Nietzsche y la imposibilidad del superhombre |
“Y Zaratustra habló así al pueblo:
Yo os enseño el superhombre.
El hombre es algo que debe ser superado.
¿Qué habéis hecho para superarlo?
Todos los seres han creado hasta ahora
algo por encima de sí mismos:
¿y queréis ser vosotros el reflujo
de ese gran flujo y retroceder
al animal más bien que superar al hombre?
¿Qué es el mono para el hombre?
Una irrisión o una vergüenza dolorosa.
Y justo eso es lo que el hombre debe
ser para el superhombre:
una irrisión o una vergüenza dolorosa”.
Friedrich Nietzsche, Así Habló Zaratustra
Ya es habitual leer
respecto de la degradación moral del ser humano, y algunos se atreven a indicar
que se está intensificando: el ser humano no tiene fondo en su degradación. Un
conocido me comentaba “¿A dónde vamos a ir con esta degradación?...”. Y ponía
como ejemplos las permanentes faltas de respeto de unos contra otros; las guerras
e invasiones; los genocidios; el terrorismo en todas sus formas; la esclavitud
y el tráfico de personas; el racismo y xenofobia; la violencia en todas sus
formas, la conducta lesbiana y homosexual; la soberbia y arrogancia de los que
ostentan el poder; la permanente violencia contra las mujeres y niños; el
lenguaje vulgar y en público de niños y niñas en formación; la conducta
lujuriosa de muchos jóvenes que buscan el placer fácil; la conducta pedófila de
algunos sacerdotes, la búsqueda del dinero fácil; el bullying escolar; el acoso
en el lugar de trabajo; la alegre irresponsabilidad de los criminales; la
mentira flagrante para evitar un castigo, la cobardía permanente, el despotismo
de los jefes….Y así suma y sigue. Pareciera que en vez de avanzar, la humanidad
retrocede.
Y, en paralelo con esta
supuesta degradación humana, surgen aquellos que creen tener la receta para
convertir al ser humano en un ángel del cielo; se creen los elegidos para
llevarnos al cielo. En el ámbito religioso, las iglesias presentan un cuerpo de
creencias que obliga a las personas a su cumplimiento, y en el ámbito político,
ciertas ideologías se declaran las llamadas para procrear hombres y mujeres,
buenos y nuevos, por medio de instituciones que desarrollan el dirigismo y la
ingeniería social a nivel masivo. En política, los socialistas pretenden
reformar al ser humano pero siempre terminan extrayendo lo peor; solo recordar
las tristes dictaduras socialistas que han traído miseria y pobreza a tasas
crecientes.
EL SUPERHOMBRE DE NIETZCHE.
Ya lo decía Nietzsche: el
ser humano sigue siendo un emparedado de ángel y bestia; un pozo de mierda que
mira un cielo lleno de estrellas. En suma, sigue siendo el mismo desde siempre,
y no es posible aspirar a que evolucione en positivo. Nietzsche ya había
planteado que el ser humano es un ser miserable e inmundo, un ser a medio
hacer, un puente entre la bestia y el superhombre, un paso de la pura
animalidad a la super-humanidad. Es su destino, pero en su recorrido evolutivo ha
avanzado muy poco y, por eso, afirmaba que “habéis evolucionado del gusano al
hombre, pero todavía hay mucho de gusano en vosotros...”.
Además, Nietzche
consideraba al ser humano como una enfermedad en el universo, y como el único
animal que todavía no se ha consolidado en todo su potencial. Afirmaba que la vida
humana trae consigo un riesgo: si no nos superamos, tendemos a volver a la
animalidad primitiva. Es decir, el ser humano se resiste a evolucionar, no
quiere abandonar los valores de su pasado remoto y dar un nuevo sentido a su humanidad.
Se supone que debe mirar al futuro, concebir ideales y lograr destinos, pero,
en cambio, camina hacia adelante con la cabeza vuelta hacia atrás.
Según Nietzsche hay tres
versiones del ideal humano. En primer lugar, el ser humano persigue el ideal estético
en el cual se confrontan lo dionisiaco y lo apolíneo; lo dionisíaco representa
la embriaguez desenfrenada de gozar la vida, mientras que lo apolíneo
representa la armonía de forma y la búsqueda de la belleza. En segundo lugar,
el ser humano persigue el ideal científico y la obtención de la sabiduría por
medio del esfuerzo de forzar el pensamiento hasta el máximo límite posible. Finalmente,
en tercer lugar, el mayor ideal es la búsqueda del camino que conduce al superhombre
que integra y sintetiza todo un marco valórico distinto.
Nietzsche manifestaba que
las masas -el "rebaño", la "manada" o la
"muchedumbre" - se adaptan a
la tradición y se someten de buen talante a lo que mande la autoridad, mientras
que su superhombre es seguro, independiente y muy individualista; siente con
intensidad, pero sus pasiones están frenadas y reprimidas por la razón; se
centra en el mundo real, más que en las recompensas del mundo futuro prometidas
por las religiones o las creencias políticas; acepta la vida, el sufrimiento y
el dolor que conlleva la existencia humana; es un creador de valores que refleja
la fuerza e independencia de alguien que está emancipado de las ataduras del “humano
envilecido" por la práctica religiosa o política.
En sus planteamientos, Nietzsche
se nutría de Schopenhauer que sostenía “que todo acto o proyecto humano está
motivado por la voluntad de poder". Y aquí no nos referimos al poder
ejercido sobre otros –el poder socialista- sino al poder ejercido sobre uno
mismo –el poder responsable- vital para el ejercicio de la autonomía y
creatividad en el proceso de paso al superhombre.
¿Y cuáles son esos
pasos?. Para que llegue el tiempo de los superhombres, cada persona
individualmente debe recorrer un camino lleno de espinas y desafíos, y pasar
por tres fases:
PRIMERA FASE: Bajarse del
camello para…
Se dice que el camello es
el símbolo del ser humano actual; impregnado de la moral de esclavos y que
soporta el peso de la carga con paciencia; gime y se queja; se resiente del
castigo que recibe y se rebela parcialmente.
SEGUNDA FASE: …caminar
junto al león…
El león siempre ha sido el
símbolo del ser humano revolucionario; el que se enfrenta a la moral de los
esclavos, rompe las cadenas y se rebela, pero no para caer en las garras de
nuevos amos, sino para ser el amo de su propio destino. Por ahí caminan algunos
que nos alientan para que nos convirtamos en un león con el fin de aniquilar a
los amos antiguos, pero están prestos para encadenarnos cuando ya no les
servimos…¡Cuidado con ellos!.
TERCERA FASE: …y
transformarse en un niño.
Después de romper las
cadenas de la esclavitud, el león tiene que transformarse en un niño que simboliza
la pureza e inocencia de la infancia, desde la que es posible recrear un nuevo
marco de valores.
Nietzche planteaba que el
superhombre representaba ese nuevo marco de valores: el amor a la vida, el
sentido de la Tierra y la exaltación de los instintos ascendentes. El ser
humano para convertirse en superhombre debe expulsar de su interior a todos los
dioses que lo han sometido; no se trata de divinizar al ser humano sino de
convertirse en un ser con plenitud de poder y de dominio sobre sí y sobre los
demás. Pero esta transformación requiere, según Nietzsche, de una enorme voluntad
de auto-dominio, de no-agresión y de sentimientos hacia lo ajeno, una "voluntad
de poder" para la cual no todos están dispuestos a hacer sacrificios. La
moral del rebaño es más cómoda y placentera, ¿para qué sufrir?.
¿PODREMOS CREAR SOCIEDADES BUENAS CON LO BESTIAS QUE SOMOS?.
En otras palabras,
compartimos lo planteado por Nietzsche: el ser humano “es una corriente impura
y cenagosa”. Pero, hay esperanzas porque para nuestro filósofo “el ser humano
es una cuerda tendida entre la bestia y el superhombre: una cuerda sobre el
abismo…”. “El ser humano es una cuerda sobre el abismo”. Sobre los abismos que
cada uno debe cruzar en sus vidas, para bien y para mal.
Así, ¿podremos crear
sociedades buenas conformadas por seres humanos, mezcla de bestia y ángel?.
Algunos autores han planteado, basándose en el pensamiento de Aristóteles, que
es necesario diferenciar lo que es un buen ciudadano de lo que es una buena
persona. Así, en general, mientras el Estado socialista sueña con tener buenas
personas, el Estado liberal se limita a cultivar a los buenos ciudadanos. Y
aquí surge el conflicto.
Un Estado liberal, en
forma, pretende desarrollar en las personas aquellas virtudes personales necesarias
para llegar a ser buenos ciudadanos, como la capacidad de pensar de manera
crítica y la indispensable independencia. En cambio, en un Estado socialista se
sostiene que el rol del Estado es promover las virtudes que constituyen a una
buena persona en el ámbito social.
