Los mercados libres son la clave para la prosperidad de las naciones, pero la mentalidad socialista impregna a vastos sectores de la sociedad y retrasan la llegada del bienestar... |
Solo basta leer las
secciones cartas al director y escuchar a periodistas y opinólogos de diversos
medios para darnos cuenta respecto de lo que se piensa de los economistas. En
términos generales, las opiniones técnicas son miradas con recelo, en especial,
si son partidarias de los mercados libres.
Se ha generado en la opinión
pública la impresión de que los economistas más fallan que aciertan. O, mejor
dicho, que los mercados libres fallan y provocan crisis que afectan el
bienestar de las sociedades. Por eso, con motivo de la reciente crisis
económica muchos comentaban que “¿porque los economistas no previeron la
crisis?...¿para qué sirven?..”.
La tesis es la siguiente:
la sociedad y la opinión pública están influenciadas indebidamente por generaciones
sucesivas de políticos y economistas de
corte socialista-planificador que, al criticar la perspectiva teórica de la
economía, han minado la credibilidad del razonamiento económico ligado al papel
de los mercados libres.
Porque debemos aclarar
que existen economistas-socialistas y de libre mercado. Los socialistas son los
que están detrás de la intervención permanente en los mercados mediante
fijaciones de precios, subsidios, bonos “solidarios” y diversos proyectos de
gratuidad como educación gratuita, transporte gratuito, salud gratuita, etc..
Todos estos son proyectos de ingeniería social o planificación centralizada de
los creyentes en que la sociedad puede ser dirigida por medio del diseño de
“sistemas humanos y solidarios”.
Por su parte, los economistas
de libre mercado son partidarios a ultranza de la plena libertad de los mercados
con limitadas intervenciones de parte del Estado. Creen que los individuos
deben disfrutar de amplias libertades no tan solo como consumidores sino que como
productores para participar en los mercados y obtener el legítimo lucro o
ganancia por el esfuerzo o riesgo.
Por lo tanto, para cierto
sector vociferante de la opinión pública que cuenta con líderes de opinión socialista
los únicos economistas razonables son aquellos que critican el rol de los
mercados libres y exigen más regulaciones e intervención estatal. La paradoja
socialista es que critican los resultados en mercados intervenidos por ellos
mismos. Veamos un par de ejemplos: la discusión del salario mínimo y los pagos
de patentes municipales.
PRIMER EJEMPLO: LA DISCUSIÓN DEL SALARIO MÍNIMO
Resulta sorprendente el
nivel de la discusión respecto del salario mínimo entre los políticos,
periodistas y economistas. Los socialistas postulan un salario mínimo de $250.000; RN desea
un sueldo mínimo de $200 mil y el gobierno propone un reajuste de 5% que fijaría
la $191.000. Y todos los años es lo mismo. La discusión se basa en el argumento
de que es “imposible vivir con ese nivel de salario”, pero este es un precio
mínimo, no es el salario que deben pagar las empresas.
¿Por qué esa discusión?.
En primer lugar, para que todos los años estemos discutiendo respecto del monto
del salario mínimo debemos plantear algo obvio: el salario nominal de
equilibrio en los mercados laborales es inferior a los actuales $182.000. En
otras palabras, si no existiera el salario mínimo, los salarios que se pagarían
serían muy inferiores para algunos cargos pudiendo llegar a valores inferiores
a los $100.000. O menos.
Por eso, los alegres
socialistas, que juegan con el dinero ajeno, tienen la creencia de que la
fijación del salario mejorará por “arte de
magia” el bienestar de las personas. Pero, en términos netos estamos
peor puesto que con un salario mínimo superior al de equilibrio muchas personas
quedan fuera del mercado laboral porque su productividad está por debajo de esa
cifra arbitraria, definida administrativamente.
Esta es la cuestión
central: los salarios deben reflejar la productividad real del empleo y no
meras decisiones administrativas y soñadoras.
La verdadera cuestión es
otra: ¿por qué en nuestros mercados laborales el salario nominal mínimo es
inferior al salario legal mínimo?. Y la respuesta es clara: porque nuestra
economía es muy poco competitiva, concentrada, centralizada, y ultra regulada.
Y estas condiciones debemos agradecérselas a los socialistas que no creen en
los mercados pero si creen en las grandes empresas a las cuáles protegen con un
enorme gama de leyes complejas, abusivas y difíciles de cumplir.
Por lo tanto, la solución
no pasa por fijar administrativamente el salario mínimo sino en aumentar los
niveles de la competencia de modo que sean los mercados laborales libres los
que fijen los montos de las rentas y generen oportunidades reales para que las
personas accedan a otros empleos de mejores rentas.
Por ejemplo, en el ámbito
deportivo, la libertad salarial permite que algunos deportistas estrellas
accedan a salarios increíbles, y la mayoría acceden a salarios razonablemente
buenos para la situación del país. Sin embargo, algunos socialistas han
esbozado fijar un salario máximo de modo de evitar tan altas rentas pero no han
alcanzado consensos.
SEGUNDO EJEMPLO: LOS MONTOS EN PATENTES MUNICIPALES QUE PAGAN
LAS GRANDES EMPRESAS.
Hace un tiempo atrás,
tener una pequeña oficina de 20 metros cuadrados significaba pagar una patente
semestral de $30.000, y, recientemente, el alcalde de Peñalolén, Claudio
Orrego, comentó públicamente que "nos dimos cuenta de que Jumbo tiene seis
RUT distintos en nuestra comuna, así que los sumamos todos y eso da 679 pesos
al año…Lo anterior es sin contar a los Santa Isabel, que son como ocho más, con
los cuales paga 178 pesos al año".
Además, Orrego expresó
que "la gente cree que uno está 'leseando', cuesta creer este nivel de
abuso porque yo hoy día estuve con doña Rosa Acevedo, que tiene el supermercado
Santa Cecilia en Antupirén y paga $86.000 pesos al año en patentes".
¡En realidad, efectivamente
la gente cree que Orrego esta leseando, porque este señor ha sido alcalde por mucho
tiempo y recién se da cuenta!...¡Y es pre-candidato presidencial por la DC!...¿Nunca
se había dado cuenta de este abuso?...¡este señor debe estar leseando!...
La pregunta es: ¿Cómo es
posible que los chilenos “disfrutemos” de este tipo de liderazgos tan
empobrecedores?
Así actúan los
socialistas como Orrego, en forma negligente, incompetente, basados solo en sus
propias metas personales (la única razón por la que plantea el tema ahora), defensores
de las grandes empresas, enemigos de los mercados libres y promotores de la concentración
económica. Y recién ahora Orrego plantea “con fuerza” que se debe modificar la
ley de rentas municipales.
EL ENGAÑO DEL DISCURSO SOCIALISTA
¿Cómo es posible que los
socialistas rasguen vestiduras después de 20 años de estar en el gobierno?. Y
la respuesta es sencilla: han sido cómplices de un entramado y de una
estructura que ha relacionado indebidamente a los poseedores del poder político
y económico. Las democracias intervenidas por los socialistas siempre producen
condiciones favorables para el surgimiento de grandes empresas y conglomerados debido
al burdo intento regulador por medio de leyes contrarias a la competencia y que
tienen características anti-mercado. La demagogia de discurso socialista es
evidente.
Públicamente declaran “su
amor al pueblo” al promover legislaciones de corto plazo que, supuestamente,
defienden los derechos de la gente, pero en el largo plazo, esas mismas leyes
generan efectos contrarios en las mismas personas. Por ejemplo, promueven aumentar
el salario mínimo que favorece a los que están trabajando, pero cuando las
personas tienen que buscar empleo no pueden encontrarlo porque no tienen el
nivel de productividad mínimo requerido.
Fijar un salario mínimo
alto solo trae consigo un mayor desempleo, y pobreza. Es irracional suponer que
se puede solucionar el problema de la pobreza mediante la firma de un decreto
ley porque, en ese caso, fijemos un salario de $500.000. La demagogia del
discurso socialista es evidente porque eso favorece a los que trabajan y pueden
culpar a las empresas por no pagar esa renta. Al final, se causa un tremendo
daño a las personas a las que debe ayudar.
Y muchos de los actuales
economistas de mentalidad socialista han estudiado, becados con recursos
públicos, en las mejores universidades del mundo pero continúan siendo adeptos
a la planificación centralizada e intervención permanente en las economías (¿para
qué estudiaron?). La mayoría de estos socialistas saben los resultados que
generan sus políticas pero la ideología siempre se impone sobre la realidad.
Con este respaldo
ideológico, la gente se ha sentido libre de opinar y proponer todo tipo de
soluciones utópicas al problema del desempleo, bajos salarios y pobreza. Y las
soluciones que plantean muchas personas incluyendo periodistas y políticos son
irrealizables. Además, surgen profesionales de otras áreas del saber que se
involucran y opinan de economía sin conocimientos ni experiencia pero avalados
por los economistas de matriz socialista.
Así, surgen los médicos
que postulan que la salud no puede ser un negocio y debe ser gratuita…
Surgen los estudiantes que
postulan que la educación no puede ser un negocio y debe ser gratuita…
Surgen los trabajadores que
postulan que no se puede vivir con $182.000 al mes y pretenden $250.000…
Surgen los casos de
empresas enormes que no pagan patentes municipales debido a las intrincadas
leyes que los rigen…
Surgen los taxistas que
exigen limitar el ingreso de competencia al centro de Santiago…etc., etc.
Hemos dicho en otra
instancia que los socialistas pueden ser de derecha o izquierda; lo más natural
es que sean de izquierda pero también existen los socialistas de derecha. Y se
les puede reconocer por el excesivo entusiasmo por la planificación y el
dirigismo.
Por un lado, los economistas
afines a la concertación izquierdista son los que han preparado el terreno con
sus reiterados errores y manifiesto desprecio por el rol de los mercados
libres, y los acompañan los economistas afines a la alianza derechista que han
llegado al gobierno para continuar interviniendo en la economía, entregando
bonos y subsidios asistencialistas…
Debido a este ambiente
socializante es que la opinión de los economistas pro mercado es maltratada y
agredida por una horda de fanáticos que repiten lo que les han dicho, y son
incapaces de razonar por sus propios medios.
La mentalidad socialista ha
permeado las bases de nuestra sociedad y muchos la consideran como una adecuada
interpretación de la realidad. Esta mentalidad se transforma en una rémora que impide
que las personas perciban que lo que les pasa en sus vidas no es ni más ni
menos que una prueba que deben superar por sus propios medios y que no es culpa
de la mamá, del papá, del hermano, del vecino, del amigo, del jefe, de la
esposa, del gobierno, etc. Es más cómodo buscar excusas fáciles, y esperar los
regalos como el maná caído del cielo.
La mentalidad socialista se
ha transformado en nuestro gran obstáculo para ser una nación desarrollada
mentalmente. El primer paso para llegar al desarrollo material es lograr el desarrollo
mental necesario para hacer realidad los deseos y las ansias de progreso, pero
la influencia negativa del pensamiento socialista impide asumir la
responsabilidad plena de las propias acciones. En la vida hay que aguantar a pie
firme los chaparrones y aprender de ellos, sin quejarse ni buscar excusas ni
buscar culpables por los resultados obtenidos. En la vida hay un único responsable
del éxito: uno mismo.
El éxito solo lo logran
los que se esfuerzan. Los demás, buscan excusas fáciles, y esperan que la
suerte los elija a dedo. La vida merece nuestro esfuerzo y nuestra dedicación…No
la engañemos.
PANORAMA Liberal
Sábado 7 Julio 2012
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