Seth Godin dice que "La cosa más fácil es reaccionar. La segunda cosa más fácil es responder. Pero, la cosa más difícil es comenzar..."...¿Podremos convertir a nuestras escuelas en Vacas Púrpuras...? |
Los alumnos han vuelto a
clases luego de las vacaciones de invierno, y en una reciente conversación con
un amigo, y profesor con años de experiencia, me planteaba que “durante las vacaciones
muchos alumnos se olvidan de los libros…y de repente, les asalta un molestar
que no saben explicar…algo así como desidia, desinterés por todo, dolor de
cabeza y aburrimiento…les cuesta retomar el no hacer nada…Por eso, es cierto lo
que decía Homero que ‘el ser humano le teme más al aburrimiento que a la
guerra’…”.
Claro está que una cosa
es el aburrimiento en las vacaciones, que se pasa luego de algunos días de no
hacer nada, pero otra cosa muy diferente es el aburrimiento más siniestro
posible que hemos inventado: asistir a clases dictadas por profesores aburridos,
muy poco estimulantes y, lo que es peor, incompetentes que no dominan sus
materias. Me imagino el enorme pesar que significa para las mentes que se están
formando el permanecer por horas y horas sentados, escuchando, escribiendo un
dictado o no haciendo nada, y que los lleva a rebelarse de mil maneras como
salir a marchar para pedir por una mejor educación. Porque, claro, una buena
educación pasa por profesores apasionados y estimulantes, que extraigan lo
mejor de sus alumnos.
Lo anterior, debe ser una
de las razones por las cuáles los buenos alumnos rehúsan seguir la carrera de
profesor porque han experimentado con tantos profesores aburridos que jamás se
imaginan replicando las mismas acciones y conductas.
Además, es una
característica de nuestro sistema educativo que los profesores están insertos
en un medio que no les da autoridad, ni estimula a los mejores, y que siempre
termina premiando a los mediocres que se adaptan a la norma habitual del menor
esfuerzo para no llamar la atención. Y debemos agregar que, ahora, los alumnos
tienen la sartén por el mango en muchos aspectos. Por ejemplo, un amigo me
comentaba que en ciertos colegios los alumnos son los que determinan a que
profesores se les debe hacer caso, y a cuáles no.
Al final, todos van al
colegio esperando el fin de la jornada con el menor esfuerzo posible, lo que
provoca un terrible aburrimiento. Y es el aburrimiento de alumnos y profesores
la evidencia más palpable de que nuestra educación no va para ningún lado; y los
principales responsables son los profesores que no están haciendo bien su pega.
Sin embargo, no debemos olvidar que la materia prima, nuestro alumnado, no son
perlas sino que piedrecillas ásperas, tocas y sucias, criados en corrales
masivos y alimentados con estiércol informativo.
EL ABURRIMIENTO DE NUESTROS ALUMNOS Y PROFESORES…
Muchos estudiantes (y lo
más terrible: sus respectivas familias) no aprecian el asistir, día tras día,
al colegio, y lo consideran una pérdida de tiempo y de esfuerzo; preferirían
estar jugando y pasándola bien que estarse preparando de la mejor manera posible,
para enfrentar los desafíos de la vida. La excusa perfecta es que resulta muy
aburrido estar sentado escuchando una sarta de letanías sin ninguna aplicación
concreta a sus vidas reales, y así resultan sus propias vidas: todo un
aburrimiento. Porque cuando son adultos replican estos patrones en sus propios
trabajos: como estudiantes viven para las vacaciones y como empleados viven
para sus vacaciones…Así han sido entrenados.
¡Nadie parece amar el
trabajo bien hecho…! ¡Qué mal hemos hecho la pega…!
La paradoja del sistema
educativo es que las familias están convencidas que mediante la educación se
puede ascender socialmente, y por eso presionan a las autoridades de gobierno para
que mejoren la educación –creen que la educación se mejora pr encanto- pero las
familias no estimulan a sus hijos para que se esfuercen, excepto salir a las
calles a reclamar por la gratuidad como principal solución porque eso aliviará
el presupuesto familiar. Y, siempre, los que no valoran algo, son los que más
desean que sea gratuito, pero ese es tema de otro artículo.
Por ahora, nos concentraremos
en el proceso educativo que se establece en escuelas aburridas, convertidas en verdaderas
fábricas del aburrimiento a escala masiva, y observaremos la sensación de
monotonía, tedio y aburrimiento que viven muchos escolares y, lo que es peor,
muchos profesores que sucumben a la rutina y a la falta de iniciativa en el
aula.
Por eso, sería demasiado
sencillo escribir un libro sobre la educación con dos capítulos. El primer
capítulo se denominaría “Las principales claves para aburrir a nuestros estudiantes”,
en el cuál los profesores podrían aportar muchos métodos apropiados. Y en el
capítulo dos, “Las principales claves para aburrir a nuestros profesores”, los
alumnos aportarían todos los métodos que su ingenio sea capaz de crear.
Sin embargo, los niños y
los jóvenes están en proceso formativo y es responsabilidad de los adultos
llevar la iniciativa. Por eso, la principal responsabilidad es de los
profesores que no han sabido encantar con su trabajo. Un verdadero profesor es un
maestro, guía de estudiantes por el arduo camino del saber, y apasionado por un
trabajo que consiste en abrir ventanas y puertas al conocimiento para que sus
alumnos comiencen a circular por los viejos caminos o comiencen a descubrir
otros nuevos. En verdad, enseñar y aprender son procesos apasionantes pero
muchos profesores los convierten en procesos aburridísimos.
Y las explicaciones son
múltiples y complejas: contenidos muy alejados de los intereses del alumnado,
metodología arcaica y poco dinámica para impartir la docencia, alumnado
heterogéneo y diverso, nulo interés por promover la participación en clases,
ausencia de metodologías basadas en la creatividad…Pero, sobre todo, falta
pasión por enseñar y aprender, porque un verdadero profesor es primero estudiante
y luego docente. Falta ilusión y entusiasmo porque el oficio se desarrolla con
pasión.
Y, claro está, se
requiere mucha pasión para desbordar el aburrimiento de un alumnado que no
valora la educación que recibe, es flojo y desinteresado…con el respaldo de su
familia de perezosos.
La clave para marcar la
diferencia está en la forma en que se producen las prácticas docentes. Muchos
profesores dictan sus clases de la misma manera en que aprendieron ellos, basados
en el esquema autoritario en que el alumno es una especie de subordinado que
debe obedecer a toda ultranza; los métodos de muchos profesores no tienen nada
de extraordinario, nada llamativo.
Por ejemplo, a este
respecto, un amigo destacado profesor universitario, me comentaba que las
principales universidades de Chile, la Chile y la Católica, generan
profesionales de alta calidad, pero no debido a un proceso educativo superior
sino a la calidad del recurso humano, la élite nacional, que ingresa a sus
establecimientos.
Es decir, los profesores
–en todos los niveles educativos- no hacen nada extraordinario porque no tienen
pasión por su trabajo y no se trata de convertir las clases en un circo o
actuar como payasos para divertir a los espectadores, sino que evitar refugiarse
en la comodidad de lo habitual porque los alumnos no tienen porque sufrir con
clases aburridas y lateras.
Algunos profesores
defienden la estúpida filosofía que sostiene que los alumnos deben sufrir en el
proceso educativo porque es la mejor manera de prepararlos para una vida dura
y, quizás, cruel. En este esquema, los profesores son reactivos, repetitivos y
no les interesa promover el saber en los alumnos; el aburrimiento y el castigo
–dicen- los endurece porque “la letra con sangre entra”. Así, los profesores se
instalan en la rutina del menor esfuerzo y la comodidad y exigen a los alumnos
que aguanten estoicos porque ellos aprendieron de esa manera, y así enseñan.
CONVIRTIENDO LA EDUCACIÓN EN UNA VACA PÚRPURA…
Sin embargo, hay
esperanzas. Seth Godin es un gran gurú del marketing y autor del libro “La vaca
púrpura” que plantea el mundo está cambiando vertiginosamente y que las viejas
prácticas ya no surten los mismos efectos de antes por una sencilla razón: como
todos hacen lo mismo, se tiende a regresar a la mediocridad y al final se
empeora por la falta de innovación.