Es decir, en un Estado
socialista-religioso se considera que las personas son incapaces, irresponsables,
indisciplinadas y auto-indulgentes por naturaleza; si se les deja a su propio
arbitrio, abusarán de sus libertades dando resultado el que se transformen en
disolutos, indolentes y abusadores. Por lo tanto, se requiere un gobierno
fuerte que dirija y moldee a los ciudadanos, en base a un cierto ideario
maestro que permita depurar los aspectos débiles de sus naturalezas, mediante
la creación de instituciones y políticas que intervienen los ámbitos privados
de las personas. Así, en estos Estados, el poder estatal -validado por la
mayoría- se usa para generar comportamientos que algunas minorías consideran virtuosos
como permitir/castigar el aborto, consumo de drogas, pornografía, divorcio, matrimonio
homosexual, etc.
Y la gente tiende a votar
por candidatos que proponen implementar Estados socialistas-religiosos porque
tienen la esperanza de que sus vidas cambien para siempre. Y, efectivamente,
sus vidas cambian para siempre, pero la cuestión…¿para bien o para mal?. En el
corto plazo, estos regímenes estrangulan la iniciativa individual, logrando la
igualdad a la fuerza; poco a poco, se pierde el espíritu vital que posibilita
el progreso y las personas se marchan a otros lados o se someten a la apatía
general; el mundo se detiene y los jóvenes solo piensan en emigrar para
siempre. En otras palabras, estos regímenes socialistas-religiosos pretenden
crear seres humanos “nuevos y buenos”, pero solo crean seres humanos pobres y
tristes, mientras la élite gobernante -nomenklatura- envejece demasiado
lentamente. La dictadura cubana es un ejemplo de ello.
El ser humano está perdiendo
sus libertades porque les han convencido de que su animalidad es incontrolable,
y que se requiere un ente externo que lo controle y regule; no le han permitido
aprender en base a la prueba y el error; está perdiendo la noción de su propia
responsabilidad para traspasársela a otros; le han convencido que la razón de
su animalidad es el comportamiento de otros. Es decir, está perdiendo su
individualidad para perderse en el anonimato del colectivo, fácil de manipular
para la élite que busca satisfacer sus propios intereses.
Por eso, en todo el mundo
y a cada momento, los políticos adquieren más y más poder, pese a la revuelta
social y al rechazo ciudadano, ¿Qué está pasando?. La gente no sabe que salir a
las calles para pedir más Estado en todos los ámbitos y cambiar a unos
políticos por otros, no es la clave para solucionar sus problemas, porque al
final es cambiar al gato para que siga cazando los mismos ratones. La gente no
ha logrado comprender que la clase política solo vela por sus propios
intereses, y atiende lo intereses de todos si eso les conviene. En otras
palabras, la gente permite que la animalidad de los políticos se imponga
socialmente, y los valida electoralmente.
La verdadera pregunta es:
¿por qué la gente cede y entrega con tanta facilidad espacios de decisión
individuales a personas que solo velan por sus propios intereses?, ¿por qué las
personas han olvidado que el verdadero poder lo tienen ellas y los políticos
son meros funcionarios a su servicio?. Una de las razones ya la hemos
planteado: la gente está convencida que su animalidad necesita ser controlada.
Una “sociedad buena” es
una sociedad libre que no puede ser implementada mediante la planificación
centralizada liderada por una élite de políticos que solo satisface sus propios
apetitos y que se basa en el miedo o la ilusión de un futuro mejor; una “sociedad
buena” es el resultado de las acciones que realizan las personas en torno a un
marco de valores, considerado “bueno”, en constante movimiento. Y este marco de
valores no puede ser impuesto por la fuerza o la coacción sino que por el
consenso y el respeto de todos. En otras palabras, las sociedades son buenas
porque las personas que la integran así lo consideran, y esto solo puede ser
logrado en una sociedad libre.
En resumen, el ser humano
es un maravilloso experimento de la naturaleza, en permanente desarrollo y modelado.
Por eso, mientras más espacios de libertad existan, surgirán mayores
oportunidades para la prueba y el error que nos puede llevar por los mejores
caminos; necesitamos equivocarnos para valorar lo que tenemos cuando lo
perdemos. Debemos ser conscientes de nuestra animalidad y esforzarnos por ponerla
al servicio de nuestros sueños más caros.
PANORAMA Liberal
Sábado 27 Julio 2013
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