Dentro de las “reformas sociales” que este gobierno se ha empeñado en implementar para aumentar su popularidad luego de los disparates de Magallanes y Van Risselberghe, está la idea de eliminar el 7% de cotización de Salud lo que beneficiaría, supuestamente, al menos a 1 millón de jubilados y mediante una reducción gradual y centrada en los dos primeros quintiles de los pensionados.
Señor Piñera, recuerde, no existe la salud gratuita
Hace algún tiempo, Milton Friedman planteaba que “no hay almuerzos gratis”, es decir, todo tiene un costo. Alguien debe pagar por el regalo, el bono o el subsidio que graciosamente los políticos ofrecen. Y los bienes y servicios que provee el Estado no escapan de esta realidad, pero algunos ilusos continúan creyendo que los gobiernos son magos con un sombrero del cual extraen los recursos necesarios.
Los gobiernos socialistas con muy buenas intenciones (el camino al infierno está empedrado con los cráneos de los que tuvieron buenas intenciones) implementaron en el papel estupendos beneficios gratuitos para la tercera edad:
1. Atención en consultorios y hospitales públicos: todos los adultos mayores de 60 años y beneficiarios de Fonasa, de los grupos A; B; C y D tienen atención gratuita en los consultorios y hospitales públicos,
2. Bonificación de un 100% en intervenciones quirúrgicas de alto costo.
3. Bonificación de un 100% en la entrega de prótesis y órtesis, como lentes ópticos, audífonos, prótesis dental, bastones y sillas de ruedas, entre otros.
4. Control de salud gratuito.
5. Programa de Alimentación Complementaria para el Adulto Mayor (PACAM): un kilo de crema años dorados y un kilo de la bebida instantánea a mayores de 70 años, mayores de 65 años que sufren de tuberculosis.
6. Promoción: actividades educativas grupales y de educación física.
Es decir, el papel soporta todo, pero en la práctica la situación es muy distinta porque el hecho de que alguien no pague por una prestación es un estímulo mal dirigido para los que deben dar la prestación. Veamos los dos primeros ítems:
Atención gratuita en consultorios y hospitales públicos. La experiencia muestra que las personas de la tercera edad son seres humanos de segunda categoría. Una enfermera de años de experiencia en el sector salud me comentaba que “una persona de la tercera edad no puede usar las UTI o UCI de los hospitales puesto que estos recursos están destinados a los más jóvenes y de mejor pronóstico…Si una familia puede pagar por la salud de su abuelo, que lo lleven a una clínica…”.
Por lo tanto, al hacer gratuita la atención de salud, a la persona de tercera edad no le dan la atención de calidad que se merece.
Bonificación de un 100% en intervenciones quirúrgicas de alto costo. Con certeza podemos afirmar que un bajísimo porcentaje de adultos mayores acceden a este “beneficio”. Si los hospitales deben financiarse, ¿gastarán recursos escasos en personas de la tercera edad?.
Por lo tanto, ¿quién paga la cuenta en estos servicios?. Se paga con el dinero de los contribuyentes, dejando de lado otras opciones posibles, sin control respecto de la calidad de las prestaciones.
¿Reciben un buen servicio las personas de la tercera edad?. No reciben un buen servicio, porque como los hospitales deben financiarse orientan los recursos a aquellos que pueden pagar (los que tienen viabilidad humana y financiera). Es decir, las personas de la tercera edad son un “cacho” para todos, y por eso reciben un pésimo servicio o no reciben ninguno.
Alguien dirá: todo esto es muy raro puesto que el Estado le paga a los hospitales por las atenciones a la tercera edad, ¿por qué los atienden mal?. Probablemente, porque los recursos estatales ingresan internamente y no se relacionan con la calidad del servicio prestado. Es decir, un abuelo bien atendido es lo mismo que un abuelo mal atendido.
Y, ahora, eliminar el 7%....otra locura
No podemos equivocarnos. La idea de eliminar el 7% es una solicitud de la tercera edad desde hace algunos años, pero no podemos equivocarnos en su implementación.
Ya vimos que la gratuidad en salud no existe puesto que alguien debe pagar la cuenta, y se termina ofreciendo un pésimo servicio. Por lo tanto, si se elimina el 7% de salud, la atención a dichas personas empeorará porque los hospitales deben financiarse (hay que pagar sueldos a enfermeras, médicos, insumos, infraestructura, etc). Ahora sí, las personas de la tercera edad se convertirán en unos verdaderos parias.
A menos que, cambiemos la fuente de financiamiento..
La solución no va por eliminar el 7% de salud sino en cambiar la fuente de financiamiento: que el Estado pague el 7%. De este modo, cada persona sería dueña de dicho 7% y lo podría aplicar a las instituciones que sean de su preferencia.
Recordemos que cuando las personas disponen de libertad para elegir, siempre toman las mejores decisiones.
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