¿Son en la Nueva Mayoría o Concertación una agrupación política de personas tolerantes?. La respuesta es muy facil y es terrible... |
Ha
comenzado un nuevo año y el clima obliga a todos a mirar el entorno con ojos
diferentes, más dulzones; abundan los buenos deseos abundan en las palabras y
escasean en los hechos…pero, así somos. Las palabras disfrazan lo que sienten
los corazones o en otras palabras, decir cosas políticamente correctas se
impone a las incorrectas…¿y dónde está el límite?.
Por
ejemplo, en el último mes del pasado año, unos parlamentarios de derecha
decidieron hacer un minuto de silencio, en el Congreso, por el general Augusto
Pinochet. La izquierda saltó ofendida por el homenaje y se retiró del recinto,
esgrimiendo sus clásicos argumentos para referirse al hecho de la peor manera posible…En
esos mismo días se estrenaba una película de los últimos días de Allende que ha
provocado que la derecha arda de indignación por la construcción de un mito
inaceptable respecto del que consideran peor gobierno de la historia de Chile.
Al
mismo tiempo que se dan estas señales de hostilidad e intolerancia con el
pensamiento ajeno, los mismos sujetos se declaran ardorosos defensores de la democracia,
diversidad e inclusión en muchas áreas humanas, excepto, al parecer, en los temas
políticos. Por ejemplo, son partidarios que los homosexuales y lesbianas
reciban el mismo trato legal que los heterosexuales dado que, consideran, la diversidad
es una característica de la especie humana que debe ser asumida como algo
natural. Sin embargo, la tolerancia parece más difícil de practicar y de
reconocer puesto que requiere de una mayor práctica y conciencia.
Entonces,
conviene preguntarse: ¿es Chile una sociedad tolerante?, ¿hasta dónde podemos
llevar la tolerancia?, ¿es posible ser tolerante siempre?, ¿y qué sucede con el
error?, ¿existen los errores?...
En
general, la tolerancia comienza cuando somos capaces de reconocer que no somos
poseedores de la verdad absoluta y, en cambio, somos imperfectos en forma y
fondo. La tolerancia, entonces, es una obligación que una persona racional e
inteligente debe asumir porque obliga a dialogar con el otro para encontrar
posiciones centrales razonables, dado que nadie es dueño de la verdad. Lo
anterior no implica que uno no pueda manifestar su desacuerdo de una manera racional
e inteligente porque no se puede ser tolerante con los errores que cometen
algunas personas…
La
intolerancia es una característica de las personas de mentalidad totalitaria así
que una manera de reconocerlos es percatarse del absoluto desagrado que poseen
con los acuerdos y consensos: ¡no les agradan!. Insistimos: a los intolerantes
no les agradan los consensos ni acuerdos ni las búsquedas de equilibrios; ellos
quieren imponerse a toda costa sin pensar en los costos que generan. Lo
anterior es una traba importante porque los sistemas e instituciones humanas
son demasiado complejos como para ser transformados radicalmente en plazos
breves sin disponer de toda la información posible. Se requieren años y décadas
de esfuerzo sostenido y compartido por todos para lograr modificar ciertos
comportamientos, y al contrario, en los regímenes totalitarios se imponen
soluciones que causan nuevos problemas y que provocan nuevas intervenciones de
oscuros resultados. La intolerancia, entonces, es la causa de nuevos y
terribles problemas…
Por
eso, no debemos olvidar que la tolerancia debe ser el resultado de la aplicación
de sólidos principios humanos. No olvidemos que somos humanos, imperfectas
criaturas de la naturaleza llenas de vicios y deformidades surgidas de la
formación y de la vida misma; nos han formado nuestras familias e instituciones
en el rigor de lo que ellos consideran justo…y por lo tanto, debemos imponernos
el ejercicio de la tolerancia como la única respuesta posible a la complejidad de
nuestras vidas…¿y que deben guiarnos en la construcción de ese ambiente de tolerancia?.
Debemos usar una serie de principios como la racionalidad; honestidad; cooperación;
imparcialidad; respeto por los demás; principios democráticos; soluciones realistas
a los problemas; ética, virtudes y pensamiento crítico; responsabilidad;
proactividad; defensa de otras especies; igualdad de trato y oportunidades,
justicia e imparcialidad para todos, ¿y el método científico?.
