El empresario como corrector de los errores del mercado
Este exponente de la escuela austríaca postuló al empresario cazador de oportunidades como pilar fundamental del proceso económico...
Por Ricardo Crespo (IAE)
Nacido en Londres en 1930, Israel M. Kirzner es un célebre exponente de la escuela austríaca de economía (que, a pesar de su nombre, tiene seguidores en todo el mundo).
Tras una adolescencia en Sudáfrica, Kizner emprendió estudios universitarios en su ciudad natal para luego mudarse a los Estados Unidos, donde enseñó en la Universidad de New York hasta su jubilación académica. Luego, se convirtió en rabino de la comunidad de Brooklyn (donde todavía ejerce).
Si bien su nombre seguramente sonará desconocido a la mayoría de los expertos en management, lo cierto es que Kirzner es un autor fundamental para analizar los lazos entre economía y empresa. De hecho, este economista que realizó su tesis doctoral en NYU bajo la dirección de Von Mises, fue uno de los mayores impulsores de la consideración del factor empresarial en la dinámica del proceso económico.
En efecto, sostiene Kirzner, la economía ortodoxa se equivoca cuando considera al empresario como un mero maximizador de beneficios. El empresario es mucho más que eso. Pero la miopía neoclásica le impide apreciar el valor que aporta al proceso productivo.
De hecho, la función primordial del empresario "innovador" (un concepto que ya encontrábamos en Schumpeter) consiste en "descubrir", mediante su agudeza ("alertness"), las oportunidades de beneficios ocultas en el mercado.
A través de su actividad como "descubridor" de oportunidades y la orientación de sus inversiones hacia esos nichos, el empresario crea los mercados del futuro al tiempo que desempeña un papel fundamental en la coordinación económica que conduce a los precios hacia su punto de equilibrio (aunque finalmente, como sostiene la teoría austríaca de los mercados dinámicos, este equilibrio no se concrete jamás).
Uno de los puntos centrales del análisis de Kirzner radica en su concepto de "error". Por un lado, el rol del empresario consiste en "rescatar" a los mercados del error de no estar aplicando las posibilidades tecnológicas en las actividades más eficientes. Así, el empresario remedia esta situación de ignorancia de acerca de las mejores áreas para aplicar los avances tecnológicos. Este es, sin dudas, uno de los aportes más interesantes y agudos del análisis de Kirzner.
Sin embargo, el enfoque no parece del todo satisfactorio pues se concentra excesivamente en los errores involuntarios que ocurre por no advertir oportunidades de beneficios existentes. Así, la teoría de Kizner parece descuidar otra tarea típicamente humana como el impulso para la ejecución de los planes ya descubiertos. En efecto, ¿cuántas veces nos ocurre de tener planes que no concretamos por falta de tiempo o voluntad?
Precisamente, en la vida de la empresa nos encontramos tanto con posibilidades basadas en el descubrimiento de oportunidades desconocidas como con posibilidades fundadas en cambios técnicos conocidos pero que no se implementan por falta de decisión, voluntad o mecanismos gerenciales adecuados.
Esta es la crítica del economista británico Brian Loasby: "Confinar, como lo hace el profesor Kirzner, la capacidad empresarial a la explotación de las oportunidades, y excluir de ese modo los problemas del management de organizaciones complejas, equivale a imponer serias restricciones potenciales a la aplicabilidad de su teoría".
Es decir, una de cal y una de arena: la agudeza para el descubrimiento de oportunidades es un motor bien importante del desarrollo económico. Pero también lo es el buen manejo de lo ya conocido en la empresa. En otras palabras, las habilidades de management son tan necesarias como la creatividad.
Ricardo Crespo
Profesor del IAE, Escuela de Dirección y Negocios de la Universidad Austral
martes, 9 de diciembre de 2008
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