De acuerdo a reciente
informes, la economía chilena es considerada como la más desarrollada de la Latinoamérica
y, según estimaciones del FMI, Chile alcanzaría un PIB per cápita de poco más
de US$ 18.000 en un periodo de 4 años, para el 2014. Además, hay que recordar
que, en enero del 2010, Chile en el primer país sudamericano en integrarse como
miembro pleno a la OCDE, lo que constituyó todo un acontecimiento para las
élites económicas y políticas por el reconocimiento de los logros alcanzados
por el país en los ámbitos económicos, sociales e institucionales.
Por eso, lo anterior ha
sido siempre la base del discurso oficial que se escucha tenazmente de parte de
las autoridades políticas que ejercen el poder, pero que cambia radicalmente cuando
están en la oposición y se especializan en buscar el lado B de las cifras.
Sin embargo, nadie debe
extrañarse de que Chile siga siendo, y lo será por muchos decenios más, un país
subdesarrollado pese a los grandilocuentes anuncios que la élite política se
prodiga en hacer, debido a las características del empresariado que se han
preocupado de crear. Y nos referimos al empresariado porque son los
responsables de crear riqueza y hacer avanzar al país en la senda de la
prosperidad añorada por todos.
Lamentablemente, nuestro
actual empresariado responde más a la cultura del mercachifle, compra y venta
de cosas sin valor agregado, que a la cultura de la inteligencia creadora de
productos de valor. Y, probablemente, una causa de esta situación es el alto
nivel de concentración económica, que han sido propiciadas por las regulaciones
estatales, y que han terminado generando un tipo de economía muy básica, con
nulas redes de apoyo, sin generación de inteligencia ni de conocimientos.
Es en este punto en el
cual se cruzan las élites económicas y políticas, porque después de 20 años de
gobiernos de izquierda, preocupados del “problema social”, hemos creado un
ambiente contrario a la generación de riqueza y asunción de riesgos. Las permanentes
regulaciones que intervienen los mercados han conformado un empresariado
pasivo, rentista y que asume mínimos riesgos. Debieran ser el motor del
desarrollo pero, lastimosamente, se han quedado en la cómoda compra/venta de
productos sin generar valor agregado en sus operaciones.
Pero, volvamos al punto
previo respecto del discurso político oficial.
UN BREVE CÁLCULO Y SÍNTESIS.
Para mostrar la necedad
del discurso de las élites podemos hacer un breve ejercicio. Cada vez que se
presenta un informe por parte de un organismo internacional, las élites en el
poder comienzan a plantear que Chile es cada vez más rico y está derrotando a
la pobreza. Pero, veamos un sencillo cálculo relativo a uno de los últimos
informes del FMI.
A fines del año 2012, se
espera que Chile tenga un PIB per cápita anual de US$18.000 correspondiendo su
equivalente en pesos a la bonita suma $9.000.000 (a un tipo de cambio de $500
por US$) lo que significa que cada chileno/a debiera tener un ingreso mensual
de $750.000. Si en promedio, cada familia tiene tres integrantes, el PIB per
cápita familiar mensual debiera rondar los $2.250.000. Por cierto que esta
cifra estremecerá a algunos lectores porque un enorme porcentaje de familias
chilenas tiene ingresos familiares promedios entre $300.000 a $600.000, lo que
resulta en un pobre nivel de vida.
¿$2.250.000 al mes?,
¿estaremos locos?. No, eso dan las cifras. Ciertamente, el ejercicio realizado
es una sobre simplificación pero que permite darnos cuenta de los enormes pasos
que debemos dar para mejorar la distribución del ingreso.
Desafortunadamente, la
opinión pública chilena es más perceptiva al llamado de la izquierda de mejorar
la redistribución mediante reformas tributarias sucesivas que arrebaten a los
que tienen más para entregar a los que tienen menos. Así la discusión siempre
tiene los mismos ingredientes: “los más ricos deben financiar la vida de los
más pobres” y por eso, debemos seguir dando bonos por bodas de oro, por tener
hijos, por ser pobre, etc.
¿En un ambiente tan poco
proclive a la generación de riqueza quién podría atreverse con un negocio
innovador si no tiene apoyo ni redes ni existe conocimiento disponible?.
A los ciudadanos no se
les ha planteado que la redistribución del ingreso mediante reformas tributarias
genera un empresariado (que son los que crean riqueza y empleos) básico y bueno
para el lobby con los políticos de turno, de modo de mantener sus prerrogativas
y control de sus mercados e ingresos.
