Quedan muy pocos políticos honestos y están en peligro de extinción, ¿podremos revertirlo? |
A cualquier
latinoamericano se le podría preguntar respecto de los Políticos Honestos, y
muchos dirían que es una especie en peligro de extinción, de la cual muchos
sospechan su existencia pero que pocas personas conocen con certeza. Sin
embargo, es tan reducida su población que muchas personas conviven con estos especímenes
de la fauna política sin saber de su existencia. Y los que es peor: sin poderlos
diferenciar con claridad de sus medios hermanos, los Políticos Deshonestos.
En Chile, por muchos años,
se creyó que los Políticos Honestos formaban parte de la fauna política de una
manera abundante, pero hoy en día los investigadores más preclaros se han dado
cuenta que existen muy pocos ejemplares y que su localización especifica es
incierta. Además, solo en poquísimos casos se les puede encontrar en los demás países
latinoamericanos.
Un Político Honesto se
caracteriza por vivir en soledad, austeramente, sin grandes ambiciones excepto
servir a otros, y hostigado permanentemente por sus medios hermanos, los
Políticos Deshonestos. No suelen unirse con otros de su misma especie porque
sus principios se los prohíben.
Por lo tanto, el
incremento de las democracias socialistas en el mundo ha reducido el hábitat de
los Políticos Honestos, porque la tentación del poder es demasiado grande. Por
ello, cada día hay menos presencia de los Políticos Honestos en los cargos
políticos de muchos gobiernos. Además, si a lo anterior, le sumamos que la
gente suele crucificarlos por su honestidad, nos encontramos que este escaso espécimen
humano se encuentra en un inminente peligro de extinción.
La única manera de impedir
que desaparezca esta importante especie de la fauna política es creando
campañas que permitan reconocerlos públicamente, concientizando a la población
de su existencia y promoviendo leyes que obliguen a la conservación del hábitat
del Político Honesto: instituciones transparentes, acceso de los medios de
comunicación a toda la información, apertura del sistema democrático para que
ingresen ciudadanos comunes y corrientes, e impedir el surgimiento del político
profesional que vive y se enriquece con la política. Todo lo anterior
sustentado en impedir la permanente y sistemática reelección que convierte a
algunos en políticos profesionales de carrera y enriquecidos por el resto de
sus vidas.
EL DECÁLOGO PARA RECONOCER A UN POLÍTICO DESHONESTO.
PRIMERO: Son políticos profesionales. Viven y usufructúan de la política,
enriqueciéndose ellos y sus familias en muy pocas generaciones, generalmente una
o dos. Lo sorprendente es que jamás han inventado un producto o servicio valioso
que mejore el bienestar de las personas y pese a ello, se han enriquecido a tasas
crecientes y en breve lapso. Por
ejemplo, los Kirchner de Argentina y los Frei de Chile.
Sin embargo, en su
discurso siempre se declaran “servidores públicos sacrificados y honestos”,
pero en realidad solo se sirven a sí mismos como unos perfectos egoístas. No es
necesario que una persona declare “ser un servidor público” porque son sus
acciones los que lo avalan.
SEGUNDO: Son de mentalidad socialista. Estos políticos promueven todo tipo
de iniciativas que permitan aumentar el tamaño de la clase política y del
Estado, generando más cargos con lo que crecen las probabilidades de que ellos
se mantengan en el poder o asciendan a instancias mayores. Por ejemplo, pueden
llegar a cargos socialistas de carácter mundial como Lagos y Bachelet.
Además, el incremento del
aparato estatal permite algo más: el ingreso de parientes y relacionados que pasan
a gozar de los cómodos ingresos fiscales. Por eso, es muy común que los
políticos profesionales tengan a más de un pariente gozando de las regalías de un
cargo público, ingresado por ser “pariente de”. Así surgen los clanes como los
Girardi, los Frei, los Chadwick, los Larraín.
Finalmente, como corresponde
a su mentalidad socialista, son generosos con la billetera ajena para
incrementar en forma geométrica los beneficios asistencialistas financiados por
impuestos crecientes, y cuyo único fin es ganarse los votos de los electores mediante
el discurso de “lograr la justicia social”.
TERCERO: Son demócratas dogmáticos. Se deshacen en elogios por la
democracia (para ellos, todo huele a democracia) olvidando que la democracia es
un medio y no un fin. Creen que todo se justifica si lo dictan las mayorías y olvidan
que la democracia alemana permitió a Hitler acceder al poder.
La democracia es un medio
y sus límites deben ser trazados con claridad. Es cierto que es el único método
de cambio pacífico que se ha desarrollado pero no a costa de violar los
derechos de las minorías y la libertad individual de las personas de hacer lo
que consideren adecuado.
CUARTO: Son demagogos. Estos políticos tienen la actitud de aquellos que, para
conquistar el favor popular, hacen promesas que saben falsas o inalcanzables, y
simulan estar de acuerdo con los valores y opiniones en boga.
