El verdadero problema no es fijar un salario mínimo, sino ¿porque hay que fijarlo?. Y la única causa son los mercados muy poco competitivos que sufrimos... |
La pelea no termina respecto del salario mínimo entre
el oficialismo y la oposición. Hace un tiempo atrás, los socialistas dirigentes
de la CUT llegaron hasta la oficina de partes del Palacio de La Moneda para
entregar una misiva, dirigida al Presidente Sebastián Piñera, en la cual entregaban
detalles de su propuesta para aumentar el salario mínimo a 250 mil pesos.
Arturo Martínez indicó en ese momento que "nosotros
queremos un sueldo mínimo de 250 mil y dígannos porqué no es posible…Que el
ministro Longueira o el ministro Larraín nos digan porqué ellos ganan, 3, 4 o 5
millones, y los trabajadores no pueden ganar 250 mil. Dígannos por qué los
parlamentarios se aumentan el sueldo en 2 millones y los trabajadores no pueden
ganar 250 mil". Además, amenazó que se reunirán para tomar "algunas
acciones y definiciones", como un paro nacional.
¿Qué se puede decir a un socialista que no valora a
los mercados y no entiende como se genera la riqueza?...
¿Cómo se puede hacer entender a un socialista que la
fijación del salario mínimo es un atentado contra la libertad de mercado…?
¿Qué se le puede decir a las personas comunes y
corrientes que, de tanto escuchar estas estupideces, terminan creyendo que la
solución de todos sus problemas es la fijación del salario mínimo?
Pero, en realidad la verdadera pregunta es: ¿Por qué
el salario de equilibrio del mercado laboral es menor que el salario legal
mínimo…?
UNA CLASE DE
ECONOMÍA PARA UN SOCIALISTA
Los socialistas, de todos los partidos, han convencido
a la gente que el salario mínimo es una herramienta útil cómo política social.
E, incluso, este gobierno de derecha pone en el tapete la segunda derivada
denominada, ingreso ético familiar, ¿cuál es la intención?.
Es indudable que nuestros políticos son muy buenas
personas y quieren lo mejor para la ciudadanía. Por eso, para ellos, el salario
mínimo y sus derivadas, son una especie de umbral “ético” o mínimo que
garantice un cierto nivel de ingresos para todos los trabajadores de modo que satisfagan
sus necesidades más básicas. No hay dudas que la intención es loable, pero el
camino al infierno está tapizado de los cráneos de aquellos que creyeron en
estas buenas y loables intenciones.
En primer lugar, ¿cuáles son las necesidades más básicas
que debe satisfacer una persona?, ¿será posible determinar ex ante una
“necesidad promedio” que deba ser cubierta con el salario mínimo?. Resulta muy
claro que es imposible determinar un nivel de necesidades promedio porque las
personas somos todos diferentes. Por lo tanto, para determinar el salario
mínimo adecuado, ¿Qué necesidades son las más básicas?. En segundo lugar,
suponiendo que hemos definido la “necesidad promedio”, ¿debería cubrir el
salario mínimo la satisfacción de las necesidades de una persona, de un grupo
familiar o de una zona geográfica?. En tercer lugar, como se ha intervenido el
mercado laboral, se impide que los trabajadores y los empleadores negocien
según las condiciones de mercado. Para muchas empresas, la fijación del salario
mínimo se transforma en “el” salario a pagar, independientemente de la
productividad que posea. Esa es la señal que se envía.
En general, lo óptimo es que la determinación del
salario de cada persona se rija por las leyes del mercado, dado que el salario
es el precio del “bien” trabajo y en teoría la remuneración a tal factor debe
ser equivalente a la productividad. Por ejemplo, suponga que a una persona le
ofrecen, como reponedor de supermercados, la suma de $200.000 brutos, ¿acepta o
no?. La decisión dependerá de las circunstancias de cada persona, su amor e interés
a ese tipo de trabajo, las opciones de desarrollo, crecimiento y progreso laboral,
posibilidad de hacer carrera, etc. Cada persona es un mundo con múltiples
alternativas, imposible de modelar.
En una economía socializada, como la nuestra, esta
persona está condenada a ser reponedor de supermercados el resto de su vida, y
debe rogar por los incrementos de los salarios mínimos legales para mejorar su
ingreso.
Pero, en una economía libre, esta persona podría optar
a otras opciones que le ofrezcan mejores condiciones laborales sujeto a su
experiencia y formación, ¿Por qué?. Para responder esta pregunta debemos agregar
los siguientes tres elementos de análisis:
NO SOMOS UNA ECONOMÍA DE LIBRE MERCADO. Pese a todo lo
que digan algunos, en Chile no tenemos una economía de libre mercado, sino que una
economía intervenida con normas y regulaciones ex-ante, muy duras para los qué desean
ingresar, pero que son muy permisivas -por
omisión y mala fiscalización- para los que ya están dentro. Este énfasis
excesivo es la respuesta “políticamente correcta” que dan los socialistas,
amantes de la planificación centralizada, para convencer a la ciudadanía de que
ellos los protegen y por eso “se requiere regular” al mercado.
Pero, con esta filosofía legislativa ex-ante se reduce
la competencia y nuestros mercados terminan concentrándose en pocas manos, convirtiéndose
oligopolios, con unos pocos participantes de enorme poder financiero y que
interviene en los procesos políticos.
No es casualidad que los empresarios actuales se
acercan a los políticos, les financian campañas y los apoyan a cambio de
legislaciones que entronicen sus derechos en los mercados, principalmente,
aumentando las barreras de entrada.