A los ciudadanos no se
les ha planteado que esas políticas no nos llevarán a ser un país desarrollado,
pese a los cantos de sirenas de los mismos empresarios satisfechos y alter egos
políticos.
Porque la única manera de
redistribuir el ingreso es ampliando la competencia en todos los mercados lo
que significa ampliar las oportunidades de negocios para que las personas
talentosas las aprovechen y mejoren su ingreso en relación directa a su nivel
de esfuerzo. Se requiere más competencia y una urgente limitación a la creación
de entes concentrados que se apropian de todas las farmacias, de todos los
minimarkets, de todos los mall, de todas las clínicas, etc, y que redunda en
poca competencia y bajos salarios…
Ya hemos hablado de este
tema antes…pero pasemos a la visita de don Ricardo Hausmann…
LAS CRÍTICAS DE RICARDO HAUSMANN
Ricardo Hausmann es un economista
venezolano, profesor y director del Centro de Desarrollo Internacional de la
Universidad de Harvard, muy amigo de Andrés Velasco (una duda razonable es
preguntarse ¿por qué no aprovechó su proverbial conocimiento y sabiduría cuando
su amigo estaba en el gobierno?, ¿oportunismo?, ¿amistad?) quién dictó una
charla en Casa Piedra, el alma mater del gran empresariado chileno, con motivo
del Foro Anual de la Industria 2012, organizado por Asimet.
¡Y llenó de críticas al
desarrollo económico chileno!, para espanto de las élites de derecha que
escuchaban, y el deleite de la élite de izquierda que rezumaban de placer…
PRIMERA CRÍTICA. Chile es
uno de los países más ricos de América Latina, pero su fuerte foco en la explotación
de recursos naturales sin valor agregado (cobre, forestal, pesca) es un lastre
para el desarrollo de país.
SEGUNDA CRÍTICA. “Los
mitos” del crecimiento chileno: somos ignorantes en desarrollo de conocimiento
productivo y ni de minería sabemos pese a ser el principal productor de cobre
del mundo.
TERCERA CRÍTICA. Somos
una economía muy básica y, de acuerdo al índice de complejidad económica
(creado por el mismo Hausmann y su universidad) que mide el nivel de
diversificación de las exportaciones nacionales, nos ubicamos en el lugar 78 en
el mundo, cerca de países como Trinidad y Tobago o Jamaica.
¿QUÉ HAY DE CIERTO EN
ESTAS CRÍTICAS?. Desde la época del gobierno militar venimos escuchando que
Chile debe dar el salto a la segunda etapa exportadora, agregando a la oferta internacional
productos de mayor valor agregado. Pero, el tiempo ha pasado y seguimos haciendo
lo mismo de siempre, ¿qué nos pasa que somos tan inferiores económicamente?, ¿Por
qué no hemos aprovechado la abundancia de recursos naturales para liderar
industrias a nivel mundial?, ¿cuál es nuestra principal falencia?.
¿Lo tienen claro?
¡Por supuesto: no tenemos
una élite empresarial moderna sino que una vasta gama de mercachifles que solo compran
a $1 y venden a $100!, ¿Qué tiene de inteligente ser un mercachifle? (con el
perdón de los verdaderos mercachifles)…
Pero, volvamos al
profesor Hausmann. Sostuvo que “no es excusa que Chile tenga tan poca diversificación
de sus exportaciones, el que posea tantos recursos naturales, pues hay otros
países, como Australia o Noruega, que teniendo recursos naturales por doquier,
tienen niveles de diversificación hasta 12 veces superior...Cuando le digan ‘no
somos diversificados porque somos ricos en recursos naturales’, pues bájense de
esa mula, eso no es verdad, ustedes son países de ingresos medios porque tienen
recursos naturales y no van a convertirse en un país rico con recursos
naturales, porque ningún país rico con esas características son tan poco
diversificados como ustedes...”
En realidad, las élites
políticas y económicas nos han estado diciendo por años que nos convertiremos
en un país desarrollado pero, la verdad sea dicha, dudo mucho que vendiendo
cobre, celulosa y frutas lleguemos a ese estátus. Y si a lo anterior agregamos
el hecho de que somos una economía altamente concentrada, no hay opciones ni
oportunidades para hacer riqueza en Chile, salvo que se mire fuera de Chile.