Por ejemplo, hablan de la
democracia pero no la practican; hablan del pueblo y toman decisiones a sus
espaldas; hablan del servicio público y solo velan por sus propios intereses. Y
como mienten tan descaradamente y en forma tan reiterada, ya no les preocupa
dicha situación; siempre tienen una excusa para justificar dicho
comportamiento.
QUINTO: Son partidarios de la reelección indefinida. Estos políticos son partidarios
declarados –no confesos públicamente- de la reelección indefinida en los cargos
públicos. Como ya hemos dicho, se declaran fanáticos de la democracia, siempre
y cuando eso no signifique que ellos deban abandonar sus cargos por la llegada
de otros.
Son partidarios de
modificar las normas legales, como la la constitución o similares, pero
manteniendo la reelección indefinida con la justificación de que el pueblo debe
tener libertad para elegir a quién desee. Siempre y cuando sean ellos los
elegidos.
SEXTO: Son amigos de los espacios cerrados y oscuros. Cómo las cucarachas, los políticos
son fanáticos de los pasillos oscuros y espacios cerrados entre cuatro paredes,
en los cuáles pueden tomar las decisiones que más les favorezcan sin tomar en
cuenta a los electores que los eligieron.
Son enemigos –aunque digan
lo contrario- de toda norma que aumente la transparencia y mejore la entrega de
información pública porque eso los pone en evidencia. Siempre buscarán
argumentos para declarar sesiones secretas en el Congreso o evitar que la
información fluya libremente.
SÉPTIMO: Son fanáticos del juego de las sillas musicales. La política para estos políticos es
un juego muy rentable, siempre y cuando sean unos pocos elegidos. Es decir, son
fanáticos de las mayorías cuando los eligen a ellos, pero no desean la participación
de las mayorías en los espacios relevantes de decisión política porque eso
implica pérdida de poder lo que resulta inaceptable para un político profesional.
Así, los políticos son
partidarios del juego de las sillas musicales para repartirse los espacios de
poder internos, más relevantes e influyentes, entre un grupo pequeño de ellos porque
saben que pronto les volverá a llegar su turno de sentarse en la única silla.
OCTAVO: Son poco adeptos a la Accountability. Este término es sinónimo de
responsabilidad, responder por, dar cuenta o dar cumplimiento por lo que existe
la necesidad de hacer un seguimiento de acciones y decisiones, para que estas
sean transparentes. Por esto existe la rendición de cuentas.
Sin embargo, los políticos
se manifiestan ofendidos cuando les piden rendición de cuentas, porque se
“consideran elegidos por el pueblo”, al igual que los soberanos del pasado que
se consideraban deidades absolutas. Públicamente dicen que solo el pueblo es su
mandante, pero el único problema es que el pueblo es como un monstruo de
millones de cabezas, incapaces de pensar por sí mismas, y que los vuelven a
votar, una y otra vez.
NOVENO: Son charlatanes y polillas. Los políticos son eminentemente
charlatanes capaces de ofrecer y prometer lo que sea necesario para mantener a
su electorado cautivo. Y, con ese fin, siempre se excitan cuando ven luces y
cámaras porque los medios son los principales mecanismos que le permiten posicionar
su imagen de hacedor de cosas y por eso los usan ampliamente.
Sin embargo, existe una clara
correlación directa entre el nivel de deshonestidad y la aparición en los
medios que merecería una validación empírica.
DÉCIMO: Son un reflejo de la sociedad de la que surgen. Los políticos profesionales no
surgen de la nada; surgen de la sociedad misma como su reflejo más exacto. Por
lo tanto, políticos deshonestos provienen de una sociedad deshonesta y sin
valores positivos.
En sus comienzos de vida
política independiente, Chile fue liderado por un grupo de aristócratas,
cerrado y de recios valores, pero con el paso del tiempo, el poder comenzó a
estar disponible para una oligarquía ordinaria y de escasa cultura e ideas, tipo
Navarro o Alinco. En este contexto, lo único que atrae a esta oligarquía son
los beneficios pecuniarios que entrega el acceso al poder, nada más.
***
No extraña, entonces, que
muchos busquen en la política una manera de progresar en la vida en la cual no
han tenido mayores chances. Es el gran problema de las sociedades
latinoamericanas: no entregar oportunidades a los individuos para que aprovechen
sus talentos. En cambio, hemos creado enormes Estados con atractivos estímulos
para atraer personas de ciertas características que, al igual que las rémoras y
parásitos, se enquistan en los sistemas para vivir de ellos por el resto de sus
vidas.
La única alternativa es
devolver el poder y el control a los ciudadanos comunes y corrientes para que
sean ellos los que determinen que hacer con sus vidas, sin tutelajes, sin
asistencialismo enfermizo, y sin una clase política que pretenda más de lo que
debe ser…
¿Será mucho pedir?.
PANORAMA Liberal
Domingo 14 Octubre 2012
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