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domingo, 12 de diciembre de 2010

"CUANDO LO HACE EL GOBIERNO NO ES ILEGAL". NIXON versus ASSANGE


El 9 de agosto de 1974, y debido a su participación en el caso Watergate, Richard Nixon negoció su renuncia a la presidencia de los Estados Unidos, para evadir a la justicia, a cambio de que Gerald Ford le otorgara el indulto presidencial. A partir de ese momento, la prensa se obsesionó con la idea de entrevistarlo.

Desde 1975, David Frost negoció con el equipo de Nixon una serie de entrevistas que se transmitirían de costa a costa y sobre los temas que eligiera. Dado que Frost provenía de la farándula y creyendo que era un inexperto en política, Nixon aceptó su oferta, y el 23 de marzo de 1977 comenzó a responder sus preguntas durante 29 horas en sesiones que se cumplieron en el transcurso de 12 días y en distintas semanas.

En esta ya célebre entrevista, emergen respuestas que marcan a fuego el comportamiento de algunos que llegan al poder total:

Frost: “¿Diría que en ciertas circunstancias, como es en el caso del ‘Plan Huston’, el presidente puede decidir qué es lo mejor para el interés de la nación aunque esto implique hacer algo ilegal?”.

Nixon: “Bueno, cuando lo hace el presidente significa que no es ilegal”.

Frost: “¿Por definición?”.

Nixon: “Exactamente, exactamente”.


Es decir, Nixon planteaba que tenía la prerrogativa de ordenar acciones ilegales si el objetivo era preservar la seguridad nacional, y que dadas las circunstancias se vio obligado a hacerlo. En consecuencia, si debía pagar por ello, aceptaba su responsabilidad. Llegó a decir, además, que él mismo se había hecho un juicio político al renunciar, olvidando que negoció para evadir la justicia. Al final, al aplicar la justicia, algunos son más iguales que otros.

Políticos y democracias, ¿buenos y malos?

En el mundo occidental, las democracias son la máxima expresión de cómo el ser humano puede relacionarse con otros en un plano de igualdad y respeto a la ley. Pero, al parecer, nuestras democracias son como una cáscara de huevo, vacías por dentro, y que se han transformado en una especie de fetiche cuya forma se puede adaptar a lo que desean los poderes fácticos, aquellos a los que supuestamente les entregamos el poder para hacer el bien a todos.

Sin embargo, un político de buenas intenciones, al ascender en la jerarquía del poder tiene dos opciones:

1.Se adapta a la institucionalidad y costumbres ya arraigadas, transformándose en una pieza más del engranaje, que debe defender cueste lo que cueste, o

2.Se resiste a las fuerzas del entorno como una rama en una tormenta, inclinándose o sucumbiendo como un final más probable.

En general, los políticos terminan adaptándose a la institucionalidad (“si no puedes con ellos, únete a ellos”), manteniendo y profundizando los patrones ya aprendidos y que van, muchas veces, en la dirección contraria que juraron cuando asumieron en sus cargos. Surge así el efecto “Nixon”.

Y el efecto “Nixon” surge por una causa: diplomacia. La diplomacia es la cara hipócrita de las relaciones humanas y entre países que es la única cara que conocen. Los seres humanos son hipócritas, las democracias están formadas por seres humanos, luego las democracias son hipócritas. Todos lo saben, nadie lo quiere decir.

La libertad como oportunidad de Hayek: el caso Assange

Hayek escribió que “si limitamos la libertad a casos especiales en que nos consta que será beneficiosa, tal libertad no logrará sus fines. La libertad concedida tan sólo cuando se sabe de antemano que sus efectos serán beneficiosos no es libertad. Si supiéramos cuándo debería utilizarse la libertad, desaparecerían en gran medida las razones a favor de la misma. Si no se concediese la libertad incluso cuando el uso que algunos hacen de ella no nos parece deseable, nunca lograríamos los beneficios de ser libres; nunca obtendríamos esos imprevisibles nuevos desarrollos cuya oportunidad la libertad nos brinda. Por lo tanto, no es una razón en contra de la libertad individual el que frecuentemente se abuse de ella. La libertad necesariamente significa que se harán muchas cosas que no nos gustan. Nuestra fe en la libertad no descansa en los resultados previsibles en circunstancias especiales, sino en la creencia de que, a fin de cuentas, dejará libres para el bien más fuerzas que para el mal”.

