Y se cumplió lo presagiado:
Laurence Golborne ha dado un paso al costado como candidato en medio de un mar
de quejas, recriminaciones, lloriqueos y sensiblerías propias de un centro de abuelitas
de los ‘50…¿Por qué este señor se convenció de que era el elegido para dirigir
el progreso de la gran masa de incultos que conforman la homogénea sociedad
chilena?...
¿Es que acaso no está al
tanto que la masa solo vota por perfiles tipo Alinco, Escalona, Girardi,
Navarro, Alvear, Bianchi, y tantos especímenes que reflejan la pobreza mental y
actitudinal de amplios segmentos de nuestra sociedad?...
¿Por qué se presentó a un
proceso eleccionario si debía saber que su pasado emergería, más temprano que
tarde, para causarle más costos que beneficios?...
Claro está, desde el
punto de vista político y socialista, es más fácil que la masa elija obreros
incultos –su propio reflejo en el espejo- que personas que han tenido éxito
económico, por sus talentos y enorme esfuerzo de años. Además, para ser político
en el Chile de hoy se debe tener el cuero duro, de piedra, para soportar el
frenesí de las pirañas políticas que disfrutan morder la carne viva con una
amplia y variada gama de estupideces y sandeces…Por eso, al poder solo llegan
ciertos especímenes humanos preparados para el combate sin tregua y sin piedad…porque
el premio es demasiado grande y tentador. Así, la verdadera causa de este furor
por llegar al poder es que las sociedades actuales han elevado al Estado al
máximo sitial como ente propiciador del progreso y del adelanto…
En otras palabras, ¡La clave
para hacernos más felices reside en el Estado! –dicen los socialistas…Entonces,
¿cómo no pretender aspirar a conseguir el poder para administrar los recursos
fiscales?. Sabroso y delicioso botín que cae en las manos y garras de ciertos especímenes
humanos de enormes dientes y voracidad sin límites…Por eso, el poder que tiene
el Estado es demasiado atractivo para cierto perfil de personas que ven en ello
una forma fácil de enriquecerse y de pasar a “ser alguien”. Es lógico que, en Chile,
no existan políticos pobres porque al aferrarse a la teta fiscal, aumentan sus
beneficios y se enriquecen a tasas crecientes sin crear valor ni riqueza que
posibilite el enriquecimiento de otros. Todos los socialistas anhelan un Estado
enorme y fuerte porque de esa manera podrán tener beneficios por el resto de
sus vidas mientras en su discurso público se llenen la boca con “servir al pueblo”,
“combatir la desigualdad y los abusos”, etc.
La ideología socialista
–de derecha e izquierda- genera engendros que desean aumentar el tamaño del
Estado con las más absurdas justificaciones. Ya hablamos en otra oportunidad
que este quinto gobierno socialista deseaba crear el ministerio del deporte
para estimular que más chilenos practiquen deporte. Ahora, este “espléndido”
gobierno socialista va a presentar un proyecto de ley para crear el ministerio
de la cultura con el fin de que nuestras vidas ya no tengan respiro con esta
intervención fragrante de nuestros espacios privados…¿De dónde sale esta
absurda creencia de que para fomentar la cultura y el deporte se requieren más funcionarios
y burócratas cuyo único fin es velar por sus propios intereses?. Solo basta
preguntarles a los de la nefasta Anef y Raúl de la Puente.
Al final, se produce un
círculo destructivo: los megalómanos necesitan aumentar el tamaño del Estado, y
el mayor tamaño del Estado aumenta la voracidad de los megalómanos que se (auto)consideran
especialmente dotadas para dirigir el progreso humano a escala global. Solo
basta leer lo que escriben y lo que dicen en sus discursos, los Marco Enríquez,
Marcel Claude, Michelle Bachelet, Pablo Longueira y tantos más que se creen la
personificación viviente de la sabiduría y de la esperanza humana. De este modo,
en forma consciente, abusan de la ingenuidad de una masa que es engañada
permanentemente y que cree en ellos porque no tiene más opciones.
¿Cómo llegar a la masa de
chilenos y chilenas para decirles que su futuro no puede depender de lo que les
ofrecen estos megalómanos enfermos y ávidos de poder?
¿Cómo llegar a la masa de
chilenos y chilenas para decirles que su futuro debe depender de su propio
esfuerzo y trabajo, sin tutelajes ni intervenciones paternalistas?
En todo el mundo, el
malestar contra la clase política y sus líderes es manifiesto. Ya resulta evidente,
para todos, que los políticos actuales no reconocen como titular del poder que
ejercen al conjunto de la sociedad puesto que, permanentemente, violan en la
forma y en el fondo, los mecanismos de representación directa e indirecta que
debieran conferirles legitimidad. Nos hablan de “democracia” pero practican el
autoritarismo al imponernos liderazgos viciados propiciados por locos y
megalómanos sin remedio.
La solución no pasa por
implementar asambleas constituyentes, propicias para que los más violentos
impongan sus ideologías nefastas, sino por devolver a los ciudadanos comunes y
corrientes la titularidad del poder que les pertenece. La única reforma válida
es que, por una única vez en la vida, sean los ciudadanos comunes y corrientes
los que ejerzan el poder volviendo, al término de su gestión, a sus labores
habituales. No necesitamos otra reforma.
Laurence Golborne tiene
virtudes y defectos –como cualquiera. Es una persona trabajadora y exitosa que
se encumbró en su área de especialidad, pero que se tentó en demasía por el
circo que rodea al poder político. En el mundo de la política actual no tienen
cabida los honestos y trabajadores, sino los deshonestos y los parásitos que se
ceban con la riqueza que administra el aparato estatal. Demasiado premio para
demasiado poco, ¿podrán los ciudadanos hacer algo?.
PANORAMA Liberal
Domingo 12 Mayo 2013
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