La “nueva forma de gobernar” es una expresión que utilizan los partidarios de Piñera, indicando con ello que transformarán el mundo. Sin embargo, algunas prácticas persisten.
El nepotismo consiste en usar el poder en favor de parientes o descendientes, y se generó en la curia romana a fines de la edad media en que muchos altos cargos eran directamente asignados a los parientes de las familias más cercanas a la alta curia o al papado.
En la actualidad, el nepotismo designa una práctica común de los que gobiernan con el fin de dar preferencia en cargos políticos a parientes cercanos.
Por ejemplo, Hernán Larraín, senador de la Udi, está casado con Magdalena Matte Lecaros, actual ministra de Vivienda y Urbanismo, y es padre de Hernán Larraín Mette, abogado, quien presta sus servicios en el segundo piso de la Moneda.
Es decir, en menos de un año, la “nueva forma de gobernar” repite una práctica entronizada en el alma de la clase política. Y debe haber muchas más que esperamos conocer.
En el futuro cercano esperamos que las designaciones “a dedo” sean las mínimas posibles, y las designaciones competitivas sean las más numerosas. No estamos en contra de personas, sino en contra de una práctica grosera que vulnera los derechos de otros chilenos y chilenas que tienen los mismos méritos o quizás superiores para acceder a puestos para los que están dotados y preparados.
Elegir siempre a los que duermen, desayunan o almuerzan conmigo no es una buena práctica en el mediano y largo plazo.
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