MERCADOS “JUSTOS”, MERCADOS CONCENTRADOS. Lo anterior
se debe a la creencia socialista de que los mercados “son crueles” como lo
ejemplificó tan claramente Aylwin. Por eso, los socialistas son partidarios de
intervenir todos los mercados para promover una mayor “justicia social” (¿qué diablos
es?) en términos de remuneración y de generación de empleo. Esto significa que
aumentan los costos de las planillas, las empresas más pequeñas no pueden
seguir esta espiral creciente, y las más grandes las terminan comprando para
aumentar su presencia en los mercados.
La concentración económica ha llegado para quedarse en
la forma de oligopolios, monopsonios, y todas las formas posibles de
competencia imperfecta. Y al final, como es de esperar, los resultados siguen
siendo malos, y los políticos deben seguir interviniendo con mayores
exigencias, en un ciclo de nunca acabar.
En realidad, todo terminará cuando el Estado tenga que
asumir los salarios de todos, y todos ganemos lo mismo en forma independiente
de nuestra productividad. Es decir, se convertirá en realidad que no estamos en
un sistema de libre competencia.
NO HAY LIBERTAD EN LOS MERCADOS LABORALES. Por lo
tanto, como el exceso regulatorio ex ante reduce la competencia y la intervención
en los mercados generan resultados ineficientes que requieren permanentes re-intervenciones
nos concentramos en discusiones estériles como la actual respecto del salario
mínimo.
Un estudiante del primer curso de economía sabe que la
fijación de un precio mínimo en el mercado laboral provocará un exceso de oferta
laboral; muchas personas intentarán buscar empleo en esas condiciones.
En otras palabras, con la fijación del salario mínimo
estamos indicando que el salario de equilibrio del mercado laboral es inferior
al precio mínimo legal que se está discutiendo. Pero, ya volveremos a este
tema.
MODELO DE ECONOMÍA DE BAJO COSTO. Y si, a todo lo
anterior, agregamos el hecho que en Chile abunda la mano de obra muy poco
calificada debido a un sistema educacional socialista, pobre y limitado, hemos
cerrado el circuito perfecto de generación de pobres de una economía socialista.
Porque a un régimen socialista no le interesa una ciudadanía educada, independiente
y trabajadora, sino una ciudadanía boba, fanática, incapaz de pensar por sí
misma, lúdica y floja.
Hemos dicho que los socialistas con su filosofía
regulatoria ex-ante aumentan las barreras de entradas, y debido a sus intervenciones
en los mercados reducen la eficiencia. Por lo tanto, una economía concentrada e
ineficiente requiere una mano de obra de baja productividad dispuesta a
trabajar por bajos montos.
El modelo de bajo costo se ha completado. Este es el
modelo del neosocialismo que impera en la actualidad, y que algunos,
torpemente, denominan “neoliberalismo”. El neoliberalismo es una creación falaz
de la mentalidad socialista para justificar sus gruesos errores y que ha
permeado las capas de percepción de la ciudadanía boba por medio del adoctrinamiento
liderado por un grupo de líderes de opinión de preguntas y respuestas fáciles.
En realidad, este es el modelo neosocialista. Y que los mismos desean profundizar
con los “no al lucro” en el campo de la educación, salud, transporte, etc.
CONCLUSIÓN: LA
SOLUCIÓN NO ES FIJAR EL SALARIO MÍNIMO, SINO AUMENTAR LA COMPETENCIA.
Los socialistas de todos los partidos, han confundido
a la ciudadanía con las discusiones del salario mínimo como si esa fuera la
solución para el tema de la mejora de la distribución del ingreso. En primer
lugar, la fijación del salario mínimo solo indica que el salario de equilibrio
del mercado laboral es inferior al precio mínimo legal que se está discutiendo.
¡Y este es el verdadero problema!.
MERCADOS POCO COMPETITIVOS. El verdadero problema es
que la regulación ex-ante y las intervenciones administrativas en los mercados
han concentrado los mercados y la riqueza, y no existen alternativas para que
disputen los talentos laborales.
Por ejemplo, si una persona se considera el mejor
reponedor de supermercados, ¿Qué opciones tiene?. En general, solo dos:
Cencosud o Líder. Por lo tanto, ¿tiene opciones para pedir mejores condiciones
laborales?. La mayoría de las personas trabajan de acuerdo a las condiciones
que les indican, no pueden negociar, y deben acatar….¡porque no tienen otras opciones
ni alternativas!
LA SOLUCIÓN: AUMENTAR LA COMPETENCIA EN TODOS LOS
MERCADOS. Este gobierno se está farreando la única solución posible para
mejorar la distribución del ingreso y que consiste en aumentar los niveles de
competencia en todos los mercados.
Por ejemplo, no estamos en contra de que Horst
Paulmann tenga una riqueza de US$10.500.000.000, pero sería preferible tener a
10.500 chilenos con una riqueza de US$1.000.000, ¿o no?.
La excesiva concentración del ingreso, propiciada por
legislaciones socialistas como las indicadas, no resiste mayor análisis, pero
la solución es absolutamente diferente a la planteada por el socialismo porque
estos no creen en la generación de riqueza.
Debemos crear mercados libres para emprender por medio
de legislaciones que equilibren la cancha, aumenten la competencia en todos los
niveles, y mejoren el financiamiento para que la riqueza fluya socialmente. Este
debiera ser el verdadero leit motiv de un gobierno liberal, promotor de la
libertad y la prosperidad.
Y, el primer paso, es re-poner en la palestra pública estos
nuevos elementos con los cuáles enfrentar las letanías socialistas,
empobrecedoras, castigadoras e ineficaces.
PANORAMA
Liberal
Viernes 20
Julio 2012
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