Es
decir, la humanidad y lo humano debe estar en el centro de nuestro quehacer
diario. Cada paso que damos debe tener como correlato perfecto el respeto
irrestricto a los individuos de nuestros entornos cercano y lejano…Pero, ¿qué pasa
con el error?. El mundo es complejo y difícil de predecir; debemos ser humildes
y permitir todas las interpretaciones posibles, por lo tanto, el error debe ser
confrontado con principios científicos y humanos…Es decir, debemos ser
intolerantes con el error, pero cuidando la forma porque se pueden respetar las
personas pero las opiniones que emiten pueden ser sujetas a críticas siempre y
cuando se hagan de una manera respetuosa y racional. Y el instrumento es el
diálogo que siempre debe tener como objetivo intentar convencer al otro en base
a argumentos…
La
tolerancia, también, tiene cierta relación con números, es decir, debe
practicarse especialmente con aquellos que son minoría porque ¿cuál es la
gracia de ser tolerante con los que piensan como uno mismo y forman parte de
mayorías eventuales?. En otras palabras, la regla de la mayoría no justifica
ser intolerante y cerrarse a la búsqueda de consensos, en especial, en las cuestiones
debatibles de la vida en sociedad…Debemos transparentar a aquellos que plantean
que ”las mayorías nos han dado el poder de implementar ciertas cosmovisiones…No
podemos transar en ello”, porque dicha afirmación solo refleja un afán
totalitario de imponerse a toda costa… ¿tolerancia?. La tolerancia nos obliga a
convencer y consensuar, mientras que los totalitarios intentan imponer y
obligar.
Lo
anterior implica que la tolerancia se debe practicar con adversarios que no son
enemigos. Si una persona tiene una opinión diferente respecto de ciertos temas,
siempre conviene fijar la posición de inicio del debate. La posición
geográfica, social, intelectual o emocional siempre fija un punto de partida
del análisis y conviene determinarlo, porque para una persona situada muy a la
izquierda cualquier otra persona es de derecha y viceversa o la eterna
discusión respecto de si el vaso está medio vacío o medio lleno. Lo anterior es
importante para evitar convertir en enemigos a aquellos que piensan distinto;
son adversarios que intento convencer; son adversarios que pueden estar en el
error y debemos esforzarnos en conducirlos a la luz, etc.
La
tolerancia tiene como requisito clave la capacidad de escuchar a otros. Por
eso, algunos se consideran tolerantes cuando dicen que “los escucharemos a
todos...”, pero una cosa es “escuchar a otro” y otra cosa, muy distinta, es escuchar
para ser convencido con los argumentos del otro…¿qué se obtiene si parecemos
que escuchamos pero seguimos actuando de la misma manera?. Algunos creen que la
democracia es una perfecta justificación para ser intolerante puesto que disponer
de la voluntad de la mayoría implica necesariamente que todas las decisiones que
se tomen serán buenas.
En
realidad, la tolerancia consiste en permitir que todos argumenten libremente,
sean escuchados pero después, cada uno debe actuar en base a sus propios y
característicos principios vitales, pero sin atropellar no pisotear a aquellos
que piensen distinto. Por eso, decimos que la tolerancia y el dogmatismo están
en estrecha relación. Una condición humana es que todos somos dogmáticos porque
actuamos en base a creencias y dogmas en los cuáles hemos sido educados. Sin
embargo, el dogmatismo no puede darle la espalda a la humanidad y tolerancia
sino que deben ir de la mano, humildemente.
Si
alguna de las condiciones anteriores no se cumple, la intolerancia surge como
la basura acumulada en un hogar descuidado…No podemos considerarnos dueños de
la verdad absoluta; debemos buscar siempre el diálogo y evitar los gritos
destemplados; debemos convencer antes que imponer; debemos abrir nuestras mentes
a los argumentos de los otros; debemos asumir que nuestros argumentos deben
confrontarse con los de nuestros adversarios…Es decir, la tolerancia es aceptar
posiciones contrarias aunque me sean dolorosas. El intento de destruir al adversario
es, claramente, una posición de intolerancia que debe ser puesta a la luz y
combatida por todos los medios razonables.
Por
ejemplo, muchos políticos son claramente intolerantes porque intentan imponerse
apelando no a la belleza de sus argumentos y razonamientos sino a la fuerza de
unas supuestas mayorías democráticas, eventuales y transitorias. El actual
gobierno basa su accionar en imponer las mayorías eleccionarias como una
sacrosanta verdad, olvidando los principios de una sana convivencia y correcta
vida en sociedad….¡Actúan como si la masa fuera sabia mientras la vulgaridad
crece como la espuma…!.
Para
concluir, podemos afirmar la inconsecuencia de aquellos que están favor de la
diversidad mientras muestran su intolerancia en otros temas. Los políticos hacen
gárgaras con la defensa de la diversidad y la inclusión que forman parte de su
pensamiento, pero en realidad, son personas intolerantes, incapaces de aceptar
mundos diversos e inclusivos porque, cuando algo no les agrada, actúan con
violencia escupiendo, pateando y destruyendo.
Al
final, podemos indicar que Chile no es una sociedad tolerante porque no somos
capaces de enfrentarnos con argumentos racionales y muchas veces terminamos
apelando a la violencia. Tal vez lo anterior se deba a la falta de educación
que nos abruma, nos sobrepasa y que nadie es capaz de asumir como de su propia
responsabilidad. Es más fácil escupir las diferencias en la cara; odiar al que
es diferente; mentir descaradamente y engañar de una manera consciente porque
no somos capaces de enfrentarnos educadamente.
¿Cambiaremos
alguna vez…?
Panorama LIBERAL
Viernes 2 Enero 2015
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