Recientemente,
la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, ha
reclamado a los países europeos “que adopten un conjunto de medidas más
valientes que inyecten un nuevo impulso a la economía global que permita
superar la nueva mediocridad que nubla el futuro". Ha manifestado la
señora Lagarde que la recuperación económica europea “ha sido decepcionante",
ya que es "frágil, desigual y acosada por los riesgos" y el nivel de
crecimiento y empleo "simplemente no es suficientemente bueno".
Ha
insistido que la economía global "está un punto de inflexión…por lo que es
necesario que el mundo aspire a más y haga más tanto de forma conjunta como a
nivel nacional…”. En resumen, la economía global es "más débil" de lo
que preveía el FMI hace seis meses, y sólo se espera un repunte
"modesto" de la economía para 2015, ya que la perspectiva del
crecimiento potencial ha disminuido.
Mientras
tanto, en Chile, hemos perdido un año con las retrógradas políticas
implementadas o en discusión. Hace más de un año que la inversión privada está
virtualmente paralizada por la incertidumbre que generaba la nueva llegada al
poder de la socialista Bachelet y sus promesas de concentrar su esfuerzo en
redistribuir la riqueza que en generar más riqueza. Y la fatalidad se ha
concretado: el crecimiento se ha estancado, la inflación ha aumentado y los
equilibrios macroeconómicos has sido alterados por una administración
socialista de escasas luces y demasiada ignorancia.
Lo
lamentable es que la mentalidad socialista de los altos funcionarios y burócratas
como Bachelet y Lagarde les impide observar que las intervenciones que promueven
en los mercados solo generan estancamiento y más pobreza. Es decir, los países no
están enfrentados a “una nueva mediocridad” sino que están enfrentados a la
misma mediocridad de siempre. Esta mediocridad consiste en intervenir los
mercados y las sociedades para generar sociedades pobladas de hombres y mujeres
buenos y nuevos.
Ambas,
acá y allá, postulan con matices que están interesadas en acelerar el crecimiento
para aumentar el empleo, mientras promueven la intervención de los mercados
financieros con políticas monetarias absurdamente expansivas –que crearán la
próxima crisis- y un intervención del resto de los mercados con políticas
fiscales keynesianas que expulsan a los generadores de riqueza.
La
misma mediocridad de siempre está enquistada en el poder local y mundial, con
los mismos resultados, ¿podría ser distinto?
Panorama LIBERAL
Sábado 18 Octubre 2014
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