Por lo tanto, sugiere
Godin, un bien o servicio debe transformarse en una “Vaca Púrpura” que le
permita destacarse entre la gran cantidad de bienes existentes para ser adoptados
por el público. En otras palabras, sostiene Godin que para captar la atención
hace falta hacer algo extraordinario.
Dice Godin que “si vas por el campo, dice, y ves una vaca marrón
no te llama la atención, pero si ves una vaca púrpura te quedarás asombrado y
hasta puede que pares el automóvil y vayas a ver aquel fenómeno de la
naturaleza. Las vacas normales, después de ser contempladas un rato se vuelven
aburridas, pero una vaca púrpura sería algo interesante, algo excepcional…La
esencia de la vaca púrpura es que debe ser extraordinaria…Algo extraordinario
es un asunto del que merece la pena hablar, conviene fijarse en él, es
excepcional, nuevo, interesante: es una vaca púrpura. Las cosas aburridas son
invisibles, son una vaca marrón…”.
En nuestra vida diaria
nosotros, también, vemos vacas púrpuras. Si viajas a la costa, y llegas sano y
salvo, no se lo cuentas a nadie, pero si el viaje fue horrible por un enorme
taco a la salida de Santiago se lo cuentas a todo el mundo. Has visto una vaca
púrpura.
Por lo tanto, en el
ámbito educacional, conviene preguntarse: ¿qué tiene de excepcional la escuela
a la que asisto?, ¿qué tienen de extraordinarias las clases?, ¿qué tiene de
espectacular el proceso de enseñanza y aprendizaje?
Al respecto, Godin dice
que “dirigimos nuestras escuelas como
fábricas: colocamos a los niños en filas, los ponemos por lotes (llamados
cursos) y nos esforzamos en asegurarnos de que no salen piezas defectuosas. No
dejamos que nadie destaque, se quede atrás, vaya adelantado o arme jaleo. Ir a
lo seguro, jugar según las reglas, parece ser el mejor modo de evitar el
fracaso”.
¿Qué podemos hacer,
entonces, para convertir a nuestras escuelas en verdaderas vacas púrpuras?, ¿Hay
alguna fórmula secreta o un encantamiento que se pueda usar para incrementar el
rendimiento escolar sin dejar de tener los pies en el suelo?
NO HAY FÓRMULAS NI PLANES
SECRETOS. En primer lugar, no hay ninguna fórmula ni libro de instrucciones ni
manuales para convertir la educación en una vaca púrpura. La clave inicial está
en que las escuelas se desafíen a sí mismas en la búsqueda de sus propios límites.
LOS PRINCIPIOS DEL
APRENDIZAJE. En segundo lugar, no debemos olvidar los principios del aprendizaje
puesto que el objetivo principal es facilitar el aprendizaje, y cada uno de
estos principios deben ser parte integral de la planificación de una clase.
Principio 1. Los
estudiantes deben dominar los pre-requisitos necesarios para aprender. El
aprendizaje se construye sobre información previa, por lo que los profesores
deben detectar vacíos previos que deberán ser cubiertos para lograr una mayor homogeneidad
del estudiantado.
Principio 2. Los
estudiantes aprenden más si los contenidos son significativos para ellos en el
sentido de experiencias pasadas y/u objetivos personales. Por lo tanto, el material
debe ser presentado en una forma que relacione cada uno de estos factores.
Principio 3. Los
estudiantes necesitan practicar para poder aprender y lograr habilidades y
conocimientos. Una mayoría de estudiantes estudia las materias cuando van a
tener un examen y/o van a ser interrogados. Y, en esos casos, muchas preguntas
están en el nivel cognoscitivo más bajo: reconocer y recordar hechos. Conviene
recrear prácticas que ocurran en un contexto que sea similar a una situación
válida donde dicha información, concepto o principio será utilizado.
