El martes pasado, antes de una de mis clases en una institución de educación superior, uno de mis alumnos me hizo la pregunta que da el título a este artículo. Y, al comienzo, me sorprendió pero luego de conversar con ellos llegué a la conclusión que la tragedia de los presos de la cárcel de San Miguel, no le importa a un grupo importante de chilenos y chilenas.
Es más, esta tragedia será prontamente olvidada, porque se acercan las fiestas; porque nos gusta barrer la mugre debajo de la alfombra y porque en realidad, muchos consideran a los delincuentes como seres humanos de segunda y tercera categoría.
Además, viendo los desórdenes y la falta de respeto de algunos familiares durante el entierro de algunos de los fallecidos, podemos concluir también que estamos en presencia de familias enteras dedicadas al crimen y a la delincuencia.
Por lo anterior, el argumento de una política carcelaria basada en la reinserción social no tendrá efectos de corto plazo si la persona debe volver a un macro-entorno que no da oportunidades para mejorar la calidad de vida, y a un micro-entorno delincuencial. En estricto sentido, se debe implementar una sociedad de oportunidades que permita mejorar el bienestar material y moral de sectores de la sociedad que se sienten abandonados.
Una visión económica del delito: la visión de Gary Becker
El incremento del crimen en diversas sociedades y la forma como podrían ser atacados por parte de los gobiernos, se puede analizar a través de la aproximación económica de Gary Becker.
Becker plantea que el comportamiento del delincuente es totalmente racional, ya que en el momento de cometer un crimen, este tiene presentes los costos de la actividad (costo de oportunidad, tiempo perdido y riesgos de ser atrapado) versus el beneficio que obtendría del crimen (ganancias monetarias o psicológicas). A partir de la relación costo – beneficio, cualquier individuo toma la decisión de ser o no un delincuente.
Por cierto, dentro del análisis económico del crimen elaborado por Becker, influyen factores sociales (pobreza, grado de educación, entorno familiar) y éticos (valores y creencias individuales y del entorno).
Además, el crimen también puede ser el resultado de malas decisiones tomadas por los gobiernos. No basta con aumentar el número de cárceles y aumentar las condenas sino en implementar una sociedad de oportunidades mediante políticas públicas apropiadas en los temas de educación y empleo.
En especial, se debe trabajar con los más jóvenes para romper el círculo que genera delincuentes, dirigiendo mayores esfuerzos hacia ellos para brindarles mejores oportunidades en el campo de la educación (educación gratuita para los más capaces), en el campo del deporte (una política deportiva como “todos los jóvenes a las canchas”), y en el campo del empleo (subsidios permanentes para la contratación de jóvenes en situación de riesgo).
Es decir, resulta importante el mantener las tasas de desempleo bajas, generando mayores y mejores oportunidades de empleo, junto con unas políticas fiscales y monetarias sensibles y que se alejen del asistencialismo enfermizo. La reducción del desempleo permitirá que aquellos grupos o individuos propensos a cometer crimen puedan ser ayudados.
Junto con lo anterior, el Estado debe continuar esforzándose para garantizar mejores niveles de vida y prosperidad, potenciando los lazos familiares para evitar que los más jóvenes tengan tanta libertad que puedan utilizar en forma inapropiada. Los padres deben comenzar a asumir las responsabilidades con respecto al comportamiento de sus hijos, sino cualquier cosa que haga el Estado siempre será insuficiente.
Profe, ¿Cómo estuvo el asado?
Según el Banco Mundial, “el crimen y la violencia entorpecen el crecimiento económico y la reducción de la pobreza debido a sus efectos en el capital material, humano y social, y también perjudican la capacidad del gobierno”. Por eso, el enfoque económico de la delincuencia puede ser una alternativa para explicar el comportamiento delincuencial.
Existe un conjunto de variables económicas y socio demográficas que pueden explicar el delito. En primer lugar, un menor crecimiento económico y un mayor desempleo se traducirán en mayores niveles de delitos. En segundo lugar, el efecto disuasivo policial y judicial, el grado de urbanización y la densidad poblacional también son determinantes. Y, en tercer lugar, el delincuente tiende a procrear delincuentes para perpetuarse en el tiempo.
En palabras de Gary Becker, para reducir la delincuencia: “Debes aumentar las sanciones y las detenciones. Es la respuesta correcta a la población en el corto plazo. Los gobiernos deben responder a las demandas de seguridad de la población. Una de las grandes preocupaciones de la gente que vive actualmente en zonas urbanas es la falta de seguridad…Los índices de delincuencia han descendido fuertemente en los últimos 20 años porque los políticos han respondido a las demandas de la ciudadanía por una mayor seguridad. (…) En el largo plazo, se debiera tratar de revertir el desempleo y mejorar la educación por muchas razones, entre ellas la delincuencia. Siempre necesitas aplicar el garrote en el corto plazo, pero debe ser combinado en el largo plazo con la zanahoria”.
Por lo tanto, cuando vuelva a ver a mis alumnos ya sabré que contestarles: la represión y responder violencia con violencia no es una política adecuada en el largo plazo. Y en el corto plazo nos afecta a todos, por lo que ocultarse no es la solución sino que la clave está en que cada uno debe dar los pazos para reinsertar a los que nos rodean.
Cada chileno y chilena es, en mayor o menor medida, responsable de la calidad de vida que tenemos. No ocultemos la cabeza como la avestruz.
domingo, 12 de diciembre de 2010
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