El
maridaje se define como la “unión íntima o armoniosa de dos cosas entre sí”. En
este sentido, existe un manifiesto maridaje entre el neosocialismo imperante y
el corporativismo comercial. Teniendo lo anterior en mente, podemos analizar la
misiva de José Antonio Guzmán publicada recientemente.
“LO
CORTÉS HA QUITADO LO VALIENTE
No es primera vez que el CEP
intenta suplantar a la dirigencia empresarial para relacionarse con la
autoridad. Me ocurrió igual hace casi 25 años.
La "simpática y
sonriente" reunión celebrada en días pasados, con presencia de connotados
empresarios, bajo el propósito de entablar un diálogo que no fue tal con la
Presidenta de la República, en medio de un crispado ambiente de desconfianza,
amenaza con neutralizar la gestión que deben seguir haciendo los dirigentes
empresariales para enmendar los lapidarios proyectos que impulsa el Gobierno en
perjuicio de la actividad empresarial y, por ende, de la confianza para invertir
y del crecimiento.
¿Cómo podrían demandar ahora
el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) y de
otros gremios la realización de cambios a la reforma laboral o a la tributaria
o al proyecto de reforma constitucional que se anuncia, después de esta
reunión? La Presidenta diría "no me molesten, ya me junté con sus
mandantes, y ellos no me plantearon nada. Al contrario, salieron alegres luego
de escuchar mi proyecto de reemplazo del sistema económico".
Los empresarios allí reunidos
tienen grandes y poderosas empresas, pero no representan ni al 2% de los
empresarios que con esfuerzo construyen el país día a día. De modo que su
aquiescencia o indiferencia con el plan del Gobierno solo confunde y debilita
la acción de los dirigentes.
Bien haría el CEP en
concentrarse en lo mejor que sabe hacer: los estudios públicos.
José Antonio Guzmán
Empresario Ex presidente de la
CPC”
¿PUEDEN DIALOGAR LOS
EMPRESARIOS Y LOS GOBIERNOS?
En
otras palabras, Guzmán ha puesto sobre el tapete de la mesa el maridaje grosero
entre un sector del empresariado nacional y el actual gobierno que solo tiene
por fin continuar manteniendo ciertos privilegios. Unos, para mantener
supremacía en los mercados que los enriquecen y los otros, para obtener
financiamiento cuando se requiera. Por eso, no resulta difícil de entender que
Joaquín Villarino plantee que “aunque el gobierno tenga una agenda que no
compartimos, debemos trabajar y buscar espacios de diálogo y acuerdo” y Peter
Hill plantee que “el diálogo de los empresarios con las autoridades del sector
público es positivo y debe ser sincero y consecuente”.
Este
tipo de empresarios que creen que deben “mantener diálogos con los gobiernos”
son una expresión manifiesta de una alianza que siempre termina empobreciendo a
los países porque ese diálogo solo beneficia a las dos partes, y el resto de la
sociedad solo debe observar. Al final, estos empresarios no se dan cuenta que
son usados por los políticos socialistas en los extremos: les piden financiamiento
cuando lo requieren, y los atacan en público para culparles de los males de la
economía. Además, muchos empresarios actuales no son partidarios del libre
mercado y se acercan al gobierno para lograr regalías y beneficios que les
permitan mantener posiciones que los enriquezcan. Así, pervierten el rol de la
creación de riqueza y entregan balas para que los socialistas ataquen a la
función empresarial. En otras palabras, estos empresarios corporativistas solo
han llegado a su posición por el apoyo de los políticos que han reducido la
competencia en los mercados
Por
eso, planteamos que los empresarios, que son partidarios del libre mercado, deben
mantenerse alejados del gobierno de turno y solo exigir condiciones que
permitan maximizar la libertad en los mercados. Es más, planteamos que los
empresarios no debieran reunirse con los gobiernos porque no tienen nada que
hacer con ellos; mientras más alejados estén de los políticos de turno, mejor
para todos.
Sin
embargo, nos hemos acostumbrado a que el empresariado nacional se reúna con los
gobiernos socialistas para mantener sus privilegios, y eso no es función de un
empresario. La única función de un empresario es generar riqueza de una manera
eficiente y compitiendo en los mercados con los otros empresarios. El Estado,
en especial si es gobernado por socialistas, es antagónico a los mercados
libres y a la misma libertad individual; el Estado representa imposición y
obligaciones que deben cumplirse a la fuerza; los mercados representan a los
individuos poniéndose de acuerdo para intercambiar bienes y servicios sin
control ni restricciones.
En
resumen, cuando un empresario se reúne con el gobierno, ya estamos advertidos
que no lo hace por el bien de todos…¿o usted está en desacuerdo?
Panorama LIBERAL
Viernes 16 Octubre 2015
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