Principio 4. Los
estudiantes mejoran su rendimiento si el aprendizaje se realiza bajo condiciones
favorables. Los profesores pueden aumentar el rendimiento por medio del desarrollo
de una actitud positiva hacia los temas que ellos están enseñando. Por lo
tanto, se debe crear un medio de aprendizaje positivo demostrando entusiasmo
por el tema, teniendo claramente establecidos los objetivos, demostrando la
relevancia del contenido y dando una práctica apropiada en el uso del contenido
del curso.
Principio 5. Los
estudiantes mejoran su rendimiento si el material de clases es presentado en
orden lógico. Cada tema tiene su propia organización y es importante presentar
la información de acuerdo a esta estructura lógica.
CREEMOS LA EDUCACIÓN
PÚRPURA. Debemos convertir al proceso educativo en nuestras escuelas en algo extraordinario;
en una experiencia inolvidable para nuestros alumnos porque lo extraordinario
llama la atención, atrae, seduce. Hablamos de apasionarnos, entusiasmarnos,
ingeniarnos y hacer magia en las aulas.
Por eso, debemos poner en
marcha la filosofía de la vaca púrpura. “La lección es sencilla: lo aburrido
conduce al fracaso”.
ALGUNAS SUGERENCIAS PARA CREAR VACAS PÚRPURAS EN NUESTRAS
ESCUELAS…
Y vamos a replicar a Seth
Godin para convertir la experiencia en nuestras escuelas en un recuerdo imborrable
en las mentes de los alumnos…
PRIMERO. Lo más importante
es el alumno. No piense en la clase completa, ni en los grupos…piense en cada
alumno en forma separada. Empiece por ahí.
SEGUNDO. Reconozca y
trate de manera diferente a sus alumnos. Cada grupo humano es heterogéneo y
diverso; estudie el grupo humano con el que debe trabajar; sepárelos en grupos
homogéneos en base a variables relevantes (p.e grado de manejo de la materia).
TERCERO. Trabaje con cada
grupo en forma diferenciada, y estimula a que los distintos grupos se apoyen entre
sí en el cumplimiento de las metas educativas.
CUARTO. Trate a todos con
afecto y aprecio de sus potencialidades; no ridiculice ni endiose a nadie.
Cambie la manera en que se relaciona con ellos…Vaya más allá de ser “el profe”.
QUINTO. Explore los
límites de cada alumno. Desafíelos, promueva en ellos la iniciativa, vaya mucho
más allá. Por ejemplo, ¿qué pasaría si hace la tarea más rápido, si le enseña a
sus compañeros, si llega más temprano, si cumple siempre los compromisos…?. Si cada
uno de ellos tiene un límite, entonces el profesor debe establecerlo.
SEXTO. Investigue y
busque cosas que no se han hecho en su escuela y hágalas. Por ejemplo, regalar
entradas al cine a los alumnos mejor vestidos de la semana.
SÉPTIMO. Investigue y copie
lo que se hace en otras industrias que no son de su mismo ramo. Por ejemplo, dos
veces a la semana premie a los alumnos que tienen todos sus materiales y
cuadernos al día.
OCTAVO. Externalice a sus
profesores. Si los profesores no dan el ancho con el nuevo proyecto, busque
otros profesionales para que hagan clases.
NOVENO. Busque un rompe
esquemas e innovador porque casi todo lo que usted no hace es el resultado del
medio o de la inercia o tal vez le esté faltando una persona que se anime a preguntar:
¿por qué no?.
Claro está que lo
anterior no agota ni resuelve el tema...¿Por qué necesitamos convertir el
proceso educativo en una Vaca Púrpura?. Los alumnos están saturados de clases
aburridas que no les sirven. La primera escuela fue un éxito, pero hoy en día todas
las escuelas hacen lo mismo y una escuela nueva no se diferenciará de las
antiguas.
Pero, crear una Vaca
Púrpura causa temor y miedo, porque destacan de las demás, y nuestro problema
es que desde la enseñanza básica nos han enseñado a no destacar, a ser bueno, a
obedecer siempre, para no recibir críticas de los demás.
La clave de conseguir una
escuela extraordinaria es que sea muy criticada, porque eso significa que se
sale de las reglas que los demás nos han impuesto sin nuestro permiso.
PANORAMA Liberal
Miércoles 1 Agosto 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario