PANORAMA Liberal recuerda a Felipe Cubillos, liberal, lector de Ayn Rand y una persona que marcó a nuestro país con su enorme empuje y talento. |
De nuevo nuestro país ha
sido “sorprendido” por protestas de estudiantes que reclaman por la muy mala
educación que reciben. Sean mis primeras palabras de solidaridad para con
ellos; es que me cuesta imaginar que seamos capaces de construir una mejor
sociedad, más justa y más humana, sin que mejoremos de verdad la educación de
nuestros jóvenes.
Habiendo dicho lo
anterior, quisiera aportar algunas ideas personales a la discusión.
PAA versus PSU. Hoy día los estudiantes reclaman que la PSU discrimina más
que la antigua y vilipendiada PAA. Tremendo descubrimiento. Me pregunto dónde
están los genios, los iluminados que creían que las escuelas iban a ser capaces
de pasar el contenido mínimo fijado desde el Ministerio. Evidentemente, dado el
estado actual de la educación, es preferible sincerar la realidad y reconocer
que las aptitudes discriminan menos que los contenidos.
Acreditación. Me confieso un completo escéptico. ¿El Estado chileno
actual está de verdad en condiciones de acreditar la calidad de la educación?
Si de verdad queremos informar a nuestros estudiantes y sus familias qué tipo
de educación recibirán en cada establecimiento, el Estado podría financiar un
estudio anual de expectativas de empleabilidad y remuneraciones de los
profesionales que egresan de cada universidad. ¿Cuánto se demora en encontrar
trabajo el ingeniero de tal o cual universidad? ¿Qué sueldo recibe la sicóloga
de esta otra? O sea, que la acreditación no la ponga un funcionario, sino que
miles de personas eligiendo libremente. O sea, más libertad.
El lucro. Aquí es donde se muestra en su plenitud la hipocresía que reina en
nuestra sociedad. Por una parte, universidades sin fines de lucro (así lo fijó
la ley), cuyos fundadores rentan por la vía de sociedades inmobiliarias; por
otra parte, aquellos que encuentran inmoral el lucro: políticos, comunicadores,
funcionarios, rectores, decanos, profesores. Como si todos fueran altruistas y,
frente a la opción de elegir entre ganar más o ganar menos, todos ellos
elegirían ganar menos. Permítanme, de nuevo, ser un escéptico. ¿Qué tal si
dejamos que las universidades definan libremente qué tipo de estructura quieren
darse, y así algunas se organizarán como fundaciones (sin fines de lucro) y
otras como sociedades anónimas (con fines de lucro), mientras otras seguirían
siendo públicas. De nuevo, les daríamos la posibilidad a los estudiantes de que
elijan ellos, y no un grupo de “iluminados” pensando la educación que otros
recibirán. Las que se organicen en fundaciones, en aras de la transparencia,
publicarían los sueldos de sus autoridades y funcionarios, y así mostrarían
transparentemente a dónde van los excedentes; las que se organicen como
sociedades anónimas publicarían balances auditados, y las públicas, lo mismo.
Quizás a estas últimas habría que buscarles un estatuto especial, pues la
burocracia estatal les entraba la posibilidad de competir (para que un profesor
viaje al extranjero, el decreto debe firmarlo el ministro, por ejemplo). Pero
que sean los estudiantes los que elijan qué tipo de universidad quieren: las
dirigidas por altruistas que reniegan del lucro o por empresarios que sueñan
con grandes universidades para Chile y deben por tanto arriesgar sus
patrimonios para conseguirlo, o bien las públicas, dirigidas por el Estado de
Chile. O sea, de nuevo, más libertad.
Cualquier cambio en
educación toma tiempo. Por cierto, mucho más tiempo que el que tiene cualquier
gobierno de 4 años, y, por lo tanto, los incentivos de la política no están
alineados con los de la educación. ¿No será tiempo ya, después de tantos fracasos,
de sacar a la educación de la pelea política? Cuando el control de la inflación
era una herramienta de manejo político, se creó un Banco Central independiente
y se acabó el problema. Quizás algo parecido podríamos hacer con la educación,
un «Banco Central» de la educación, que funcione independientemente de los
gobiernos de turno, con un presupuesto y planta independientes.
Y se me acabó el espacio
de la columna, cuando justo quería hablar de lo más importante: la enseñanza
técnica, las condiciones de empleabilidad y lo mal que está la educación en
nuestro país. Es que quizás me pasa lo mismo que a Chile: lo accesorio no nos
da el tiempo para pensar en lo sustantivo.
Por Felipe Cubillos
PANORAMA Liberal
Sábado 1 Septiembre 2012
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