Al parecer, la alerta de contaminación por dioxinas en Alemania se ha transformado en un escándalo sanitario sin precedentes ya que a principios del 2010 un laboratorio advirtió del aumento de la carga de dioxinas en una muestra de carne porcina que presentaba valores más de dos veces superiores a los permitidos, que son 0,75 nanogramos por kilo.
Sin embargo, las autoridades alemanas no dieron parte a Bruselas de esta situación sino hasta noviembre y comenzaron a cerrar granjas afectadas, cuando ya las partidas de carne contaminadas se encuentran repartidas por todo el territorio alemán e incluso han sido exportadas. Los efectos en los mercados no se han hecho esperar.
Por ejemplo, cómo se ha publicado que el producto contaminado está en los productos alimenticios para mascotas, los dueños de animales domésticos prescinden de ellos de forma generalizada.
Las ventas en los supermercados cayeron dramáticamente. "El caso es que da igual que tengan carne o no, porque aunque tuviésemos los estantes llenos, nadie quiere comprarla, los clientes desconfían y nosotros mismos no podemos darles información fidedigna sobre qué productos pueden consumirse y cuáles no. Pechuga de pollo no, de acuerdo. Pero qué salchichas pueden comerse, desde qué fecha de fabricación estamos hablando… de eso no sabemos nada. ¿Y qué me dice de los productos de pastelería que se confeccionan con huevo? Nadie nos informa", se queja un director de una cadena de supermercados en Alemania.
¿Qué son las dioxinas?
Las dioxinas o policlorodibenzodioxinas son un grupo de sustancias químicas reconocidas como los productos químicos más tóxicos que el ser humano ha sido capaz de elaborar. Y, junto a los furanos o paradiclorobenzofuranos, también altamente tóxicos, forman una familia química más amplia y muy tóxica: los organoclorados.
Los organoclorados son sustancias que resultan de la unión de uno o más átomos de cloro a un compuesto orgánico, formados por átomos de carbono e hidrógeno. Aunque esta unión puede ocurrir de forma natural, la inmensa mayoría de estas sustancias se forma artificialmente. Por ejemplo, la industria química combina gas cloro con derivados del petróleo para crear:
- Pesticidas (DDT, lindano)
- Plásticos (PVC, PVDC)
- Disolventes (percloroetileno, tetracloruro de carbono)
- Refrigerantes (CFC, HCFC)
- Muy estables. Permanecen en el aire, el agua y el suelo cientos de años, resistiendo los procesos de degradación físicos o químicos.
- No existen en la naturaleza, salvo en un par de excepciones, por lo que los seres vivos no han desarrollado métodos para metabolizarlos y detoxificarlos. Resisten por tanto la degradación biológica.
- Son más solubles en grasas que en agua, por lo que tienden a bioacumularse (migran desde el ambiente a los tejidos de los seres vivos)
- Las dioxinas producen cáncer en el ser humano.
- En dosis inferiores a las asociadas con cáncer ocasionan alteraciones en los sistemas inmunitario, reproductor y endocrino.
- Los fetos y embriones de peces, aves, mamiferos y seres humanos son muy sensibles a sus efectos tóxicos.
- No existe un nivel seguro de exposición a las dioxinas
- La quema e incineración de residuos.
- Las fábricas de papeles y cartones que usan cloro o dióxido de cloro como agente blanqueante.
- La fabricación de PVC
- Italia, Seveso, 1976. Un accidente de una planta de fabricación de tricloroetano liberó al ambiente miles de gramos de dioxinas matando a casi 80.000 animales y evacuando a 1000 personas. Trece años después del accidente se han documentado aumentos en la frecuencia de cánceres de la sangre y del sistema linfático entre la población afectada.
- Bélgica. Contaminación de pollos, huevos y carne debido a piensos que contenían aceites de origen industrial que contenían Bifenilos Policlorados, PCBs, un organoclorado pariente directo de las dioxinas.
- Francia. El contenido de dioxinas en la leche de las vacas de la zona de Lille, obligó a prohibir su consumo; y a cerrar temporalmente tres incineradoras de RSUs de los alrededores, sospechosas de haber contaminado la atmósfera y el entorno vegetal en muchos kilómetros a la redonda de sus puntos de emisión.
Mientras en los países desarrollados existe preocupación y se buscan soluciones para frenar la creciente contaminación por dioxinas, en Chile la población vive en la completa ignorancia, ajena a este peligro, y no sabemos si nuestros gobiernos fiscalizan y prohíben la fabricación de productos que contienen o crean dioxinas, estimulan el uso de tecnologías industriales que eviten su formación, no promueven la construcción de plantas incineradoras, etc.
El Convenio de Estocolmo
Las dioxinas son consideradas Contaminantes Orgánicos Persistentes, COPs. En general, estos comparten ciertas características básicas: poseen gran toxicidad, son persistentes en el ambiente, tienen capacidad para bioacumularse en las cadenas alimenticias y se trasladan a grandes distancias. Estas propiedades y, principalmente su libre circulación a través del “efecto saltamontes”, hacen que la presencia de los COPs represente una amenaza global.
Se han identificado doce COPs frente a los cuales la comunidad internacional ha reconocido la necesidad de adoptar medidas urgentes. Estos han sido agrupados en tres categorías:
- Plaguicidas (Aldrin, Clordano, DDT, Dieldrin, Endrin, Heptacloro, Mirex y Toxafeno);
- Productos químicos industriales (Hexaclorobenceno y Bifenilos Policlorados-PCBs); y
- Subproductos no intencionales de sustancias químicas precursoras y/o procesos térmicos/combustión (dioxinas y furanos).
El Convenio de Estocolmo sobre COPs es un instrumento internacional jurídicamente vinculante que tiene por objetivo prevenir los daños de esas sustancias sobre el ambiente, incluyendo la salud humana. Este instrumento entró en vigor el 17 de mayo de 2004, comprometiendo a cada país parte a la aplicación de medidas para
- eliminar o restringir la producción y el uso de los COPs producidos intencionalmente,
- eliminar en forma ambientalmente adecuada, las existencias de los COPs fuera de uso, deteriorados, vencidos o prohibidos,
- minimizar la generación de los COPs que se forman y liberan de manera no intencional, tomando medidas de prevención relativas a las mejores técnicas disponibles y las mejores prácticas ambientales y,
- elaborar un Plan Nacional de Implementación del Convenio de Estocolmo que nuestro país ratificó el 20 de enero de 2005 y que fue aprobado por Decreto No 38 del 19 de mayo de 2005.
Los ciudadanos debemos estar atentos para que estos Planes se implementen con rigurosidad, y con el fin de que la información circule libremente para que las personas tomen las decisiones mejor informados.
Nuestra salud y la de nuestros hijos está en juego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario