recurrente observación privada y pública de que solo mediante la regulación e
intervención estatal se podrá mejorar la distribución del ingreso. Tamaña
falacia debiera tener un lugar de honor en los altares de las letanías más
siniestras que han cubierto nuestro continente y nuestros países.
Resulta imposible
pretender que mejoraremos la distribución económica mediante decisiones administrativas
de políticos y burócratas más atentos a sus propios intereses que a los
intereses de las mayorías. Aprendamos: los liderazgos políticos son incapaces de
pensar más allá de sus propios intereses, ¿por qué, entonces, pedirles que rediseñen
un sistema que termine atentando contra su reinado?. Porque las decisiones administrativas
que se requieren implican traspasar cuotas enormes de poder discrecional desde
oscuras oficinas a las piezas de las habitaciones de todos los ciudadanos.
En otras palabras, todos
los que piden que algún servicio sea “estatal, gratuito y de calidad” están
pidiendo que se intervenga el ámbito de acción individual, quitando
atribuciones a las personas y espacios de decisión, para entregárselos a un
organismo “sabio e iluminado” que tome las decisiones por su cuenta y riesgo. Y
si nos les gusta, las terminará imponiendo como ha sido históricamente.
Una mayor regulación solo
trae consigo aumentar el poder de minorías ciegas por imponer visiones en la
que creen solo ellas. Arrastran a los demás, porque la visión parece buena y
razonable, y cuando se dan cuenta de ello, ya es tarde…se ha convertido en
pesadilla.
LA URGENCIA DE REPONER LAS IDEAS LIBERALES…
Hace tiempo que hemos
perdido el valor de la libertad en el correcto sentido: aquella condición de
los seres humanos en cuya virtud la coacción que algunos ejercen sobre los demás
queda reducida al mínimo. Por eso, el pedido de que una cosa sea “estatal,
gratuita y de calidad” tiene enormes implicancias en el sentido que arrebatan de
las manos de las personas el poder de tomar sus propias decisiones, porque
alguien ha decidido que un supuesto bien común está por encima de los
individuos…
“Estatal” significa que
los funcionarios y burócratas no elegidos tomaran las decisiones de cómo educar
a los niños de Chile, quitando a las familias la facultad de elegir la educación
que quisieran para sus propios hijos…Por ejemplo, los funcionarios decidirán
los contenidos que serán estudiados, el lugar en que debe estudiarse, la forma
de estudiar, etc.
“Gratuita” significa que
los funcionarios y burócratas no elegidos tomarán las decisiones de cómo educar
a los niños de Chile sin responder por el servicio que prestarán puesto que no
se pagará por ellos…Por ejemplo, podrán fijar horarios y condiciones del
servicio sin solicitar la opinión de las familias.
“De calidad” significa que
los funcionarios y burócratas no elegidos tomarán las decisiones de cómo educar
a los niños de Chile tomando en cuenta los elementos de calidad que ellos valoren
pero que no necesariamente representan a las familias. Por ejemplo, pueden incluir
en los contenidos leer y estudiar El Capital solo porque ellos lo consideran
relevante sin preguntar a las familias.
¿QUÉ ESTÁ DETRÁS DE LAS COSAS “ESTATALES, GRATUITAS Y DE CALIDAD”?
En las sociedades libres,
forma parte del proceso de crecimiento el surgimiento de una sana cuota de desorden
y caos. Y que se enfrentan con aquellos que quieren mantener las condiciones iniciales,
el status quo, luchando para que nada se mueva del sistema imperante porque el temor
al cambio es una característica inherente al ser humano, y que se instala en
los sistemas humanos para actuar una especie de rémora de ensayos y pruebas.
Ante este status quo
institucional es sana una cierta dosis de desorden y caos, que solo puede
provenir de un ambiente de libertad. En un ambiente autoritario es imposible
que surjan espontáneamente expresiones de caos, puesto que estas son reprimidas
desde el origen, pero en un ambiente de mayores libertades son deseables las dosis
de caos siempre y cuando se respeten los derechos de todos.
Sin embargo, algunas
minorías ideologizadas son hábiles para manipular a las grandes masas desinformadas
con un discurso populista y facilista. Les hablan de cosas buenas y deseables
para todos pero, al mismo tiempo, callan las consecuencias finales de sus
propuestas. Por ejemplo, como postulan que los deseos de las mayorías deben ser
impuestos a todos, buscan conformar mayorías vociferantes y de papel, que
caminan hacia el cadalso gritando su propia orden de muerte. Al final, las
minorías ideologizadas no buscan el bienestar de todos, sino que solo
apoderarse del poder por medio del discurso de la libertad mientras imponen la coacción
a sangre y fuego.
Por eso, no podemos
aceptar la excusa de que poseer una mayoría ocasional, justifica imponer por la
fuerza a las minorías mis propias ideas.
Y ese es el peligro. Una
cierta cuota de desorden y caos puede ser utilizada por los intrigantes de siempre
con el fin de propiciar la centralización del poder y la imposición de una
cierta visión solo sostenida por una clara minoría. Las mayorías, muchas veces
sucumben a los discursos demagógicos, y cuando se dan cuenta ya han cruzado el
charco y devolverse no es posible.
Los que vociferan que
ciertas cosas deben ser “estatales, gratuitas y de calidad” tienen una visión
de la sociedad que no es democrática; es autoritaria; no permite el disenso; violenta,
represiva y violadora de los derechos humanos; etc.
No permitamos que dicho
discurso permee las clases sociales más bajas, proclives a escuchar estas
letanías mesiánicas, y con tal fin debemos reponer al más breve plazo un
discurso que valore el uso de la libertad individual responsable como un valor
intransable y que oponemos a los intentos perversos de los totalitarios de raíz
socialista.
PANORAMA Liberal
Jueves 16 Agosto 2012
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