Por eso, Hausmann planteaba
que la consecuencia de ser una economía tan rudimentaria, básica, de escasos
conocimientos, escasas redes y diversificación, es que la mayor parte de la
inversión que llega a Chile se lleva grandes sumas en intereses y dividendos, y
no aporta ni crea redes de conocimientos que podamos usar. Plantea que, de
acuerdo a la información del Banco Central, “lo que Chile invierte afuera rinde
3% del PIB mientras que la inversión extranjera rinde 10,5% del PIB en
intereses y dividendos en nuestro país. Existe un rendimiento neto de 7,5% del
PIB nacional en favor del capital extranjero…Mi interpretación es que la
explicación de eso es que la inversión fuera de Chile es esencialmente pasiva,
compra papeles. Los extranjeros en Chile compran empresas, y como las compran,
las manejan, es decir, usan su conocimiento y el 10,5% es el retorno no al
capital que metieron sino al conocimiento que tienen y que Chile no tiene…”
En otras palabras, como
es la inversión productiva la que genera riqueza, mientras nosotros invertimos
en activos de baja rentabilidad, los más inteligentes vienen a Chile, extrae la
riqueza mineral, y cuando se retiran dejan un enorme hoyo con los residuos
resultantes de la explotación. Por ejemplo, aquellos que han viajado por el norte
de Chile podrán visitar las fantasmales salitreras como reflejo de un pasado
que ya vivimos y que nos cuesta dejar atrás. Ese es el futuro que nos espera de
seguir vendiendo productos sin valor agregado.
Y, todo por ignorancia de
las élites económicas y políticas…Dice Hausmann que “el país tiene un déficit
de conocimiento que lo paga con remuneración elevada a la inversión extranjera
no compensada por su propia inversión en el exterior…A pesar de que llevan un
siglo de minería o más, no han aprendido en un siglo a hacer minería; o sea
ustedes me explicarán por qué, pero no saben y pagan por no saber y, por tanto,
no se benefician como Australia de desarrollar minería en Chile. Chile no se
beneficia de desarrollar minería ni en el Congo…”.
Pronostica que Chile
corre “el riesgo de que en los próximos años se desacelere por la falta de
innovación productiva y diversificación y que para enfrentarlo se deben
fomentar políticas sectoriales que ayuden a desarrollar algunas áreas de la
economía que aporten y requieran mayor conocimiento tecnológico y de las
personas…”. Sin embargo, indica que la élite está traumada por los temas
ideológicos, y en la búsqueda de consensos llegan a soluciones planas que no
favorecen a nadie.
Así, criticó a la Corfo, por
no innovar en clusters específicos para áreas relevantes de la economía y, en
cambio, se enfocó en proyectos tipo Innova Chile, que es una especie de repartidor
de recursos para todos los que quieran “innovar”. Probablemente, Hausmann no
estaba enterado que Corfo entrega subsidios a algunas de las fortunas más
grandes del país como Juan Cúneo, Celulosa Arauco, Cardoen, Von Appen, Penta, Cantergiani,
algunas pesqueras y un ex ministro, para construir casas mirador en viñas, un
puerto granelero en el sur de Chile, panaderías, pastelerías, ampliación de una
planta lechera, ampliación de la producción de arándanos y cerezos,
construcción de hoteles y centros de evento, etc.
Dejando de lado la duda
del porque las mayores fortunas de Chile reciban dineros públicos para
financiar estos proyectos, ¿qué aportan estos proyectos a Chile?, ¿por qué esos
recursos no están disponibles para otros chilenos/as?, ¿falta de redes de contacto
y de relaciones?...
Pero, continuemos con el
análisis.
LA RESPUESTA DE LA ÉLITE AUTOCOMPLACIENTE A LAS CRÍTICAS DE
RICARDO HAUSMANN.
Las palabras del profesor
Hausmann no les causó gracia a los poderosos de la élite local a los que no les
agrada que les digan la verdad en su propia cara. Pensemos que al lado de Hausmann
estaba el ex ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, el director del
Sistema de Empresas Públicas (SEP), José Ramón Valente, y el ministro Longueira.
Y, por cierto, tuvieron su derecho a réplica.
LA RESPUESTA DE FONTAINE.
