Un
excelente amigo me comentaba que es normal que se hable bien de una persona con
motivo de su fallecimiento, pero cuando todo el mundo pareciera estar hablando
bien de una persona que no conocieron, ¿no resulta extraño?. Y, lo anterior, es
debido al fallecimiento de Nelson Mandela, un político sudafricano que ha
provocado un sinfín de frases y comentarios asociándolo a una especie de dios
de raza negra que pasó por esta tierra para mostrar a sus compatriotas un nuevo
mundo; un mejor mundo. Pero, al mismo tiempo, los informes de los periodistas
enviados a Sudáfrica no muestran una imagen muy brillante del país. Es más. Muestran
a una Sudáfrica pobre y llena de miseria propia de un país subdesarrollado.
¿Cuál
fue entonces el supuesto aporte de un tipo cómo Mandela?, ¿están mejor o igual
que antes?, ¿qué fue lo que cambió en Sudáfrica…la distribución de poder?, ¿es
la misma tontera socialista de nivel mundial que prefiere que las personas
voten en democracia, pero que esas mismas personas están imposibilitadas de
votar en los mercados por los bienes y servicios que les permitirían disponer
de un mejor bienestar?...
Al
parecer, lo único que cambió fue una apertura política que permitió que una
minoría de negros accedieran al poder central, despojando a la minoritaria raza
blanca de ese privilegio, votados por una mayoría de raza negra, apoyados por
el establishment socialista mundial que presionó al régimen de una manera
violenta. Pero, el bienestar para la mayoría de los negros sudafricanos no ha
mejorado desde el acceso del dios Mandela al poder, entonces ¿de qué están
tristes?.
En
todo el mundo, los liderazgos socialistas han puesto los ojos en blanco con la
muerte de un político como Mandela; los medios de comunicación han creado una
imagen que parece más cercana la mito que a la realidad. De alguna manera,
Mandela se asemeja al criminal llamado Fidel Castro: un mito que sirve para rellenar
poleras como símbolo.
Mandela
fue un terrorista que usó la violencia para enfrentarse al poder fáctico, mientras
los blancos eran caricaturizados como tipos violentos y pérfidos. El mito que
se ha construido es que Mandela fue encarcelado por su oposición pacífica al
Apartheid, pero la realidad es que fue encarcelado por su culpabilidad en cerca
de 200 actos terroristas que incluían la tortura contra sus adversarios. Con el
paso de los años, la postura oficial del Congreso Nacional Africano fue
condenar los actos de violencia, pero internamente continuaban usando la tortura y otros métodos como ahorcar y quemar a quiénes pensaban distinto.
Mandela fundó el Umkhonto we Sizwe, agresivo brazo armado del Congreso Nacional
Africano, que en 1961 comenzó a realizar actos terroristas financiado y
apoyado por las potencias comunistas y antioccidentales, mientras el mundo occidental le mostraba simpatía creciente. Ya está documentada
la relación entre la vigente Unión Soviética y el ala armada del CNA porque
desde 1961 a 1990 la URSS apoyó al Umkhonto we Sizwe con armas y entrenamiento
militar.
Es
decir, en el pasado, el pacífico Mandela fue un terrorista y criminal que usó
la violencia para lograr sus fines, ¿el fin justifica los medios?. Por eso, el establishment socialista mundial ha construido el mito de un Mandela lleno de brillos y ha ocultado la realidad de una persona que lideró una banda criminal. La mayoría de los negros sudafricanos siguen sumidos en la pobreza porque el nuevo
régimen no está interesado en que surjan; los quieren sometidos para que
continúen votando por ellos en el futuro, ¿de veras Mandela cambió a
Sudáfrica?.
PANORAMA Liberal
Lunes 9 Diciembre 2013
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