WikiLeaks es un ejemplo palpable de que ha llegado la hora de ajustar cuentas con las democracias y el doble estándar de los políticos a los cuáles catapultamos al poder. Y por eso su aparición ha sido beneficiosa, porque está generando un movimiento de personas que se están preguntado: ¿realmente estos tipos del gobierno pueden hacer lo que les dé la gana?, ¿pueden crear guerras ficticias por razones de conveniencia?...Es decir, ¿es válido pensar que cuando lo hace un gobierno significa que no es ilegal?, ¿hay mas Nixones por ahí en los gobiernos?.

La persecución de USA a Assange es inmoral. Antaño, los mensajeros pagaban la culpa por un mal mensaje y en este caso sucede lo mismo…¿Qué culpa tiene Assange de las malas acciones de gobiernos de países avanzados?. Ciertamente, su único pecado es haber dado a conocer la hipocresía y doble estándar de muchas democracias lideradas por bravucones con muchas hormonas, escasas luces y muchos intereses económicos entrecruzados.

Los ciudadanos libres del planeta, exigimos la libertad inmediata de Assange para que WikiLeaks pueda seguir informando a la comunidad planetaria de los “inmaculados sepulcros blancos que nos rodean”. Nunca debemos creer en los gobiernos; nunca debemos creer en los políticos de ninguna especie, porque tal como decía Hermann Hesse, “de la boca les cuelga el hilo del interés” que los guía para hacer cosas inmorales a nombre de todos.

Y terminamos con Hayek que plantea que “las innovaciones que maquinal y constantemente surgen en el proceso de adaptación consistirán primeramente en nuevas ordenaciones o patronos en los que los esfuerzos de los diferentes individuos estarán coordinados y en nuevos sistemas en el uso de los recursos, que serán, en cuanto a su naturaleza, tan temporales como las especiales condiciones que los han creado. En segundo lugar, existirán modificaciones de instrumentos e instituciones adaptadas a las nuevas circunstancias. Algunas de éstas serán también meras adaptaciones temporales a las condiciones del momento, mientras que otras constituirán mejorías que incrementarán la mutabilidad de los instrumentos y la manera de usar los ya existentes, siendo por lo tanto conservadas. Estas últimas no constituirán meramente una mejor adaptación a las particulares circunstancias de tiempo y lugar, sino a alguna realidad permanente del mundo que nos rodea. En tales «formaciones» espontáneas" se encarna una percepción de las leyes generales que gobiernan a la naturaleza. Mediante esta encarnación acumulativa de experiencias en instrumentos y formas de acción surgirá un crecimiento del conocimiento explícito, de las reglas genéricas formuladas que pueden transmitirse mediante el lenguaje de persona a persona. Este proceso en virtud del cual surge lo nuevo se comprende mejor en la esfera intelectual cuando sus resultados constituyen las nuevas ideas. Precisamente en este campo, la mayoría conocemos, al menos, algunos de los progresos individuales del proceso; necesariamente sabemos lo que está ocurriendo y, por tanto, reconocemos, generalmente, la necesidad de la libertad. La mayoría de los científicos se dan cuenta de que los progresos del conocimiento no se pueden planificar; de que en el viaje hacia lo desconocido, que no otra cosa es la investigación, dependemos en gran medida de las circunstancias y de los antojos del genio individual, y de que el progreso científico, como idea nueva que surge en una mente única, es el resultado de una combinación de conceptos, hábitos y circunstancias brindados a una persona por la sociedad. En síntesis: el resultado tanto de esfuerzos sistemáticos como de afortunados accidentes”.

Esperamos, entonces, por el surgimiento de más experimentos como WikiLeaks y Assange que permitirán mejorar el funcionamiento de nuestras institucionalidad claramente caduca y fracasada. Y es papel de los ciudadanos el convertirse en vigilantes del accionar de los políticos y gobiernos.

Estado mínimo y limitado es la clave.

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