Según relata la prensa, Fontaine fue el más educado en su respuesta. Comenzó “defendiendo
la obra, primero en Dictadura hasta 1990, desde entonces y hasta 2010 con la
Concertación y hoy con el gobierno de Sebastián Piñera”. Reconoció que “tiene alergia
a las políticas sectoriales, pues los fomentos a industria en particular, se
prestan para derroche de recursos, presión para conseguir favores, para
corrupción que han hecho mucho daño...”.
LA RESPUESTA DE VALENTE. Comenzó
resumiendo la exposición de Hausmann diciendo que “en buen chileno, somos
lesos”. Y partió su defensa indicando que Chile ha sido “mucho más que el cobre
y que se ha generado mucha más riqueza que la relativa al cobre”. Por ejemplo,
recordó que hemos producido leche evaporada, uva y salmón fresco en los
principales mercados con una “logística depurada”.
Además, recordó que tenemos
un sistema de pensiones privado, imitado en distintos países del mundo; hemos
privatizado el sistema eléctrico chileno lo que ha llevado que empresas
chilenas inviertan en la región (¿se habrá referido a Enersis propiedad de Endesa
España y Enel de Italia?); destacó la expansión de cadenas de retail como
Cencosud y Falabella en la región y el explosivo crecimiento de LAN apunto de
fusionarse con TAM.
LA RESPUESTA DE LONGUEIRA.
Longueira fue el patriota que vino a salvar la patria maltratada. Manifestó que
“quisiera partir valorando el país que
hemos construido en treinta años y el camino al desarrollado que hemos seguido”,
y suspiró diciendo que “ya se quisiera otro país en el mundo aspirar a crecer
más de 4% y cerca de 5% en 2012, en medio de crisis internacionales, y tener el
nivel de empleo y de baja inflación que hay en la actualidad…”. Y aseguró que “si
bien se requiere seguir desarrollando innovación, los temas fundamentales están
en otro lado, como en la energía, que eleva los costos de producción de las
empresas…Y la solución es que haya más inversión en esos sectores”. Pero, “eso
se enfrenta con liderazgo político. Nunca cuando he tenido que votar en la
comisión de ministros una aprobación ambiental hemos podido salir por la calle,
siempre hemos tenido que salir con resguardo policial, porque ahí están los de
siempre, que se oponen a todo”.
LA SONRISA DE LA
IZQUIERDA. Ya hemos dicho que la visita y las críticas del profesor Hausmann
son munición para la vereda política opuesta. Así, el economista de izquierda
Oscar Landerretche “ratificó la visión del profesor de Harvard indicando que la
falta de diversificación en las exportaciones y de conocimiento productivo ya
está afectando la tendencia de crecimiento”. Y que, en su opinión, “los dos
años de alto crecimiento del actual gobierno se explican más bien por términos
de intercambio, un rebote por el terremoto y otros factores no identificables
con políticas de Piñera”.
LOS FUNDAMENTOS DE LAS CRÍTICAS DE HAUSMANN
Como investigador,
Ricardo Hausmann ha liderado un interesante proyecto denominado “El Atlas de la
complejidad económica. Recorriendo rutas hacia la prosperidad” en el que
manifiesta que el progreso de la especie humana ha sido posible gracias a la
inteligencia aplicada en la resolución de nuestros problemas. Plantea que “las sociedades
modernas pueden amasar enormes cantidades de conocimiento productivo debido a
que los distribuyen entre todos los miembros. Pero, para hacer uso de ellos,
este conocimiento debe ser agregado a través de organizaciones y mercados…Nuestras
sociedades más prósperas son sabias, no porque sus ciudadanos sean más
brillantes, sino porque estas sociedades mantienen una diversidad de
conocimiento y porque son capaces de recombinarlo para crear una gran variedad
de mejores e inteligentes productos…”.
Por eso, “la complejidad
de una economía está relacionada con la multiplicidad de conocimientos útiles que
se usan en ella. Para que una sociedad compleja exista y se sostenga a sí
mismo, las personas que saben sobre diseño, marketing, finanzas, tecnología, recursos
humanos, operaciones y derecho debe ser capaces de interactuar y combinar sus
conocimientos para hacer productos. Por eso, estos mismos productos no se
pueden realizar en las sociedades a las que les faltan algunas de estas capacidades.
La complejidad económica, por lo tanto, se expresa en la composición del
rendimiento productivo de un país y refleja las estructuras que emergen para sostener
y combinar el conocimiento….”.
Agrega que “el conocimiento
sólo puede ser acumulado, transferido y preservado si se enmarca en redes de
individuos y organizaciones que ponen este conocimiento para el uso productivo.
El conocimiento que no se utiliza, sin embargo, no es transferido, y
desaparecerá una vez que los individuos y la organización que lo tienen se
jubilen o mueran. Dicho de otro modo, los países no solo hacen los productos y
los servicios que necesitan. Hacen los que pueden. Para ello, necesitan
personas y organizaciones que posean conocimientos relevantes. Algunos bienes,
como los dispositivos de imágenes médicas o motores a reacción, integran grandes
cantidades de conocimientos y son el resultado de grandes redes de personas y
organizaciones. Por el contrario, las astillas de madera o café, integran mucho
menos conocimiento y las redes necesarias para apoyar estas operaciones no
necesitan ser tan grandes”.
Además, las “economías
complejas son aquellas que pueden tejer grandes cantidades de conocimientos
relevantes a través de grandes redes de personas, para generar una mezcla
diversa de productos intensivos en conocimiento. Simples economías, en
contraste, tienen una estrecha base de conocimientos productivos y producen
menos productos y más sencillos, por lo que requieren menores lazos de
interacción. Dado que los individuos están limitados a lo que saben, la única
manera que las sociedades pueden ampliar su base de conocimiento es facilitando
la interacción de los individuos en redes cada vez más complejas de las
organizaciones y mercados. El aumento de la complejidad económica es necesario
para que una sociedad sea capaz de sostener y usar una mayor cantidad de
conocimiento productivo, y podemos medirlo a partir de la mezcla de productos
que los países son capaces de hacer…”.
UN INTENTO DE CONCLUSIÓN…
En resumen, para Hausmann,
Chile es un proyecto detenido en el espacio tiempo. Y ha indicado una serie de
síntomas que muchos perciben desde hace tiempo, pero nada hacen. Excepto,
vegetar en la modorra del sueño placentero. Por cierto, este comportamiento no
es solo propio de la derecha sino también de la izquierda que gobernó por 20
años, ofreciéndonos “la alegría ya viene”, y que mantuvo similar discurso
usando los mismos o similares indicadores.
Al final, en la élite
política, entre la izquierda y la derecha hay tantas similitudes que pueden
espantar a cualquiera, en especial, la malvada pretensión de mantenernos
engañados y sumidos en el sueño de pertenecer a la OCDE como si eso implicara que
todos los chilenos ya estamos en condiciones de saborear el exquisito y
exclusivo caviar.
Pero, la realidad es muy
distinta cuando uno se baja de las limusinas y recorre los barrios y calles en
este largo Chile, para percatarse de que la pobreza está ahí enfrente de
nuestros ojos en la forma de ancianos o niños que viven bajo los puentes del Mapocho; personas mendigando o buscando
desperdicios en basurales; personas que permanecen esclavizadas en lugares y
puestos de trabajo de bajísimo valor agregado (y el consecuente bajo salario);
etc…
Mientras lo anterior
sucede, una exclusiva minoría disfruta de las ganancias y los beneficios de
pertenecer al primer mundo, sin preocuparse de provocar los necesarios cambios
que aumenten la prosperidad para todos. No somos partidarios de arrebatar a los
más ricos para darlo a los más pobres sino de nivelar la cancha de modo que
todos tengan igualdad de oportunidades de inicio y muchas opciones de orientar
sus vidas productivamente.
Y, si bien el diagnóstico
es sencillo, la solución es compleja de implementar porque significa pasar a
modificar condiciones sistémicas que algunos asumen como “derechos ganados”. Es
nuestro principal problema: la pretensión de que algo me pertenece dado que
siempre ha sido así.
Por ejemplo, nuestro gran
empresariado es una pequeña masa de chilenos y chilenas que disfruta de los
beneficios de participar en mercados monopólicos u oligopólicos; y ellos no
tienen las motivaciones ni las ganas de modificar el estatus quo dominante. Por
lo tanto, es la sociedad como un todo la que debe presionar para abrir y crear mayores
oportunidades para crecer y prosperar.
Sin embargo, debemos
estar atentos a los promotores de la mentalidad socialista que, con su visión
negativa y totalitaria, quieren destruir espacios de libertad para asumir el
control de nuestras vidas. Debemos agradecer la visita del profesor Hausmann
para darnos una ducha helada y remecer los espíritus de modo de provocar una
revolución en el empresariado.
¿Será suficiente?
PANORAMA Liberal
Domingo 19 Agosto 2012
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