Gene Sharp es un pensador poco conocido en el mundo, y se comenta que sus ideas han inspirado a los que están detrás de las revueltas en el medio oriente en base a un manual de 100 páginas llamado De Dictadura a Democracia.
Las ideas de Sharp se basan en que, en años recientes, diversas dictaduras han caído o se han tambaleado cuando se les ha enfrentado una población desafiante y movilizada. Fueron incapaces de soportar el desafío concertado del pueblo en lo político, lo económico y lo social.
Por cierto, la caída de las dictaduras no erradica la pobreza, criminalidad, ineficiencia burocrática, destrucción del medio ambiente, etc., que han sido frecuentemente la herencia de aquellos regímenes brutales. No obstante, la caída de esas dictaduras ha reducido el sufrimiento de las víctimas de la opresión, y ha abierto el camino para la reconstrucción de esas sociedades con una mayor democracia política, más libertades personales y justicia social.
Y, ciertamente, estas mismas ideas se pueden aplicar a la nueva realidad del medio oriente, ¿cómo se debe actuar una vez consumado el triunfo?. Veamos que aconseja Sharp.
Manejando el triunfo responsablemente, por Gene Sharp
Los planificadores de la gran estrategia deben calcular por adelantado los modos posibles y preferibles de cómo una lucha victoriosa puede concluirse de la mejor manera a fin de impedir el surgimiento de una nueva dictadura y de asegurar el establecimiento gradual de un sistema democrático duradero.
Los demócratas deben pensar cómo debe manejarse la transición de una dictadura a un gobierno interino al final de la contienda. Lo deseable en ese momento es establecer cuanto antes un nuevo gobierno que funcione. No obstante, no debe ser simplemente el viejo gobierno con un personal nuevo. Hace falta calcular qué sectores de la vieja estructura gubernamental (tales como la policía) tienen que ser abolidos completamente, por su intrínseco carácter antidemocrático, y qué sectores que se conserven han de ser sometidos más adelante a un esfuerzo democratizador. Un total vacío de poder podría abrirle paso al caos y a una nueva dictadura.
Con antelación se debe determinar cuál habrá de ser la política a seguir con los altos funcionarios de la dictadura cuando se desintegre su poder. Por ejemplo, ¿se va a presentar al dictador ante un tribual?, ¿se les permitirá a él y los suyos abandonar el país permanentemente?, ¿qué otras opciones habrá consistentes con el desafío político, la necesidad de reconstruir el país y de establecer una democracia después de la victoria?. Se debe evitar a toda costa un baño de sangre que podría tener consecuencias drásticas sobre la posibilidad de un sistema democrático futuro.
Deberá haber planes específicos para la transición a la democracia que deberán ser aplicados cuando la dictadura esté debilitándose o se derrumbe. Estos planes ayudarán a impedir que otro grupo capture el poder mediante un golpe de estado. También se requerirán planes para la institución de un gobierno constitucional democrático, con plenas libertades políticas y personales. No deben dejarse perder los cambios generados a un precio tan alto por falta de planificación.
Cuando los dictadores tengan que enfrentarse a una población cuyo poder cada vez es mayor y al crecimiento de grupos democráticos e instituciones independientes, a ninguno de los cuáles podrá ya controlar la dictadura, los dictadores se encontrarán con que su poder se está desbaratando. Los cierres masivos de la sociedad, las huelgas generales, las quedadas en casa masivas, las marchas desafiantes u otras actividades socavarán cada vez más la propia organización de los dictadores y la de las instituciones relacionadas con ellos. Como una consecuencia de tal desafío y no cooperación ejecutados inteligentemente y con participación masiva todo el tiempo, los dictadores se quedarán sin poder y los defensores de la democracia habrán triunfado sin violencia. La dictadura se habrá desmoronado ante la población desafiante.
No todos los esfuerzos en ese sentido triunfarán, y en especial, nunca lo harán fácilmente, y solo rara vez pronto. Debemos recordar que tantas son las guerras militares ganadas como las perdidas. Sin embargo, el desafío político ofrece una verdadera posibilidad de victoria. Como apuntamos anteriormente, esa posibilidad puede ser enormemente fortalecida por medio del desarrollo de una gran estrategia, un aruo trabajo y una lucha tanto valiente como disciplinada.
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Los desafíos, entonces, para aquellos que lideran la revolución son enormes si desean que sus sueños se hagan realidad. Y el manual de Sharp es un buen apoyo en estos momentos de cambio e incerteza.
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