La única estatua que se merece la clase política... |
En
un fin de semana largo en que Chile celebró la ruptura de la aristocracia local
con la monarquía española y su ascenso al poder, se pudo observar como la masa
salió a pasear y a disfrutar de unas minivacaciones mientras comían y bebían a
destajo. Entretanto, la limitada y escuálida descendencia de los primeros
políticos criollos asistían con sostenido tedio a cada una de las “tradiciones
de la República”. Por eso, desde la lejanía observamos el infame traje que la
modista Barney diseñó para la señora Bachelet en el Te Deum y el no disimulado desinterés
de los participantes en una serie de actividades a las que asisten obligados
porque ellos están para otras cosas…
Esta
corta serie de actividades obligatorias pone en jaque a los políticos porque deben
excusarse si no asisten. Un tema diferente y vagamente relacionado es: ¿qué trucos
nos podrían enseñar los señores políticos para empeorar nuestra productividad y
parecernos cada vez más a ellos o cómo aparecer sonrientes en la foto oficial
en La Moneda?
PRIMER TRUCO: Un “buen”
político siempre hace las tareas más importantes en más tiempo.
Un
político siempre destaca porque dedica una enorme cantidad de tiempo a las
tareas más importantes, ¿no es acaso lógico?. Así, está años y decenas de años
diciendo que se preocupan de alcanzar el ansiado desarrollo pero cada año que
pasa seguimos insistiendo en lo mismo. La idea es dilapidar el tiempo mientras
se le dice al electorado que formarán comisiones, reuniones “al más alto
nivel”, viajes al exterior…para buscar información que alargue aún más el
tiempo y dilate una solución definitiva (¿solución?).
En
estricto rigor, para mejorar la productividad, una persona debiera limitar la
cantidad de tiempo que destina para hacer las tareas importantes porque de esa
manera gasta más energía en menos tiempo y puede hacer las tareas con mayor
rapidez.
SEGUNDO TRUCO: Un “buen”
político jamás contesta los llamados telefónicos ni los correos electrónicos.
Un
político no pierde su “valioso” tiempo contestando los llamados telefónicos y
los correos de sus votantes por que quiere dar la impresión de que es un hombre
ocupado (aunque debe contestar en forma solícita los pedidos del árbol que le
da sombra). Además, eso les permite dedicar su tiempo a “importantes” actividades
presenciales como reuniones con centros de madres y abuelitas, comités de
allegados y un sinfín de reuniones que se caracterizan por ser de escasa
utilidad.
En
realidad, para mejorar la productividad, una persona debe contestar los
llamados en forma inmediata y responder los correos electrónicos en forma breve
y precisa.
TERCER TRUCO: Un “buen”
político siempre improvisa y usa extensamente los “hay que”.
Un
político jamás tiene a mano un listado de cosas que debe hacer separadas entre
urgentes e importantes o por hacer/haciendo/hechas. La idea es no tener una
agenda estrecha que lo atrape y lo obligue a rendir cuentas en forma permanente
ante su electorado. Siempre debe parecer que los temas lo superan pero que está
dispuesto a enfrentarlos con “dedicación” creciente…¿Prever los acontecimientos?.
Eso es harina de otro costal porque siempre habrá un responsable que dará la
cara…Un político jamás es responsable de nada y solo debe preocuparse de
conjugar adecuadamente los “hay que” (Nota: “hay que” formar una comisión; “hay
que” construir una nueva ruta; “hay que” nombrar otra persona…)
En
realidad, para mejorar la productividad, se debe mantener una lista de todo lo
que está pendiente, de lo que se está haciendo y lo que falta por hacer de modo
que nada se escape. El objetivo es anticiparse y mantener las cosas bajo
control.
CUARTO TRUCO: Un “buen”
político mantiene su escritorio repleto de hojas, discursos, papeles y temas
sin resolver.
Un
político debe dar la impresión de ser un hombre ocupado por lo que mantener un
escritorio repleto de temas sin resolver es la clave del éxito. Por lo tanto,
cada vez que se termine una actividad no debe limpiar nada para dar la
impresión de que nada ha empezado, y así no le asignen tareas adicionales.
En
realidad, para aumentar la productividad, cada vez que se termine una
actividad, se debe limpiar todo para facilitar un nuevo comienzo.
QUINTO TRUCO: Un “buen”
político se toma un largo tiempo en resolver hasta las cuestiones más
insignificantes.
Un
político debe informar a su electorado de que los temas que copan su atención
requieren un largo tiempo para su solución, aunque en la realidad, se
solucionen con una simple llamada a algún funcionario. De esa manera, mantienen
la impresión de profesionalismo al manejar tantos temas variados.
En
realidad, para aumentar la productividad, se recomienda hacer las tareas en
ráfagas cortas, descansando entre las tareas difíciles. Además, a veces resulta
útil hacer dos tareas al mismo tiempo: lavar la ropa mientras se lee un libro
importante.
***
Los
políticos manejan estos y otros trucos para dar la impresión de ser hombres
preparados y preocupados de su electorado. Nada más alejado de la verdad. Los
políticos profesionales solo velan por sus propios intereses y solo si dichos
intereses son los intereses de las mayorías ellos proponen mecanismos para su solución.
Por ejemplo, Lagos y Bachelet parieron el Transantiago, nefasto sistema de
movilización pública, que ellos jamás usan porque disfrutan de una renta
vitalicia de $20 millones de pesos que les permite andar con chófer por las
calles del país, ¿Qué aporte hicieron para que disfruten de semejante
bienestar?. Solo los fanáticos y los ignorantes no están interesados en la
respuesta.
Panorama LIBERAL
Domingo 21 Septiembre 2014
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